tag:blogger.com,1999:blog-53708192434555304312024-03-13T21:13:40.104-07:00Némesis Médica NotasAnonymoushttp://www.blogger.com/profile/09441389031398551167noreply@blogger.comBlogger20125tag:blogger.com,1999:blog-5370819243455530431.post-62154334238951932062013-01-28T19:45:00.003-08:002013-01-28T20:00:36.151-08:00Némesis Médica Nota, Referencias y Anexos <a href="http://nemesis-medica-notas.blogspot.com/2013/01/nemesis-medica-nota-referencias-y-anexos.html">Némesis Médica Nota, Referencias y Anexos </a><br />
<br /> <b><a href="http://nemesis-medica-notas.blogspot.com/2013/01/nemesis-medica-nota-referencias-y-anexos.html">Notas y Referencias</a> </b><br />
<ul>
<li><a href="http://nemesis-medica-notas.blogspot.com/2013/01/medical-nemesis-1976.html">Medical Nemesis 1976</a> </li>
<li><a href="http://nemesis-medica-notas.blogspot.com/2013/01/apendice-la-necesidad-de-un-techo-comun.html">APÉNDICE / LA NECESIDAD DE UN TECHO COMÚN</a> </li>
<li><a href="http://nemesis-medica-notas.blogspot.com/2013/01/introduccion.html">INTRODUCCIÓN</a> </li>
<li><a href="http://nemesis-medica-notas.blogspot.com/2013/01/parte-i-yatrogenesis-clinica.html">PARTE I: YATROGÉNESIS CLÍNICA</a> </li>
<li><a href="http://nemesis-medica-notas.blogspot.com/2013/01/parte-ii-yatrogenesis-social.html">PARTE II. YATROGÉNESIS SOCIAL</a> </li>
<li><a href="http://nemesis-medica-notas.blogspot.com/2013/01/introduccion-notas-1-f.html">INTRODUCCIÓN</a> </li>
<li><a href="http://nemesis-medica-notas.blogspot.com/2013/01/3-matar-el-dolor.html">3. MATAR EL DOLOR</a> </li>
<li><a href="http://nemesis-medica-notas.blogspot.com/2013/01/4-la-invencion-y-eliminacion-de-la.html">4. LA INVENCIÓN Y ELIMINACIÓN DE LA ENFERMEDAD</a> </li>
<li><a href="http://nemesis-medica-notas.blogspot.com/2013/01/5-la-muerte-escamoteada.html">5. LA MUERTE ESCAMOTEADA</a> </li>
<li><a href="http://nemesis-medica-notas.blogspot.com/2013/01/parte-iv-las-politicas-de-la-salud.html">PARTE IV LAS POLÍTICAS DE LA SALUD</a> </li>
<li><a href="http://nemesis-medica-notas.blogspot.com/2013/01/7-contramedidas-politicas.html">7. CONTRAMEDIDAS POLÍTICAS</a> </li>
<li><a href="http://nemesis-medica-notas.blogspot.com/2013/01/8-la-recuperacion-de-la-salud.html">8. LA RECUPERACIÓN DE LA SALUD</a> </li>
</ul>
<b><a href="http://nemesis-medica-notas.blogspot.com/2013/01/nemesis-medica-nota-referencias-y-anexos.html">Anexos</a> </b><br />
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<li><a href="http://nemesis-medica-notas.blogspot.com/2013/01/anexo-2-la-medicalizacion-del.html">ANEXO 2: LA MEDICALIZACIÓN DEL PRESUPUESTO</a> </li>
<li><a href="http://nemesis-medica-notas.blogspot.com/2013/01/anexo-3-la-invasion-farmaceutica.html">ANEXO 3: LA INVASIÓN FARMACÉUTICA</a> </li>
<li><a href="http://nemesis-medica-notas.blogspot.com/2013/01/anexo-4-imperialismo-del-diagnostico.html">ANEXO 4: IMPERIALISMO DEL DIAGNÓSTICO</a> </li>
<li><a href="http://nemesis-medica-notas.blogspot.com/2013/01/anexo-5-el-estigma-preventivo.html">ANEXO 5: EL ESTIGMA PREVENTIVO</a> </li>
<li><a href="http://nemesis-medica-notas.blogspot.com/2013/01/anexo-6-ceremonias-terminales.html">ANEXO 6: CEREMONIAS TERMINALES</a> </li>
<li><a href="http://nemesis-medica-notas.blogspot.com/2013/01/anexo-7-magia-negra.html">ANEXO 7: MAGIA NEGRA</a> </li>
<li><a href="http://nemesis-medica-notas.blogspot.com/2013/01/anexo-2-las-mayorias-de-pacientes.html">ANEXO 8: LAS MAYORíAS DE PACIENTES</a> <b><br /></b></li>
</ul>
<b><a href="http://alernativas.blogspot.com/2013/01/indice_22.html">Alternativas de Ivan Ilich</a> </b><br />
<ul>
<li><a href="http://alernativas.blogspot.com/2013/01/156-ix-la-expropiacion-de-la-salud.html">156 / IX. LA EXPROPIACIÓN DE LA SALUD</a> </li>
<li><a href="http://alernativas.blogspot.com/2013/01/160-remedios-para-las-explosiones.html">160 / REMEDIOS PARA LAS EXPLOSIONES PREMATURAS</a> </li>
<li><a href="http://alernativas.blogspot.com/2013/01/161.html">161 / NÉMESIS INDUSTRIAL</a> </li>
<li><a href="http://alernativas.blogspot.com/2013/01/167-tantalo.html">167 / TÁNTALO</a> </li>
<li><a href="http://alernativas.blogspot.com/2013/01/172-la-lucha-contra-la-muerte.html">172 / LA LUCHA CONTRA LA MUERTE</a> </li>
<li><a href="http://alernativas.blogspot.com/2013/01/174-sumario.html">174 SUMARIO</a></li>
</ul>
<ul>
</ul>
Miguel Leopoldo Alvarado Saldañahttp://www.blogger.com/profile/04774533959312544593noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-5370819243455530431.post-41744646934483254832013-01-19T17:40:00.002-08:002013-01-28T19:47:45.198-08:00ANEXO 2: LA MEDICALIZACIÓN DEL PRESUPUESTO<div style="text-align: center;">
<u><b>67</b></u></div>
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<b>LA MEDICALIZACIÓN DEL PRESUPUESTO</b></div>
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La medida más manejable de la medicalización de la vida es la porción de un ingreso anual típico que se gasta bajo órdenes médicas. En Estados Unidos, antes de 1950, dicha porción era inferior a las entradas de un mes, pero a mediados de los setenta el equivalente de cinco a siete semanas de las ganancias del trabajador tipo se gastaba en la compra de servicios médicos. Los Estados Unidos gastan ahora unos 95 mil millones de dólares anuales en asistencia a la salud, algo así como el 8.4% del producto nacional bruto en 1975, cuando en 1962 fue el 4.5%36 Durante los últimos veinte años, mientras el índice de precios en los Estados Unidos ha subido alrededor del 74%, el Costo de la asistencia médica escaló en un 330%. Entre 1950 y 1971 el gasto público en pólizas de salud aumentó diez veces, los beneficios de las aseguradoras privadas crecieron en ocho veces,37 y en unas tres los pagos directos al contado.38 En gastos totales, otros países como Francia39 y Alemania40 se mantuvieron a la par con los Estados Unidos. En todas las naciones industriales -atlánticas, escandinavas o del este europeo-la tasa de crecimiento del sector de la salud ha avanzado con mayor rapidez que el PNB.41 Incluso descontando la inflación, las partidas federales para la salud aumentaron más del 40% entre 1969 y 1974.42 Más aún: la medicalización del presupuesto nacional no es un privilegio de los ricos. En Colombia, un país pobre que favorece notoriamente a su clase adinerada, la proporción es, como en Inglaterra, superior al 10%.43</div>
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Parte de esto ha enriquecido a los médicos, que hasta la Revolución Francesa se ganaban la vida como artesanos. Unos pocos vivieron siempre bien, pero muchos murieron pobres. El proverbio "pocos abogados tienen buen morir, pocos médicos tienen buen vivir" poseía equivalentes en la mayoría de los idiomas europeos. Ahora los médicos han llegado a la cumbre, y en las sociedades capitalistas dicha cumbre es en verdad elevada. Sin embargo sería inexacto atribuir la inflación en la medicina a la codicia de la profesión médica. Una parte mucho mayor del aumento ha sido para una legión de oficinistas médicos poseedores de buenos títulos, que las universidades de los Estados Unidos empezaron a otorgarles en los años cincuenta; para aquellos con grados de maestría de enfermeros supervisores o con doctorados de administradores de hospitales, y para todos los rangos inferiores en los que se alimentan los nuevos burócratas. El costo de administrar al paciente, sus historiales, las boletas que entrega y recibe, pueden absorber 25 centavos de cada dólar de su cuenta.44 Una cantidad mayor va a los banqueros; en algunos casos los llamados costos administrativos "legítimos" en el negocio del seguro médico han subido al 70% del pago hecho por los asegurados.</div>
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Aún más significativo es el nuevo prejuicio en favor de la asistencia hospitalaria de alto costo. Desde 1950 el costo diario de tener un paciente en un hospital comunal de los Estados Unidos ha crecido en un 500%.45 La cuenta por el cuidado del paciente en los principales hospitales universitarios ha aumentado incluso con mayor rapidez, triplicándose en ocho años. Los costos administrativos han hecho explosión multiplicándose desde 1964 por un factor de siete; los costos de laboratorios aumentaron por un factor de cinco, los salarios médicos sólo por un factor de 2.46 La construcción de hospitales cuesta ahora más de 85 mil dólares por cama y las dos terceras partes de esta cantidad se invierten en equipo mecánico que antes de diez años resulta anticuado.47 Estos índices son casi el doble de los índices de aumento de costos y de la obsolecencia prevalentes en los sistemas de armamento moderno. Los costos excedidos en lo programas del Departamento de Salud, Educación y Bienestar superan a los del Pentágono Entre 1968 y 1970 los costos del Medicaid aumentaron tres veces más rápido que el número de personas atendidas. En los últimos cuatro años los beneficios de los seguros de hospital han casi doblado su costo, y los honorarios de los médicos han crecido casi dos veces más aprisa de lo que se había planeado.48 En ningún otro sector importante de la economía civil hay un precedente similar de tal expansión sostenida. Por ello, resulta irónico que durante este auge único en la asistencia a la salud, los Estados Unidos sentaran otro precedente. Poco después de iniciado el auge, la expectativa de vida para el hombre norteamericano adulto empezó a declinar y ahora se espera que decline más todavía. La tasa de mortalidad para los hombres norteamericanos entre cuarenta y cinco y cincuenta y cuatro años es comparativamente alta.</div>
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De cada 100 hombres que en los Estados Unidos cumplen los cuarenta y cinco, sólo 9 llegarán a su quincuagésimo quinto cumpleaños mientras en Suecia 95 sobrevivirán la década.49 Pero Suecia, Alemania, Bélgica, Canadá, Francia y Suiza ya están dando alcance a los Estados Unidos: tanto sus índices de mortalidad en edades específicas para hombres adultos como sus costos médicos globales ascienden a gran velocidad.50</div>
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El fenomenal aumento en el costo de los servicios de salud en los Estados Unidos se ha explicado en diversas formas: algunos culpan a la planeación irracional,51 otros, al mayor costo de los nuevos artefactos que la gente quiere en los hospitales.52 Actualmente la interpretación más común se refiere a la creciente incidencia del pago previo de servicios. Los hospitales registran a pacientes bien asegurados, y antes que proveer viejos productos en forma más eficaz y barata, se ven económicamente motivados a avanzar hacia formas nuevas, y cada vez más caras, de hacer las cosas. Se culpa del aumento a los productos cambiantes más que a costos más altos del trabajo, a la mala administración o a la carencia de progreso tecnológico.53 En esta perspectiva el cambio de productos parece deberse precisamente al amparo creciente de las pólizas, que anima a los hospitales a proporcionar productos más costosos de lo que el cliente en realidad desea, necesita o habría estado dispuesto a pagar directamente. Sus gastos de contado parecen cada vez más modestos, aunque los servicios ofrecidos por el hospital son más costosos. Las pólizas para la asistencia médica de alto costo son así un proceso autorreforzante que da a los proveedores de asistencia el control de recursos crecientes.54 Como antídoto, algunos críticos recomiendan una lúcida conciencia de costos por parte de los consumidores;55 otros, desconfiando del autocontrol del lego, recomiendan mecanismos que aumenten la conciencia de costo en los productores.56 Los médicos, argumentan, serían más responsables y menos caprichosos en sus prescripciones si se les pagara (como a los médicos generales en Inglaterra) sobre una base de "capitación" que otorgan una cantidad fija para el mantenimiento de sus clientes antes que una tarifa por servicios. Pero como todos los remedios similares, la capitación acrecienta la fascinación yatrogénica por proveer salud. La gente deja ir su propia vida por obtener todo el tratamiento que sea posible.</div>
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En Inglaterra el Servicio Nacional de Salud ha intentado asegurar, aunque sin éxito, que los costos inflacionarios sufrirían menos por fraudes conspicuos.57 Su acta de 1946 estableció como derecho humano el acceso a los recursos de asistencia a la salud para todos los necesitados. La necesidad se suponía finita y cuantificable, las urnas de votación el mejor sitio para decidir el presupuesto total para la salud, y los médicos los únicos capaces de determinar los recursos que satisfarían la necesidad de cada paciente. Pero la necesidad determinada por los profesionistas médicos ha resultado ser tan extensa en Inglaterra como en cualquier otro sitio. La esperanza fundamental para el éxito del sistema inglés de asistencia a la salud tenía como base la creencia en la capacidad de los ingleses para racionar su suministro. Así lo hicieron más o menos hasta 1972, en la opinión de un autor que estudió la economía inglesa de la salud, "por medios, a su modo, casi tan despiadados como la capacidad de pagar, pero considerados en general más aceptables".58 Hasta esa fecha la asistencia a la salud se mantuvo por abajo del 6% del PNB, el 10% del gasto público. La práctica privada descendió de la mitad de la asistencia al 4%. Los cargos directos a los pacientes se mantuvieron fenomenalmente bajos: 5% del costo. Pero este severo compromiso con la igualdad sólo impidió esos asombrosos despilfarros en artefactos prestigiosos que proveyeron de un fácil punto de partida a la crítica pública en los Estados Unidos. Desde 1972 el Servicio de Salud en Inglaterra ha sufrido un cambio traumático, por complejas razones económicas y políticas. El éxito inicial del Servicio de Salud y el actual desarreglo caótico del sistema imposibilitan las predicciones para el futuro. La desmedicalización de la asistencia a la salud es tan esencial allí como en cualquier parte. Sin embargo, curiosamente, Inglaterra es también una de las pocas naciones industrializadas donde la expectativa de vida del hombre adulto no ha declinado todavía, aunque las enfermedades crónicas de este grupo ya han mostrado un aumento similar al observado una década antes al otro lado del Atlántico.</div>
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La información sobre costos en la Unión Soviética es más difícil de obtener. El número de médicos y días de hospital per cápita parece haberse duplicado entre 1960 y 1972, y los costos parecen haber crecido en un 260%.59 La principal reivindicación de superioridad de la medicina soviética sigue basada en "la profilaxis edificada dentro del sistema social en si "sin que esto afecte el volumen relativo de enfermedad o asistencia en comparación con otros países industriales de desarrollo similar.60 Pero la teoría de que la terapéutica iría desapareciendo junto con el Estado fue declarada herejía en 1932 y lo sigue siendo.61</div>
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Distintos sistemas políticos organizan la patología en diferentes enfermedades y crean así distintas categorías de demanda, suministros, y necesidades sin cubrir.62 Pero no importa cómo se perciba la enfermedad, el costo del tratamiento crece de acuerdo a índices comparables. Los rusos, por ejemplo, limitan por decreto la enfermedad mental que requiere hospitalización : sólo destinan a tales casos el 10%.de todas las camas de hospital.63 Pero dado cierto PNB, todas las naciones industriales generan la misma clase de dependencia con respecto al médico, y esto sin que importen su ideología ni la nosología que éstas creencias engendran.64 Por supuesto, el capitalismo ha demostrado que puede hacerlo a un costo social mucho más elevado.65 Por doquier, a mediados de la década del setenta, el principal constreñimiento a la actividad profesional es la necesidad de reducir los costos.</div>
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La proporción de riqueza nacional que se canaliza hacia los médicos y se gasta bajo su control varía de un país a otro y abarca de un décimo a un vigésimo de todos los fondos disponibles. Pero esto no debe hacer pensar a nadie que los gastos de salud del ciudadano tipo en los países pobres son proporcionales al ingreso medio percápita del país. La mayor parte de la gente no recibe absolutamente nada. Con la sola excepción del dinero destinado al tratamiento de los suministros de agua, el 90% de todos los fondos que en los países en desarrollo se destinan a la salud no se gasta en salubridad sino en el tratamiento de los enfermos. Entre el 70 y él 80% de todo el presupuesto de salud pública sirve para la cura y la asistencia de individuos y no para servicios públicos de salud.66 La mayor parte de ese dinero se gasta en todas partes en el mismo tipo de cosas.</div>
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Todos los países quieren hospitales, y muchos quieren que incluyan el equipo moderno más exótico. Mientras más pobre el país, más alto el costo real de cada pieza en sus inventarios. Modernas camas de hospital, incubadoras, laboratorios, pulmones artificiales y salas de operaciones cuestan todavía más en África que en Alemania o Francia, donde se construyen; también se deterioran más fácilmente en los trópicos, donde es más difícil darles servicio, y lo más frecuente es que no funcionen. En cuanto al costo, lo mismo vale para los médicos hechos a la medida de estos artefactos. La educación de un cirujano cardiólogo representa una inversión comparable de capital, ya proceda del sistema escolar mexicano o haya estudiado en Hamburgo con una beca del gobierno por ser primo de un capitán brasileño.67 Si los Estados Unidos son demasiado pobres para proporcionar la diálisis renal de 15 mil dólares anuales a todos los ciudadanos que afirmarían necesitarla, Ghana es demasiado pobre para proveer equitativamente al pueblo con médicos para su atención elemental.68 El costo máximo socialmente crítico de los artículos que pueden repartirse en forma equitativa varía de un sitio a otro. Pero dondequiera que los fondos públicos se utilizan para financiar tratamientos por encima del costo crítico, el sistema de asistencia médica actúa inevitablemente como un conducto para la transferencia neta del poder médico, el cual pasa de la mayoría que paga los impuestos a unos cuantos individuos seleccionados a causa de su dinero, educación o lazos familiares, o por el interés especial que representan para el cirujano experimentador.</div>
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Hay una clara forma de explotación cuando 80% de los costos reales de las clínicas particulares en los países pobres de América Latina se pagan con los impuestos recaudados para la formación de médicos, las ambulancias públicas y el equipo médico.69 En este caso la concentración de los recursos públicos en unos pocos es una obvia injusticia, pues la capacidad de pagar al contado una fracción del costo total es una condición para obtener el resto. Pero la explotación no es menor en los sitios donde el público, a través de un servicio nacional de salud, asigna a los médicos el poder único para decidir quien necesita su tipo de tratamiento, luego derrochan la ayuda pública en aquellos con quienes experimentan o practican La aquiescencia pública en que el monopolio médico identifique necesidades sólo amplía la base desde la cual los médicos pueden vender sus servicios.70 </div>
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De manera indirecta, las terapias conspicua sirven como poderosos instrumentos para convencer a la gente de que pague más impuestos para llevarlas a todos los que según los doctores las necesitan. Una vez que el presidente chileno Frei construyó un estadio de medicina para espectadores médicos, su sucesor, Salvador Allende, se vio forzado a prometer otros tres. El Prestigio de un equipo nacional de cirujanos de Corazón abierto se utiliza para intensificar en toda la nación una adicción a relaciones terapéuticas que son patógenas en un nivel mucho más hondo que el del simple vandalismo médico. La creencia de la gente en que sólo llamando al médico puede enfrentarse a la enfermedad hace más daño a la salud del que los médicos podrían jamás lograr imponiendo sus servicios a la ciudadanía.</div>
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Sólo en China cuando menos a primera vista- la tendencia parece ir en dirección contraria: la asistencia primaria es administrada por técnicos sanitarios no profesionales ayudados por aprendices que dejan sus trabajos habituales en la fábrica cuando se les llama para atender a un miembro de su brigada.71 La nutrición, la higiene del ambiente y el control natal han mejorado más allá de toda comparación. Los logros del sector sanitario chino durante los últimos años del sesenta han probado, tal vez definitivamente, un punto largamente debatido: que casi todos los instrumentos técnicos de salud comprobadamente eficaces pueden pasar en cuestión de meses a las manos de millones de personas comunes y ser usados en forma competente. A pesar de estos éxitos, un compromiso ortodoxo con los sueños occidentales de la razón, bajo una forma marxista, puede ahora destruir lo que la virtud política, en unión con el pragmatismo tradicional, alcanzó.</div>
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El sesgo hacia el progreso y la centralización tecnológicos ya se refleja en los logros profesionales de la asistencia médica. China posee no sólo un sistema paramédico sino también personal médico cuyas normas han sido consideradas de máximo orden por sus colegas en todo el mundo, y que sólo marginalmente difiere del que hay en otros países. La mayor parte de las inversiones durante los últimos cuatro años parecen haberse destinado a desarrollar más aún esta profesión médica extremadamente competente y altamente ortodoxa, que cada vez obtiene mayor autoridad para configurar las metas generales de la nación en cuestiones de salud. La "medicina descalza" está perdiendo su carácter sustitutivo, semi-independiente y popular para integrarse a una tecnocracia unitaria de asistencia a la salud. Personal adiestrado en las universidades instruye, supervisa y complementa al curandero elegido localmente. Este desarrollo, ideológicamente inducido,72 de la medicina profesional en China tendrá, que limitarse conscientemente a muy corto plazo para que pueda seguir siendo un complemento de equilibrio y no un obstáculo a la autoasistencia de alto nivel. Sin estadísticas susceptibles de comparación, las declaraciones sobre la economía médica china permanecen en la vaguedad. Pero no hay razón para creer que los aumentos de costos en la medicina farmacéutica, hospitalaria y profesional sean menores en China que en otros países. Por lo pronto, sin embargo, puede aducirse que en China la medicina moderna era tan escasa en los distritos rurales que los recientes incrementos contribuyeron significativamente a los niveles de salud y a una mayor equidad en el acceso a la asistencia.73</div>
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En todos los países la medicalización del presupuesto se relaciona con la bien conocida explotación dentro de la estructura de clases. Sin duda el dominio de las oligarquías capitalistas en los Estados Unidos,74 la altanería de los nuevos mandarines en Suecia,75 el servilismo y etnocentrismo de los profesionales moscovitas76 y el cabildeo de las asociaciones médica y farmacéutica norteamericanas,77 así como el nuevo surgimiento del poder sindical en el sector de la salud,78 son obstáculos formidables para una distribución de recursos que favorezca los intereses de los enfermos más que los de sus autoasignados cuidadores. Pero la razón fundamental de que estas costosas burocracias sean una negación de la salud no yace en su función instrumental sino en la simbólica: todas recalcan la distribución de servicios de reparación y mantenimiento para el componente humano de la megamáquina79 la crítica que propone una distribución mejor y y más equitativa sólo refuerza el compromiso social de mantener a la gente en trabajos que enferman La guerra entre los proponentes de una póliza nacional ilimitada de salud y los que abogan por el mantenimiento nacional de la salud, así como la guerra entre quienes defienden y quienes atacan toda práctica privada hace que la atención pública se distraiga del daño hecho por médicos que protegen un orden social destructivo y se fije en el hecho de que los médicos hacen menos lo esperado en defensa de una sociedad de consumo.</div>
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Más allá de cierta invasión al presupuesto el dinero que expande los controles médicos sobre' el espacio, los horarios, la educación, la dieta o el diseño de máquinas y de bienes desatará inevitablemente una "pesadilla forjada de buenas intenciones". Tal vez el dinero amenace siempre a la salud. Demasiado dinero la corrompe. Después de cierto punto, lo que puede producir dinero el lo que el dinero puede comprar restringe el campo de la "vida" libremente elegida. No solo la producción sino también el consumo recalcan la escasez de tiempo, espacio y elección.80 Así el prestigio de la mercancía médica debilita por fuerza el cultivo de la salud, que dentro de un ambiente dado depende en gran medida del temple innato e inculcado.81 Mientras más tiempo, labor y sacrificio invierta una población en producir la medicina como un artículo de consumo, mayor será el subproducto; es decir, la falacia de que la sociedad posee dentro de sí un yacimiento de salud, la cual puede extraerse y mercantilizarse.82 La función negativa del dinero es la de indicar la devaluación de los bienes y servicios que no pueden comprarse.83 Mientras más alto sea el precio que se fija al bienestar, mayor será el prestigio político de una expropiación de la salud personal.</div>
Miguel Leopoldo Alvarado Saldañahttp://www.blogger.com/profile/04774533959312544593noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-5370819243455530431.post-6440562493489714242013-01-19T17:39:00.003-08:002013-01-28T19:49:10.417-08:00ANEXO 3: LA INVASIÓN FARMACÉUTICA<div style="text-align: center;">
<u><b>87</b></u></div>
<div style="text-align: justify;">
<b>LA INVASIÓN FARMACÉUTICA</b></div>
<div style="text-align: justify;">
No se necesitan médicos para medicalizar los remedios de una sociedad.84 Incluso sin demasiados hospitales y escuelas de medicina, una cultura puede ser presa de una invasión farmacéutica. Cada cultura tiene sus venenos, sus remedios, sus placebos, y su escenografía ritual para administrarlos.85 La mayoría de ellos se destina a los sanos más que a los enfermos.86 Las poderosas drogas médicas destruyen con facilidad el patrón históricamente enraizado que adapta cada cultura a sus venenos; por lo común ellas causan más daño que provecho a la salud, y en última instancia establecen una nueva actitud en la cual el cuerpo se percibe como una máquina regida por conmutadores mecánicos y manipuladores.87</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
En los años cuarenta, pocas de las recetas escritas en Houston o Madrid podrían haber sido surtidas en México, a no ser en la "zona rosa" de la capital donde farmacias internacionales prosperan al lado de boutiques y hoteles. Hoy día, las farmacias pueblerinas de México ofrecen tres veces más artículos que las farmacias de los Estados Unidos. Muchos medicamentos ya anticuados en otros sitios, o bien sobrantes ilegales o falsificaciones, van a parar a las farmacias de Tailandia88 o de Brasil gracias a fabricantes que navegan bajo muchas banderas de conveniencia. En la década pasada, mientras unos cuantos países ricos empezaban a controlar el daño, el desperdicio y explotación causados por el tráfico licito de medicamentos por parte de sus doctores, los médicos de México, Venezuela e incluso Paris tenían más dificultad que nunca para obtener información sobre los efectos secundarios de los medicamentos que recetaban.89 Hace apenas diez años, cuando los medicamentos eran relativamente escasos en México, la gente era pobre y la abuela o el yerbero atendían a la mayor parte de los enfermos, los productos farmacéuticos venían con un prospecto descriptivo. Hoy los medicamentos son más abundantes, más poderosos y más peligrosos; se venden por televisión y por radio; la gente que ha ido a la escuela se averguenza de sus restos de confianza en el curandero azteca. El prospecto ha sido sustituido por una nota general que dice "por prescripción médica". La ficción creada para exorcizar al remedio medicalizándolo, de hecho sólo confunde al comprador. La advertencia de consultar a un médico hace al cliente creer que él mismo es incapaz de cuidarse. En la mayoría de los países del mundo, los médicos simple y sencillamente no están lo bastante bien esparcidos para recetar medicamentos de doble filo cada vez que se requieren, y casi siempre ellos mismos no están preparados, o son demasiado ignorantes, para recetar con la prudencia debida. En consecuencia la función del médico, especialmente en los países pobres, se ha vuelto trivial: se le ha convertido en una rutinaria máquina de recetar que constantemente se ridiculiza, y la mayor parte de la gente toma ahora los mismos medicamentos igualmente al azar, pero sin aprobación médica.90</div>
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El cloranfenicol es un buen ejemplo de cómo el aval de la prescripción puede ser inútil para proteger a los pacientes, e inclusive promover el abuso. Durante los años sesenta este medicamento se envasaba como cloromicetina por Parke-Davis y producía alrededor de un tercio de las ganancias totales de la compañía. Para entonces ya se había sabido desde hacía varios años que las personas que ingieren este medicamento corren cierto peligro de morir de anemia aplástica, una enfermedad incurable de la sangre. La tifoidea es casi la única enfermedad que, con serias reservas, justifica la administración de esta sustancia En los últimos años de los cincuenta y los primeros de los sesenta, la Parke-Davis, pese a las fuertes contraindicaciones clínicas, gastó grandes sumas en promover su ganador. Los médicos en los Estados Unidos recetaban cloranfenicol a casi cuatro millones de personas por año para tratar el acné, la garganta irritada, el catarro común, e incluso naderías como padrastros infectados. Como la tifoidea es rara en los Estados Unidos, no más de una persona en 400 que tomaron el medicamento "necesitaba" el tratamiento. A diferencia de la talidomida, que desfigura, el cloranfenicol mata: borra del mapa a sus víctimas y cientos de ellas murieron sin diagnóstico en los Estados Unidos.91</div>
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El autocontrol de la profesión en tales asuntos nunca ha funcionado,92 y las memorias médicas han demostrado ser particularmente olvidadizas.93 Lo mejor que puede decirse es que en Holanda, Noruega o Dinamarca, la autorregulación ha sido en ciertos momentos menos ineficaz que en Alemania, Francia94 o Italia,95 y que los médicos norteamericanos tienen una peculiar aptitud para admitir errores pasados y unirse a nuevos cortejos.96 En los Estados Unidos, durante la década de los cincuenta, el control de los medicamentos por agencias reguladoras se hallaba en su nadir y el autocontrol era nominal.97 Luego, durante los años sesenta, periodistas98médicos99 y políticos100 preocupados por la situación lanzaron una campaña que expuso la subordinación de los médicos y los oficiales de gobierno a las firmas farmacéuticas y describió algunas de las pautas del crimen de cuello blanco, prevalentes en la medicina.101 Menos de dos meses después de la denuncia en una audiencia del Congreso, el uso del cloranfenicol en los Estados Unidos disminuyó. La Parke-Davis se vio obligada a insertar en cada paquete estrictas advertencias y cautelas sobre el uso de este medicamento. Pero dichas advertencias no se hicieron extensivas a las exportaciones.102 El medicamento siguió usándose indiscriminadamente en México, no sólo en la automedicación sino por prescripción, criando entonces cepas de bacilos tifoidicos resistentes al medicamento que ahora se difunden al resto del mundo.</div>
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Un solo médico de América Latina, también estadista; trató de limitar radicalmente la invasión farmacéutica. Durante su breve desempeño como presidente de Chile, el doctor Salvador Allende103 movilizó con éxito a los pobres para identificar sus propias necesidades en cuestión de salud, y con mucho menos éxito compelió a la profesión médica a servir necesidades básicas más que lucrativas. Propuso la prohibición de los medicamentos que no hubieran sido probados en clientes en Norteamérica o Europa durante todo el tiempo cubierto por la protección de la patente. Resucitó un programa destinado a reducir la farmacopea nacional a unas cuantas docenas de productos, más o menos los mismos que el "médico descalzo" chino lleva en su caja de mimbre negra. Es de notarse que, menos de una semana después de que la junta militar chilena tomó el poder el 11 de septiembre de 1973, muchos de los más activos proponentes de una medicina chilena basada en la acción de la comunidad más que en la importación y el consumo de medicamentos habían sido asesinados.104</div>
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El consumo excesivo de drogas médicas no se limita, desde luego, a zonas donde los médicos son escasos o la gente es pobre. En los Estados Unidos, el volumen del negocio de medicamentos se ha multiplicado por un factor de 100 durante el siglo actual:105 20 000 toneladas de aspirina se consumen cada año, casi 225 tabletas por persona.106 En Inglaterra, una de cada diez noches de sueño es inducida por un medicamento hipnótico y el 19% de las mujeres y el 9% de los hombres toman por prescripción un tranquilizante durante cualquier año dado.107 En los Estados Unidos, los productos que actúan sobre el sistema nervioso central son los que se difunden con mayor rapidez en el mercado farmacéutico, ya representa más del 31% del total de las ventas.108 La dependencia respecto de los tranquilizantes recetados ha aumentado un 29% desde 1962, periodo durante el cual el consumo percápita de alcohol sólo aumentó un 23% y el consumo calculado de opiáceos ilegales, un 50%.109 En todos los países se obtiene una cantidad significativa de estimulantes y sedantes sin recurrir al médico.110 La toxicomanía medicalizada111 ha superado en 1975 a todas las formas escogidas y más festivas de crear bienestar.112</div>
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Esta de moda culpar a las firmas farmacéuticas multinacionales del aumento en el abuso de prescripciones médicas; sus ganancias son altas y su control sobre el mercado es absoluto. Durante quince años, las ganancias de la industria farmacéutica (como porcentaje de las ventas y valor neto de la compañía) han dejado atrás a las de todas las otras industrias manufactureras enlistadas en la Bolsa de Valores. Los precios de los medicamentos están controlados y manipulados: el mismo frasco que se vende a dos dólares en Chicago o Ginebra, donde se produce, pero enfrenta competencia, se vende a doce dólares en un país pobre donde no la hay. 113 El margen de ganancia es, además, fenomenal: cuarenta dólares de diazepam, una vez troquelados en pastillas y empacados como Valium, se venden en 140 veces su valor, y en 70 veces más que el fenobarbital, que en opinión de la mayoría de los farmacólogos tiene las mismas indicaciones, efectos y peligros.114 Como mercancías, los medicamentos recetados se comportan en forma diferente de casi todos los otros artículos: son productos que el consumidor directo rara vez selecciona para sí mismo.115 Los esfuerzos comerciales del productor se dirigen al "consumidor instrumental", el médico que receta el producto pero no lo paga. Para promover el Valium, Hoffman-La Roche gastó 200 millones de dólares en diez años y comisionó a unos doscientos médicos por año para que escribieran artículos científicos acerca de sus propiedades.116 En 1973, la industria farmacéutica en pleno gastó un promedio de 4 500 dólares, en cada médico en funciones, para promoción y publicidad, más o menos el equivalente del costo de un año en la escuela de medicina; en el mismo año, la industria contribuyó en menos del 3% al presupuesto de las escuelas médicas norteamericanas.117</div>
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Sin embargo, y sorprendentemente el uso per capita de medicamentos recetados en todo el mundo parece tener poco que ver con la promoción comercial; se correlaciona sobre todo con el número de médicos, incluso en países socialistas donde la enseñanza médica no se halla influenciada por la publicidad de la industria farmacéutica y donde se limita la imposición institucionalizada de medicamentos.118 El consumo total de medicamentos en las sociedades industriales no está fundamentalmente afectado por la proporción de artículos vendidos por prescripción a ojos vistas, o ilegalmente, ni lo afecta si la compra se paga al contado, a través de un seguro pagado por adelantado, o con fondos de beneficencia.119 En todos los países, los médicos trabajan cada vez más con dos grupos de adictos: aquellos para los que recetan medicamentos, y aquellos que sufren las consecuencias. Cuanto más rica es la colectividad, mayor es el porcentaje de sus pacientes que pertenecen a ambos grupos.120</div>
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Culpar a la industria farmacéutica de la adicción a los medicamentos prescritos es tanto tan irrelevante como culpar a la Mafia121 del uso de drogas ilegales. La actual pauta de consumo excesivo de medicamentos -sean remedio efectivo o anodino, ya sea prescritos o parte de la dieta cotidiana, gratuitos, comprados o robados- sólo puede explicarse como resultado de una creencia que hasta ahora se ha desarrollado en cada cultura donde el mercado para bienes de consumo ha alcanzado un volumen crítico. Esta pauta es consecuente con la ideología de cualquier sociedad orientada hacia el enriquecimiento sin límites, sin importar que su producto industrial se destine a la distribución por los cálculos de los planeadores o por las fuerzas del mercado. En tal sociedad, la gente llega a creer que en la asistencia a la salud, como en todos los otros campos de avance, la tecnología puede usarse para cambiar la condición humana de acuerdo a casi cualquier diseño. En consecuencia, la penicilina y el DDT se ven como los entremeses que preceden a una era de almuerzos gratuitos. La enfermedad resultante de cada plato sucesivo de alimentos milagrosos se trata sirviendo otro platillo más de medicamentos. Así el sobreconsumo refleja una apetencia sentimental, socialmente autorizada, por el progreso de antaño.</div>
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La edad de los nuevos medicamentos empezó con la aspirina en 1899. Antes, el médico mismo era, sin discusión, el agente terapéutico más importante.122 Aparte del opio, las únicas sustancias de aplicación difundida que habrían pasado pruebas de seguridad y eficacia eran la vacuna contra la viruela, la quinina para el paludismo y la ipecacuana para la disentería. Después de 1899 la marea de medicamentos nuevos siguió subiendo durante medio siglo. Pocos de ellos resultaron más seguros, más eficaces o más baratos que los remedios bien conocidos y largamente probados, cuyo número crecía en forma mucho más lenta. En 1962, cuando la Administración de Alimentos y Drogas de los Estados Unidos empezó a examinar los 4 300 medicamentos de prescripción aparecidos desde la segunda Guerra Mundial, sólo 2 de cada 5 resultaron eficaces. Muchos medicamentos nuevos eran peligrosos, y entre aquellos que cumplían las normas de la Administración, pocos podían demostrarse superiores a los que supuestamente remplazaban.123 Menos del 98% de estas sustancias químicas constituyen aportaciones valiosas a la farmacopea usada en la asistencia elemental. Incluyen algunos nuevos tipos de remedio, como los antibióticos, pero también remedios viejos que, en el curso de la edad de los medicamentos, llegaron a entenderse lo bastante para ser usados con eficacia: la digitalina, la reserpina y la belladona son ejemplos. Las opiniones varían acerca del número real de medicamentos útiles: algunos clínicos experimentados piensan que menos de dos docenas de medicamentos básicos son todos los que jamás podrían desearse para el 99% de la población total; otros, que hasta cuatro docenas de productos resultan óptimos para el 98%.</div>
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La edad de los grandes descubrimientos en farmacología ha quedado atrás. según el actual director de la Administración de Alimentos y Drogas, la edad de los medicamentos empezó a declinar en 1956. Los medicamentos genuinamente nuevos han aparecido en número decreciente, y muchos que brillaron por un tiempo en Alemania, Inglaterra o Francia, donde las normas son menos severas que en los Estados Unidos, Suecia o Canadá, no tardaron en olvidarse o se recuerdan con verguenza.124 No queda mucho territorio por explorar. Las novedades son asuntos de "paquete" combinaciones de dosis fijas o bien prescripciones de "yo también"125 que los doctores recetan porque han sido bien promovidas.126 La protección de diecisiete años que la ley de patentes otorga a las nuevas sustancias de importancia ha terminado para la mayoría. Ahora cualquiera puede fabricarlas, siempre y cuando no use las marcas originales, que se hallan protegidas indefinidamente por las leyes del registro comercial. Hasta ahora, las considerables investigaciones no han dado motivo alguno para suponer que los medicamentos expendidos en los Estados Unidos bajo su nombre genérico sean menos eficaces que sus contrapartes de marca registrada, que cuestan de 3 a 15 veces más.127</div>
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La falacia de que la sociedad está atrapada para siempre en la edad de los medicamentos es uno de los dogmas que han lastrado la elaboración de políticas médicas: está de acuerdo con el hombre industrializado.128 Éste ha aprendido a tratar de comprar todo lo que se le antoja. No llega a ningún lado sin transportes ni educación; su ambiente le ha hecho imposible caminar, aprender y sentirse en dominio de su cuerpo. Tomar un remedio, no importa cuál sea ni por qué motivo, es una última oportunidad de afirmar un dominio sobre sí mismo, de interferir en su propio cuerpo más que dejar que otros interfieran. La invasión farmacéutica lo lleva a una medicación, indicada por él o por alguien más, que reduce su capacidad para enfrentarse con un cuerpo que él aún puede cuidar.</div>
Miguel Leopoldo Alvarado Saldañahttp://www.blogger.com/profile/04774533959312544593noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-5370819243455530431.post-31195347454074626972013-01-19T17:39:00.000-08:002013-01-28T19:50:25.294-08:00ANEXO 4: IMPERIALISMO DEL DIAGNÓSTICO<div style="text-align: center;">
<u><b>105</b></u></div>
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<b>IMPERIALISMO DEL DIAGNÓSTICO</b></div>
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En una sociedad medicalizada la influencia de los médicos se extiende no sólo al bolsillo y al botiquín sino también a las categorías en las que se encasilla a la gente. Los burócratas médicos subdividen a las personas en aquellas que pueden guiar un automóvil, aquellas que pueden faltar al trabajo, aquellas a quienes hay que encerrar, aquellas que pueden servir en el ejército, aquellas que pueden cruzar fronteras, cocinar, o practicar la prostitución129 aquellas que no pueden optar a la vicepresidencia de los Estados Unidos, aquellas que están muertas,130 aquellas que son competentes para cometer un crimen y aquellas que podrían cometerlo. El 5 de noviembre de 1766, la Emperatriz María Teresa proclamó un edicto donde requería que el médico de la corte certificara la idoneidad de los acusados para sufrir tortura, con el fin de asegurar un testimonio saludable, es decir, "exacto"; ésa fue una de las primeras leyes que establecieron la certificación médica obligatoria. Desde entonces, el llenar formas y firmar declaraciones ha ido ocupando cada vez más tiempo médico.131 Cada tipo de certificado otorga al recipiente un status especial basado en la opinión médica más que cívica.132 Al usarse fuera del proceso terapéutico, dicho status medicalizado logra dos cosas evidentes: (1) exceptúa al recipiente del trabajo, la prisión, el servicio militar o el lazo matrimonial, y (2) da a otros el derecho de interferir en la libertad del recipiente metiéndolo en una institución o negándole empleo. Además, la proliferación de certificados médicos puede investir a la escuela, al empleo y a la política con oportunidades de ejercer nuevas funciones terapéuticas. En una sociedad donde la mayoría de la gente sufre una desviación certificada, el ambiente para tal mayoría desviada llegará a parecer un hospital. Pasar la vida en un hospital es obviamente malo para la salud.</div>
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Una vez organizada una sociedad de tal modo que la medicina puede transformar a las personas en pacientes porque son nonatos, recién nacidos, menopáusicos o se hallan en alguna otra "edad de riesgo", la población pierde inevitablemente parte de su autonomía, que pasa a manos de sus curanderos. La ritualización de las etapas de la vida no es nada nuevo;133 lo nuevo es su intensa medicalización. El hechicero o curandero -que se opone al brujo malévolo- dramatizaba el progreso que un miembro de la tribu de los Azandé realizaba de una etapa de su salud a la siguiente.134 La experiencia puede haber sido dolorosa,135 pero el rito era breve y servía a la sociedad destacando sus propios poderes regenerativos.136 La supervisión médica a lo largo de toda la vida es otra cosa. Convierte la existencia en una serie de períodos de riesgo, cada uno de los cuales requiere un tutelaje especial. De la cuna a la oficina y del Club Mediterranée al pabellón de moribundos, cada cohorte cronológica se halla condicionada por un medio que define la salud para aquellos a quienes segrega. La burocracia higiénica detiene a los padres frente a la escuela y al menor frente a la corte, y expulsa del hogar al anciano. Al convertirse en un sitio especializado, la escuela, el trabajo o el hogar se vuelven inadecuados para la mayoría de la gente. El hospital, la catedral moderna, domina este hierático ambiente de devotos de la salud. De Estocolmo a Wichita las torres del centro médico imprimen en el paisaje la promesa de un conspicuo abrazo final. La vida del pobre y del rico se transforma en un peregrinaje a través de chequeos y de clínicas, de regreso hacia el pabellón donde comenzó.137 Así la vida se reduce a un "lapso", a un fenómeno estadístico que, para bien o para mal, ha de planearse y configurarse institucionalmente. Este lapso de vida se inicia con el chequeo prenatal, cuando el médico decide si el feto nacerá y cómo habrá de hacerlo, y termina con una señal en un diagrama para ordenar que la resurrección se suspenda. Entre el parto y el final, este paquete de asistencia biomédica se ajusta mejor en una ciudad construida como matriz mecánica. En cada etapa de su vida la gente es inhabilitada específicamente para su edad. Los viejos son el ejemplo más obvio: son víctimas de tratamientos calculados para una condición incurable.138</div>
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La carga principal de los padecimientos humanos está constituida por enfermedades agudas o benignas, que poseen sus propios límites o que se controlan por unas cuantas docenas de intervenciones rutinarias.139 Dentro de una amplia gama de afecciones, aquellas que reciben menos tratamiento son probablemente las que evolucionan mejor. "Para el enfermo -dijo Hipócrates-, lo menos es lo mejor." En la mayoría de los casos, lo mejor que puede hacer un médico docto y consciente es convencer al paciente de que puede vivir con su impedimento, tranquilizarlo con la idea de una eventual recuperación o que habrá morfina disponible cuando la necesite, hacer por él lo que su abuela hubiera hecho, y dejar el resto en manos de la naturaleza.140 Los nuevos trucos de aplicación frecuente son tan simples que la última generación de abuelas los habría aprendido tiempo atrás si la arrogante mistificación médica no las hubiera vuelto incompetentes. El entrenamiento de los niños exploradores, las leyes del Buen Samaritano y la obligación de llevar en cada automóvil un equipo de primeros auxilios evitarían más muertes en las carreteras que cualquier flotilla de helicópteros- ambulancia. Aquellas otras intervenciones que forman parte de la asistencia elemental y que, aún requiriendo la intervención de especialistas, han probado su eficacia sobre una base demográfica, pueden emplearse más eficientemente si mi vecino o yo nos sentimos responsables de saber cuándo se necesitan y de aplicar los primeros auxilios. En cuanto a la enfermedad aguda, el tratamiento, lo bastante complejo para requerir un especialista, es a menudo ineficaz y mucho más a menudo inaccesible o bien demasiado tardío. Tras veinte años de medicina socializada en Inglaterra y Gales, los doctores llegan a atender los casos de coronaria, por término medio, cuatro horas después de iniciarse los síntomas, y para entonces el 50% de los pacientes han muerto.141</div>
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El hecho de que la medicina moderna haya adquirido gran eficacia para síntomas específicos no significa que sea más beneficiosa para la salud del enfermo.</div>
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Con ciertas reservas, los severos límites del tratamiento médico eficaz se aplican no sólo a condiciones que desde hace tiempo fueron reconocidas como enfermedades -reumatismo, apendicitis, falla cardiaca, males degenerativos y muchos padecimientos infecciosos- sino en forma aún más drástica a aquellas que sólo en fecha reciente generaron demandas de asistencia médica. Por ejemplo, la vejez, que en diversas instancias era considerada un privilegio dudoso o un final patético pero nunca una enfermedad,142 ha sido puesta recientemente bajo las órdenes médicas. La demanda de asistencia a la vejez ha aumentado, no sólo porque hay más ancianos que sobreviven, sino también porque hay más gente que exige ser curada de la ancianidad.</div>
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La duración máxima de la vida no ha cambiado, pero sí la duración media. La expectativa de vida en el instante del nacimiento ha aumentado enormemente. Sobreviven muchos más niños, no importa cuán enfermizos sean y necesitados de un ambiente especial y de cuidados especiales. La expectativa de vida de los adultos jóvenes todavía está creciendo en algunos países pobres. Pero en los países ricos la expectativa de vida de quienes se hallan entre los quince y los cuarenta y cinco años ha tendido a estabilizarse porque los accidentes143 y las nuevas enfermedades de la civilización matan tantos como los que antes sucumbían a la neumonía y a otras infecciones. Hay relativamente más ancianos, cada vez más susceptibles de estar enfermos, desplazados e indefensos. Por más medicina que tomen, y cualquiera que sea la asistencia que reciban, su expectativa de vida de sesenta y cinco años ha permanecido inalterada a lo largo de un siglo. Sencillamente, la medicina no puede hacer mucho por las enfermedades asociadas a la vejez, y menos aún actuar sobre el proceso mismo de envejecer.144 No puede curar los padecimientos cardiovasculares, la mayoría de los cánceres, la artritis, la cirrosis avanzada, ni siquiera el catarro común. Es una fortuna que pueda atenuarse algo del dolor que sufren los viejos. Pero desdichadamente la mayoría de los tratamientos para los ancianos que requieren intervención especializada no sólo suelen acrecentar su dolor, sino que, cuando son eficaces, también lo prolongan.145</div>
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La vejez se ha medicalizado precisamente en el momento histórico en que, por razones demográficas, se convierte en un fenómeno más común: el 28% del presupuesto médico norteamericano se gasta en el 10% de la población que tiene más de 65 años. Esta minoría supera en crecimiento al resto de la población con un índice anual de 3%, mientras que el costo per capita de su atención se eleva a razón de 5 a 7% más rápidamente que el costo per capita de la asistencia general. Conforme más y más gente de edad adquiere derecho a la asistencia profesional, declinan las oportunidades de envejecer con independencia.</div>
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Son más los que tienen que buscar refugio en las instituciones. Simultáneamente, conforme un número mayor de ancianos son iniciados en un tratamiento para corregir impedimentos incorregibles o para curar enfermedades incurables, el número de demandas insatisfechas de servicios para la vejez crece en proporción geométrica.146 Si falla la vista de una anciana, su malestar no será reconocido a menos que ingrese en la "institución para la ceguera": una de las 800 y tantas agencias que en los Estados Unidos producen servicios para los ciegos, preferiblemente para los jóvenes y para aquellos que pueden ser rehabilitados para el trabajo.147 Como no es joven ni está en edad de trabajar, nuestra anciana recibirá apenas una bienvenida a regañadientes; al mismo tiempo, tendrá dificultades para adaptarse al hospicio de ancianos. En tal forma será medicalizada marginalmente por dos tipos de instituciones, el primero destinado a socializarla entre los ciegos, el otro a medicalizar su decrepitud.</div>
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Conforme más viejos llegan a depender de los servicios profesionales, más gente es empujada hacia instituciones especializadas para los ancianos, y la vecindad familiar se hace crecientemente inhóspita para quienes se aferran a ella.148 Estas instituciones parecen ser la estrategia contemporánea para disponer de los ancianos, que en casi todas las otras sociedades han sido institucionalizados en formas más francas y tal vez menos abominables.149 El índice de mortalidad durante el primer año de institucionalización es significativamente más alto que el correspondiente a aquellos que permanecen en su ámbito habitual.150 La separación del hogar contribuye al surgimiento y al desenlace fatal de muchas enfermedades graves.151 Algunos ancianos buscan la institucionalización con el fin de acortar su vida.152 La dependencia es siempre dolorosa, y sobre todo para los viejos. Los privilegios o la pobreza de la vida alcanzan un clímax en la vejez moderna. Sólo los muy ricos y los muy independientes pueden escoger evitar esa medicalización del periodo final a la que los pobres deben someterse y que se hace más intensa y universal conforme la sociedad en que vive se hace más rica.153</div>
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La transformación de la vejez en una condición que requiere servicios profesionales ha adjudicado al anciano el papel de una minoría que se sentirá penosamente despojada en cualquier plano de privilegio relativo sostenido por los impuestos. De ser ancianos débiles que a veces sufren la amargura y el desencanto del relegamiento, se les convierte en miembros certificados del más triste de los grupos de consumidores, el de los viejos programados para nunca recibir lo suficiente.154 Lo que el encasillamiento médico ha hecho con el final de la vida, lo ha hecho igualmente con su principio. Igual que el poder del médico se afirmó en primera instancia sobre la vejez y a la larga invadió la jubilación temprana y el climaterio, su autoridad en la sala de partos, que data de mediados del siglo XIX, se extendió a la guardería infantil, al jardín de niños y al salón de clases y medicalizó la infancia, la niñez y la pubertad. Pero mientras que la defensa de límites a la escalada de asistencia costosa para los ancianos se ha vuelto aceptable, los límites a las llamadas inversiones médicas en la niñez son todavía un tema que parece tabú. Los padres industriales, forzados a procrear mano de obra para un mundo en el que no encaja nadie que no haya sido aplastado y moldeado por 16 años de educación formal, se sienten impotentes para atender personalmente a su prole y, desesperados, la anegan de medicinas.155 Las proposiciones de reducir los gastos médicos en los Estados Unidos, que actualmente ocupan un nivel aproximado de 100 mil millones de dólares, al nivel de 10 mil millones que tenían en 1950, o de cerrar las escuelas de medicina en Colombia, nunca generan controversia porque quienes las hacen son rápidamente desacreditados como insensibles proponentes del infanticidio o de la exterminación masiva de los pobres. La actitud empresarial hacia la elaboración de adultos económicamente productivos ha hecho de la muerte en la infancia un escándalo, de la incapacitación por enfermedad temprana una verguenza pública, de la malformación congénita no corregida un espectáculo intolerable, y de la posibilidad del control natal eugenésico un tema favorito de los congresos internacionales en los años setenta.</div>
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En cuanto a la mortalidad infantil, ciertamente se ha reducido. La expectativa de vida en los países desarrollados ha aumentado de 35 años en el siglo XVIII a 70 años en la actualidad. Esto se debe principalmente a la reducción de la mortalidad infantil en dichos países; por ejemplo, en Inglaterra y Gales el número de muertes infantiles por cada mil nacidos con vida declinó de 154 en 1840 a 22 en 1960. Pero sería enteramente incorrecto atribuir más de una de esas vidas "salvadas" a una intervención curativa que presuponga algo semejante a una preparación médica, y sería un engaño atribuir el índice de mortalidad infantil en los países pobres, que en algunos casos es 10 veces mayor que en los Estados Unidos, a la falta de médicos. Los alimentos la antisepsia, la ingeniería civil y, sobre todo, un nuevo, y extendido disvalor atribuido a la muerte de un niño,156 por más débil o malformado que sea, resultan factores mucho más significativos y representan cambios sólo remotamente relacionados con la intervención médica. Mientras que en mortalidad infantil total los Estados Unidos ocupan el decimoséptimo lugar entre las naciones, la mortalidad de niños entre los pobres es mucho más alta que entre los grupos de mayores ingresos. En la ciudad de Nueva York, la mortalidad infantil entre la población negra es más de 2 veces la registrada para la población en general, y probablemente más alta que en muchas zonas subdesarrolladas como Tailandia y Jamaica 157 La insistencia en que se necesitan más médicos para impedir la muerte de infantes puede así entenderse como una manera de evitar la igualación de ingresos y de crear al mismo tiempo más trabajos para profesionistas. Sería igualmente aventurado afirmar que en el ambiente general los cambios que sí tienen una relación causal con la presencia de los médicos representan un balance positivo para la salud. Aunque los médicos fueron los pioneros dé la antisepsia, la inmunización y los suplementos dietéticos, participaron, sin embargo, en el cambio al biberón que convirtió al tradicional niño de pecho en un bebé moderno y dio a la industria madres trabajadoras clientes para una fórmula hecha en fábricas.</div>
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Los daños que este cambio ocasiona a los mecanismos de inmunidad natural cultivados por la leche humana y la tensión física y emotiva causada por la alimentación con biberón son comparables, si no mayores, a los beneficios que una población puede derivar de inmunizaciones específicas.158 Incluso más grave es la aportación del biberón a la amenaza de una hambruna mundial de proteínas. Por ejemplo, en 1960, el 96% de las madres chilenas daban el pecho a sus niños hasta después del primer año. Luego, durante una década, las chilenas pasaron por un intenso adoctrinamiento político tanto por parte de los derechistas demócratas cristianos como de varios partidos de izquierda. En 1970 sólo el 6% daba el pecho más allá del primer año y el 80% destetaba a sus hijos antes de que cumplieran dos meses. Como resultado, el 84% del potencial de leche humana queda ahora sin producirse. Habría que agregar 32 000 vacas a las ya insuficientes pasturas chilenas para que su leche compensara en lo posible- esta pérdida.159 Al convertirse el biberón en símbolo de prestigio, aparecieron nuevas enfermedades entre los niños a quienes se negó el pecho, y como las madres carecían de sabiduría tradicional para tratar a los bebés que no maman, éstos se convirtieron en nuevos consumidores de la atención médica y de sus riesgos.160 La suma total de impedimentos físicos debidos solamente a esta sustitución de la leche materna por alimentos comerciales para bebés resulta difícil de equilibrar con los beneficios derivados de la intervención médica curativa en las enfermedades infantiles y de la corrección quirúrgica de defectos natales que van desde el labio leporino hasta los defectos cardiacos.</div>
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Podría, desde luego, argumentarse que la clasificación médica de grupos de edad según sus necesidades diagnosticadas de artículos de salud no está generando salud morbosa sino sólo está reflejando el quiebre de la familia como nicho saludable, del vecindario como red de buenos amigos, y del medio como refugio de una comunidad de subsistencia. Sin duda es verdad que una percepción social medicalizada refleja una realidad que está determinada por la organización de una producción a base de capital intensivo, y que su correspondiente pauta social de familias nucleares, de agencias de beneficencia y de naturaleza contaminada es lo que degrada el hogar, el vecindario y el ambiente. Pero la medicina no se limita a reflejar la realidad; refuerza y reproduce el proceso que mina los dichos sociales dentro de los cuales se ha desarrollado el nombre. La clasificación médica justifica el imperialismo de los artículos comerciales, como los "baby foods" sobre la leche materna y los hospicios de ancianos sobre un rincón en el hogar. Al convertir al recién nacido en un paciente hospitalizado hasta que se le certifique sano, y al definir las quejas de la abuela como necesidad de tratamiento más que de respeto paciente, la empresa médica no sólo crea una legitimidad biológicamente formulada para el hombre-consumidor sino también nuevas presiones para una escalada de la megamáquina.161 La selección genética de aquellos que encajan en la máquina es el próximo paso lógico del control médicosocial.</div>
Miguel Leopoldo Alvarado Saldañahttp://www.blogger.com/profile/04774533959312544593noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-5370819243455530431.post-86262034821123595642013-01-19T17:38:00.002-08:002013-01-19T17:38:14.517-08:00ANEXO 5: EL ESTIGMA PREVENTIVO121<br />EL ESTIGMA PREVENTIVO<br /><br />A medida que el tratamiento curativo se concentra cada vez más en afecciones para las que resulta ineficaz, costoso y doloroso, la medicina ha empezado a mercantilizar la prevención. El concepto de morbidez se ha ampliado para cubrir riesgos pronosticados. Junto con la asistencia a los enfermos, la asistencia a la salud se ha convertido en una mercancía, en algo por lo que uno paga en vez de algo que uno hace. Cuanto más alto es el sueldo que paga la compañía o más elevada la categoría de un aparatchik, más se gastará en mantener bien aceitada esa valiosa pieza de la maquinaria. Los costos de mantenimiento de la mano de obra altamente capitalizada son la nueva medida de status entre quienes ocupan los peldaños superiores. La gente se mantiene a la altura de sus vecinos emulando sus "chequeos" o check-ups, expresión inglesa que ha ingresado en los diccionarios franceses, servios, españoles, malayos y húngaros. Se convierte a la gente en paciente sin estar enferma. Así, la medicalización de la prevención es otro síntoma importante de la yatrogénesis social. Tiende a transformar la responsabilidad personal por mi futuro en mi administración por parte de alguna agencia.<br />Por lo común, el peligro del diagnóstico rutinario es aún menos temido que el peligro del tratamiento rutinario, aunque los perjuicios sociales, físicos y psicológicos infligidos por la clasificación médica se hallan igualmente documentados. Los diagnósticos hechos por el médico y sus ayudantes pueden definir papeles temporales o permanentes para el paciente. En cualquiera de estos casos, agregan a una condición biofísica un estado social creado por una evaluación supuestamente hecha con autoridad.162 Cuando un veterinario diagnostica moquillo a una vaca, no suele afectar la conducta del paciente. Cuando un médico diagnostica a un ser humano, sí la afecta.163 En aquellas instancias en las que el médico funciona como curandero, confiere a la persona reconocida como enferma ciertos derechos, deberes y excusas que poseen una legitimidad condicional y temporal y que expiran cuando el paciente ha sanado; la mayor parte de las enfermedades no deja mancha alguna de desviación o conducta desordenada en la reputación del paciente. A nadie le interesan los ex alérgicos o los ex pacientes de apendicectomía, del mismo modo que nadie será recordado como un ex infractor de las leyes de tránsito. Empero, hay otras instancias en las que el médico actúa primordialmente como actuario y su diagnóstico puede difamar de por vida al paciente, y a veces a sus hijos. Al achacar degradación irreversible a la identidad de una persona, lo marca para siempre con un estigma indeleble.164 Aunque la condición objetiva haya desaparecido mucho tiempo atrás, la etiqueta yatrogénica sigue adherida. Como los exconvictos, los antiguos pacientes mentales, las personas que han sufrido su primer ataque cardiaco, los antiguos alcohólicos, y, hasta hace poco, los ex tuberculosos son transformados en marginados por el resto de sus días. La sospecha profesional basta por sí sola para legitimizar el estigma aunque la condición sospechada nunca existiera. La etiqueta médica puede proteger, al paciente del castigo sólo para someterlo interminablemente a instrucción, tratamiento y discriminación, que se le infligen para su beneficio profesionalmente supuesto.165<br />En tiempos pasados, la medicina etiquetaba a la gente de dos maneras: aquellas con las que se podía intentar una cura y aquellas que estaban más allá de reparación, como los leprosos, los cojos, los locos y los moribundos. En una u otra forma, el diagnóstico podía conducir al estigma. Ahora la prevención medicalizada crea una tercera forma. Convierte al médico en un mago con licencia oficial cuyas profecías baldan incluso a quienes sus brebajes dejan ilesos.166 El diagnóstico puede excluir del nacimiento a un ser humano con malos genes, a otro, del ascenso y a un tercero, de la vida política. La caza masiva de riesgos a la salud se inicia con redadas destinadas a agarrar a aquellos que necesitan protección especial: visitas médicas prenatales, clínicas para niños sanos, chequeos en escuelas y campamentos y sistemas médicos pagados por adelantado.167 Recientemente se añadieron servicios "de asesoría" de genética y de presión arterial. Orgullosamente, los Estados Unidos guiaron al mundo en la organización de cacerías de enfermedad y, más tarde, en la puesta en duda de su utilidad.168<br />En la década pasada los exámenes médicos multifásicos y automatizados se hicieron operacionales y fueron recibidos como el ascenso de los pobres al mundo de la clínica Mayo. Este procedimiento de línea de ensamblaje de complejas pruebas químicas y médicas puede lograrse a un costo sorprendentemente bajo con técnicos paraprofesionales. Pretende ofrecer a millones de personas una detección de necesidades terapéuticas ocultas, más refinada aún que la que podían obtener en los años sesenta los jerarcas más "cotizados" en Houston o Moscú. La falta de estudios bajo control al estrenar estos exámenes ha permitido a los vendedores de la prevención producida en masa, fomentar expectativas sin fundamento. Más recientemente, se han realizado bajo control estudios comparativos de grupos de población beneficiados por el servicio de mantenimiento y el diagnóstico precoz. Dos docenas de dichos estudios muestran que estos procedimientos de diagnóstico incluso cuando son seguidos por tratamientos médicos de alta calidad- no tienen ningún impacto positivo sobre la expectativa de vida.169 Irónicamente, los desórdenes asintomáticos graves que sólo este tipo de filtraje puede descubrir entre los adultos frecuentemente son enfermedades incurables cuyo tratamiento precoz sólo agrava el estado físico del paciente. En cualquier caso, transforma a gente que se siente sana en pacientes ansiosos por un veredicto.<br />En la detección de la enfermedad, la medicina hace dos cosas: "descubre" nuevos desórdenes y los adscribe a individuos concretos. Descubrir una nueva categoría de enfermedad es el orgullo del científico médico.170 Adscribir la patología a Fulano, Zutano o Mengano es la primera tarea del médico que actúa como miembro de una profesión consultiva.171 Entrenado para "hacer algo" y expresar su preocupación se siente activo, útil y eficaz cuando puede diagnosticar un mal.172 Aunque teóricamente, en el primer encuentro el médico no presupone que su paciente se halla afectado por una enfermedad, sin embargo a través de una forma del principio de autoprotección suele actuar como si el imputar una enfermedad al paciente fuera mejor que pasar otra por alto. La regla de la decisión médica lo empuja a buscar seguridad diagnosticando enfermedad antes que salud.173 La clásica demostración de este prejuicio se dio en un experimento realizado en 1934.174 En una encuesta de mil niños de once años procedentes de las escuelas públicas de Nueva York, se descubrió que el 61% había sufrido la extirpación de las amígdalas. "El 39% restante fue sometido a examen por un grupo de médicos, que seleccionaron el 45% de estos niños para la tonsilectomía y rechazaron al resto. Los niños rechazados fueron reexaminados por otro grupo de médicos, que recomendaron la tonsilectomía para el 46% de los que quedaban después del primer examen. Cuando los niños rechazados fueron examinados por tercera vez, un porcentaje similar fue seleccionado para la tonsilectomía, de modo que al cabo de tres exámenes sólo quedaban 65 niños para los que no se había recomendado la tonsilectomía. Estos sujetos no fueron examinados nuevamente porque se agotó la dotación de médicos examinadores.175 La prueba se realizó en una clínica gratuita, donde no había consideraciones financieras que explicaran el prejuicio.<br />El diagnóstico tendencioso en favor de la enfermedad se combina con el frecuente error de diagnosis. La medicina no sólo imputa, con entusiasmo inquisitorial, categorías dudosas; lo hace con un índice de malogro que ningún sistema judicial podría tolerar. En cierta instancia, la autopsia mostró que más de la mitad de los pacientes que murieron en una clínica universitaria británica con diagnóstico de una falla cardiaca específica había en realidad muerto de otra cosa. En otra instancia, la misma serie de radiografías pectorales mostradas en diferentes ocasiones al mismo equipo de especialistas hicieron qué éstos cambiaran de parecer en el 20% de los casos. Los pacientes que ante el doctor Fulano dicen toser, producir esputo o sufrir de retortijones, llegan a ser tres veces más que los que declaran los mismos síntomas al doctor Mengano. Hasta un cuarto de las pruebas sencillas de hospital arroja resultados seriamente divergentes cuando la misma muestra se procesa en dos laboratorios distintos.176 Tampoco las máquinas muestran ser más infalibles. En una competencia entre máquinas de diagnóstico y diagnosticadores humanos en 83 casos recomendados para cirugía pélvica, la patología mostró que tanto el hombre como la máquina acertaron en 22 ocasiones; en 37 casos, la computadora rechazó acertadamente el diagnóstico del médico; en 11 casos, los médicos probaron el error de la computadora, y en 10 casos, el error fue de ambas partes.177<br />Además del prejuicio y del error de diagnóstico, hay la agresión licenciosa. 178 El cateterismo cardiaco, para determinar si algún paciente sufre cardiomiopatía -no se trata, desde luego, de una prueba rutinaria-, cuesta 350 dólares y mata a uno de cada cincuenta pacientes. Pero no existe evidencia de que un diagnóstico diferencial fundado en sus resultados aumente ni la expectativa de vida ni la comodidad del paciente.179 La mayoría de las pruebas son menos asesinas y se realizan mucho más comúnmente, pero muchas implican aún, para el individuo o su progenie, riesgos conocidos que son lo bastante altos como para oscurecer valor de cualquier información que puedan aportar. Ejemplos de esto son numerosos usos rutinarios de los rayos X y el fluoroscopio en los jóvenes, la inyección o ingestión de reactivos y tinturas y el uso de Ritalin para diagnosticar la hiperactividad en los niños. 180 La asistencia a las escuelas públicas donde los maestros están investidos de poderes médicos delegados constituye un grave riesgo para la salud de los niños.181 Incluso exámenes sencillos y benignos se convierten en riesgos al multiplicarse. Cuando una prueba se asocia con varias otras, tiene un poder nocivo considerablemente mayor que cuando se realiza por sí misma. A menudo las pruebas sirven para orientar la elección de la terapéutica. Desgraciadamente, a medida que se hacen más complejas y se multiplican, sus resultados sólo guían con frecuencia a seleccionar la forma de intervención a la cual tal vez el paciente pueda sobrevivir, y no necesariamente aquella que lo ayudará. Lo peor de todo es que cuando la gente ha atravesado, ilesa o no, la compleja diagnosis positiva del laboratorio, ha incurrido en un alto riesgo de ser sometida a tratamientos odiosos, dolorosos, invalidantes y costosos. No es extraño que los médicos tiendan a postergar más que los legos la visita a su propio médico y que se hallen en peores condiciones cuando llegan a él.182<br />La práctica rutinaria de exámenes para el diagnóstico precoz en grandes poblaciones garantiza al científico médico una amplia base para seleccionar los casos que mejor encajen en los medios de tratamiento existentes o que son más eficaces para lograr objetivos de investigación, ya sea que los tratamientos curen, rehabiliten, alivien o no lo hagan. En ese proceso se robustece la creencia de la gente de que son máquinas cuya duración depende de visitas al taller de mantenimiento, y así no sólo se les obliga sino que se les presiona a pagar la cuenta de las investigaciones<br />de mercado y las actividades de venta de la institución medica. <br />La diagnosis intensifica siempre la tensión, define la incapacidad, impone la inactividad, y enfoca la aprehensión en la posibilidad de no recuperarse, en la insertidumbre y en la propia dependencia respecto a los futuros descubrimientos médicos, todo lo cual resulta en una pérdida de autonomía para la definición de sí mismo. También aísla a una persona dentro de un papel especial, la separa de los normales y saludables y requiere el sometimiento a la autoridad del personal especializado. Una vez que una sociedad se organiza para una cacería preventiva de enfermedades, otorga proporciones epidémicas a la diagnosis. Este triunfo último de la cultura terapéutica 183 convierte la independencia del individuo sano en una intolerable forma de desviación.<br /><br />A la larga, la actividad principal de tal sociedad de sistemas dirigidos por dentro conduce a la producción fantasmal de la expectativa de vida como una mercancía. Al equiparar al hombre estadístico con hombres biológicamente únicos se crea una demanda insaciable de recursos finitos.<br />El individuo se subordina a las "necesidades" mayores de la sociedad como todo, los procedimientos preventivos se hacen obligatorios 184 y el derecho del paciente a negar consentimiento a su propio tratamiento se desvanece al argumentar el médico que debe someterse a la diagnosis, ya que la sociedad no puede permitirse la carga de procedimientos curativos que serían incluso más costosos. 185<br /><br />Miguel Leopoldo Alvarado Saldañahttp://www.blogger.com/profile/04774533959312544593noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-5370819243455530431.post-35092388003678578682013-01-19T17:36:00.000-08:002013-01-19T17:36:02.984-08:00ANEXO 6: CEREMONIAS TERMINALES133<br />CEREMONIAS TERMINALES<br /><br />La terapéutica alcanza su apogeo en la danza de la muerte en torno al paciente terminal. 186 A un costo que varía entre 500 y 2 000 dólares diarios, 187 celebrantes vestidos de blanco y azul envuelven en olores antisépticos lo que queda del paciente. 188 Mientras más exóticos sean el incienso y la pira, más la muerte se mofa del sacerdote.189 El uso religioso de la técnica médica ha llegado a prevalecer sobre su propósito técnico, y la frontera entre el médico y el empresario mortuorio se ha borrado.190 Las camas están llenas de cuerpos ni muertos ni vivos. 191 El médico conjurador se percibe a sí mismo como un administrador de crisis.192 En forma insidiosa provee a cada ciudadano en su última hora un encuentro con el opaco sueño de poder infinito de la sociedad.193 Como cualquier administrador de crisis bancarias, estatales o psiquiátricas planea estrategias que se derrotan a sí mismas y ordena recursos que, en su inutilidad y futileza, parecen tanto más grotescos. En el último momento, promete a cada paciente ese derecho a la prioridad absoluta del que la mayoría de la gente se considera indigna.<br />La ritualización de la crisis, rasgo general de una sociedad morbosa, consigue tres cosas para el funcionario médico. Le provee una licencia que por lo común sólo los militares pueden reclamar. Bajo la tensión de la crisis, el profesional que se supone al mando puede fácilmente considerarse inmune a las reglas comunes de justicia y decencia. Aquel quien se asigna el control sobre casos de muerte cesa de ser un hombre ordinario. Como ocurre con el director de un 'triage', su acción asesina está cubierta por un reglamento.194 Más importante resulta que todo su desempeño tenga lugar en un aura de crisis.195 Por formar un confín encantado no totalmente de este mundo, el tiempo y el espacio de comunidad reclamados por la empresa médica son tan sagrados como los reclamados por sus contrapartes religiosa y militar. La medicalización de la asistencia terminal no sólo ritualiza sueños macabros sino que extiende la licencia profesional para actos obscenos: la escalada de tratamientos terminales libra al médico de toda necesidad de probar la eficacia técnica de los recursos que maneja.196 No hay límites a su poder de exigir cada vez más y más. Finalmente, la muerte del paciente coloca al médico más allá de todo control y toda crítica potenciales. En la última mirada del paciente y en la perspectiva de toda la vida de los "morituri" no cabe la esperanza, sólo la última expectativa del médico. 197 La orientación de cualquier institución hacia la "crisis" justifica una enorme ineficacia ordinaria.198<br />La muerte de hospital es ya endémica.199 En los últimos 25 años el porcentaje de norteamericanos que mueren en un hospital ha crecido en una tercera parte.200 El porcentaje de muertes de hospital en otros países ha crecido aún más rápido. La muerte sin presencia médica se hace sinónimo de terquedad romántica, privilegio o desastre. El costo de los últimos días de un ciudadano ha crecido, según se calcula, en un 1200%, mucho más aprisa que el costo general de la asistencia a la salud. Simultáneamente, al menos en los Estados Unidos, los costos funerales se han estabilizado; su ritmo de crecimiento se ha emparejado con el alza del índice general de precios al consumidor. La fase más elaborada de las ceremonias terminales rodea ahora al paciente moribundo y ha sido separada, bajo control médico, de las exequias y del entierro. En este traslado del despilfarro de la tumba al pabellón médico, que refleja el horror de morir sin asistencia médica,201 los asegurados pagan por participar en sus propios ritos fúnebres.202<br />El miedo a la muerte no medicada fue sentido por vez primera entre las élites del siglo XVIII, quienes rehusaron la asistencia religiosa y rechazaron la creencia en otra vida. 203 Una nueva oleada de este medio ha anegado ahora a ricos y pobres, y se ha combinado con el pathos igualitario para crear una nueva categoría de bienes: aquellos que escasean "terminalmente" porque son expropiados por el médico en cámaras mortuorias de alto costo. Para distribuir estos bienes, ha surgido una nueva rama de literatura legal 204 y ética que trata las cuestiones de cómo excluir a algunos, seleccionar a otros y justificar la elección de técnicas que prolongan la vida y de maneras de hacer a la muerte más cómoda y aceptable.205 Tomada en conjunto, esta literatura narra una historia notable acerca de la mente del jurista y el filósofo contemporáneos. La mayor parte de los autores ni siquiera preguntan si las técnicas que sustentan sus especulaciones han demostrado realmente prolongar la vida. Ingenuamente aceptan la ilusión de que, por ser costosos, los rituales practicados deben ser útiles. En tal forma la ley y la ética apuntalan la creencia en el valor de los reglamentos que regulan la igualdad médica, políticamente inocua, en el momento de la muerte.<br />El moderno temor a la muerte no higiénica hace que la vida aparezca como una carrera hacia la embrollada terminal y ha quebrantado en forma única la confianza personal.206 Ha fomentado la creencia de que el hombre de hoy ha perdido la autonomía de reconocer cuando ha llegado su hora y tomar la muerte en sus propias manos. 207 El rechazo del médico a reconocer el punto en el que ha dejado de ser útil como curandero208 y a retirarse cuando la muerte se nuestra en el rostro de su paciente,209 ha hecho de él un agente de la evasión o del disimulo descarado.210 La falta de voluntad del paciente para morir a solas lo ata a una dependencia patética. Ha perdido ya la fe en su habilidad para morir, forma terminal que la salud puede adoptar, y ha convertido en importante tema de debate el derecho a que lo maten profesionalmente.211<br /><br />En una orientación cultural hacia la muerte en los pabellones se entretejen varias expectativas no examinadas. La gente piensa que la hospitalización reducirá su dolor o que probablemente vivirá más tiempo en el hospital. Ninguna de estas cosas es cierta. De los admitidos en una condición terminal en la clínica británica promedio, el 10% mueren el día de su llegada, el 30% antes de una semana, el 75% antes de un mes y el 97% antes de tres meses.212 En los hogares para asistencia terminal, el 56% mueren en el curso de la semana en que ingresan. En el cáncer terminal, no existe diferencia en la expectativa de vida entre aquellos que fallecen en su casa y aquellos que mueren en el hospital. Sólo una cuarta parte de los pacientes de cáncer terminal necesitan cuidados especiales en la casa, y eso únicamente durante sus últimas semanas. Para más de la mitad, el sufrimiento se reducirá a sentirse débiles e incómodos, y el dolor que haya puede por lo general aliviarse.213 Pero al quedarse en casa evitan el exilio, la soledad y las indignidades que los aguardan en todo hospital, salvo casos excepcionales.214 Los negros pobres en Estados Unidos parecen saber esto y perturban la rutina hospitalaria llevándose su muerte a casa. Los opiáceos no se obtienen sin receta. Los pacientes que durante meses o años sufren agudos dolores que los narcóticos podrían hacer tolerables, tienen igual probabilidad de que les nieguen medicamentos en el hospital como en la casa, no sea que vayan a crearse un hábito en su condición incurable pero no directamente fatal.215 Finalmente, la gente cree que la hospitalización aumenta sus probabilidades de sobrevivir a una crísis. Con algunas excepciones bien definidas, también en este punto suele equivocarse. Actualmente, a causa de que la intervención crítica se centra en el hospital, mueren más personas de las que podrían salvarse con las técnicas superiores que el hospital ofrece. En los países pobres el número de niños muertos de cólera o diarrea ha aumentado en los últimos años porque no se les rehidrató a tiempo obligándolos a tragar una solución sencilla: la asistencia estaba centrada en la refinada rehidratación intravenosa en un hospital distante.216 En los países ricos las muertes causadas por el uso de equipos de evacuación empiezan a equilibrar el número de vidas así salvadas. El "culto" al hospital no guarda relación alguna con sus logros.<br />Como cualquier otra industria en crecimiento, el sistema de salud dirige sus productos a donde la demanda parece ilimitada: en la defensa contra la muerte. Un porcentaje creciente de fondos procedentes de nuevos impuestos se asigna a la tecnología que busca prolongar la vida de los pacientes terminales. Complejas burocracias seleccionan santurronamente uno de cada seis o uno de cada tres norteamericanos amenazados por insuficiencia renal para mantenimiento dialítico. El paciente elegido se ve condicionado a desear el raro privilegio de morir en exquisito tormento.217 Como un médico observa en un re-<br />lato del tratamiento de su propia enfermedad, hay que invertir mucho tiempo y esfuerzo para prevenir el suicidio en el curso del primer año y a veces en el segundo que el riñón artificial puede agregar a la vida.218 En una sociedad donde la mayoría muere bajo el control de la autoridad pública, las solemnidades que antes rodeaban el homicidio legalizado o la ejecución adornan el pabellón terminal. El suntuoso tratamiento de los comatosos ocupa el sitio que en otras culturas tiene la última comida o cena del sentenciado a muerte.219<br />La fascinación pública por la asistencia y la muerte altamente tecnológicas puede entenderse como una arraigada necesidad de milagros fabricados. La asistencia intensiva es sólo la culminación de un culto público organizado en torno a un sacerdocio médico que lucha contra la muerte.220 La buena disposición del público para financiar estas actividades expresa un deseo de contar con las funciones no técnicas de la medicina. Las unidades de tratamiento intensivo para cardiacos, por ejemplo, ofrecen una gran vistosidad y ninguna ganancia estadística comprobada para atender a los enfermos. Requieren tres veces el equipo y cinco veces el personal necesario para la atención normal de los pacientes; el 12% de todas las enfermeras tituladas de los Estados Unidos trabaja en esta medicina heroica. La vistosa empresa se sustenta, como las liturgias de antaño, en la extorsión de impuestos, en la solicitación de donativos y en la procura de víctimas. Se han utilizado muestras tomadas al azar, en gran escala, para comparar las tasas de recuperación y mortalidad de los pacientes atendidos en estas unidades con las de pacientes que han recibido tratamiento en casa. Las primeras no han demostrado ventaja alguna hasta ahora. Los propios pacientes que han sufrido infarto cardiaco tienden a expresar su preferencia por atención en el hogar. El hospital les asusta, y en una crisis preferirían estar más cerca de la gente que conocen. Cuidadosas observaciones estadísticas han confirmado su intuición: la más alta mortalidad entre aquellos que reciben el beneficio de la asistencia mécanica en el hospital se adjudica generalmente al terror.221Miguel Leopoldo Alvarado Saldañahttp://www.blogger.com/profile/04774533959312544593noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-5370819243455530431.post-43346324587561872262013-01-19T17:34:00.002-08:002013-01-19T17:37:24.934-08:00ANEXO 7: MAGIA NEGRA146<br />
MAGIA NEGRA<br />
<br />
La intervención técnica en el acomodo físico y bioquímico del paciente o de su medio no es, ni ha sido nunca, la única función de las instituciones médicas.222 Remover agentes patógenos y aplicar remedios, eficaces o no, de ninguna manera son las únicas formas de mediar entre el hombre y su dolencia. Incluso en aquellas circunstancias en que el médico posee el equipo necesario para interpretar el papel técnico al que aspira, inevitablemente cumple también funciones religiosas, mágicas, éticas y políticas. En cada una de estas funciones el médico contemporáneo es más patógeno que curativo o que simplemente anodino.<br />
La magia o la curación mediante ceremonias es ciertamente una de las funciones tradicionales importantes de la medicina.223 En la magia, el curandero manipula la escena y el foro. En forma un tanto impersonal establece una relación ad hoc entre su propia persona y un grupo de individuos. La magia surte efecto siempre y cuando las intenciones del paciente y del mago coincidan,224 si bien la medicina científica tardó un tiempo considerable en reconocer a sus propios practicantes como magos eventuales. Para distinguir el ejercicio profesional de magia blanca de la función del médico como ingeniero, y para evitarle el cargo de ser un charlatán, se creó el término "placebo". Cada vez que una píldora de azúcar funciona porque un médico la administra, esa píldora actúa como placebo. Un placebo (en latín, "yo complaceré") place no sólo al paciente sino también al médico que lo administra.225<br />
<br />
En las culturas elevadas, la medicina religiosa es algo muy distinto de la magia.226 Las principales religiones refuerzan la resignación al infortunio y ofrecen una lógica, un estilo y un marco comunitario donde el sufrimiento puede convertirse en un desempeño digno. Las oportunidades ofrecidas por la aceptación del sufrimiento pueden explicarse de manera diversa en cada una de las grandes tradiciones: como karma acumulado en encarnaciones pasadas; como una invitación al Islam, el que se rinde a Dios; o como una oportunidad de estrechar relaciones con el Salvador en la Cruz. La gran religión estimula la responsabilidad personal de sanar, envía ministros a impartir un consuelo, pomposo a veces y a veces efectivo, proporciona santos como modelo, y suele establecer un contacto para la práctica de la medicina popular. En nuestro tipo de sociedad secular, las organizaciones religiosas conservan sólo una pequeña parte de sus antiguas funciones rituales curativas. Un católico devoto puede derivar fuerza íntima de la oración personal, algunos grupos marginales de gente recién llegada a Sao Paulo pueden rutinariamente curar sus úlceras a través de cultos de danza afrolatinas, y los indios del valle del Ganges buscan aún la salud cantando los Vedas. Pero tales cosas poseen sólo un remoto paralelo en las sociedades que superan cierto PNB per capita. En estas sociedades industrializadas las instituciones seculares rigen las principales ceremonias creadoras de mito.227<br />
Los distintos cultos de la educación, el transporte y la comunicación masiva promueven, bajo nombres diferentes, el mismo mito social que Voeglin228 describe como gnosis contemporánea. Una visión gnóstica del mundo y el culto correspondiente poseen seis características comunes: 1) la practican miembros de un movimiento que están insatisfechos con el mundo tal cual es porque lo consideran intrínsecamente mal organizado. Los adherentes están 2) convencidos de que la salvación de este mundo es posible 3) al menos para los elegidos, y que 4) tal salvación puede producirse en la generación presente. Los gnósticos creen asimismo que la salvación depende 5) de acciones técnicas reservadas 6) para los iniciados que monopolizan la fórmula especial de la salvación. Todas estas creencias religiosas subyacen la organización social de la medicina tecnológica, que a su vez ritualiza y celebra el ideal de progreso del siglo XIX. Otra de las más importantes funciones no técnicas de la medicina es más ética que mágica, más secular que religiosa. No depende de una conspiración en la que el hechicero participa con su adepto, ni de los mitos que el sacerdote configura, sino de la forma que la cultura médica da a las relaciones interpersonales. La medicina puede organizarse de modo que motive a la comunidad a tratar al frágil, al decrépito, al tierno, al lisiado, al deprimido y al maniaco en una manera más o menos personal. Fomentando cierto tipo de carácter social, una medicina de la colectividad podría disminuir eficazmente el sufrimiento de los enfermos al asignar a todos los miembros de la comunidad un papel activo en la tolerancia compasiva y en la ayuda generosa a los débiles.229 La medicina podría regular las relaciones de amistad de la colectividad.230 Las culturas donde la compasión para los desafortunados, la hospitalización para los inválidos, la tolerancia con los perturbados y el respeto hacia los ancianos se han desarrollado poseen en gran medida la posibilidad de integrar a la mayoría de sus miembros a la vida diaria.<br />
Los curanderos pueden ser sacerdotes de los dioses, dadores de las leyes, magos, mediums, barberos-farmacéuticos o consejeros científicos. 231<br />
Ningún nombre común que se aproximara siquiera a la gama semántica abarcada por nuestra palabra "médico" existía en Europa antes del siglo XIV.232 En Grecia el componedor, usado sobre todo para los esclavos, ganó respeto en fecha temprana, aunque no se hallara en el mismo plano que el filósofo curandero ni incluso que el gimnasta para los libres.233 En la Roma republicana, los especialistas en curar eran un grupo de mala reputación. Las leyes sobre la dotación de agua, el drenaje, la eliminación de basura y el entrenamiento militar, combinadas con el culto estatal de los dioses curativos, se consideraban suficientes; ni el brebaje de la abuela ni el soldado sanitario del ejército eran dignificados por ninguna atención especial. Hasta que Julio César otorgó la ciudadanía al primer grupo de asolepíades en 46 A.C., este privilegio fue rehusado a los médicos y sacerdotes curanderos griegos.234 Los árabes honraban al médico;235 los judíos dejaban a la habilidad del ghetto la asistencia a la salud o bien, movidos por remordimientos, llamaban al médico árabe.236 Las diversas funciones de la medicina se combinaban en formas diferentes dentro de papeles diferentes. La primera ocupación en monopolizar la asistencia a la salud es la del médico del siglo XX tardío.<br />
Paradójicamente, cuanto más atención se concentra en el dominio técnico de la enfermedad mayor se hace la función simbólica no técnica ejecutada por la tecnología médica. Mientras menos pruebas hay de que una cantidad mayor de dinero aumenta la tasa de supervivencia en una rama dada del tratamiento del cáncer, más dinero se destina a las divisiones médicas desplegadas en ese teatro específico de operaciones. Sólo metas no relacionadas con el tratamiento, tales como empleos para los especialistas, igualdad de acceso para los pobres, consolación simbólica de los pacientes o experimentación con humanos, pueden explicar la expansión de la cirugía del cáncer pulmonar durante los últimos 25 años. No sólo batas blancas, máscaras, antisépticos y sirenas de ambulancia, sino ramas enteras de la medicina, continúan financiándose porque se les ha investido de un poder no técnico, por lo general simbólico.<br />
Lo quiera o no, el médico moderno se ve de este modo forzado a asumir funciones simbólicas no técnicas. Las funciones no técnicas prevalecen en la extirpación de adenoides: más del 90% dé todas las tonsilectomías hechas en los Estados Unidos son técnicamente innecesarias, pero aún así 20 a 30% de todos los niños son todavía sometidos a la operación. Uno en cada mil muere directamente a causa de ella y 16 de cada mil sufren complicaciones graves. Todos pierden valiosos mecanismos de inmunidad. Todos se ven sujetos a la agresión emotiva: se les encarcela en el hospital, se les separa de sus padres y se les inicia en la injustificada y a menudo pomposa crueldad de la institución médica.237 El niño aprende a verse expuesto ante técnicos que, en su presencia, utilizan un lenguaje extraño en el cual formulan juicios acerca de su cuerpo; le infunden la idea de que unos extraños pueden invadir su cuerpo por razones que sólo ellos conocen; y le hacen sentir orgullo de vivir en un país donde el seguro social paga esas iniciaciones médicas a la realidad de la vida.238<br />
La participación física en un ritual no es condición necesaria para ser iniciado en el mito que el propósito espiritual está organizado para generar. Los deportes médicos espectaculares arrojan conjuros poderosos. Por casualidad me hallaba en Río de Janeiro y en Lima cuando el doctor Christian Barnard pasaba por esas ciudades. En ambas pudo llenar, dos veces en un día, el principal estadio de fútbol con multitudes que aclamaban histericamente su macabra pericia para intercambiar corazones humanos. Los tratamientos médicos milagrosos de ésta índole impresionan a todo el mundo. Su efecto alienante llega a personas que no tienen acceso a una clínica de barrio, y mucho menos a un hospital Les proporciona una garantía abstracta de que es posible la salvación a través de la ciencia. La experiencia en el estadio de Río me preparó para la evidencia que poco después me mostraron y que probaba que la policía brasileña ha sido hasta ahora la primera en usar equipos para prolongar la vida en la tortura de prisioneros. Tal abuso; extremo de las técnicas médicas parece grotescamente coherente con la ideología dominante de la medicina.<br />
La intencionada influencia no técnica que la tecnología médica ejerce sobre la salud de la sociedad puede, claro está, ser positiva.239 Una inyección innecesaria de penicilina puede restaurar mágicamente la salud y él apetito.240 Una operación contraindicada puede resolver un problema marital y reducir los síntomas de enfermedad en ambos miembros de la pareja.241 No sólo las píldoras de azúcar del médico, sino incluso sus venenos, pueden ser potentes placebos. Pero no es éste él resultado prevaleciente de los efectos secundarios no técnicos de la tecnología médica. Es posible argumentar que precisamente en esas áreas estrechas donde la medicina de alto costo ha adquirido mayor eficacia específica, sus efectos secundarios simbólicos han llegado a ser una tremenda negación de la salud:242 la tradicional magia blanca que apoyaba los propios esfuerzos del paciente se ha vuelto negra.243<br />
En gran medida, la yatrogénesis social puede explicarse como un placebo negativo, como un efecto de nocebo.244 En forma avasalladora, los efectos secundarios no técnicos de la intervención biomédica ocasionan un fuerte daño a la salud. La intensidad de la influencia mágica negra de un procedimiento médico no depende de su eficacia técnica. El efecto del nocebo, como el del placebo, es en buena parte independiente de lo que él médico haga.<br />
Los procedimientos médicos se vuelven magia negra cuando, en vez de movilizar los poderes de autocuración, transforman al hombre enfermo en un yerto y mistificado voyeur de su propio tratamiento. Los procedimientos médicos se hacen religión malsana cuando se les realiza como rituales que enfocan toda la expectativa del enfermo en la ciencia y sus funcionarios, en vez de darle valor para buscar una interpretación poética a su dificultad o para encontrar un ejemplo admirable en alguna persona -vecina o muerta hace tiempo que aprendió a sufrir. Los procedimientos médicos multiplican la dolencia por degradación maral cuando aislan al enfermo en un ambiente profesional en vez de proporcionar a la colectividad los motivos y las disciplinas que acrecientan la tolerancia social hacia los afligidos. Los estragos mágicos, los daños religiosos y la degradación moral generados bajo el pretexto de un empeño biomédico son mecanismos cruciales que contribuyen a la yatrogénésis social. A todos los amalgama la medicalización de la muerte.<br />
Cuando los médicos instalaron tienda por primera vez fuera de los templos en Grecia, la India y China, dejaron de ser curanderos. Cuando reclamaron un poder racional sobre la enfermedad, la sociedad perdió el sentido de este personaje complejo y de su poder de curación integrada que él hechicero-chamán o curandero había proporcionado.245 Las grandes tradiciones de curación médica habían dejado la cura milagrosa a los sacerdotes y reyes. La casta que gozaba del favor de los dioses podía invocar su intervención. A la mano que blandía la espada se atribuyó él poder de someter no sólo al enemigo sino también al espíritu. Hasta él siglo XVIII él rey de Inglaterra imponía sus manos cada año sobre los afligidos de tuberculosis facial a quienes los médicos se sabían incapaces de curar. 246 Los epilépticos, cuyos males resistían incluso el contacto de su Majestad, se refugiaban en el poder curativo que emanaba de las manos del verdugo.247<br />
Con él surgimiento de la civilización médica y los gremios curativos, los médicos se distinguieron de los charlatanes y los sacerdotes por conocer los límites de su arte. Hoy día la institución médica está reclamando de nuevo el derecho de practicar curas milagrosas. La medicina mantiene su autoridad sobre él paciente incluso cuando la etiología es incierta, él pronóstico desfavorable y él tratamiento de naturaleza experimental. El intento de realizar un "milagro médico" es la mejor defensa contra el fracaso, puesto que los milagros pueden esperarse pero, por definición, no pueden garantizarse. El monopolio radical sobre la asistencia a la salud que el médico contemporáneo reclama lo fuerza ahora a reasumir funciones gobernantes sacerdotales y que sus ancestros abandonaron al especializarse como técnicos.<br />
La medicalización del milagro proporciona una ulterior perspectiva de la función social de la asistencia terminal. El paciente es atado y controlado como un astronauta y luego se le exhibe por televisión. Estas heroicas hazañas sirven como danzas propiciatorias para millones y como liturgias en las cuales las esperanzas reales de una vida autónoma se transmutan en la falsa idea de que los médicos nos proporcionarán salud del espacio exterior.Miguel Leopoldo Alvarado Saldañahttp://www.blogger.com/profile/04774533959312544593noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-5370819243455530431.post-33781291051203279672013-01-19T17:32:00.003-08:002013-01-19T17:36:46.577-08:00ANEXO 8: LAS MAYORíAS DE PACIENTES158<br />
LAS MAYORíAS DE PACIENTES<br />
<br />
Cuando el poder diagnóstico de la medicina multiplica a los enfermos en número excesivo, los profesionales médicos ceden la administración del sobrante a oficios y ocupaciones no médicas. Al desecharlos, los señores de la medicina se libran de la molestia de la atención de bajo prestigio e invisten a policías, maestros o jefes de personal con un poder médico derivativo. La medicina conserva la autonomía sin trabas para definir lo que constituye la enfermedad, pero tira sobre otros la tarea de hurgar en busca de enfermos y de proveer para sus tratamientos. Sólo la medicina sabe qué constituye la adicción, aunque se supone que los policías saben cómo controlarla. Sólo la medicina puede definir la lesión cerebral, pero permite que los maestros estigmaticen y administren a los cojos con dos piernas. Cuando la necesidad de disminuir las metas médicas se discute en la literatura de la profesión, suele tomar la forma de planes para descargar pacientes. ¿Por qué no empujar al recién nacido y al moribundo, al etnocéntrico, al sexualmente inadecuado, al neurótico y a cualesquiera otras víctimas del fervor diagnóstico, que carezcan de interés y quiten tiempo, más allá de las fronteras de la medicina y transformarlos en clientes de abastecedores terapéuticos no médicos: trabajadoras sociales, programadores de televisión, psicólogos, jefes de personal y consejeros sexuales 248 Esta proliferación de nuevos modelos de asistentes sociales, ahora con sabor a medicina, ha creado un nuevo marco para definir a todos sus asistidos como "enfermos".<br />
Toda sociedad necesita, para ser estable, la desviación certificada. Las personas de aspecto extraño o conducta rara son subversivas hasta que sus rasgos comunes han recibido un nombre formal y su alarmante conducta se ha clasificado en un casillero reconocido. Al asignarles un nombre y un papel, los excéntricos misteriosos e inquietantes se domestican, convirtiéndose en excepciones previsibles a las que se puede mimar, evitar, reprimir o expulsar. En la mayoría de las sociedades hay ciertas personas que asignan papeles a los que se salen de lo común; de acuerdo con la prescripción social prevaleciente, suelen ser aquellas que poseen un conocimiento especial acerca de la naturaleza de la desviación:249 ellos deciden si el desviado está poseído por un espíritu, dirigido por un dios, infectado por un veneno, castigado por sus pecados o si ha sido víctima de la venganza de un brujo. El agente que reparte estas etiquetas no tiene necesariamente que ser comparable con la autoridad médica: puede tener poder jurídico, religioso o militar. Al nombrar al espíritu que subyace la desviación, la autoridad coloca al desviado bajo el control del lenguaje y de las costumbres y lo convierte, de una amenaza en un apoyo del sistema social. Socialmente, la etiología se cumple por sí misma: si se piensa que la enfermedad sagrada tiene como causa la posesión divina, el dios habla en el ataque epiléptico.250<br />
Cada civilización define sus propias desviaciones.251 Lo que en una es enfermedad en otra puede ser anormalidad cromosómica, delito, santidad o pecado. Cada cultura crea su propia respuesta a la enfermedad. Por el mismo síntoma de robo compulsivo uno puede ser ejecutado, tratado hasta la muerte, exiliado, hospitalizado, o socorrido con limosnas o dinero público. Aquí los ladrones se ven forzados a usar ropas especiales; allá a hacer penitencia; en otras partes, a perder un dedo o bien a ser tratados a través de la magia o del choque eléctrico. Postular para cada sociedad una forma de desviación específicamente "enferma", incluso con mínimas características comunes,252 es una labor azarosa. La asignación contemporánea de papeles de enfermo es de índole única. No se desarrolló mucho tiempo más allá de una generación antes de que Henderson y Parsons la analizaran.253 Define la desviación como la conducta legítima especial de consumidores oficialmente seleccionados dentro de un medio industrial.254 Incluso si hubiera algo que decir en favor de la tesis de que en todas las sociedades ciertas personas son, por así decirlo, puestas temporalmente fuera de servicio y mimadas mientras se les repara, el contexto dentro del cual esta exención opera en otras partes no puede compararse al del Estado que posee servicios sociales. Cuando él asigna el status de enfermo a un cliente, el médico contemporáneo puede realmente estar actuando en algunos aspectos en forma similar al curandero o al anciano; pero al pertenecer asimismo a una profesión científica que inventa las categorías que asigna en la consulta, el médico moderno es totalmente distinto al curandero. Los curanderos se dedicaban a la ocupación de curar y ejercían el arte de distinguir a los espíritus malignos entre sí. No eran profesionales ni tenían poder para inventar nuevos demonios. Paradójicamente estos ejércitos burocráticos, armados cada uno para dar forma específica a la inhabilidad que cura en Estados Unidos reciben eufemísticamente el nombre de profesiones "habilitantes" (enabling professions).<br />
Los papeles disponibles para un individuo siempre han sido de dos clases: aquellos que fueron fijados por la tradición cultural y aquellos que son resultado de la organización burocrática. En todos los tiempos la innovación ha significado un incremento relativo de estos últimos, creados racionalmente. Sin duda, los papeles ingenieriles podrían ser recuperados por la tradición cultural. Sin duda, una distinción nítida entre las dos clases de papel es difícil de hacer. Pero en líneas generales, el papel de enfermo tenía la tendencia hasta hace poco a inscribirse en la clase tradicional.255 Sin embargo, durante el último siglo, lo que Foucault ha llamado la nueva visión clínica alteró las proporciones.<br />
El médico ha abandonado cada vez más su papel de moralista para asumir el de iluminado empresario científico. Exonerar a los enfermos de tener que dar cuenta de su mal se ha convertido en una tarea predominante, y para tal propósito se han configurado nuevas categorías científicas de enfermedad. La escuela de medicina y la clínica proporcionan la atmósfera en la cual, a sus ojos, la enfermedad puede convertirse en una tarea para la técnica biológica o social; sus pacientes aún traen al pabellón sus interpretaciones religiosas y cósmicas así como los legos que otrora llevaban sus preocupaciones seculares al servicio dominical en la iglesia.256 Pero el papel de enfermo descrito por Parsons se ajusta a la sociedad moderna únicamente mientras los médicos actúen como si el tratamiento fuera habitualmente eficaz y el público general estuviera dispuesto a compartir esta optimista visión.257 La categoría de enfermo del siglo XX se ha vuelto inadecuada para describir lo que ocurre en un sistema médico que reclama autoridad sobre personas que aún no están enfermas, sobre personas que razonablemente no pueden esperar alivio, y aquellas para quienes los médicos no tienen un tratamiento más eficaz que el que podrían ofrecer sus tíos o tías. La experta selección de unos cuantos recipientes de mimos institucionales fue un modo de usar la medicina para el propósito de estabilizar una sociedad industrial:258 Aseguraba el acceso fácilmente regulado de los anormales a niveles anormales de fondos públicos. Mantenidos dentro de ciertos límites, durante la primera parte del siglo XX los mimos otorgados a los desviados "fortalecieron" la cohesión de la sociedad industrial. Pero rebasado un punto crítico, el control social ejercido a través del diagnóstico de necesidades ilimitadas destruyó su propio fundamento.259 Ahora se presupone que el ciudadano está enfermo mientras no se le compruebe sano.260 En una sociedad triunfalmente terapéutica, todo el mundo puede convertirse en terapeuta y convertir a alguien más en su cliente.<br />
La función del médico se ha vuelto confusa.261 Las profesiones de la salud han llegado a amalgamar los servicios clínicos, la ingeniería de salud pública, y la medicina científica. El médico trata con clientes que simultáneamente desempeñan diversos papeles durante cada uno de sus contactos con la institución sanitaria. Se les transforma en pacientes a quienes la medicina examina y repara, en ciudadanos administrados cuya conducta saludable es guiada por una burocracia médica, y en conejillos de Indias en los que la ciencia médica experimenta sin cesar. El poder asclepiádeo de conferir el papel de enfermo se ha disuelto por las pretensiones de prestar una asistencia sanitaria totalitaria. La salud ha cesado de ser un don innato que se supone en posesión de todo ser humano mientras no se demuestre que está enfermo, y se ha convertido en una meta cada vez más distante a la que uno tiene derecho en virtud de la justicia social.<br />
El surgimiento de una profesión conglomerada de la salud ha hecho infinitamente elástica la función de paciente. La certificación médica del enfermo ha sido sustituida por la presunción burocrática del administrador de la salud que clasifica a las personas según el grado y clase de sus necesidades terapéuticas. La autoridad médica se ha extendido a la asistencia supervisada de la salud, la detección precoz, los tratamientos preventivos y cada vez más al tratamiento de los incurables. Anteriormente la medicina moderna sólo controlaba un mercado limitado; en la actualidad ese mercado ha perdido toda frontera. Gente no enferma ha llegado a depender de la asistencia profesional en aras de su salud futura. El resultado es una sociedad morbosa que exige la medicalización universal y una institución médica que certifica la morbidez universal.<br />
En una sociedad morbosa262 predomina la creencia de que la mala salud definida y diagnosticada es infinitamente preferible a toda otra forma de etiqueta negativa o a la falta de toda etiqueta. Es mejor que la desviación criminal o política, mejor que la pereza, mejor que la ausencia deliberada del trabajo. Cada vez más personas saben subconscientemente que están hartas de sus empleos y de sus pasividades ociosas, pero desean que se les mienta y se les diga que una enfermedad física las releva de toda responsabilidad social y política. Quieren que su médico actúe como abogado y sacerdote. Como abogado, el médico exceptúa al paciente de sus deberes normales y lo habilita para cobrar del fondo de seguros que le obligaron a formar. Como sacerdote, el médico se convierte en cómplice del paciente creando el mito de que éste es una víctima inocente de mecanismos biológicos y no un desertor perezoso, voraz o envidioso de una lucha social por el control de los instrumentos de producción. La vida social se transforma en una serie de concesiones mutuas de la terapéutica: medicas, psiquiátricas, pedagógicas o geriátricas. La demanda de acceso al tratamiento se convierte en un deber político, y el certificado médico en un poderoso recurso para el control social.<br />
Con el desarrollo del sector de servicios terapéuticos de la economía, una proporción creciente de la gente ha llegado a ser considerada como desviada de alguna norma deseable y, por tanto, como clientes que pueden ahora ser sometidos a tratamiento para acercarlos a la norma establecida de salud, o concentrados - en algún ámbito especial construido para atender su desviación. Basaglia263 señala que en una primera etapa histórica de este proceso los enfermos quedan exentos de la producción. En la siguiente etapa de expansión industrial, una mayoría de ellos llega a ser definida como excéntricos y necesitados de tratamiento. Cuando esto ocurre, la distancia entre el sano y el enfermo vuelve a reducirse. En las sociedades industriales avanzadas, los enfermos son identificados una vez más como poseedores de un cierto nivel de productividad que les habría sido negado en una etapa anterior de industrialización. Ahora que todo el mundo tiende a ser paciente en algún respecto, el trabajo asalariado adquiere características terapéuticas. La educación sanitaria el asesoramiento higiénico, los exámenes y las actividades de mantenimiento de la salud, a lo largo de toda la vida, pasan a ser parte inherente de las rutinas de la fábrica y la oficina. Las relaciones terapéuticas se infiltran en las relaciones de producción y les dan color. El Homo sapiens, que despertó al mito en una tribu y creció a la política como ciudadano, se entrena ahora para purgar cadena perpetua en un mundo industrial.264 La medicalización de la sociedad industrial lleva su carácter imperialista a la plena fructificación.Miguel Leopoldo Alvarado Saldañahttp://www.blogger.com/profile/04774533959312544593noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-5370819243455530431.post-64836896163530938272013-01-17T19:51:00.003-08:002013-01-17T19:51:52.534-08:00Medical Nemesis 1976Medical Nemesis 1976, Random House, Inc. Pantheon Books. Némesis Médica 1978, Editorial Joaquín Mortiz, S.A. México D.F. Versión directa al español de Juan Tovar, revisada y corregida por Valentina Borremans y Verónica Petrowitsch<br />
<br />
Se mantiene la referencia del número de página en la versión impresa para uso del lector (números en azul). También están señaladas con enlaces de hipertexto (números en verde) las notas a lo largo del texto. (NDE) <br />
<br />
<a href="http://www.ivanillich.org/Linemes.htm">Índice</a>Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/09441389031398551167noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5370819243455530431.post-78619380444353574212013-01-17T19:50:00.004-08:002013-01-17T19:50:43.562-08:00APÉNDICE / LA NECESIDAD DE UN TECHO COMÚN<div style="text-align: center;">
367 </div>
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APÉNDICE </div>
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LA NECESIDAD DE UN TECHO COMÚN </div>
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[EL CONTROL SOCIAL DE LA TECNOLOGÍA] </div>
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<br /></div>
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por Valentina Borremans e Iván Illich, </div>
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<br /></div>
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Cuernavaca, septiembre de 1971. </div>
<br />El control social de los sistemas de producción es la base de toda restructuración social: la nueva fase en la cual ya entró la tecnología permite y exige una nueva determinación de ese control.</div>
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<br /> 1) La propiedad social de los medios de producción; 2) El control social de los mecanismos de distribución y 3) El acuerdo comunitario sobre la autolimitación de algunas dimensiones tecnológicas, pero sólo en su conjunto, constituyen la base para el control social de la producción de una sociedad.<br /> En las primeras etapas de la industrialización, los dos primeros aspectos parecían tan importantes que no permitieron que se desarrollara suficientemente el pensamiento sobre el tercero.</div>
<div>
<br /> En nuestra opinión lo que hoy es necesario es el control político de las características tecnológicas de los productos industriales y de la intensidad de los servicios profesionales.</div>
<div>
<br /> Esta nueva política consiste en la búsqueda de un acuerdo comunitario sobre el perfil tecnológico del techo común bajo el cual todos los miembros de una sociedad quieren vivir. Más bien que la construcción de una plataforma de lanzamiento, desde la cual solamente algunos miembros de esa sociedad son enviados hacia las estrellas.</div>
<div>
<br /> Esta nueva política es de una autolimitación voluntaria y comunitaria, la búsqueda de máximos en la productividad institucional y en los consumos de servicio y de mercancías, de acuerdo a las necesidades que se consideran, dentro de esa comunidad, satisfactorias para cada individuo.</div>
<div>
<br /> El control social del modo de producción adquiere una significación más amplia en la presente época de desarrollo tecnológico. En las primeras etapas de la industrialización, la atención, con razón, tuvo que concentrarse sobre la propiedad de los medios de producción y sobre la distribución equitativa de los productos.<br /> En la etapa por la que atravesamos desde los años 60, la definición social de un máximo, en relación a ciertas características básicas de los productos de una sociedad, debería ser la meta política más importante.</div>
<div>
<br /> Las élites económicas de las sociedades latinoamericanas ya incorporaron, en su visión del mundo, lo que llamaremos el "imperativo tecnológico". Llamamos "imperativo tecnológico" a la idea de que si alguna hazaña técnica es posible en cualquier parte del mundo, hay que realizarla y ponerla al servicio de algunos hombres, sin importar en lo absoluto, el precio que los demás miembros de esa sociedad hayan de pagar por ello.</div>
<div>
<br /> Las sociedades capitalistas justifican la planificación bajo el signo del "imperativo tecnológico" por la evidente demanda de unos cuantos consumidores que necesitan moverse a velocidades supersónicas. Las sociedades socialistas justifican esta misma planificación por el supuesto servicio que deriva a la comunidad total de la posibilidad de que unos cuantos puedan moverse a tal velocidad.</div>
<div>
<br /> En cualquier sociedad en la que se acepte el "imperativo tecnológico", éste se pone al servicio del progreso indefinido en calidad o en cantidad de los productos y de los servicios, destruyendo con esto la base para lograr la construcción del socialismo.</div>
<div>
<br /> Esto lleva inevitablemente, al control de la sociedad por medio de "tecnócratas expertos" (profesionales, especialistas, científicos, etc.) sin importar el que éstos hayan sido elegidos para el servicio del poder por un partido político o por un grupo de capitalistas.</div>
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<br /> Consideramos que el Kripto-estalinismo reside precisamente en esto: en adjudicarse el control social de los medios de producción, para justificar un control central de los productos, en servicio del aumento ilimitado de la producción.</div>
<div>
<br /> Creemos que en este momento existen condiciones para movilizar las mayorías de algunos pueblos de América Latina y de África, para que rechacen conscientemente la dominación de los tecnócratas, consecuencia inevitable de la aceptación popular del "imperativo tecnológico". Una vez que un pueblo haya aceptado que vale la pena (no importa en qué medida) enviar a un hombre a la luna o mantener a algunos individuos en vida durante más de 100 años, o hacer viajes a velocidades supersónicas, fácilmente acepta cualquier otra forma de explotación, por el hecho de que el ídolo en cuyo nombre se hace la explotación ha sido creado por un científico.</div>
<div>
<br /> El rechazo del "imperativo tecnológico" es la base para iniciar la búsqueda de las dimensiones tecnológicas que habría que someter al juicio popular para que la mayoría determine bajo qué límites máximos quiere vivir.</div>
<div>
<br /> Por ejemplo:<br /><ul>
<li>¿Cuál es la velocidad máxima para el transporte de las personas, que permita el uso óptimo de los recursos públicos, para garantizar una movilidad óptima a la gran mayoría?</li>
<li>¿Qué amplitud máxima del espectro electrónico, utilizado para la comunicación entre personas, garantizaría el nivel óptimo de comunicación entre las mayorías?</li>
<li>¿Hasta qué punto se permite el uso de los recursos públicos en la prolongación de la vida de un adulto, cuando tales gastos resultan discriminadores en contra de la gran mayoría que requiere de servicios de previsión y mantenimiento de su salud o de asistencia en momentos de crisis aguda?</li>
<li>¿A qué métodos pedagógicos posibles hay que renunciar en favor de un acceso de las mayorías a los medios de auto-formación o autoconocimiento?</li>
</ul>
</div>
<div>
La idea de que un pueblo decida democráticamente las dimensiones tecnológicas dentro de las que voluntariamente se limitaría a vivir, dentro de un cierto ámbito, y no sólo provisionalmente, sino a largo plazo, es profundamente contraria al modo de pensar que hoy prevalece.</div>
<div>
<br /> Es improbable que la iniciativa para plantear este problema sea tomada en los países europeos occidentales u orientales que se encuentran a medio camino de la industrialización.</div>
<div>
<br /> En los países supercapitalistas la contaminación ambiental que hace que la tierra sea incapaz de sostener la vida humana y la superdeterminación del individuo que lo hace impotente para sobrevivir fuera de un ambiente artificial, ya llevan a la conciencia de una pequeña minoría la necesidad de pensar en la urgencia de limitar la producción.</div>
<div>
<br /> Creemos que el liderato de un movimiento mundial hacia una nueva política popular, en la que el pueblo ante todo decida los límites máximos en que esa sociedad deba vivir, y después los haga asequibles a todos, debe venir de algunos países de América Latina, de África y posiblemente de China. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes.htm">Índice</a></div>
Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/09441389031398551167noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5370819243455530431.post-43380850345142905132013-01-17T19:46:00.003-08:002013-01-17T19:46:56.034-08:00INTRODUCCIÓNINTRODUCCIÓN<br /> Notas <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemesin.htm#anchor164261">1</a> La convivencialidad, Barcelona, Barral Editores, 1974. México, Ed. Posada, 1978. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemesin.htm#anchor164419">2</a> La sociedad desescolarizada, Barcelona, Barral Editores, 1974. México, Ed. Posada, 1978. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemesin.htm#anchor164662">3</a> Energy and Equity, Energía y equidad, Barcelona, Barral Editores, 1974. México, Ed. Posada, 1978.Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/09441389031398551167noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5370819243455530431.post-54484699481395772402013-01-17T19:45:00.001-08:002013-01-17T19:45:10.476-08:00PARTE I: YATROGÉNESIS CLÍNICAPARTE I: YATROGÉNESIS CLÍNICA<br /> Notas <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes.htm#anchor1526688">1</a> Erwin H. Ackerknecht, History and Geography of the Most Important Diseases, Nueva York, Hafner, 1965. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes.htm#anchor1526867">2</a> Odin W. Anderson y Monroe Lerner, Measuring Health Levels in the United States, 1900-1958, Health Information Foundation Research Series no. 11, Nueva York, Foundation, 1960. Marc Lalonde, A New Perspective on the Health of Canadians: A Working Document, Ottawa: Gobierno del Canadá, abril 1974. Este valeroso informe bilingüe franco-inglés presentado por el Secretario Federal de Salud de Canadá contiene una sección central policromada que muestra en una serie de gráficos los cambios registrados en la mortalidad en el Canadá. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes.htm#anchor1527304">3</a> René Dubos, The Mirage of Health: Utopian Progress and Biological Change. Nueva York, Anchor Books, 1959 [El espejismo de la salud: Utopía, progreso y cambio social, México, CFE, 1975], fue el primero en exponer de manera notable la ilusión de producir "mejor salud" como una enfermedad peligrosa e infecciosa fomentada por los médicos. Thomas McKeown y Gordon McLachlan, comps., Medical History and Medical Care: A Symposium of Perspectives, Nueva York, Oxford University Press, 1971, presentan una introducción a la sociología del pseudoprogreso médico. John Powles, "On the Limitations of Modern Medicine", en Science, Medicine and Man, Londres, Pergamon, 1973, Vol. 1, pp. 1-30, da una selección crítica de la literatura reciente, en inglés, sobre el tema. Con respecto a la situación en Estados Unidos consultar Rick Carlson, The End of Medicine, Nueva York, Wiley Interscience, 1975, su ensayo es "un sumario de base empírica y naturaleza teórica". Para denunciar la medicina norteamericana él escogió variables respecto de las cuales tenía pruebas completas cuya naturaleza era tal que le permitía manejarlas. Jean-Claude Polack, La médicine du capital, París, Maspero, 1970: una crítica de las tendencias políticas que buscan otorgar a la tecnología médica una influencia efectiva sobre la salud a través de la "democratización de los productos médicos de consumo". El autor descubre que estos mismos productos son modelados por una estructura burguesa de clases, represiva y alienate. Para usar la medicina para la liberación política será necesario "hallar en la enfermedad, aun contra el orden social existente". <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes.htm#anchor1527740">4</a> Daniel Greenberg, "The 'War on Cancer': Official Fiction and Harsh Facts", Science and Government Report, vol. 4, 1o. de diciembre de 1974. Este informe bien documentado dirigido al lego sustenta que las proclamas de la Sociedad Americana del Cáncer con respecto a que el cáncer es curable y que se han logrado progreso "recuerdan el optimismo sobre Vietnam antes del diluvio". <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes.htm#anchor1527908">5</a> Dorland's Illustrated Medical Dictionary, 25a ed., Filadelfia, Saunders, 1974: "Yatrogénico (iatro -Gr. médico, gennan -Gr. producir). Resultante de la actividad de los médicos. Originalmente aplicado a desórdenes inducidos en el paciente por autosugestión basada en el examen, la actitud o las explicaciones del médico, el término se aplica ahora a cualquier condición adversa presentada en el paciente como resultado del tratamiento por parte de un médico o cirujano". <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes.htm#anchor1528085">6</a> Heinrich Schipperges, Utopien der Medizin: Geschichte und Kritik der ärztlichen Ideologie des 19. Jh., Salzburgo, Müller, 1966. Una útil guía a la literatura histórica es Richard M. Burke, A Historical Chronology of Tuberculosis, 2a ed., Springfield, Ill., Thomas, 1955. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes.htm#anchor1528235">7</a> Para una análisis de los agentes y de las características que determinan la propagación epidémica de la actual información errónea de toda una comunidad científica, ver Derek J. de Solla Price, Little Science, Big Science, Nueva York, Columbia University Press, 1963. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes.htm#anchor1528615">8</a> Sobre la naturaleza clerical de la práctica médica, ver "Cléricalisme de la fonction médicale? Médecine et politique. Le 'Sacerdote' médical. La relation thérapeutique. Psychanalyse et christianisme", Le Semeur, supl. 2 (1966-67). <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes.htm#anchor1528743">9</a> J.N. Weisfert, "Das Problem des Schwindsuchtskranken in Drama und Roman", Deutscher Journalistenspiegel 3 (1927), pp. 579-82. Una guía a la tuberculosis como tema literario en el drama y la novela del siglo XIX. E. Ebstein, "Die Lungenschwindsucht in der Weltliteratur", Zeitschrift für Bücherfreunde 5 (1913). <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes.htm#anchor1528903">10</a> René y Jean Dubos, The White Plague: Tuberculosis. Man and Society, Boston, Little, Brown, 1953. Sobre los aspectos sociales, literarios y científicos de la tuberculosis en el siglo XIX: un análisis de su incidencia. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes.htm#anchor1529237">11</a> Charles E. Rosenberg, The Cholera Years: The United States in 1832, 1849, and 1866, Chicago, University of Chicago Press, 1962. La epidemia neoyorquina de 1832 fue un dilema moral del que se buscó liberación a través del ayuno y la oración. Al llegar la epidemia de 1866, la cultura que produjo los arrabales de Nueva York había producido también el cloruro de cal. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes.htm#anchor1529528">12</a> W.J. van Zijl, "Studies on Diarrheal Disease in Seven Countries", Bulletin of the World Health Organization 35 (1966), pp. 249-61. La disminución de las enfermedades diarréicas se produce gracias a un mejor servicio de aguas y al saneamiento, nunca como resultado de la intervención curativa. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes.htm#anchor1529915">13</a> R.R. Porter, The Contribution of the Biological and Medical Sciences to Human Welfare, Presidencial Address to the British Association for the Advancement of Science, Swansea Meeting, 1971, Londres, The Association, 1972, p. 95. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes.htm#anchor1530060">14</a> N.S. Scrimshaw, C.E. Taylor y John E. Gordon, Interactions of Nutrition and Infection, Ginebra, World Health Organization, 1968. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes.htm#anchor1530221">15</a> John Cassel, "Physical Illness in Response to Stress", Antología A7, mimeografiada, Cuernavaca, CIDOC (Centro Intercultural de Documentación), 1971. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes.htm#anchor1530553">16</a> Uno de los primeros planteamientos que con mayor claridad mostraron la importancia suprema del ambiente es J.P. Frank, Akademische Rede vom Volkselend als der Mutter der Krankheiten, Pavia, 1790; reimpresión, Leipzig, Barth, 1960. Thomas McKeown y R.G. Record, "Reasons for the Decline in Mortality in England and Wales During the Nineteenth Century", Population Studies 16 (1962), pp. 94-122. Edwin Chadwick, Report on the Sanitary Condition of the Labouring Population of Great Britain, 1842, com. M.W. Flinn, Chicago: Aldine, 1965, concluyó hace siglo y medio que "las medidas primarias y más importantes, y a la vez las más prácticas, dentro de la providencia reconocida de la administración pública, con el drenaje, la eliminación de toda basura de las habitaciones, calles y caminos, y el mejoramiento de los servicios de agua". Max von Petterkofer, The Value of Health to a City: Two Lectures Delivered in 1873, trad. Henry E. Sigerist, Baltimore, Johns Hopkins, 1941, calculó hace un siglo el costo de la salud a la ciudad de Munich en términos de pérdidas por sueldos medios y de costos médicos creados. Argumentaba que los servicios públicos, especialmente mejores sistemas de drenaje y agua potable, bajarían la tasa de mortalidad, la morbilidad y el ausentismo, y que esto pagaría su mismo costo. La investigación epidemiológica ha confirmado por entero estas convicciones humanistas: Delpit-Morando, Radenac y Vilain, Disparités régionales en matiere de santé, Bulletin de Statistique du Ministére de la Santé et de la Sécurité Sociale No. 3, 1973; Warren Winkelstein, Jr, "Epidemiological Considerations Underlying the Allocation of Health and Disease Care Resources", International Journal of Epidemiology 1, no. 1 (1972), pp. 69-74; F. Fagnani, Santé, consommation médicale et environnement: Problèmes et méthodes, París, Mouton, 1973. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes.htm#anchor1530809">17</a> N.D. McGlashan, comp., Medical Geography: Techniques and field Studies, Nueva York, Barnes and Noble, 1973. Jacques May y Donna McLelland, comps., Studies in Medical Geography, 10 vols., Nueva York, Hafner, 1961-71. Daniel Noin, La géographie démographique de la France, París, PUF, 1973. J. Vallin, La mortalité en France par tranches depuis 1899, París, PUF, 1973. L.D. Stamp, The Geography of Life and Death, Ithaca, NY, Cornell University Press, 1965. E. Rodenwaldt et al., Weltseuchenatlas, Hamburgo, 1956. John Melton Hunter, The Geography of Health and Disease, Studies in Geography no. 6, Chapel Hill, University of North Carolina Press, 1974. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes.htm#anchor1530809">18</a> Erwin H. Ackerknecht, Therapeutics: From the Primitives to the Twentieth Century, Nueva York, Hafner, 1973. Una visión panorámica, J.F.D. Shrewsbury, A History of the Bubonic Plague in the British Isles, Cambridge, Cambridge University Press, 1970. Un notable ejemplo de historia escrito por un bacteriólogo y epidemiólogo. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes.htm#anchor1531299">19</a> Para una introducción a esta literatura, ver Steven Polgar, "Health and Human Behaviour: Areas of Interest Common to the Social and Medical Sciences", Current Anthropology 3 (abril 1962), pp. 159-205. Polgar da una evaluación crítica de cada título y las relaciones a su evaluación por un amplio número de colegas. Ver también Steven Polgar, "Health", en International Encyclopedia of The Social Sciences (1968), vol. 6, pp. 330-6; Eliot Freidson, "The Sociology of Medicine: a Trend Report and Bibliography", Current Sociology, 1961-62, nos. 10-11, pp. 123-92. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes.htm#anchor1581793">20</a> Paul Slack, "Disease and the Social Historian", Times Literary Supplement, 8 de marzo de 1974, pp. 233-4. Un artículo de reseña crítica. Catherine Rollet y Agnés Souriac, "Epidémies et mentalités: Le Chólera de 1832 en Seine-et-Oise", Annales Economies, Sociétés, Civilisations, 1974, no. 4, pp. 935-65. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes.htm#anchor1531518">21</a> Alan Berg, The Nutrition Factor: Its Role in National Development, Washington, D.C., Brookings Institutions, 1973. Hans J. Teuteberg y Günter Wiegelmann, Der Wandel der Nahrungsgewohnheiten unter dem Einfluss der Industrialisierung. Gottinga, Vandenhoeck und Ruprecht, 1972, tratan el impacto de la industrialización sobre la cantidad, calidad y distribución de los alimentos en la Europa del siglo XIX. Con la transición de la subsistencia a base de artículos limitados a los menús manipulados o elegidos, se destruyeron las culturas tradicionales y regionales de comer, ayunar, y sobrevivir el hambre. Una abundante información bibliográfica, pero mal organizada. Sobre las huellas de Marc Bloch y Lucien Febvre se realizó parte de la investigación más valiosa sobre la importancia de los alimentos en las estructuras de poder y en los niveles de salud. Para una orientación sobre el método usado, consultar Guy Thuillier, "Au XIXe siècle", Annales. Économies, Sociétés, Civilisations, 1968, no. 6, p. 1301-19; Guy Thuillier, "Au XIXe siècle: L'Alimentation en Nivernais", Annales, 1965, no. 6, pp. 1163-84. Una obra maestra es François Lebrun, Les Hommes et la mort en Anjou au 17e et 18e siècle: Essai de démographie et psychologie historiques, París, Mouton, 1971; A. Poitrineau, "L'Alimentation populaire en Auvergne au XVIIIe siècle", Enquêtes, pp. 323-31. Owsei Temkin, Nutrition from Clasical Antiquity to the Baroque, Human Nutrition Monograph 3, Nueva York, 1962. Con respecto a la transformación del pan en una substancia que las máquinas pudieran producir, ver Siegfried Giedion, Mechanization Takes Command: A Contribution to Anonymous History (Nueva York: Norton, 1969), especialmente pts. 4:2, 4:3 (sobre la carne). También Fernand Braudel, "Le Superflu et l'ordinarie: nourriture et boissons", en Civilisation matérielle et capitalisme, París, Colín, 1967, pp. 134-98. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes.htm#anchor1531518">22</a> I.D. Carruthers, Impact and Economics of Community Water Supply: A Study of Rural Water Investment in Kenya, Wye College, Ashford, Kent, 1973; sobre el impacto de la dotación de agua en la salud. Sobre el mejoramiento de los servicios de agua rurales durante el siglos XIX: Guy Thuillier, "Pour une histoire régionale de l'eau en Nivernais au XIXe siècle", Annales. Economies, Sociétés, Civilisations, 1968, no. 1, pp. 49 ss. El mejoramiento de los servicios de agua cambió la actitud de la gente hacia sus propios cuerpos: Guy Thuillier, "Pour une histoire de l'hygiéne corporelle. Un exemple régional: le Nivernais", Revue d'histoire économique et sociale 46, no. 2 (1968), pp. 232-53; Lawrence Wright, Clean and Decent: the Fascinating History of the Bathroom and the Water Closet and of Sundry Habits, Fashions and Accesories of the Toilet, Prinicipally in Great Britain, France and America, Toronto, University of Toronto Press, 1967. Pulcro y decente. La interesante y divertida historia del cuarto de baño, trad. por Julio Gómez de la Serna, Barcelona, Noguer, 1962. Se desarrollaron nuevas pautas para el lavado de la ropa: Guy Thuillier, "Pour une histoire de la lessive aux XIXe siècle", Annales, 1969, no. 2, pp. 355-90. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes.htm#anchor1531518">23</a> Lester B. Lave y Eugene P. Seskin, "Air Pollution and Human Health", Science 169 (1970), pp. 723-33. Jean-Paul Dessaive, et al., Médecins, climat et épidémies á la fin du XVIIIe, París, Mouton, 1972. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes.htm#anchor1531996">24</a> Un argumento sintético y bien documentado a este respecto es Emanuel de Kadt, "Inequality and Health" University of Sussex, enero 1975. La versión original más larga de este trabajo fue escrita en 1972 como el capítulo introductorio del libro Salud y Bienestar, que habría debido publicarse en Santiago de Chile en 1973. John Powles, "Health and Industrialisation in Britain: the Interaction of Substantive and Ideological Change", preparado para un Coloquio sobre la adaptabilidad del hombre a la vida urbana, Primer Congreso Mundial sobre la Medicina Ambiental y la Biología, París, 1-5 de julio de 1974. C. Ferrero, "Health and Levels of Living in Latin America", Milbank Memorial Fund Quarterly 43 (octubre 1965), pp. 281-95. No puede anticiparse un descenso en la mortalidad en base a un mayor gasto en la asistencia a la salud sino sobre una nueva distribución de fondos dentro del sector de la salud, combinada con el cambio social. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes.htm#anchor1532496">25</a> Emily R. Coleman, "L'Infanticide dans le haut moyen âge", trad. A. Chamoux, Annales. Economies, Sociétés, Civilisations, 1974, no. 2, pp. 315-35. Sugiere que el infanticidio en la Edad Media tuvo un notable repercusión demográfica. Ansley J. Coale, "The Decline in Fertility in Europe from the French Revolution to World War II", en S.J. Behrman et al., Fertility and Family Planning, Ann Arbor, University of Michigan Press, 1970. La fertilidad marital disminuyó en todas partes antes de que aumentara la proporción de la población casada. La discriminación contra los ilegítimos, combinada con el acceso restringido al matrimonio, puede haber servido para controlar la población. Esta hipótesis se refuerza en J.-L. Flandrin, "Contraception, mariage et relations amoureuses dans l'Occident chrétien", Annales, 1969, no. 6, pp. 1370-90. Los datos demográficos sugieren no la contracepción dentro del matrimonio en la Francia de los siglos XVII y XVIII, sino tasas muy bajas de ilegitimidad. La contracepción en el matrimonio era casi herejía, la concepción fuera del matrimonio era escandalosa. Flandrin sugiere que durante el siglo XIX la conducta sexual entre los esposos empezó a modelarse sobre la conducta tradicional fuera del matrimonio. La contracepción parece haberse hecho aceptable en primer lugar entre familias campesinas lo bastante ricas para mantener un bajo índice de mortalidad infantil: ver M. Leridon, "Fécondité et mortalité infantile dans trois villages bavarois: Une analyse de données individualisées du XIXe siècle", Population 5 (1969), pp. 997-1002. Aunque los médicos en Inglaterra se opusieron a su generalización, parecen haberla aplicado con eficacia en sus propias vidas: J.A. Banks, "Family Planning and Birth Control in Victorian Times", trabajo leído en la segunda conferencia anual de la Sociedad para la Historia de la Medicina, Leicester University, 1972. La iglesia católica parece haberse preocupado por la contracepción sólo en la medida en que afectaba a las clases medias industriales: veáse John Thomas Noonan, Contraception: a History of Its Treatment by the Catholic Theologians and Canonists, Cambridge Harvard University Press, 1965. Philippe Ariés, "Les techniques de la mort", en Histoire des populations françaises et de leurs attitudes devant la vie depuis le XVIIIe siècle, París, Seuil, 1971, p. 373. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes.htm#anchor1532777">26</a> Hasta la fecha, el hamre y la malnutrición mundial han aumentado a raíz del desarrollo industrial. "Se dice que una tercera parte o una mitad de la humanidad se acuesta con hambre cada noche. En la Edad de Piedra la fracción debe haber sido mucho más pequeña. Ésta es la era del hambre sin precedentes. Ahora, en los tiempos del mayor poder técnico, la inanición es una institución." Marshall Sahlins, Stone Age Economics, Chicago, Aldene, 1972, p. 23. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes.htm#anchor1532995">27</a> J.E. Davies y W.F. Edmundson, Epidemiology of DDT, Mount Kisco, N.Y., Future, 1972. Un buen ejemplo de control paradójico de la enfermedad proviene de Borneo: los insecticidas usados en las aldeas para controlar los vectores del paludismo también se acumularon en las cucarachas, la mayor parte de las cuales son resistentes. Las lagartijas caseras se alimentaban de éstas, caían en letargo y eran presa de los gatos. Los gatos morían, las ratas se multiplicaron y con las ratas se presentó la amenaza de una epidemia de plaga bubónica. El ejército tuvo que echar gatos en paracaídas a la aldea selvática: Conservation News, julio 1973. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes.htm#anchor1533334">28</a> Un buen ejemplo de persecución médica en contra de innovadores se da en G. Gortvay e I. Zoltan, I. Semmelweis, His Life and Work, Budapest, Akademiai Kiado, 1968, biografía crítica del primer ginecólogo que usó procedimientos antisépticos en sus pabellones. En 1848, él redujo en un factor de 15 la mortalidad resultante de la fiebre puerperal y fue, en el acto, expulsado y rechazado por sus colegas, a quienes ofendió la idea de que los médicos pudieran ser portadores de la muerte. La novela de Morton Thompson, The Cry and the Covenant, Nueva York, New American Library, 1973, hace cobrar vida a Semmelweis. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes.htm#anchor1533464">29</a> Charles T. Stewart, Jr., "Allocation of Resources to Health", Journal of Human Resources 6, no. 1 (1971), pp. 103-21. Stewart clasifica los recursos destinados a la salud en la siguiente forma: tratamiento, prevención, información e investigación. En todas las naciones del Hemisferio Occidental, la prevención (p. ej., el agua potable) y la educación se relacionan significativamente con la expectativa de vida, pero ninguna de las "variables del tratamiento" se hallan relacionadas en tal forma. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes.htm#anchor1533919">30</a> Reuel A. Stallones, en Environment, Ecology, and Epidemiology, Pan American Healthy Organization Scientific Publication no. 231 (Washington, 30 de septiembre de 1971), muestra la existencia en los Estados Unidos de una fuerte correlación positiva entre una alta proporción de médicos en la población general y la alta tasa de enfermedades coronarias, en tanto que la correlación es fuertemente negativa en el caso de la enfermedad cerebro-vascular. Stallones señala que esto no quiere decir nada respecto de una posible influencia que pudieran tener los médicos en un caso o en el otro. La morbilidad y la mortalidad son partes integrantes del ambiente humano y no están relacionadas con los esfuerzos realizados para dominar cualquier enfermedad específica. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes.htm#anchor1534094">31</a> Alain Letourmy y François Gibert, Santé, environnement, consommations médicales: un modèle et son estimation á partir de données de mortalité; Rapport principal, París, CEREBE (Centre de Recherche sur le Bien-être), junio 1974. Compara las tasas de mortalidad en diferentes regiones de Francia; no están relacionadas con la densidad médica, y sí tienen una relación muy fuerte con el contenido de grasa en las salsas típicas de cada région, y en menor medida, con el consumo de alcohol. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes.htm#anchor1534459">32</a> En la actualidad, el estudio modelo sobre este asunto parece ser el de A.L. Cochrane, Effectiveness and Efficiency: Random Reflections on Health Services, Nuffield Provincial Hospitals Trust, 1972. Ver también British Medical Journal, 1974, vol. 4, p. 5. A. Querido, Efficiency of Medical Care, Nueva York, International Publications, 1963. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes.htm#anchor1534803">33</a> Jacques M. May, "Influence of Environmental Transformation in Changing the Map of Disease", en MM. Taghi Farvar y John P. Milton, comps., The Careless Technology, Garden City, N.Y. Natural History Press, 1972, pp. 19-34. May señala que la resistenica de los mosquitos a los insecticidas por una parte, y la resistencia de los parásitos a los agentes quimoterapéuticos, por otra, tal vez hayan creado un reto irresoluble a la adaptación humana. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes.htm#anchor1535098">34</a> Henry J. Parish, A History of Immunization, Edimburgo, Livingstone, 1965. Para documentación consultar la introducción histórica. La eficacia de la prevención con respecto a cualquier enfermedad específica debe distinguirse de su contribución al volumen de enfermedad: J.H. Alston, A New Look at Infectious Disease, Londres: Pitman, 1967, muestra cómo las infecciones son remplazadas por otras nuevas, sin reducción en el volumen total. Keith Mellanby, Pesticides and Pollution, Nueva York, Collins, 1967 demuestra en forma fácilmente comprensible cómo los mecanismos ingenieriles inventados para reducir una infección fomentan otras. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes.htm#anchor1535368">35</a> República de Cuba, Ministerio de la Salud Pública, Cuba Organización de los servicios y nivel de salud, La Habana, 1974, introducción de Fidel Castro. Una impresionante demostración del cambio en las pautas de mortalidad y morbilidad a lo largo de una década, durante la cual las principales infecciones en toda la isla resultaron significativamente afectadas por una campaña de salud pública. Nguyen Khac Vien, "25 Années d'activités médico-sanitaires", Études vietnamiennes, Hanoi, no. 25, 1970. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes.htm#anchor1535811">36</a> G.O. Sofoluwe, "Promotive Medicine: a Boost to the Economy of Developing Countries", Tropical and Geographical Magazine, 22, junio 1970, pp. 250-4. Durante los 30 años entre 1935 y 1968, la mayoría de las medidas curativas usadas contra las enfermedades parasitarias y las infecciones de la piel y los órganos respiratorios y contra la diarrea han dejado, "en general, inalteradas las características de la morbilidad". <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes.htm#anchor1535986">37</a> En Farvar y Milton, comps., The Careless Technology, varios autores destacan este punto específicamente con respecto al paludismo, la filariasis bancroftiana (Hamon), la esquistosomiasis (van der Schalie) y las infecciones genitourinarias (Farvar). <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes.htm#anchor1536142">38</a> Bruce Mitchel, Fluoridation Bibliography, Council of planning Librarians Exchange Bibliography no. 268, Waterloo, Ont., marzo 1972. Cubre el debate y en especial trata de la percepción del cientista social sobre el comportamiento de la gente en relación a la fluorización del agua en Canadá. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes.htm#anchor1536373">39</a> C.L. Meinert y otros, "A Study of the Effects of Hypoglycemic Agents on Vascular Complications in Patients with Adult-Onset Diabetes. II. Mortality Results, 1970", Diabetes 19, supl. 2, 1970, pp. 789-830. G.L. Knatterud y otros, "Effects of Hypoglycemic Agents on Vascular Complications in Patiens with Adult-Onset Diabetes", Journal of the American Medical Association 217, 1971, pp. 777-84. Cochrane, Effectiveness and Efficiency, comenta los dos últimos. Sugieren que la administración de tolbutamida y fenoformina es definitivamente perjudicial en el tratamiento de diabéticos maduros y que no hay ventaja alguna en suministrar insulina en vez de presciribir una dieta. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes.htm#anchor1536710">40</a> H. Oeser, Krebsbekämpfung: Hoffnung und Realität, Stuttgart, Thieme, 1974. Es hasta ahora, que yo sepa, la más útil introducción, para el lego o el médico general, a una evaluación crítica de la literatura mundial sobre la eficacia del tratamiento para el cáncer. Ver también N.E. McKinnon, "The Effects of Control Programs on Cancer Mortality", Canadian Medical Association Journal, 82, (1960), pp. 1308-12. K.T. Evans: "Breast Cancer Symposium: points in the Practical Management of Breast Cancer. Are Physical Methods of Diagnosis of Value?", British Journal of Surgery, 56, 1969, pp. 784-6. Bailar, John C., "Mammography: A Contrary View", Annals of Internal Medicine, Vol. 84, 1, enero, 1976, pp. 77-84. La difusión de la mamografía como medida de salud pública generalizada es prematura. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes.htm#anchor1536858">41</a> Edwin F. Lewison, "An Appraisal of Long-Term Results in Surgical Treatment of Breast Cancer", Journal of the American Medical Association, 186, 1963, pp. 975-8. "La característica más impresionante del tratamiento quirúrgico del cáncer de la mama es la notable similitud y sorprendente uniformidad de los resultados finales a largo plazo a pesar de técnicas terapéuticas ampliamente divergentes, de acuerdo a los informes de este país y el extranjero." Lo mismo puede decirse hoy. Costanza, Mary E., "Sounding Board. The Problem of Breast Cancer Prophylaxis", The New England Journal of Medicine, Vol. 293, 21, 20 de noviembre, 1975, pp. 1095-98. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes.htm#anchor1537029">42</a> Robert Sutherland, Cancer: the Significance of Delay, Londres, Butterworth, 1960, pp. 196-202. También Hedley Atkins y otros, "Treatment of Early Breast Cancer: a Report After Ten Years of Clinical Trial", British Medical Journal, 1972, vol. 2, pp. 423-9; también p. 417. D.P. Byar y el Veterans Administration Cooperative Urological Research Group, "Survival of Patients with Incidentally Found Microscopic Cancer of the Prostate: results of Clinical Trial of Conservative Treatment", Journal of Urology, 108, diciembre 1972, pp. 908-13. Una comparación hecha al azar de cuatro tratamientos (placebo, estrógeno, placebo y orquiectomía, y estrógeno y orquiectomía) no revela diferencias significativas entre ellos, ni tampoco en comparación con la prostatectomía radical. Para un amplio panorama de investigaciones análogas sobre el cáncer en diversos puntos, ver la anterior nota 40. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes.htm#anchor1537290">43</a> Ann G. Kutner, "Current Status of Steroid Therapy in Rheumatic Fever", American Heart Journal, 70, agosto de 1965, pp. 147-9. Rheumatic Fever Working Party of the Medical Research Council of Great Britain y Subcommittee of Principal Investigators of the American Council on Rheumatic Fever and Congenital Heart Disease, American Heart Association, "Treatment of Acute Rheumatic Fever in Children: a Cooperative Clinical Trial of ACTH, Cortisone and Aspirin", British Medical Journal, 1955, vol. 1, pp. 555-74. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes.htm#anchor1537519">44</a> Albert N. Brest, "Treatment of Coronary Occlusive Disease: Critical Review", Diseases of the Chest, 45, enero de 1964, pp. 40-45. Malcolm I. Lindsay y Ralph E. Spiekerman, "Reevaluation of Therapy of Acute Myocardial Infarction", American Heart Journal, 67, abril de 1964, pp. 559-64. Harvey D. Cain y otros, "Current Therapy of Cardiovascular Disease", Geriatrics, 18, julio de 1963, pp. 507-18. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes.htm#anchor1537930">45</a> H.G. Mather y otros, "Acute Myocardial Infarction: Home and Hospital Treatment", British Medical Journal, 1971, vol. 3, pp. 334-8. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes.htm#anchor1538328">46</a> Combined Staff Clinic, "Recent Advances in Hypertension", American Journal of Medicine, 39, octubre de 1965, pp. 634-8. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes.htm#anchor1538719">47</a> Algunos de los libros de texto más utilizados; Robert H. Moser, The Disease of Medical Progress: A Study of Iatrogenic Disease, 3a. ed., Springfield, Ill., Thomas, 1969. David M. Spain, The Complications of Modern Medical Practices, Nueva York, Grune and Stratton, 1963, H.P. Kümerle y N. Goossens, Klinik und Therapie der Nebenwirkungen, Stuttgart, Thieme, 1973, (1a. ed. 1960). R. Heintz, Erkrankungen durch Arzneimittel: Diagnostik, Klinik, Pathogenese, Therapie, Stuttgart, Thieme, 1966, Guy Duchesnay, Le risque thérapique, París, Doin, 1954. P.F. D'Arcy y J.P. Griffin, Iatrogenic Disease, Nueva York, Oxford University Press, 1972. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes.htm#anchor1538900">48</a> Con respecto a la evolución de la jurisprudencia relacionada con esta clase de perjuicios ver M.N. Zald, "The Social Control of General Hospitals", en B.S. Gerogopoulos, comp., Organization Research on Health Institutions, Ann Arbor, University of Michigan, Institute for Social Research, 1972. Ver también Angela Holder, Medical Malpractice Law, Nueva York, Wiley, 1974. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes.htm#anchor1539146">49</a> Tales efectos secundarios fueron estudiados por los árabes. Al-Razi (865-925 D.C.), médico jefe del Hospital de Bagdad, se ocupó del estudio médico de la yatrogénisis, según Al-Nadim en el Fihrist, cap. 7, sec, 3, en el tiempo de Al-Nadim (año 935), aún podían consultarse tres libros y una carta de Al-Razi sobre el tema. Los errores de objetivo de los médicos, De las purgas administradas a pacientes febriles antes del momento oportuno, Por qué razón los médicos ignorantes, el común de las gentes y las mujeres de las ciudades tratan ciertas enfermedades con más éxito que los hombres de ciencia y las excusas que ofrecen por esto los médicos, y la carta Por qué un médico inteligente no tiene facultades para curar todas las enfermedades, puesto que eso no está dentro del dominio de lo posible. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes.htm#anchor1539469">50</a> Ver también Erwin H. Ackerknecht, "Zur Geschichte der iatrogenen Krankheiten", Gesnerus, 27, 1970, pp. 57-63. Distingue tres olas o períodos, desde 1750, en que el estudio de la yatrogénesis se consideró importante dentro de la institución médica. Erwin H. Ackerknecht, "Zur Geschichte der iatrogenen Erkrankungen des Nervensystems", Therapeutische Umschau Revue thérapeutique, 27, no. 6, 1970, pp. 345-6. Una breve reseña de la preocupación médica con respecto a los efectos secundarios de los medicamentos sobre el sistema nervioso central, a partir de Avicena (980-1037) que estudió los del mercurio. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes.htm#anchor1539769">51</a> L. Meyler, Side Effects of Drugs, Baltimore, Williams and Wilkins, 1972. Adverse Reaction Titles, bibliografía mensual con títulos tomados de aproximadamente 3 400 publicaciones biomédicas de todo el mundo; editada en Amsterdam desde 1966. Allergy Information Bulletin, Allergy Information Association, Weston, Ontario. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes.htm#anchor1539769">52</a> P.E. Sartwell, "Iatrogenic Disease: An Epidemiological Perspecitve", International Journal of Health Services, 4, invierno de 1974, pp. 89-93. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes.htm#anchor1540009">53</a> Pharmaceutical Society of Great Britain, Identification of Drugs and Poisons, Londres, la Sociedad, 1965. Informes sobre la adulteración y el análisis de medicamentos. Margaret Kreig, Black Market Medicine, Englewood Cliffs, N.J., Prentice-Hall, 1967, informa que un porcentaje cada vez mayor de artículos vendidos por farmacias profesionales autorizadas son medicamentos falsificados inertes, que no pueden distinguirse por su envase ni su presentación del producto patentado. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes.htm#anchor1540255">54</a> Morton Mintz, By Prescription Only, 2a. ed., Boston, Beacon Press, 1967. (Para una descripción más completa de este libro ver más adelante, nota 98 del segundo capítulo, p. 92) Solomon Garb, Undesirable Drug Interactions, 1974-75, ed. revisada, Nueva York, Springer, 1975. Incluye información sobre inactivación, incompatibilidad, potencialización y endurecimiento de plasma, así como sobre la interferencia con la eliminación, con la digestión y con los procedimientos por exámenes. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes.htm#anchor1540541">55</a> B. Opitz y H. Horn, "Verhütung iatrogener Infektionen bei Schutzimpfungen", Deutsches Gesundheitswesen, 27/24, 1972, pp. 1131-6. Sobre las infecciones relacionadas con procedimientos de inmunización. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes.htm#anchor1540946">56</a> Harry N. Beaty y Robert G. Petersdorf, "Iatrogenic Factors in Infectious Disease", Annals of Internal Medicine, 65, octubre de 1966, pp. 641-56. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes.htm#anchor1541174">57</a> En los Estados Unidos, cada año ingresa a los hospitales un millón de personas, es decir, de 3 a 5 % del total de internados primordialmente a causa de reacciones negativas a los medicamentos. Nicholas Wade, "Drug Regulation: FDA Replies to Charges by Economists and Industry", Science, 179, 1973, pp. 775-7. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes.htm#anchor1541370">58</a> Eugene Vayda, "A Comparison of Surgical Rates in Canada and in England and Wales", New England Journal of Medicine, 289, 1973, pp. 1224-9, muestra que, en 1968, las tasas de operaciones en Canadá fueron 1.8 veces mayores para los hombres, y 1.6 para las mujeres, que en Inglaterra. Las operaciones que se practican a discreción, como la tonsilectomía y la adenoidectomía, la hemorroidectomía y la herniorrafía inguinal se registraron con frecuencia dos o más veces mayor. Las tasas de colecistectomoía fueron más de cinco veces superiores. Los determinantes principales tal vez sean las diferencias en el pago de servicios de salud y en la disponibilidad de camas de hospital y de cirujanos. Charles E. Lewis, "Variations on the Incidence of Surgery", New England Journal of Medicine, 281, 1960, pp. 880-4, encuentra variaciones de tres a cuatro veces en las tasas regionales por lo que respecta a seis operaciones comunes en los Estados Unidos. Se observó que el número de cirujanos disponibles era el factor significativo para predecir la incidencia de operaciones. Véase también James C. Doyle, "Unnecessary Hysterectomies: Study of 6248 Operations in Thirty-Five Hospitals During 1948", Journal of the American Medical Association, 151, 1953, pp. 360-5. James C. Doyle, "Unnecessary Ovariectomies: Study Based on the Removal of 704 Normal Ovaries from 546 Patients", Journal of the American Medical Association, 148, 1952, pp. 1105-11. Thomas H. Weller, "Pediatric Perceptions: The Pediatrician and Iatric Infectuous Disease", Pediatrics, 51, abril de 1973, pp. 595-602. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes.htm#anchor1541598">59</a> Clifton Meador, "The Art and Science of Nondisease", New England Journal of Medicine, 272, 1965, pp. 92-5. Para el médico acostumbrado a tratar únicamente con entidades patológicas, términos como el de "entidad no-patológica" o "no-enfermedad" son extraños y difíciles de entender. Este trabajo presenta una clasificación de no-enfermedades y los importantes principios terapéuticos fundados en este concepto. Las enfermedades yatrogénicas probablemente derivan von tanta frecuencia del tratamiento de no-enfermedades como del tratamiento de enfermedades. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes.htm#anchor1541790">60</a> Abraham B. Bergman y Stanley M. J. Stamm, "The Morbidity of Cardiac Nondisease in School Children", New England Journal of Medicine, 276, 1967, pp. 1008-13. Da un ejemplo particular del "limbo en el que las personas se dan cuenta, o bien otros perciben que ellas tienen una enfermedad no existente. Los malos efectos que acompañan algunas no-enfermedades son tan importantes como los que acompañan a las afecciones homólogas ... se calcula que la cantidad de incapacidades por no-enfermedad cardiaca en los niños es mayor que el derivado de cardiopatías reales". Véase también J. Andriola, "A Note on Possible Iatrogenesis of Suicide", Psychiatry, 36, 1973, pp. 213-18. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes.htm#anchor1542021">61</a> La yatrogénesis clínica tiene una larga historia. "Fuera desto no hay ley alguna que castigue esta ignorancia capital, ni exemplo alguno de venganza. Aprenden con nuestros peligros y hazen experiencias con nuestras muertes, y solamente al médico le es concedido matar al hombre sin algún castigo. Ante las quejas se tornan en vituperio y denuestro; y se da la culpa a nuestra intemperancia y desorden, y por una o por otra parte son argüidos y reprehendidos los que se mueren." Cayo Plinio Segundo, Historia Natural, II, 19, traducida y comentada por Francisco Hernández, México, UNAM, Comisión Francisco Hernández, tomo V, 1976, pág. 65. Aunque en realidad el derecho romano ya contenía algunas disposiciones contra los daños de origen médico, "damnum injuria datumper medicum". En Roma, la jurisprudencia hace al médico legalmente responsable no sólo por su ignorancia y negligencia, sino también por actuar chapuceramente. El médico que había operado a un esclavo no había vigilado debidamente su convalecencia, tenía que pagar el precio del esclavo y la pérdida de ingresos al amo durante el tiempo que se prolongara la enfermedad. Esas disposiciones no cubrían a los ciudadanos, per éstos podían demandar por su cuenta al médico por mal ejercicio profesional. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes.htm#anchor1542180">62</a> Montesquieu: De l'espirit des lois, libro XXIX, capítulo XIV, b. París, Bibl. de la Pléiade, 1951. El derecho romano ordenada castigar a los médicos por negligencia o falta de competencia (Lex Cornelia De Sicariis, Inst. iv, tit. 3, de lege Aquila 7). En esos casos, si el médico era persona de alguna fortuna o rango, únicamente se le desterraba, pero si era de baja condición se le sentenciaba a muerte. En nuestras instituciones se procede de otra manera. Las leyes romanas no se promulgaron bajo las mismas circunstancias que las nuestras: en Roma cualquier farsante ignaro se ponía a manipular medicamentos, pero entre nosotros los médicos están obligados a seguir un curso sistemático de estudio y a graduarse, por lo cual se supone que conocen su profesión. En este pasaje, el filósofo del siglo XVII muestra un optimismo enteramente moderno con respecto a la educación médica. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes.htm#anchor1542389">63</a> En el caso de los médicos internos alemanes, el tiempo que el paciente puede estar frente a su doctor se ha reducido ahora a 1.7 minutos por visita. Heinrich Erdmann, Heinz-Günther Overrath y Wolfgang y Thure Uxkull, "Organisationsprobleme der ärztlichen Krankenversorgung: Dargestellt am Beispiel einer medizinischen Universitätsklinik", Deutsches Ärzteblatt-Ärztliche Mitteilungen, 71, 1974, pp. 3421-6. En la práctica general, ese tiempo era (en 1963) de unos 3 minutos. Verse T. Geyer, Verschwörung, Hilchenbach, Medizinpolitischer Verlag, 1971, p. 30. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes.htm#anchor1542710">64</a> Para el aspecto más amplio del daño genético más que del daño individual, ver John W. Goffman y Arthur R. Tamplin, "Epidemiological Studies of Carcinogenesis by Ionizing Radiation", en Proceedings of the Sixth Berkeley Symposium on Mathematical Statistics and Probability, University of California, julio 1970, pp. 235-77. Es demasiado común la suposición de que, en caso de existir duda acerca de la magnitud de los efectos cancerígenos, es adecuado continuar exponiendo a los enfermos a los riesgos. Los autores muestran que no es adecuado, ni una buena práctica de salud pública, exigir comprobaciones epidemiológicas humanas antes de parar la exposición. El argumento en contra de ionizar la radiación de la generación nuclear de energía eléctrica puede aplicarse a todo tratamiento médico en el que existan dudas con respecto al impacto genético. La competencia de los médicos para establecer niveles de tolerancia para poblaciones enteras se debe cuestionar con fundamentos teóricos. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes.htm#anchor1542968">65</a> Para más datos y bibliografía, véase U.S. House of Representatives, Committee on Interstate and Foreign Commerce, An Overview of Medical Malpractice, 94º. Congr., 1a. Ses., 17 de marzo de 1975. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes.htm#anchor1543221">66 </a>El maltrato de los pacientes se ha hecho una rutina aceptada; véase Charles Butterworth, "Iatrogenic Malnutrition", Nutrition Today, marzo-abril 1974. Uno de los mayores focos de desnutrición no reconocida se encuentra, no en las barriadas rurales ni en los ghettos urbanos, sino en los cuartos y las salas de los hospitales de las grandes ciudades en Estados Unidos y Canadá. J. Mayer, "Iatrogenic Malnutrition", New England Journal of Medicine, 284, 1971, p. 1218. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes.htm#anchor1543664">67</a> George H. Lowrey, "The Problem of Hospital Accidents to Children", Pediatrics, 32, diciembre de 1963, pp. 1064-8. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes.htm#anchor1543837">68</a> J.T. McLamb y R.R. Huntley, "The Hazards of Hospitalization", Southern Medical Journal, 60, mayo de 1967, pp. 469-72. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes.htm#anchor1544161">69</a> "La enfermedad yatrogénica tiene casi siempre un fundamento neurótico": L. Israel, "La maladie iatrogène", en Documenta Sandoz, s.f. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes.htm#anchor1544542">70</a> La distinción entre varios niveles de yatrogénesis fue hecha por Ralph Audy: "Man-made maladies and medicine", en: California Medicine, noviembre de 1970, 113-15, págs. 48 a 53, reconoce que las enfermedades yatrogénicas forman únicamente un tipo de afecciones producidas por el hombre. Según su etiología, corresponden a diversas categorías. Las consecutivas al diagnóstico y al tratamiento, las relacionadas con actitudes y situaciones sociales y psicológicas, y las consecutivas a programas hechos por el hombre para luchar contra las enfermedades y su erradicación. Además de las entidades clínicas yatrogéncias, reconoce otras enfermedades que tienen etiología médica. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes.htm#anchor1544934">71</a> "Das Schicksal des Kranken verkörpert als Symbol des Schicksals der Menschheit im Stadium einer technischen Weltentwicklung": Wolfgang Jacob, Der kranke Mensch in der technischen Welt, IX. Internationaler Fortbildungskurs für praktische und wissenschaftliche Pharmazie der Bundesapothekerkammer in Meran, Frankfurt am Main, Werbe und Vertriebsgesellschaft Deutscher Apotheker, 1971. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes.htm#anchor1545268">72</a> James B. Quinn, "Next Big Industry: Environmental Improvement", Harvard Business Review, 49, septiembre-octubre de 1971, pp. 120-30. El autor cree que el mejoramiento ambiental se está convirtiendo en una dinámica y provechosa serie de mercados para la industria que pagan por sí mismos y que a la larga representarán una agregación importante a las entradas y el PNB. Los partidarios de los seguros contra el mal ejercicio profesional "sin culpa" utilizan implícitamente la misma argumentación en relación con el campo de la asistencia a la salud. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes.htm#anchor1545570">73</a> El término fue usado por Honoré Daumier (1810-79). Véase reproducción de su dibujo "Némésis médicale" en Werner Bloch, Der Arzt und der Tod in Bildern aus sechs Jahrhunderten, Stuttgart, Enke, 1966 y Rúmann, Arthur: H. Daumier, sein Holzschnittwerk, München, Delphin Verlag, 1914.Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/09441389031398551167noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5370819243455530431.post-22824263476694021422013-01-17T19:43:00.001-08:002013-01-17T19:43:09.233-08:00PARTE II. YATROGÉNESIS SOCIALPARTE II. YATROGÉNESIS SOCIAL<br /> Notas <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2.htm#anchor288277">1</a> Judith P. Swazey y Renée Fox, "The Clinical Moratorium: A Case Study of Mitral Valve Surgery", en Paul A. Freund, comp. Experimentation with Human Subjects, Nueva York, Braziller, 1970, pp. 315-57. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2.htm#anchor288465">2 </a>Francisco Goya, en Los Caprichos, la serie de grabados de 1786, muestra a un hombre dormido en su escritorio con la cabeza sobre los brazos cruzados, mientras monstruos lo rodean. La inscripción en el escritorio dice "El sueño de la razón produce monstruos". René Dubos usa este cuadro como frontispicio de su libro The Mirage of Health (ver cap. anterior, nota 3, p. 21). La imagen ilustra su tesis, que yo intento desarrollar en el presente libro. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2.htm#anchor291572">3 </a>Morton Mintz, The Pill: An Alarming Report, Boston, Beacon Press, 1970. Modelo para un estudio de la medicina por un reportero periodístico que sabe combinar estudios en medicina con información significativa que ha sido pasada por alto, reprimida o velada en la literatura médica. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2.htm#anchor291829">4 </a>Francis D. Moore, "The Therapeutic Innovation: Ethical Boundaries in the Initial Clinical Trials of New Drugs and Surgical Procedures", en Freund, comp., Experimentation with Human Subjects, pp. 358-78. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2.htm#anchor298074">5</a> Un ejemplo de la necesidad de este control externo sobre el progreso profesional podría ser útil, Peter R. Breggin, "The Return of Lobotomy and Psychosurgery", U.S. Government, Washington, Congressional Record 118 (24 de febrero de 1972), pp. 567-77, presenta una reseña realmente estremecedora de la vasta literatura sobre el actual resurgimiento de la lobotomía en los Estados Unidos y en el resto del mundo. La primera ola se dirigió sobre todo (2/3) a pacientes femeninas de hospitales de gobierno y cobró 50000 personas tan sólo en los Estados Unidos antes de 1964. Se dispone de nuevos métodos para destruir partes del cerebro por medio de ondas ultrasónicas, coagulación eléctrica e implantación de semillas de radio. La técnica se promueve para tranquilizar a los ancianos con el fin de hacer menos costosa su institucionalización; para controlar niños hiperactivos, y para reducir fantasías eróticas y la tendencia a los juegos de azar. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2.htm#anchor303057">6</a> Cada sociedad tiene su "nosología" -o clasificación de enfermedades- característica. El alcance de las condiciones clasificadas como enfermedad, y el número y las especies de enfermedades enlistadas, cambian con la historia. La nosología oficial o médica reconocida en una sociedad puede estar desajustada en un alto grado con respecto a la percepción de la enfermedad compartida por una o varias clases de la sociedad. Véase Michel Foucault, The Birth of the Clinic, trad. A.M. Sheridan Smith, Nueva York, Pantheon, 1973. Versión española, El nacimiento de la clínica, México, siglo XXI. En nuestra sociedad la nosología se halla casi totalmente medicalizada; la salud enferma que no ha recibido etiqueta del médico se desecha como fingimiento o ilusión. Mientras se trate la enfermedad yatrogénica como una pequeña categoría dentro de la nosología establecida, no se podrá apreciar su contribución al volumen total de enfermedades reconocidas. Zola, Irving Kenneth, "Medicine as an Institution of Social Control", The Sociological Review, Vol. 20, No. 4 (nueva serie), noviembre, 1972, p. 487-509. "El tema de este ensayo es que la medicina se está transformando en una de las principales instituciones de control social, afectando, si es que no incorporando, las instituciones más tradicionales de la religión y el derecho. Se está transformando en el nuevo depositario de la verdad, el lugar donde se emiten juicios absolutos y a menudo definitivos, de parte de expertos supuestamente neutrales desde un punto de vista moral y objetivo... En el nombre de la salud." Este ensayo llegó tarde a mis manos, y no tuve ocasión de indicar que lo que yo denomino "medicalización" de la sociedad con el sentido que se le da en este libro, se ha aplicado al mismo fenómeno en este ensayo brillante y denso. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2.htm#anchor1619916">7</a> Uso el término "intensidad" para designar un aumento que puede marcarse por medio de números pero no medirse directamente. El miedo que paraliza no es en modo alguno superior a un miedo menor que impulsa a la huida. Fernand Renoitre, Eléments de critique des sciences et de cosmologie, curso publicado por el Institut Supérieur de Philosophie, Louvain, 1947, pp. 129-130. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2.htm#anchor1619731">8</a> Para un análisis más sistemático del término "monopolio radical" según se aplica a las instituciones profesionales, véase Iván Illich, La convivencialidad, Barcelona, Barral, 1974, cap. 3, sec. 2, pp. 74-81. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2.htm#anchor310229">9</a> Un ejemplo: Más o menos hasta 1969, las tabletas de penicilina G podían adquirirse a un precio muy bajo en las farmacias mexicanas bajo su nombre genérico. Desde entonces han desaparecido del mercado. La Farmacopea Mexicana no registra ninguna penicilina G pura para uso oral, ni siquiera en preparaciones de marca registrada. Sólo pueden adquirirse preparaciones compuestas considerablemente más costosas. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2.htm#anchor308864">10</a> John Blake, comp., Safeguarding the Public: Historical Aspects of Medical Drug Control, Papers from a Conference Sponsored by the National Library of Medicine Baltimore, Johns Hopkins, 1970. Sobre el proceso por el cual la profesión médica desarrolló su auto-imagen de cuidadora benévola, ver L. Edelstein, The Hippocratic Oath, Baltimore, Johns Hopkins, 1943. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2.htm#anchor320100">11</a> Para la distinción clásica entre valor de cambio y valor de uso consultar Karl Marx, El Capital, México, FCE, 1972 vol. 1, cap. 1, especialmente sec. 4. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2.htm#anchor321786">12</a> Michel Bosquet, "Quand la médecine rend malade: La terrible accusation d'un groupe d'experts", Le Nouvel Observateur, no. 519, 1974, pp. 84-118, y no. 520, 1974, pp. 90-130. Este artículo muestra cómo la yatrogénesis social es fundamentalmente el resultado de la función de coartada ejercida por el monopolio médico sobre el papel de enfermo. Drucker, Ernest, y Sidel, Victor, "The Communicable Disease Model of Heroin Addiction: A Critique", presentado originalmente en el Annual Meeting of the American Public Health Assoc., noviembre de 1973; revisado para publicación en septiembre de 1974, American Journal Drug and Alcohol Abuse, Vol. 1, No. 3, 1974, pp. 301-311. Muestra cómo se usa la epidemiología en nuestra sociedad para justificar muchas formas de corrupción "enfermizante" para "caer" sobre pequeños grupos de víctimas en estas condiciones. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2.htm#anchor324005">13</a> Paul Ramsey, Fabricated Man: The Ethics of Genetic Control, New Haven, Connecticut, Yale University Press, 1970, arguye que hay cosas que podemos hacer y que no deberían hacerse. Excluir estas cosas es una condición necesaria para salvaguardar al hombre del envilecimiento total por el control técnico. Ramsey llega a esta conclusión sobre tipos específicos de técnicas médicas. Yo presento el mismo argumento, pero con respecto a la intensidad global de la empresa médica. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2.htm#anchor325365">14</a> P.M. Brunetti, "Health in Ecological Perspective", Acta Psychiatrica Scandinavia 49, fasc. 4, 1973, pp. 393-404. Brunetti argumenta que la concentración del poder y la dependencia con respecto a la energía extrametabólica pueden hacer el medio vital inhabitable para los seres cuya integración depende del ejercicio de su autonomía. La medicina se utiliza para racionalizar esta transferencia. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2.htm#anchor328349">15</a> Renée Fox, "Illness", en International Encyclopedia of the Social Sciences, 1968, vol. 7, p. 90-6. Una excelente introducción a la evolución de este concepto. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2.htm#anchor329397">16</a> Talcott Parsons, The Social System, Nueva York, Free Press, 1951, pp. 428 y sigs., contiene la formulación clásica del papel de enfermo. Miriam Siegler y Humphrey Osmond, Models of Madness, Models of Medicine, Nueva York, Macmillan, próximo a publicarse, comparan diversos modelos para la desviación inhabilitante y piden, por razones políticas, la expansión relativa del papel parsoniano de enfermo basándose en que crea por sí solo un derecho al tratamiento. Para la petición contraria véase el libro en preparación aún sin título, de Niels Christie sobre la contraproductividad de la terapéutica. (Para obtener el manuscrito escribir a Niels Christie, Facultad de Leyes y Jurisprudencia, Universidad de Oslo). <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2.htm#anchor332417">17</a> Forrest E. Clements, "Primitive Concepts of Disease", University of California Publications in American Archaeology and Ethnology 32, no. 2, 1932, pp. 185-252. Las etiologías comunes corresponden a cuatro categorías principales: (1) brujería, (2) violación de tabú, (3) intrusión de un objeto extraño, (4) pérdida del alma. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2.htm#anchor332626">18</a> Eliot Freidson, "Disability as Deviance", en M.B. Sussman, comp., Sociology and Rehabilitation, Washington: American Sociological Association, 1966, pp. 71-99. El diagnóstico profesional tiende simplemente a dar validez a las percepciones legas del valor atribuido a ciertos individuos. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2.htm#anchor332826">19</a> Harold Garfinkel, "Conditions of Successful Degradation Ceremonies", American Journal of Sociology 61, marzo 1956, pp. 420-44. En nuestra sociedad las ceremonias públicas de degradación fuera de los juzgados son más bien escasas. Pero la medicina, incluso hoy día, impone la evaluación pública a características consideradas tan esenciales como el autocontrol o la sexualidad.<br /> <br /> <a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2.htm#anchor333033">20</a> Louis Lewin, The Untoward Effects of Drugs, trad. W.T. Alexandre, Detroit, Davis, 1883. No obstante su temprana fecha, éste sigue siendo un libro de lectura fascinante, lleno de notas históricas. Enlista víctimas de la medicina desde el capitán de guardias de Nerón (mosca española) hasta Otto II (áloe) y Avicena (enema de pimienta). <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2.htm#anchor338893">21</a> Sobre el doble significado de este término desde los textos arcaicos hasta el corpus hipocrático, ver Walter Artelt, Studien zur Geschichte der Begriffe "Heilmittel" und "Gift": Urzeit-Homer-Corpus Hippocraticum, Darmstadt, Wissenschaftliche Buchgesellschaft, 1968. John D. Gimlette, Malay Poisons and Charm Cures, Kuala Lumpur, Oxford University Press, 1971; John D. Gimlette y H.W. Thompson, A Dictionary of Malay Medicine, Kuala Lumpur, Oxford University Press, 1971: ambos volúmenes forman una introducción fascinante a la misma ambigüedad en un mundo enteramente distinto. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2.htm#anchor1623724">22</a> Judith Lorber, "Deviance as Performance: The Case of Illness", en Eliot Freidson y Judith Lorber, comps., Medical Men and Their Work, Chicago, Aldine, 1972, pp. 414-23. Discute los intentos de la persona desviada por producir una impresión que ella espera que conducirá a la imposición de cierta etiqueta más que otra. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2.htm#anchor341587">23</a> Thomas S. Szasz, "The Psychology of Persistent Pain: A Portrait of L'Homme Douloureux", en A. Soulairac, J. Cahn y J. Charpentier, comps., Pain, Proceedings of the International Symposium Organized by the Laboratory of Psychophysiology, Faculty of Sciences, Paris, April 11-13, 1967, Nueva York, Academic Press, 1968, pp. 93-113. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2.htm#anchor344732">24</a> Mark G. Field, "Structured Strain in the Role of the Soviet Physician", American Journal of Sociology 58, 1953, pp. 493-502. Describe una situación en la que el gobierno racionó los pases médicos que tenían gran demanda entre los obreros sobrecargados de trabajo. Los médicos se vieron forzados a reajustar la definición de enfermedad para equilibrar el interés de los obreros frente a las exigencias del proceso de producción. Thomas S. Szasz "Malingering: Diagnosis or Social Condemnation?" en Freidson y Lorber, comps., Medical Men and Their Work, pp. 353-68. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2.htm#anchor347288">25</a> Edwin S. Shneidman, "Orientation Towards Death: A Vital Aspect of the Study of Lives", en Robert W. White, comp., The Study of Lives: Essays on Personality in Honor of A. Murray, Nueva York, Atherton, 1963. Para la clasificación de la muerte con intención y su legitimidad y para más literatura sobre el tema, ver Gregory Zilboorg, "Suicide Among Civilized and Primitive Races", American Journal of Psychiatry 92, mayo 1936, pp. 1347-69. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2.htm#anchor347464">26</a> Los farmacéuticos, por ejemplo, no serán condenados por envenenar a sus clientes. Ver Earl R. Quinney, "Occupational Structure and Criminal Behavior: Prescription Violation by Retail Pharmacists", Social Problems 11, 1963, pp. 179-85. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2.htm#anchor350749">27</a> Howard S. Becker, Outsiders: Studies in the Sociology of Deviance, Nueva York, Free Press, 1963. Clarifica las conexiones entre la orientación terapéutica de una ocupación o profesión y el "empresarismo". <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2.htm#anchor351466">28</a> Joseph R. Gusfield, "Social Structure and Moral Reform: A Study of the Woman's Christian Temperance Union", American Journal of Sociology 61, noviembre 1955, pp. 221-32. Los cruzados morales siempre se obsesionan con mejorar a aquellos a quienes pretenden beneficiar. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2.htm#anchor351979">29 </a>Frank Tannenbaum, Crime and the Community, Nueva York, Columbia University Press, 1938. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2.htm#anchor354230">30</a> Wilbert Moore y Gerard W. Rosenblum, The Professions: Roles and Rules, Nueva York, Russell Sage, 1970. Ver especialmente el cap. 3, de esta abarcadora guía a la literatura sobre el tema. "The professionalization of Occupations". <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2.htm#anchor354788">31</a> William J. Goode, "Encroachment, Charlatanism, and the Emerging Professions: Psychology, Medicine, and Sociology", American Sociological Review 25, diciembre de 1960, pp. 902-14. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2.htm#anchor358704">32</a> Ver Miriam Siegler y Humphrey Osmond, "Aesculapian Authority", Hastings Center Studies 1, no. 2, 1973, pp. 41-52. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2.htm#anchor359208">33</a> Eliot Freidson, Profession of Medicine: A Study of the Sociology of Applied Knowledge, Nueva York, Dood, Mead, 1971, pp. 208 y sigs. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2.htm#anchor371481">34</a> June Goodfield, "Reflections on the Hippocratic Oaths", Hastings Center Studies 1, no. 2, 1973, pp. 79-92. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2.htm#anchor372718">35</a> La ley ha tenido poca experiencia con el problema de seleccionar a un individuo para que viva y con ello condenar a otros a morir. Se ha encontrado culpables de homicidio a marineros que, en un bote salvavidas que hacía agua, ayudaron a arrojar al mar a 14 de 41 pasajeros (U.S. vs Holmes, 1842). Hasta ahora el silencio del poder judicial de los Estados Unidos, combinado con el silencio de la legislatura, parece implicar una preferencia por dejar las decisiones que impliquen selección para la sobrevivencia a procesos no sujetos al análisis legal. Pero hay demandas crecientes de crear una norma legal que proteja a los individuos que buscan un tratamiento que se dice que prolonga la vida, contra los prejuicios y las arbitrariedades de los profesionistas. Véase más adelante, nota 206, p. 140. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2a.htm#anchor379342">36</a> Seymour E. Harris, The Economics of American Medicine, Nueva York, MacMillan, 1964. Una detallada reseña del costo de servicios, medicamentos, diversos niveles de mano de obra, y hospitales posee valor histórico con respeto al período entre 1946 y 1961, durante el cual los costos de la asistencia a la salud subieron en un 380%. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2a.htm#anchor382403">37 </a>Robert W. Hetherington, Carl E. Hopkins y Milton I. Romer, Health Insurance Plans: Promise and Performance, Nueva York, Wiley, 1975. Los Estados Unidos se hallan dominados por una galaxia de planes para la salud, autónomos y a menudo competitivos, que a veces son comerciales, a veces patrocinados por los abastecedores, y a veces organizados siguiendo la línea de la práctica de grupo. Para la mayoría de los ciudadanos, todo esto se suple con cierta protección a través de los seguros nacionales de salud. Esta evaluación de las reacciones de los clientes a las diversas posibilidades muestra cuán poco difieren éstas en realidad. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2a.htm#anchor383213">38</a> Martin S. Feldstein, The Rise Cost of Hospital Care, Washington, D.C., Information Resources, 1971. La asistencia en hospitales ha superado con mucho el alza en los honorarios médicos. El costo general de la asistencia médica ha subido con mayor rapidez que el costo medio de todos los bienes y servicios en el índice de precios al consumidor. Los costos de prescripción y de medicamentos son los que menos han subido. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2a.htm#anchor387959">39</a> CREDOC (Centre de recherches et de documentation sur la consommation), Evolution de la structure des soins médicaux, 1959-1972, París, 1973. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2a.htm#anchor389172">40</a> "Krankheitskosten: 'Die Bombe tickt'; Das westdeutsche Gesundheitswesen", 1. "Der Kampf um die Kassen-Milliarden"; 2. "Die Phalanx der niedergelassenen Ärzte", Der Spiegel, no. 19, 1975, pp. 54-66; no. 20, 1975, pp. 126-42. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2a.htm#anchor389884">41</a> Una excelente introducción general a la explosión de costos en la asistencia a la salud es R. Maxwell, Health Care: The Proving Dilemma; Needs v. Resources in Western Europe, the U.S., and the U.S.S.R., Nueva York, McKinsey An Co., 1974. Ian Douglas-Wilson y Gordon McLachlan, comps., Health Service Projects: An International Survey, Boston, Little, Brown, 1973. Esta comparación internacional muestra "la extrema heterogeneidad en la organización e ideología" de diferentes sistemas. En todas partes "la racionalización es motivada, no por políticas de derecha o de izquierda, sino por la simple necesidad de asegurar un uso más eficaz de recursos escasos y costosos". Ningún país puede sostener indefinidamente aumentos no controlados en los fondos destinados al tratamiento de la enfermedad. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2a.htm#anchor390753">42</a> Louise Russell y otros, Federal Health Spending, 1969-74, Washington, D.C.; Center for Health Policy Studies, National Planning Association, 1974. Para comparar véase, B. Able Smith, An International Study of Health Expenditures and Its Relevance for Health Planning, Public Health Paper no. 32, Ginebra, World Health Organization, 1967. Basado en un cuestionario a los ministerios, este trabajo reemplaza a otro anterior del mismo autor, Paying for Health Services, y proporciona datos para el estudio de tendencias. Herbert E. Klarman, The Economics of Health, Nueva York, Columbia University Press, 1965, presenta un análisis cualitativo de la demanda, abastecimiento y organización en los Estados Unidos, con una amplia guía bibliográfica. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2a.htm#anchor393805">43</a> John Bryant, Health and the Developing World, Ithaca, NY., Cornell University Press, 1969. Una imagen de la asistencia a la salud en los países que reciben ayuda internacional. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2a.htm#anchor395165">44</a> Para documentación reunida por administradores profesionales, ver Bruce Balfe y otros, Resource Material on the Socio-economic and Business Aspects of Medicine, Chicago, Center for Health Services R and D, American Medical Association, 1971. Para orientación sobre materiales actuales, sobre todo estadunidenses acerca de economía médica, desde informes de investigación hasta artículos en la revista Time, ver American Medical Association, Medical Socioeconomic Research Sources, 12 números por año desde 1970. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2a.htm#anchor397143">45</a> Feldstein, Rising Cost of Hospital Care. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2a.htm#anchor399384">46</a> John H. Knowles, "The Hospital", Scientific American 229, septiembre 1973, pp. 128-137. Contiene diagramas y gráficas relativos a la evolución de los gastos de hospital. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2a.htm#anchor400436">47</a> Martin S. Feldstein, "Hospital Cost Inflation: Study of Nonprofit Price Dynamics", American Economic Review 61, diciembre 1971, pp. 853-76. Para una predicción complemetaria de un aumento ulterior en la medicina a base de capital intensivo ver Dale L. Hiestand, "Research into Manpower for Health Services", Milbank Memorial Fund Quarter 44, octubre 1966, pp. 146-81. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2a.htm#anchor403841">48</a> Robert Rushmer, Medical Engineering: Projections for Health Care Delivery, Nueva York, Academic Press, 1972, p. 115. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2a.htm#anchor405603">49</a> Victor R. Fuchs, Who Shall Live? Health, Economics and Social Choice, Nueva York Basic Books, 1974, p. 15. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2a.htm#anchor407006">50</a> W.H. Forbes, "Longevity and Medical Costs", New England Journal of Medicine 277, 1967, pp. 71-8. La longevidad se mide como "promedio de tiempo de vida restante". Ha permanecido casi constante entre 1947 y 1965, pero la tasa en los Estados Unidos, comparada con la de otros países industrializados, descendió notablemente para los hombres y ligeramente para las mujeres. "Ya no existe (en 30 países estudiados) ninguna relación significativa entre el dinero gastado en la salud y la longevidad de la población." Ver también P. Longone, "Mortalité et morbidité", Population et Société, no. 43, enero 1972. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2a.htm#anchor1632818">51</a> Victor Cohen, "More Hospitals to Fill: Abuses Grow", Technology Review, octubre-noviembre 1973, pp. 14-16. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2a.htm#anchor1632662">52</a> Robert F. Rushmer, Medical Engineering: Projections for Health Care Delivery, Nueva York, Academic Press, 1972, expresa la esperanza de que el próximo aumento en financiamiento federal cree un nuevo mercado de refacciones, desde realzadores del seno hasta corazones artificiales. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2a.htm#anchor1633005">53</a> Feldstein, Rising Costs of Hospital Care. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2a.htm#anchor1633207">54</a> William A. Glaser, Paying the Doctor: Systems of Remuneration and Their Effects, Baltimore, Johns Hopkins, 1970. Consulte este análisis comparativo, que abarca todo el país, para el impacto de diversos métodos de pago sobre la carestía del médico. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2a.htm#anchor1633437">55</a> John y Sylvia Jewkes, Value for Money in Medicine, Oxford, Blackwell, 1963, pp. 30-7, argumentan: "Podría ser que, a medida que el electorado gane en sofisticación, se dará cuenta que de hecho tiene que pagar por servicios gratuitos"; también que la prevención relativamente barata a través de hábitos cotidianos más saludables resulta más eficaz que la compra de reparaciones. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2a.htm#anchor1633798">56</a> Fuchs, en Who Shall Live?, cap. 3, aboga por certificados a instituciones como sustituto al otorgamiento de certificados a individuos. Bajo tal sistema, las instituciones de asistencia médica recibirían certificados del estado y tendrían libertad para contratar y usar el personal que cada una considerase adecuado. Este sistema distribuiría con mayor eficacia los recursos y proporcionaría mayor movilidad vertical en los empleos. Pero se debilitaría el control del médico sobre la asistencia producida y distribuida por otras personas. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2a.htm#anchor1637499">57</a> Para una bibliografía sobre la medicina socializada en Gran Bertaña, consulte Freidson, Profession of Medicine, p. 34, n. 9. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2a.htm#anchor1638423">58</a> Michael H. Cooper, Rationing Health Care, Londres, Halsted Press, 1975. Un intento sobrio, crítico y vivaz de realizar una revisión económica general de la naturaleza y los problemas de los primeros 26 años del Servicio Nacional de Salud Británico. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2a.htm#anchor1638669">59</a> Y. Lisitsin, Health Production in the USSR, Moscú, Progress Publisher, 1972. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2a.htm#anchor1640529">60</a> Mark G. Field, Soviet Socialized Medicine: An Introduction, Nueva York, Free Press, 1967. Una introducción clásica con datos de hace 12 años al sistema médico soviético. Las pp. ix-xii proporcionan una orientación crítica sobre la literatura alemana, inglesa y francesa, y el cap. 5, referencias sobre el retorno de prioridades sociales a prioridades curativas. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2a.htm#anchor1640689">61</a> Ver adelante, nota 64. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2a.htm#anchor1640825">62</a> John Frey, Medicine in Three Societies, MTP, Aylesbury, Inglaterra, 1974. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2a.htm#anchor1640962">63</a> Mark G. Field, "Soviet and American Approaches to Mental Illness: A Comparative Perspective", Review of Soviet Medical Sciences 1, 1964, pp. 1-36. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2a.htm#anchor1641108">64</a> Joachim Israel, "Humanisierung oder Bürokratisierung der Medizin?" Neue Gesellschaft 21, 1974, pp. 397-404. Proporciona un inventario de 15 fuertes tendencias hacia la burocratización de la vida, que en la medicina adquiere formas específicamente relacionadas con la salud y amenaza a la gente por igual en la República Federal Alemana y en la URSS. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2a.htm#anchor1641302">65 </a>Odin W. Anderson, Health Care: Can There Be Equity? The United States, Sweden, and England, Nueva York, Wiley, 1972. Los tres sistemas examinados avanzan hacia la misma clase de burocracia, a costos comparables, pero la equidad en el acceso es mucho más baja en los Estado Unidos. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2a.htm#anchor1645133">66</a> International Bank for Reconstruction and Development, Health Sector Policy Paper, Washington, D.C., marzo 1975. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2a.htm#anchor1645469">67</a> No debe pasarse por alto que las escuelas de medicina en los países pobres constituyen uno de los medios más eficaces para la transferencia neta de dinero a los países ricos. O. Ozlak y D. Caputo, "The Migration of Medical Personnel from Latin America to the U.S.: Towards an Alternative Interpretation", ponencia presentada en la Conferencia Panamericana de Planificación de Salud y de Mano de Obra, Ottawa, Canadá, 10-14 de septiembre de 1973. (No pude verificar la referencia.) Los autores estiman que la pérdida neta anual para el total de América Latina, debida al flujo de médicos hacia los Estados Unidos es de 200 millones de dólares, suma igual a la asistencia médica total otorgada por los Estados Unidos a América Latina durante la primera década del desarrollo, es decir, el período que se inició con la "Alianza para el Progreso". Hossain A. Ronaghy, Kathleen Cahill y Timothy D. Baker, "Physician Migration to the United States: One Country's Transfusion is Another Country's Hemmorrhage", Journal of the American Medical Association 227, 1974, pp. 538-42, proporciona información sobre la emigración de estudiantes iranios de la universidad en que se graduaron. Oscar Gisha, comp., Doctor Migration and World Health, Ocassional Papers on Social Administration no. 43, Social Administration Research Trust, Londres, Bell, 1971. Stephen S. Mick, "The Foreign Medical Graduate", Scientific American 232, febrero 1975, pp. 14-22. Actualmente hay 58000 médicos importados que ejercen en los Estados Unidos; el número de los médicos con licencia completa se ha cuadruplicado. En las regiones del Medio Atlántico, del Norte Central y de Nueva Inglaterra, son más que los médicos nativos, la India, las Filipinas, Italia y Canadá pagaron cada uno la educación completa de más de 3000 de ellos; Argentina, Corea del Sur y Tailandia, entre otros países, la de más de mil cada uno. N.B.: La preparación de un médico peruano cuesta alrededor de seis mil veces lo que cuesta la educación de un típico campesino peruano. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2a.htm#anchor1645766">68</a> En Ghana, el Hospital Central absorbía 149 de los 298 médicos disponibles para los servicios oficiales de salud, pero sólo alrededor del 1% de pacientes había sido oficialmente referido por personal médico ajeno al hospital. M.J. Sharpston, "Uneven Geographical Distribution of Medical Care, a Ghanaian Case Study", Journal of Development Studies 8, enero 1972, pp. 205-22. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2a.htm#anchor1648537">69</a> Para un estudio útil de investigación de ciencias sociales en América Latina, véase Arthur Rubel, "The Role of Social Science Research in Recent Health Programs in Latin America", Latin American Research Review 2, 1966, pp. 37-56. Dieber Zschock, "Health Planning in Latin America: Review and Evaluation", Latin American Research Review 5, 1970, pp. 35-56. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2a.htm#anchor1648662">70</a> Victor R. Fuchs, "The Contribution of Health Services to the American Economy", Milbank Memorial Fund Quarterly 44, octubre 1966, pp. 65-103. Fuchs deja muy claro este punto. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2a.htm#anchor1649880">71</a> Para orientación véase Joshua Horn, Away with all Pests: An English Surgeon in People's China, 1954-1969, Nueva York Monthly Review Press, 1971. Victor W. y Ruth Sidel, "Medicine in China: Individual and Society" Hastings Center Studies 2, no. 3, 1974, pp. 23-36. Victor Sidel, "The Barefoot Doctors of the People's Republic of China", New England Journal of Medicine 286, 1972, pp. 1292-1300. A.J. Smith, "Medicine in China" (5 artículos), British Medical Journal, 1974, no. 2, pp. 367-70, y los cuatro números siguientes. Carl Djerassi, "The Chinese Achievement in Fertility Control", Bulletin of the Atomic Scientists, junio 1974, pp. 17-24. Paul T.K. Lin, "Medicine in China", Center Magazine, Santa Bárbara, Calif., mayo-junio, 1974. M.H. Liang y otros, "Chinese Health Care: Determinants of the System", American Journal of Public Health 63, febrero 1973, pp. 102-10. El de Horn es todavía el mejor informe redactado en primera persona. Los de Sidel y Smith son informes de médicos viajeros a sus colegas. Djerassi proporciona valiosos datos internos sobre la condición de la contracepción. Lin llama la atención sobre los nuevos retos creados por Ralph C. Croizier, Traditional Medicine in Modern China: Science Nationalism, and the Tension of Culture Change, Cambridge, Harvard University Press, 1968. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2a.htm#anchor1650773">72</a> David Lampton, Health, Conflict, and the Chinese Political System. Michigan Papers in Chinese Studies, No. 18, Ann Arbor, University of Michigan, Center for Chinese Studies, 1974. A partir de 1971, grupos de intereses en competencia, cada uno tratando de maximizar la realización de sus valores, han ayudado a restablecer en parte la medicina del modelo burocrático de antes de 1968. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2a.htm#anchor1650917">73</a> Instrumentos para un estudio ulterior de la asistencia contemporánea a la salud en China: Joseph Quinn, Medicine and Public Health in the People's Republic of China, U.S. Department of Health, Education, and Welfare no. NIH 73-67. Fogarty International Center, A Bibliography of Chinese Sources on Medicine and Public Health in the People's Republic of China: 1960-1970, Department of Health, Education, and Welfare, publication no. NIH 73-439. American Journal of Chinese Medicine. P.O. Box 555, Garden City, NY. 11530. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2a.htm#anchor1651097">74</a> Vicente Navarro, "The Underdevelopment of Health or the Health of Underdevelopment: An Analysis of the Distribution of Human Health Resources in Latin America", International Journal of Health Services 4, no. 1, 1974, pp. 5-27. La escasez de la asistencia a la salud es consistente con la escasez general de productos industriales que favorece a una lumpenburguesía urbana y empresarial dependiente de sus homólogas extrajeras. Este trabajo se basa en una ponencia presentada en la Conferencia Panamericana sobre Planeación de Salud y Mano de Obra en Ottawa, Canadá, 10-14 de septiembre de 1973. Una versión modificada aparece en el número de Politics and Society correspondiente a la primavera de 1974. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2a.htm#anchor1651483">75</a> B. Shenkin, "Politics and Medical Care in Sweden: The Seven Crowns Reform", New England Journal of Medicine 288, 1973, pp. 555-559. Para antecedentes consultar Ronald Huntford, The New Totalitarians, Nueva York, Stein and Day, 1972. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2a.htm#anchor1651848">76</a> Roy A. y Zhores Medvedev, A Question of Madness, Nueva York, Knopf, 1972, se quejan de que la naturaleza de la sociedad es tal que por lo menos dos profesiones, la medicina y la abogacía, no son parte del sistema estatal. La centralización totalitaria de los servicios médicos, si bien ha introducido el principio progresivo de asistencia gratuita para todos, ha hecho posible asimismo utilizar la medicina como un medio de control gubernamental y regulación política. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2a.htm#anchor1652025">77</a> David R. Hyde y otros, "The American Medical Association: Power, Purpose, and Politics in Organized Medicine", Yale Law Journal 63, mayo 1954, pp. 938-1022. Hyde es un antiguo crítico cuyo pensamiento es todavía valioso. Richard Harris, A Sacred Trust, Baltimore, Penguin, 1969. Una historia de la batalla inteligente y costosa que la Asociación Médica Americana libró en los años sesenta contra la legislación de la salud pública. Elton Rayack, Professional Power and American Medicine: The Economics of the American Medical Association, Cleveland, World Pub., 1967, describe cómo los cabilderos de la Asociación Médica Americana utilizan la extorsión y la conspiración para conservar un firme control sobre la certificación y la fijación de normas para cada producto que los médicos consideran relacionado con la salud. Este control remueve todo límite a su poder. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2a.htm#anchor1652198">78</a> Sobre las razones que anuncian la sindicalización de los médicos, véase S. Kelman, "Towards a Political Economy of Medical Care", Inquiry 8, no. 3, 1971, pp. 30-8; también la nota 76. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2a.htm#anchor1656903">79</a> Lewis Mumford, The Pentagon of Power, vol. 2, The Myth of the Machine, Nueva York, Harcourt Brace, 1970, se extiende sobre el concepto de la sociedad como megamáquina. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2a.htm#anchor1657496">80</a> Más allá de cierto punto de intensidad, el consumo produce una escasez de tiempo: Staffan B. Linder, Harried Leisure Class Nueva York, Columbia University Press, 1970; la aceleración produce una penuria de espacio: Jean Robert, "Essai sur l'accélération des dons", L'Arc, Aix-en-Provence, otoño de 1975; y la planificación destruye las posibilidades de elección; Herbert Marcuse, Eros y Civilización, México, Joaquín Mortiz, 1965. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2a.htm#anchor1657701">81</a> René Dubos, El hombre y su ambiente; el conocimiento biomédico y la acción social. Organización Panamericana de la Salud. Scientific Publication no. 131, Washington, D.C., marzo 1966. "El tipo de salud que los hombres más desean es ...la condición más adecuada para alcanzar metas que cada individuo formula por sí mismo." Ver también Heinz von Foerster, Molecular Ethology: An Immodest Proposal, Nueva York, Plenum Press, 1970, para una demostración desde la biología teórica, de que un exceso de programación puede extinguir la "vida" no trivial. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2a.htm#anchor1659901">82</a> Victor Fuchs, "Some Economic Aspects of Morality in Developed Countries", ponencia presentada en la Conferencia sobre Economía de la Salud y la Asistencia Médica, Tokio, 1973, mimeografiada. Fuchs asume que "la vida es producida principalmente por actividades no mercantiles, y que la mujer tiene a especializarse en tales actividades". El intento de sustituir más que complementar estas "actividades no mercantiles" con artículos de consumo es literalmente insalubre. Ver Alan Berg, The Nutrition Factor: Its Role in National Development, Washington, D.C.: Brookings Institution, 1973, ap. C, p. 229, sobre los efectos patógenos de la sustitución de la leche materna por diversas fórmulas. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2a.htm#anchor1660131">83</a> La medicalización del presupuesto es una medida de disseizin profesional de la salud y de la aquiescencia de la gente ante su propio despojo por cuidadores terapéuticos. Disseizin: "La injusta expulsión de alguien de aquello que de hecho se toma como un dominio absoluto": P.G. Osborn, Concise Law Dictionary, Londres, Sweet and Maxwell, 1964. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2b.htm#anchor1679712">84</a> Para una primera orientación: Alfred M. Ajami Jr., Drugs: An Annotated Bibliography and Guide to the Literature, Boston, Hall, 1973. Ajami selecciona y anota más de 500 referencias psicofarmacológicas para un curso interdisciplinario sobre el "panorama" norteamericano en los últimos años de los sesenta. U.S. National Clearing House for Mental Health, Bibliography of Drug Dependence and Abuse 1928-1966, Chevy Chase, Maryland, 1969. Indispensable para la investigación histórica. Alice L. Brunn, How to Find Out in Pharmacy: A Guide to Sources of Pharmaceutical Information, Oxford, Pergamon Press, 1969. Una sencilla guía de referencias. R.H. Blum y otros, Society and Drugs, 2 vols. Berkeley, Calif., Jossey-Bass, 1970. Una biblioteca portátil sobre la sociedad y los medicamentos. Dupuy, Jean Pierre y Karsenty, Serge, L'invasion pharmaceutique, París, Seuil, 1974. Estos autores han creado este término. Describen el refuerzo mutuo de tres fuerzas: las expectaciones no-realistas por parte de la mayoría de pacientes; la administración médica de un sistema técnico que tiene funciones simbólicas primarias; y la publicidad de seudoinvenciones que constituyen una parte omnicreciente de las actividades de la industria farmacéutica. Las tres fuerzas convergen como respaldo para la acumulación de capital en el sector de la salud. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2b.htm#anchor1679884">85</a> G.E. Vaillant, "The Natural History of Narcotic Drug Addiction", en Seminars in Psychiatry 2, noviembre 1970, pp. 486-98. Las drogas dependen tanto en su deseabilidad como en sus efectos del medio en que se las toma. La elección de la droga es una función de la cultura, pero el abuso de la droga es una función del hombre. La ritualización del consumo de drogas crea su propia subcultura: así la historia de la drogadicción, como la de la sociedad, debe reescribirse cada ciertos años. Samuel Proger, comp., The Medicated Society, Nueva York, MacMillan, 1968, proporciona documentos reveladores del tipo de cultura de droga que prevalecía en los Estados Unidos mucho antes del LSD. <br /> El grado en que los drogadictos se ven forzosamente confinados en un ghetto propio depende de la colectividad que los rechaza. Por ejemplo, los puertorriqueños en Nueva York no rechazan a sus drogadictos en la forma en que lo hacen los norteamericanos de clase media: J.P. Fitzpatrick, "Puerto Rican Addicts and Nonaddicts: A Comparison", informe inédito, Institute for Social Research, Fordham University, 1975. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2b.htm#anchor1680044">86</a> Hans Wiswe, Kulturgeschichte der Kochkunst; Kochbücher und Rezepte aus zwei Jahrtausenden, Munich: Moos, 1970. La mayoría de las sociedades no distingue claramente entre su farmacopea y su dieta. Esta reseña de libros de cocina muestra que muchos fueron escritos por médicos, con una frecuente insistencia en que la mejor medicina sale de la cocina y no de la farmacia. La mayoría contienen "recetas" para el cuidado de los enfermos. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2b.htm#anchor1680222">87</a> Para la información disponible actualmente sobre la acción de los medicamentos, véase: Louis S. Goodman y Alfred Gilman, The Pharmacological Basis of Therapeutics, 4a. ed., Nueva York, MacMillan, 1970. Sobre modelos de prescripción, véase Karen Dunnell y Ann Cartwright, Medicine Takers, Prescribers and Hoarders, Londres, Routledge, 1972. ¿Quién toma qué tipo de medicinas para qué clase de condiciones y síntomas? ¿Cómo alientan o desalientan los médicos este modelo? ¿Qué tipos de medicinas se conservan en el hogar y por cuánto tiempo? Información detallada acerca de Inglaterra. Véase también John P. Morgan y Michel Weintraub, "A Course on the Social Functions of Prescription Drugs: Seminar Syllabus and Bibliography", Annals of International Medicine 77, agosto 1972, pp. 217-22; Paul Stolley y Louis Lasagna. "Prescribing Patterns of Physicians", Journal of Chronic Diseases 22, diciembre 1969, pp. 395-405. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2b.htm#anchor1680511">88</a> Business in Thailand, edición sobre la industria farmacéutica, agosto 1974. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2b.htm#anchor1683699">89</a> El médico norteamericano puede fácilmente tener acceso a esta información a través de fuentes como Medical Letter on Drugs and Therapeutics, Medical Library Association, 919 N. Michigan Avenue, Chicago, Ill. Ésta es una fuente de información, libre de prejuicios, sobre medicamentos, que se envía por correo cada quince días. No hay nada comparable en francés, alemán o español. Véase también Richard Burack, The New Handbook of Prescription Drugs: Official Names, Prices, and Sources for Patient and Doctor, ed. rev., Nueva York, Pantheon, 1970. Véase más adelante, nota 99, pp. 93, para una descripción de este libro. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2b.htm#anchor1683867">90</a> Arturo Aldama, "Establecimiento de un laboratorio farmacéutico nacional", Higiene: Órgano Oficial de la Sociedad Mexicana de Higiene II, enero-febrero 1959. Este trabajo dio la voz de alarma. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2b.htm#anchor1685994">91</a> La información sobre la cloromicetina está tomada de: U.S. Senate, Select Committee on Small Business, Subcommittee on Monopoly, Competitive Problems in the Drug Industry, 90th Congress, 1st and 2nd Sessions 1967-68, pt. 2, p. 565. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2b.htm#anchor1686399">92</a> Sobre los mecanismos que convierten la autorregulación en una licencia para ejercer el máximo abuso tolerado públicamente, véase Eliot Freidson y Buford Rhea, "Process of Control in a Company of Equals", Social Problems 9, 1963, pp. 119-131. Muestran que, aunque buena parte del abuso no es observado, incluso cuando se observa no se comunica a los colegas, e incluso si se comunica se trata "hablando con el ofensor" y queda sin control. La autorregulación protege principalmente a la profesión eliminado al carnicero incompetente y al leproso moral. William J. Goode, "The Protection of the Inept", American Sociological Review 32, febrero 1967, pp. 5-19. Goode describe cómo la autorregulación consiste en un alto grado en la protección del inepto dentro del grupo y en la protección de los propios intereses del grupo con respecto a los excesos del inepto. La modernización consiste en la utilización más eficaz del inepto para los propios intereses del grupo. Eliot Freidson y Buford Rhea, "Knowledge and Judgment in Professional Evaluations", Administrative Science Quarterly 10, junio 1965, pp. 107-24. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2b.htm#anchor1686514">93</a> La memoria no sirve de guía para averiguar a quién se han prescrito o quién ha consumido medicamentos anteriormente. Una búsqueda en el registro nacional de prescripciones en Inglaterra y Gales muestra que 8 de cada 10 mujeres que parieron un niño defectuoso después de tomar talidomida por prescripción negaron haber tomado el medicamento, y que sus médicos negaron haberlo recetado. Ver A.L. Speirs, "Thalidomide and Congential Abnormalities", Lancet, 1962, no 2, p. 303. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2b.htm#anchor1686653">94 </a>Henri Pradal, Guide des médicaments les plus courants, París, Seuil, 1974. En noviembre de 1973 mi editor francés, Seuil, publicó una edición original en libro de bolsillo, escrita por un médico con muchos años de experiencia como toxicólogo. Es una lista de los 100 fármacos más vendidos, incluyendo medicamentos de prescripción, y explica qué es cada uno, para qué resulta indicado, cómo tiende a usarse o a recetarse y con qué consecuencias. El día de la publicación 57 firmas farmacéuticas iniciaron sendas acciones legales para lograr que el libro fuera retirado de la circulación y demandaron una compensación por daños probables. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2b.htm#anchor1686653">95</a> A. del Favero y G. Loiacono, Farmaci, salute e profitti in Italia, Milán, Feltrinelli, 1974, describen la dependencia y el servilismo del médico italiano en sus relaciones con la industria farmacéutica, y la explotadora integración de las firmas farmacéuticas italianas a las compañías transnacionales. Lleno de documentación y detalle. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2b.htm#anchor1686853">96</a> James H. Young, Medical Messiahs: A Social History of Health Quackery in Twentieth-Century America, Princeton, NJ, Princeton University Press, 1967. Trasfondo histórico de la caballeresca confianza de la medicina organizada de los Estados Unidos, fundamentada en su protección al público contra los independientes y la automedicación. Para la historia más antigua véase James H. Young, The Toadstool Millionaries: A Social History of Patent Medicines in America Before Federal Regulation, Princeton, NJ, Princeton University Press, 1961. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2b.htm#anchor1687449">97</a> Robert S. McCleery, One Life-One Physician: An Inquiry into the Medical Profession's Performance in Self-Regulation, A Report to the Center for the Study of Responsive Law, Washington, D.C., Public Affairs Press, 1971. Este informe a un grupo de estudios iniciado por Ralph Nade concluye que hay una total falta de control interno de calidad en la profesión médica. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2b.htm#anchor1687812">98</a> Morton Migntz, By Prescription Only: A Report on the Roles of the United States Food and Drug Administration, the American Medical Asscociation, Pharmaceutical Manufacturers, and Others in Connection with the Irrational and Massive Use of Prescription Drugs that May Be Worthless, Injurios, or Even Lethal, 2a. ed., Boston, Beacon Press, 1967. Originalmente publicada como The Therapeutic Nightmare, Boston, Houghton Mifflin, 1965, esta obra maestra de investigación periodística escrita por un reportero del Washington Post ha hecho más que cualquier otro libro por cambiar el enfoque de la discusión sobre la medicina en los Estados Unidos. Durante diez años una minoría activa se preocupó por el daño que la medicina capitalista inflige a los pobres. Ahora la mayoría tragapíldoras se ha dado cuenta del daño que le estaba haciendo a ella. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2b.htm#anchor1687812">99</a> Richard Burack, M.D., The New Handbook of Prescription Drugs: Official Names, Prices and Sources for Patient and Doctor, Nueva York, Pantheon, 1970. Publicado en una época en que aún era difícil obtener pruebas judiciales sobre el indebido prejuicio de las comisiones reguladoras, sobre la conspiración para diseminar información equívoca sobre medicamentos o tóxicos, y sobre la venalidad de no pocos profesores de medicina, este libro proporciona información y evalucación de la eficiencia, la utilidad, los efectos secundarios y la aplicación de los 200 medicamentos recetados con más frecuencia, comenta sus precios en comparación con los equivalentes genéricos (de cuyos proveedores hay una lista con direcciones) y añade sabrosas anécdotas sobre muchas de las panaceas de marca registrada. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2b.htm#anchor1688004">100</a> James L. Goddard, "The Drug Establishment", Esquire, marzo 1969. Un reportaje legible y bien documentado. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2b.htm#anchor1688181">101</a> Edwin Sutherland, White-Collar Crime, Nueva York, Holt, 1961, usa este término para designar una amplia gama de delitos graves que implican un daño social reconocido que o no son perseguidos o bien se confinan a juzgados civiles. La variedad médica tiene consecuencias epidémicas y podría llamarse "crimen de bata blanca". <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2b.htm#anchor1688384">102</a> Herbert Schreier y Lawrence Berger, "On Medical Imperialism: A Letter", Lancet, 1974, no. 1, pp. 1161: "Bajo la presión de la Administración de Alimentos y Drogas de los Estados Unidos, la Parke-Davis insertó estrictas advertencias sobre los riesgos y cautelas en las indicaciones para el uso de los medicamentos, en los Estados Unidos. La advertencia no se extendió al mismo medicamento en el extranjero." Ver también John F. Hellergers, "Chloramphenicol in Japan: Let It Bleed", Bulletin of Concerned Asia Scholars 5, julio 1973, pp. 37-45. La expansión parcialmente esta forma de imperialismo. La autoridad federal, que ahora abarca a la industria de drogas farmacéuticas de 6 mil millones de dólares, no se extiende aún a la industria de aparatos médicos de 3 mil millones. No puede, por ejemplo, impedir que la compañía A.H. Robins surta a compañías extranjeras con un modelo de diafragma anticonceptivo que ha sido retirado del mercado estadunidense a causa de su alto índice de infecciones; ver Hastings Center Studies 5, no. 3, 1975, p. 2. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2b.htm#anchor1696040">103</a> Sobre la medicina en Chile durante el gobierno de Allende consulte: Howard Waitzkin y Hilary Modell, "Medicine, Socialism, and Totalitarianism: Lesson from Chile", New England Journal of Medicine 291, 1974, pp. 171-7; Vicente Navarro, "What Does Chile Mean? An Analysis of Events in the Health Sector Before, During, and After Allende's Administration", Milbank Memorial Fund Quarterly 52, primavera en el Seminario Internacional sobre la Salud en la Universidad de Harvard, febrero de 1974. Para Freitag, Poder popular in Chile am Beispiel Gesundheit: Dokument aus Elendsvierteln, Stein/Nuremberg, Laetere/Imba, 1974. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2b.htm#anchor1696214">104</a> Albert Jonsen y otros. "Doctors in Politics: A Lesson from Chile", New England Journal of Medicine 291, 1974, pp. 471-2. Describe la particular violencia con que la junta persiguió a los médicos. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2b.htm#anchor1696409">105</a> John M. Firestone, Trends in Prescription Drug Prices, Washington, D.C. Enterprise Institute for Public Policy Research, 1970. Los gastos en medicamentos dan solamente cuenta de aproximadamente el 10% de los gastos de la salud. El alza moderada en el costo de cada receta durante los últimos años se debe ante todo al aumento del listado de medicamentos en la prescripción. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2b.htm#anchor1696575">106</a> Edward M. Brecher and Consumer Reports Editions, Licit and Illicit Drugs: The Consumers Union Report on Narcotics, Stimulants, Depressants, Inhalants, Hallucinogens and Marijuana - Including Caffeine, Nicotine and Alcohol, Boston, Little, Brown, 1973. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2b.htm#anchor1696950">107</a> D.M. Dunlop, "The Use and Abuse of Psychotropic Drugs", en Proceedings of the Royal Society of Medicine 63, 1970, p. 1279. G.L. Klerman, "Social Values and the Consumption of Psychotropic Medicine", en Proceedings of the First World Congress on Environmental Medicine and Biology, Harlem, North Holland, 1974. Con respecto a una forma particularmente perniciosa de toxicomanía prescrita médicamente, véase Dorothy Nelkin, Methadone Maintenance: A Technological Fix. Nueva York, Braziller, 1973. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2b.htm#anchor1701250">108</a> James L. Goddard, "The Medical Business", Scientific American 229, septiembre 1973, pp. 161-6. Contiene gráficos y diagramas que muestran las ventas en Estados Unidos de medicamentos prescritos o no, por categorías, 1962-1971; contiene el desglose de las ventas calculadas en dólares, en 1968, para 17 de las principales empresas farmacéuticas; contiene además una introducción a nuevos medicamentos, combinaciones y formas de dosificación, 1958-1972. También determina 8 diferentes clases de medicamentos de prescripción. Tan sólo dentro de la categoría "drogas del sistema nervioso", las ventas suman más de mil millones de dólares por año, comparable a otras tres categorías, cada una de las cuales suma unos 500 millones; y el resto suman menos de 350 millones cada una. Para un desglose realizado por edad, sexo y tipo de 762 millones de medicamentos con valor de 2.5 millones de dólares, recetadas a pacientes no hospitalizados en el curso de un año en los Estados Unidos, véase B.S.H. Harris y J.B. Hallan, "The Number and Cost of Prescribed Medicines: Selected Diseases", Inquiry 7, 1970, 38-50. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2b.htm#anchor1701702">109</a> Drug Use in America; Problem in Perspective, Second Report of the National Comission on Marihuana and Drug Abuse, 1972, 1973, 1974, 4 vols., Washington, D.C., Government Printing Office; stock no 5266-0003. National Comission for the Study of Nursing and Nursing Education, An Abstract for Action Nueva York, McGraw-Hill, 1970. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2b.htm#anchor1701913">110</a> Mitchell Balter y otros, "Cross-national Study of the Extent of Anti-Anxiety/Sedative Drug Use", New England Journal of Medicine, 209, 1974: 769-774. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2b.htm#anchor1701913">111</a> Michael Balint, Treatment or Diagnosis: A Study of Repeat Prescriptions in General Practice, Mind and Medicine Monographs, Philadelphia, Lippincott, 1970. La prescripción da brillo y aparente racionalidad a la creencia de que el progreso consiste en comprar el salirse de todas las cosas, incluyendo la realidad misma. Balint señala que en dos tercios de los casos en los cuales se recetaron repetidamente medicamentos sin ninguna justificación técnica, el médico mismo tomaba la iniciativa de ofrecer el medicamento. Harry Dowling, "How Do Practicing Physicians Use New Drugs?" Journal of the American Medical Association, 185, 1963: 233-236. Por temor de "no haber nada", el médico es llevado a recetar más de lo indicado en las instrucciones del envase. Para las características según las cuales se extiende el abuso de las prescripciones, véase, Leighton, E. Cluff y otros, "Studies in the Epidemiology of The Adverse Drug Reaction", Journal of the Americans Medical Association, 188, 1964:976-983. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2b.htm#anchor1702184">112 </a>Philippe de Félice, Poisons sacrés: Ivresses divines. Essai sur quelques formes inférieures de la mystique, Paris, Albin, 1936, reimpr. 1970. La postura y objetivos tradicionales, generalmente religiosos, para el consumo de las drogas se contrastan con el uso actual laicizado de las sustancias que alteran la mente. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2b.htm#anchor1702879">113</a> Charles Levinson, Valium zum Beispiel: Die multinationalen Konzerne der pharmazeutischen Industrie, Hamburg, Rowohlt, 1974. Los precios cobrados en la India por Glaxo, Pfizer, Hoechst, CIBA-Geigy y Hoffmann-Laroche son en promedio 357% más altos que los que aparecen en listas en los países occidentales donde esas casas tienen su casa matriz. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2b.htm#anchor1703150">114</a> Véase también Burack, New Handbook of Prescription Drugs. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2b.htm#anchor1706554">115</a> En la mayoría de los países, la mayor parte de la información que los médicos obtienen sobre los medicamentos procede de manuales patrocinados por la industria, tales como Physicians' Desk Reference to Pharmaceutical Specialities and Biologicals, publicado desde 1946 por Medical Economics, Rutherford, N.J. Esta publicación anual, conocida como P.D.R. es financiada por la industria farmacéutica. Las descripciones de los medicamentos están escritas por las mismas compañías, que pagan el espacio a 115 dólares la pulgada de columna; ver John Pekkanen, The American Connection: Profiteering and Politicking in the "Ethical" Drug Industry, Chicago, Follett, 1973, p. 106. El manual francés Vidal contiene descripciones que cancelan las advertencias que son obligatorias en el prospecto que acompaña al medicamento. En contraste con éstos, los Estados Unidos tienen dos compendios farmacológicos semioficiales, la Pharmacopeia of the United States of America (USP) y el National Formulary (NF). La USP ha dado consecuentemente consideración al valor terapéutico y a las propiedades tóxica. Estos compendios no se escriben para guiar a los médicos, sino para dar a los fabricantes de medicamentos, normas técnicas que los preparados deben cumplir para ser en el comercio interestatal de los Estados Unidos. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2b.htm#anchor1706687">116</a> Para tener una idea del número de médicos al servicio de un solo fabricante en la promoción de un solo producto, consulte Librium: World-wide Bibliography, publicada anualmente desde 1959 por los laboratorios Roche. En los primeros cuatro años aparecen 832 nombres. Véase también Science 180, 1973, p. 1038, para un informe de un estudio dirigido por la Administración Federal de Drogas sobre la ética de los médicos que realizan investigaciones de campo con medicamentos nuevos. Una quinta parte de los investigados había inventado los datos que enviaron a las compañías farmacéuticas, y se embolsaron los honorarios. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2b.htm#anchor1706829">117</a> Selig Greenberg, The Quality of Mercy: A Report on the Critical Condition of Hospital and Medical Care in America, Nueva York, Atheneum, 1971. Un año de publicidad farmacéutica cuesta más de lo que costaría mandar a la escuela a todos los médicos de Estados Unidos durante un año. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2b.htm#anchor1706995">118</a> H. Friebel, "Arzneimittelverbrauchs-Studien", en H.J. Dengler y W. Wirth, comps., Seminar für Klinische Pharmakologie auf Schloss Reisenberg bei Günzburg/Donau, vom 25.-29. Oktober, 1971, Überreicht von der Medizinisch-Pharmazeutischen Studiengesellschaft E.V., Frankfurt am Main, pp. 228-40. Un breve y valioso pronunciamiento sobre la carencia de medidas útiles, que hace de este pronunciamiento tan abarcador lo mejor que puede ofrecerse responsablemente. El autor es uno de los directores de la División de Eficacia y Seguridad de Drogas de la Organización Mundial de la Salud. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2b.htm#anchor1707266">119</a> World Health Organization, Regional Office for Europe, Consumption of Drugs: Report on a Symposium, Oslo, November 3-7, 1969. Edición limitada, accesible sólo a personas con posición profesional oficial a través de la oficina regional de la OMS en Copenhague. Este estudio es el primero de su tipo. Compara 22 países, señalando diferencias significantes en los modelos de consumo de medicamentos pero enormes dificultades para establecer comparaciones precisas. Categorías terapéuticas, evaluaciones de costos y medidas de unidades farmacológicas son diferentes. Resulta legítimo deducir de la información que el consumo total de la medicina es en gran parte independiente del costo o del tipo de práctica que prevalece, es decir, particular o socializada. El consumo en un país dado de aquellos medicamentos que requieren prescripción se relaciona positivamente con la densidad de los médicos que prescriben. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2b.htm#anchor1745571">120</a> Alfred M. Freedman, "Drugs and Society: An Ecological Approach", Comprehensive Psychiatry 13, septiembre octubre 1972, pp. 411-20. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2b.htm#anchor1745820">121</a> Alvin Moscow, Merchants of Heroin, Nueva York, Dial Press, 1968. Puede servir como introducción a una rama de los negocios del bajo mundo. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2b.htm#anchor1749806">122</a> Para la historia del uso consciente del efecto del placebo, véase Arthur K. Shapiro, "A Contribution to a History of the Placebo Effect", Behavioral Science 5, abril 1960, pp. 109-35; Gerhard Kienle, Arzneimittelsicherheit und Gesellschaft: Eine Kritische Untersuchung, Stuttgart, Schattauer, 1974. La capacidad del placebo para provocar síntomas de tipo específico, incluso cuando se administra en una prueba de selección a ojos cerrados (tanto del paciente como del médico), se discute en el cap. 7 de Kienle. Una mina de literatura internacional sobre la seguridad que se puede tener de los medicamentos. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2b.htm#anchor1750172">123</a> Veánse las declaraciones de Henry Simmons, director de la Oficina de Drogas de la Administración de Alimentos y Drogas, en Nicholas Wade, "Drug Regulation: Food and Drug Administration Replies to Charges by Economists and Industry", Science 179, 1973, pp. 775-7. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2b.htm#anchor1752130">124</a> Ibid. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2b.htm#anchor1752845">125</a> Fuchs, Who Shall Live? <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2b.htm#anchor1753121">126</a> William M. Wardel, "British Usage and American Awareness of some New Therapeutic Drugs", Clinical Pharmacology and Therapeutics 14, noviembre diciembre 1973, pp. 1022-34. Estudia nuevos medicamentos que se pusieron a disposición del público en Inglaterra y fueron ampliamente discutidos en publicaciones a las que están suscritos los médicos de Estados Unidos. Wardell descubre que el especialista norteamericano no está consciente de la existencia de estos medicamentos a menos que estén en el mercado de los Estados Unidos y, por lo tanto, él está sujeto a la información de los vendedores al menudeo. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2b.htm#anchor1755090">127</a> Medizinisch-Pharmazeutische Studiengesellschaft E.V., Bioverfügbarkeit von Arzneistoffen, Schriftenreihe der Medizinisch-Pharmazeutischen Studiengesellschaft E.V., vol. 6, Frankfurt, Umschau, 1964. Las campañas conjuntas de relaciones públicas emprendidas por firmas competidoras merecen especial atención. Actualmente, se concentran en ensalzar la superioridad de los productos de marca registrada sobre sus equivalentes genéricos por ejemplo, de la Aspirina Bayer sobre la aspirina, producto genérico, fundamentándose en la "bio-disponibilidad", una disponibilidad biológica más alta y más controlada del medicamento una vez que éste se incorpora al organismo. Para cualquier mente libre de prejuicios, las investigaciones de una década han demostrado que con la sola excepción de una preparación genérica de cloranfenicol (ver Burack, A New Hand-book of Prescription Drugs, p. 85), los medicamentos genéricos no son en modo alguno inferiores a los que se producen bajo nombres registrados. Esta conclusión ha sido incorporada a las políticas federales de los Estado Unidos. Sin embargo, durante los últimos 5 años las compañías farmacéuticas han patrocinado anualmente varios cientos de "trabajos de investigación" sobre las diferencias en "bio-disponibilidad", gastando en el autor de cada trabajo un promedio de 6,000 dólares en honorarios, gastos, y costos de asistir a conferencias profesionales. Muchos de tales autores son jefes de departamento en universidades importantes. Las conclusiones de la mayor parte de los trabajos no muestran ninguna diferencia médicamente significante. Pero el efecto final de esta investigación ilusoria es la mistificación del médico general, que a menudo recomienda, sin fijarse en el costo, el medicamento cuya "bio-disponibilidad" se pregona publicitariamente. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2b.htm#anchor1756789">128</a> J.P. Dupuy y A. Letourmy, Déterminants et coûts sociaux de l'innovation en matiere de santé, informe del OCDE, 1974. Los autores apoyan esta tesis. El refinamiento de aquellos criterios por los cuales un especialista mide la eficacia de su intervención especializada garantiza, pasado cierto umbral, la aparición de efectos secundarios indeseables y genéricamente previsibles. Si se intentara diagnosticar y tratar a su vez estos efectos secundarios, esta intervención médica ulterior sólo reforzaría la yatrogénesis. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2c.htm#anchor1781496">129</a> Sobre la certificación de prostitutas, véase William W. Sanger, The History of Prostitution, Nueva York, American Medical Press, 1858. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2c.htm#anchor1781668">130</a> Para la historia de los certificados médicos de defunción, véase U.S. National Office of Vital Statistics, First Things and Last: The Story of Birth and Death Certificates, U.S. Public Health Service Publication no. 724, Washington, D.C., 1960.<br /><div>
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<a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2c.htm#anchor1781845">131</a> Office of Health Economics, Off Sick, enero 1971, p. 17. Se estima que del 15 al 30% de todas las visitas al médico no tienen más objeto que el de obtener un certificado. En el 58% de los casos, el último día de incapacidad anotado en los certificados que justifican la ausencia por enfermedad es el sábado. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2c.htm#anchor1782300">132</a> La interferencia de los expertos en la reglamentación contra el testimonio "de oídas" no se limita desde luego a la medicina. Es una característica común de la secularización y del surgimiento de las profesiones. Dentro y fuera del juzgado, desgasta la confianza en lo que el hombre común ve y oye, y de tal manera mira tanto el proceso judicial como el político. Sobre la opinión del autor con respecto a la expropiación profesional del lenguaje, la ciencia y los procedimientos legales, véase Ivan Illich, La convivencialidad, Barcelona, Barral. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2c.htm#anchor1788656">133</a> Franz Boll, "Die Lebensalter: Ein Beitrag zur antiken Ethologie und zur Geschichte der Zahlen", Neue Jahrbücher für das Klassische Altertum, Geschichte und deutsche Literatur 16, no. 31, 1913, pp. 89-145. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2c.htm#anchor1788768">134</a> Véase E.E. Evans-Pritchard, Witchcraft, Oracles, and Magic Among the Azandé, Nueva York, Oxford University Press, 1973, para la distinción entre hechicero y brujo. Jeffrey B. Russell, en Witchcraft in the Middle Ages, Ithaca, N.Y., Cornell University Press, 1972, afina esta distinción y la aplica a la cultura occidental. El elemento demonológico que transforma a las brujas en herejes suele injertarse a nivel de los tribunales. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2c.htm#anchor1789060">135</a> Victor W. Turner. "Betwixt and Between: The Liminal Period in Rites de Passage", en American Ethnologial Society, Symposium on New Approaches to the Study of Religion: Proceedings, 1964, Seattle, University of Washington Press, 1965, pp. 4-20. Por la medicalización de la vida, lo que en las sociedades pasadas parecía ser "liminal" se ha convertido en la situación cotidiana del hombre administrado. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2c.htm#anchor1788912">136</a> Arnold van Gennep, The Rites of Passage, Londres, Routledge, 1960; edición original francesa, 1909. La reciente crítica de Lévy-Strauss al autor no ha puesto en duda su idea básica de que los períodos de iniciación afirman y simbolizan la función continuada de la cultura como conservadora de la salud. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2c.htm#anchor1789363">137</a> Para información sobre la sutil penetración del hospital en los intersticios de la ciudad moderna, consultar Gerard F. Pyle, "The Geography of Health Care", en John Melton Hunter, The Geography of Health and Disease, Studies in Geography no. 6, Chapel Hill, NC, University of North Carolina Press, 1974, un análisis espacial al servicio de los planificadores de salud. Para un tratamiento amplio del impacto arquitectónico de los hospitales sobre nuestra sociedad, véase Roslyn Lindheim, The Hospitalization of Space, Londres, Calder and Boyars, previsto para 1978. Lindheim demuestra cómo la reorganización de modelos espaciales al servicio de los médicos ha empobrecido los aspectos no médicos, fomentadores de salud y curativos del ambiente social y físico del hombre moderno. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2c.htm#anchor1792881">138</a> Para orientación sobre publicaciones en ciencias sociales sobre los viejos y los que están envejeciendo, véase James E. Birren, Yonina Talmon y Earl F. Cheit, "Aging: 1. Psychological Aspects; 2. Social Aspects; 3. Economic Aspects", International Encyclopedia of the Social Sciences, 1968, vol. 1, pp. 176-202. Para orientación sobre publicaciones en alemán, véase Volkmar Boehlau, comp., Wege zur Erforschung des Alterns, Wege der Forschung, vol. 189, Darmstadt, Wissenschaftliche Buchgesellschaft, 1973, una antología. El envejecimiento contemporáneo en Francia, Michel Philibert, L'Echelle des âges, París, Seuil, 1968. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2c.htm#anchor1793128">139</a> John H. Dingle, "The Ills of Man", Scientific American 299, septiembre 1973, pp. 77-82. El estudio que llega a esta "conclusión" posee amplio fundamento. Distingue cuatro perspectivas del "padecimiento" 1) la gente, 2) los médicos, 3) los pacientes, 4) los compiladores de estadísticas vitales. Desde los cuatro puntos de vista, la conclusión se sostiene. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2c.htm#anchor1794495">140</a> Max Neuburger, The Doctrine of the Healing Power of Nature Throughout the Course of Time, trad. L.J. Boyd, Nueva York, edición privada, 1932. Para referencias más recientes, Joseph Schumacher, Antike Medizin: Die naturphilosophischen Grundlagen der Medizin in der griechischen Antike, Berlín, Gruyter, 1963. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2c.htm#anchor1795038">141</a> J.F. Partridge y J.S. Geddes, "A Mobile Intensive-Care Unit in the Management of Myocardial Infarction", Lancet, 1967, no. 2, pp. 271. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2c.htm#anchor1795191">142</a> Simone de Beauvoir, The Coming of Age: The Study of the Aging Process, trad. Patrick O'Brian, Nueva York, Putnam, 1972. La vejez, Buenos Aires, Editorial sudamericana. Un estudio monumental de la vejez a través de la historia desde la perspectiva del envejecer contemporáneo. Ver también Jean Amery, Über das Alter: Revolte und Resignation, Stuttgart, Klette, 1968, una fenomenología contemporánea del envejecimiento. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2c.htm#anchor1796953">143</a> World Health Statistics Report 27, septiembre 1974. Una comparación internacional de 27 países industrializados muestra que para el grupo de edades entre los 15 y los 44 años, los accidentes fueron la principal causa de muerte en 1971 (excepto en Inglaterra y Gales). En la mitad de estos países ocasionaron más del 30% de todas las muertes. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2c.htm#anchor1797420">144</a> David Jutman, "The Hunger of Old Men", Trans-Action, 12 de noviembre de 1971, pp. 55-66. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2c.htm#anchor1797640">145</a> A.N. Exton-Smith, "Terminal lllness in the Aged", Lancet, 1961, no. 2, pp. 305-8. La mayoría de los dolores y de los sufrimientos se asocian con procesos que llevan en forma indirecta a la muerte. Aunque el uso de antibióticos puede evitar o retrasar complicaciones como la bronconeumonía, que de otro modo sería fatal, a menudo añade poco tiempo y mucho dolor a la vida. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2c.htm#anchor1799067">146</a> Rick Carlson, en The End of Medicine, Nueva York, Wiley Interscience, 1975, desarrolla muy bien todo este aspecto. Ver también H. Harmsen, "Die sozialmedizinische Bedeutung der Erhöhung der Lebenserwartung und der Zunahme des Anteils der Bejahrten bis 1980", Physikalische Medizin und Rehabilitation 9, no. 5, 1968, pp. 119-21. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2c.htm#anchor1799264">147</a> Robert A. Scott, The Making of Blind Men, Nueva York, Russell Sage, 1969. El ser aceptado entre los ciegos y el comportarse como una persona ciega es en gran medida independiente del grado de impedimiento óptico. Para la mayoría de los "ciegos", es sobre todo el resultado del éxito en sus relaciones de cliente con una agencia que se ocupa de la "ceguera". <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2c.htm#anchor1799417">148</a> Roslyn Lindheim, "Environments for the Elderly: Future-Oriented Design for Living?" 20 de febrero de 1974, mimeografiado. Describe la forma en que los ancianos experimentan el espacio. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2c.htm#anchor1799674">149 </a>Sobre la eliminación social de los viejos, la fuente principal sigue siendo John Koty, Die Behandlung der Alten und Kranken bei den Naturvölkern, Stuttgart, Hirschfeld, 1934. No he visto Fritz Paudler, Die Alten- und Krankentötung als Sitte bei den indogermanischen Völkern, Heidelberg, 1936. Una completa referencia de las publicaciones al respecto en Will-Eich Peuckert, comp., "Altentötung", en Handwörterbuch der Sage, Göttingen, Vandenhoeck und Ruprecht, 1961. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2c.htm#anchor1802380">150</a> A. Jores y H.G. Puchta, "Der Pensionierungstod: Untersuchungen an Hamburger Beamten", Medizinische Klinik 54, no. 25, 1959, pp. 1158-64. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2c.htm#anchor1802526">151</a> David Bakan, Disease, Pain and Sacrifice: Toward a Psychology of Suffering, Boston, Beacon Press, 1971. Estas enfermedades incluyen asma, cáncer, insuficiencia cardiaca congestiva, diabetes mellitus, lupus eritematoso diseminado, hemorragias uterinas funcionales, enfermedad de Raynaud, artritis reumatoide, tirotoxicosis, tuberculosis y colitis ulcerativa. Véase ibid. para información sobre cada una. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2c.htm#anchor1802675">152</a> Elisabeth Markson, "A Hiding Place to Die", Trans-Action, 12 de noviembre de 1972, pp. 48-54. Un informe patético y sensible. Ver también Jutman, "The Hunger of Old Men". Los ancianos siempre han respondido muriendo a pedido: David Lester, "Voodoo Death: Some New Thoughts on an Old Phenomenon", American Anthropologist 74, junio 1972, pp. 386-90; Walter B. Cannon, "Voodoo Death", American Anthropologist 44, abril junio 1942, pp. 169-81. Siempre hubo maneras de orillarlos al suicidio: J. Wisse, Selbstmord und Todesfurcht bei den Naturvölkern, Zutphen, Thieme, 1933. Blenkner, Margaret, y otros, "Protective Services for Older People", Findings from the Benjamin Rose Institute Study, Final Report, Cleveland, Rose Institute, 1974. La ayuda casera profesional, aunque representa lo "mejor" en el pensamiento y en la práctica del trabajo social, también tiende a acelerar la decadencia y muerte de los viejos cuando va más allá de la simple limpieza de la casa, la eliminación de la basura y la reparación del hogar. Dos años después de comenzar con la ayuda casera intensiva, había muerto el 39% de los asistidos, comparado con sólo un 25% entre el grupo de control elegido al azar. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2c.htm#anchor1802877">153</a> Peter Townsend, The Last Refuge: A Survey of Residential Institutions and Homes for the Aged in England and Wales, Londres, Routledge, 1962. Complementa anteriores trabajos realizados por el autor. Evalúa las instalaciones residenciales proporcionadas bajo el Acta de Asistencia Nacional Británica de 1948 y señala la falta de equidad en el tratamiento. Anne-Marie Guillemard, La Retraite, une mort sociale: Sociologie des conduites en situation de retraite, París, Mouton, 1972. Un estudio socioeconómico que muestra la fuerte acentuación de la discriminación de clases entre los jubilados franceses. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2c.htm#anchor1806350">154</a> A. Eardley y J. Wakefield, What Patients Think About the Christie Hospital, University Hospital of South Manchester, 1974. Año con año las demandas hechas por personas de cierta edad superior a los 70 se hacen más específicas y costosas. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2c.htm#anchor1810111">155</a> El "bebé" es una categoría social de invención bastante reciente: la primera etapa en el desarrollo del hombre-consumidor. Sobre el proceso por medio del cual el niño de pecho fue transformado lentamente en bebé, y la ayuda que la medicina proporcionó en este proceso, véase Luc Boltanski, "Prime education et morale de classe", Cahiers du Centre de Sociologie Européenne, La Haya/París, Mouton, 1969. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2c.htm#anchor1814155">156</a> La cultura de la niñez como la característica de un grupo cronológico distinto del adulto y del infante es de origen social, como la del "bebé". Véase Philippe Ariés, Centuries of Childhood: A Social History of Family Life, Nueva York, Knopf, 1962, especialmente sobre el profundo cambio que experimentó la actitud hacia la muerte de un niño entre los siglos XVII y XIX. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2c.htm#anchor1814345">157</a> John Bryant, M.D., Health and the Developing World, Ithaca, N.Y., Cornell University Press, 1969. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2c.htm#anchor1817088">158</a> Acerca de la relativamente mayor resistencia al paludismo, a las infecciones y a las enfermedades por deficiencia en los niños alimentados con leche materna, ver "Milk and Malaria", British Medical Journal, 1952, no. 2, p. 1210. O. Mellander y B. Vahlquiest, "Breast Feeding and Artificial Feeding", Acta Paediatrica 2, supl., 1958, p. 101. Para un panorama de escritos sobre el tema, véase el editorial "Breast Feeding and Polio Susceptibility", Nutrition Review, mayo 1965, pp. 131-133. Leonard J. Mata y Richard Wyatt, "Host Resistance to Infection", American Journal of Clinical Nutrition 24, agosto 1971, pp. 976-86. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2c.htm#anchor1817244">159</a> Para más datos sobre la influencia del biberón en la nutrición mundial, véase Alan Berg, The Nutrition Factor: Its Role in National Development, Washington, D.C., Brookings Institution, 1973. Un niño a quien se da el pecho durante los primeros dos años de su vida recibe el equivalente nutricional de 436 litros de leche de vaca, cuyo costo equivale a las ganancias anuales promedio de un hindú. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2c.htm#anchor1817433">160</a> El tipo de la malnutrición moderna en todo el mundo se refleja en las dos formas que adopta la malnutrición infantil. Mientras el paso del pecho al biberón introduce a los niños chilenos a una vida de desnutrición endémica el mismo paso inicia a los bebés ingleses en una vida de sobrealimentación patológica; véase R.K. Oates, "Infant Feeding Practices", British Medical Journal, 1973, no. 2, pp. 762-4. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2c.htm#anchor1819506">161</a> Sobre la vida como un constante entrenamiento para sobrevivir en la megamáquina, véase Lewis Mumford, The Pentagon of Power: The Myth of the Machine, Vol. 2, Nueva York, Harcourt Brace, 1970. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2d.htm#anchor1833665">162</a> Thomas J. Scheff, Being Mentally Ill: A Sociological Theory, Chicago, Aldine, 1966. Aunque se ocupa primordialmente de temas psiquiátricos, Scheff no deja de recalcar la diferencia analítica entre la enfermedad mental que es parte del sistema social y la conducta correspondiente. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2d.htm#anchor1833931">163</a> Freidson, Profession of Medicine, p. 223. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2d.htm#anchor1834135">164</a> Erving Goffman, Stigma: Notes on the Management of Spoiled Identity, Englewood Cliffs, N.J., Spectrum, 1963. Ver también Richard Sennett, "Two on the Aisle", New York Review of Books, 1º de noviembre de 1973, quien destaca que para Goffman la tarea central es describir la conciencia inducida por vivir en una ciudad moderna. La vida contemporánea inevitablemente estigmatiza; acerca de los mecanismos, véase H.P. Dreitzel, Die gesellschaftlichen Leiden und das Leiden an der Gesellschaft: Vorstudien zu einer Pathologie des Rollenverhaltens, Stuttgart, Enke, 1972. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2d.htm#anchor1837022">165</a> Wilhelm Aubert y Sheldon Messinger, "The Criminal and the Sick", Inquiry 1, 1958, pp. 137-60. Discute las diversas formas que puede adoptar el control social, dependiendo de la manera especial en que el stigma infringe la identidad moral. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2d.htm#anchor1837395">166</a> Fred Davis, Passage Through Crisis: Polio Victims and their Families Indianápolis, Bobbs-Merrill, 1963. Davis relaciona la transitoriedad no sólo con la seriedad sino también con la clase social. Se diagnosticará más pronto la "incapacidad permanente" a un pobre que a un rico. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2d.htm#anchor1837553">167</a> C.M. Wylie. "Participation in a Multiple Screening Clinic with Five-Year Follow-Up", Public Health Report 76, julio 1961, pp. 596-602. El informe indica resultados desilusionantes. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2d.htm#anchor1837740">168</a> G.S. Siegel, "The Uselessness of Periodic Examination", Archives of Environmental Health 13, septiembre 1966, pp. 292-5. "El examen periódico de los adultos, tal como originalmente se concibió y actualmente se practica, sigue siendo, tras 50 años de vigorosa promoción norteamericana, un procedimiento médico sin comprobación científica. No tenemos cana, un procedimiento médico sin comprobación científica. No tenemos pruebas definitivas de que una población que recibe tal asistencia viva más, mejor, con más salud o felicidad por esa causa, ni tenemos pruebas de lo contrario". Schipperges, Heinrich, "Aerztliche Bemuehungen um die Gesunderhaltung seit der Antike", Heidelberger Jahrbuecher, 7, 1963, pp. 121-36. Una historia del mantenimiento de la salud medicalizada desde la antigüedad. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2d.htm#anchor1840716">169</a> Paul D. Clote, "Automated Multiphasic Health Testing: An Evaluation", estudio independiente con John McKnight, Northwestern University, 1973; reproducido en Antología A8, Cuernavaca, CIDOC, 1974. Reseña la información disponible. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2d.htm#anchor1840939">170</a> J. Schwartz y G.L. Baum, "The History of Histoplasmosis", New England Journal of Medicine 256, 1957, pp. 253-8. Describe el costoso descubrimiento de una "enfermedad" incurable que no mata ni daña y que parece ser endémica dondequiera que la gente entra en contacto con pollos, ganado, gatos o perros. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2d.htm#anchor1841163">171</a> Freidson, Profession of Medicine, pp. 73 y sigs., hace la distinción que yo aplico aquí. Como profesional docto, el científico médico sólo necesita contender con sus colegas y sólo necesita la aceptación de éstos de su invención de una nueva enfermedad. Como profesional consultante, el médico que ejerce depende de un público educado que acepta su exclusivo derecho a diagnosticar. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2d.htm#anchor1841397">172</a> Parsons, The Social System, pp. 466 y sigs. El autor establece este punto al comentar a Pareto. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2d.htm#anchor1844229">173</a> Thomas J. Scheff, "Decision Rules, Types of Error, and their Consequences in Medical Diagnosis", Behavioral Science 8, 1963, pp. 97-107. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2d.htm#anchor1844383">174</a> American Child Health Association, Physical Defects: The Pathway to Correction, Nueva York, 1934, cap. 8, pp. 80-96. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2d.htm#anchor1844610">175</a> Harry Bakwin, Pseudodoxia Pediatrica", New England Journal of Medicine 232, 1945, pp. 691-97. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2d.htm#anchor1846904">176</a> Para referencias y más bibliografía, véase L.H. Garland, "Studies on the Accuracy of Diagnostic Procedures", American Journal of Roentgenology, Radium Therapy, and Nuclear Medicine 82, julio 1959, pp. 25-38. Véase también A.L. Cochrane y L.H. Garland, "Observer Error in the Interpretation of Chest Films: An International Comparison", Lancet 263, 1952, pp. 505-9. Sugiere que los diagnosticadores norteamericanos pudieron tener más propensión a hallazgos positivos que sus colegas británicos. A.L. Cochrane, J. Chapman y P.D. Oldham, "Observers' Errors in Taking Medical Histories", Lancet 260, 1951, pp. 1007-9. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2d.htm#anchor1847824">177</a> Osler Peterson, Ernest M. Barsamian y Murray Eden, "A Study of Diagnostic Performance: A Preliminary Report", Journal of Medical Education 41, agosto 1966, pp. 797-803. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2d.htm#anchor1847952">178</a> Maurice Pappworth, Human Guinea Pigs: Experimentation on Man, Boston: Beacon Press, 1968. En 1967 el doctor Pappworth publicó un informe sobre ciertos procedimientos experimentales de diagnóstico que implicaban gran riesgo de daño permanente o de muerte, que aparecen descritos recientemente en las publicaciones médicas más respetables, y que se aplicaron a menudo a no-pacientes, niños, mujeres embarazadas, débiles mentales y ancianos. Él ha sido atacado por hacer un servicio negativo (disservicio) a su profesión, por minar la confianza de la gente en los médicos, y por publicar en un libro de edición popular lo que "éticamente" sólo podía decirse en la literatura escrita para médicos. Acaso lo más sorprendente en estos informes sea la repetición sin descanso de procedimientos idénticos de alto riesgo con el solo propósito de ganar promociones académicas. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2d.htm#anchor1848325">179</a> "Ese procedimiento es tan informativo como la lectura de presión arterial del paciente una vez en su vida, o el análisis de su orina una vez cada 20 años. Esta práctica es ridícula, absurda e innecesaria... y carece en lo absoluto de valor para el diagnóstico o el tratamiento." M. Pappworth, "Dangerous Head That May Rule the Heart", Perspective, pp. 67-70. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2d.htm#anchor1848577">180</a> El daño cerebral mínimo en los niños puede como no puede ser una creación del Ritalin; es un diagnóstico determinado por el tratamiento. Véase Roger D. Freeman, "Review of Medicine in Special Education: Medical-Behavioral Pseudorelationship", Journal of Special Education, 5, invierno-primavera 1971, pp. 93-99. Schrag, Peter, Divoky, Diane, The Myth of the Hiperactive Child And Other Means of Child Control, Nueva York, Pantheon, 1975. El repertorio definitivo sobre "una generación completa que va siendo condicionada paulatinamente a desconfiar de sus instintos, a apreciar su desviación de las normas aprobadas y con demandas cada vez menos flexibles como una enfermedad, y a confiar en las instituciones del estado y en la tecnología para definir y diseñar su 'salud'." El libro también da una guía sobre la literatura estadunidense al respecto. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2d.htm#anchor1848807">181</a> Alexander R. Lucas y Morris Weiss, "Methylphenidate Hallucinosis", Journal of the American Medical Association 217, 1971, pp. 1079-81. El Ritalin se usa para el control de la disfunción cerebral mínima en los niños de escuela. El autor cuestiona la ética de usar un agente poderoso con efectos secundarios graves, algunos bien definidos y otros sospechados, para el tratamiento masivo de una condición mal definida. Véase también Barbara Fish, "The One-Child-One-Drug Myth of Stimulants in Hyperkinesis", Archives of General Psychiatry 25, septiembre 1971, pp. 193-203. Es probable que se haya causado un considerable daño permanente a los niños hiperactivos tratados con anfetaminas por una condición debida posiblemente a la tensión bioquímica resultante del envenenamiento por plomo: D. Bryce-Smith y H.A. Waldron, "Lead, Behavior, and Criminality", Ecologist 4, no. 10, 1975. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2d.htm#anchor1852305">182</a> Barbara Blackwell, The Literature of Delay in Seeking Medical Care For Chronic Illnesses, Health Education Monograph no. 16, San Francisco, Society for Public Health Education, 1963. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2d.htm#anchor1852480">183</a> Philip Rieff, Triumph of the Therapeutic: Uses of Faith after Freud, Nueva York, Harper Torchbooks, 1968, argumenta que el hospital ha sucedido a la iglesia y al parlamento como la institución arquetípica de la cultura occidental. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2d.htm#anchor1853960">184</a> Como los policías que persiguen la prevención del crimen, los médicos reciben ahora el beneficio de la duda cuando dañan al paciente, William A. Westley, "Violence and the Police", American Journal of Sociology 59, julio 1953, pp. 34-41, descubrió que un tercio de todos los habitantes de una pequeña ciudad industrial, al preguntárseles: "¿Cuándo cree usted que un policía tiene justificación para maltratar a un hombre?" dijeron que les parecía legítimo usar la violencia con el sólo fin de reforzar el respeto hacia la policía. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2d.htm#anchor1855060">185</a> Joseph Cooper, "A Non-Physician Looks at Medical Utopia", Journal of the American Medical Association 197, 1966, pp. 697-9. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2e.htm#anchor64703">186</a> Orville Brim y otros, comps., The Dying Patient, Nueva York, Russell Sage, 1960. Una antología con una bibliografía para cada contribución. La primera se ocupa del espectro de análisis técnicos y de toma de decisiones en la que los profesionales de la salud participan cuando determinan las circunstancias "en las que debería ocurrir la muerte de un individuo". Proporciona una serie de recomendaciones sobre los que podría hacerse para que este proceso de ingeniería fuera "un tanto menos desairado y menos repugnante para el paciente, su familia y, sobre todo, para el personal encargado". <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2e.htm#anchor64988">187</a> Aunque el costo de la asistencia terminal intensiva fácilmente se ha duplicado en los últimos 4 años, sigue siendo útil consultar el trabajo de Robert J. Glaser, "Innovation and Heroic Acts in Prolonging Life ", en Brim y otros., The Dying Patient, cap. 6, pp. 102-28. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2e.htm#anchor65144">188</a> Richard A. Kalish, "Death and Dying: A Briefly Annoted Bibliography", en Brim y otros., The Dying Patient, pp. 327-80. Una reseña bibliográfica anotada, de la literatura en lengua inglesa sobre el morir, limitada principalmente a escritos que tratan de la actividad profesional contemporánea, la toma de decisiones y la tecnología en el hospital. Se trata de un extracto de una lista mucho más larga hecha por el mismo autor. Para temas complementarios véase Austin H. Kutscher, Jr., y Austin H. Kutscher, A Bibliography of Books on Death, Bereavement, Loss and Grief, 1953-1968, Nueva York, Health Sciences Publishing Corp., 1969. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2e.htm#anchor65607">189</a> El incremento en los gastos médicos no puede ya añadir nada a la expectativa promedio de vida de toda la población de los países ricos, desde Estados Unidos hasta China. Puede acrecentar significativamente sólo el margen de vida de los muy jóvenes en la mayoría de los países pobres. Esto fue tratado en el primer capítulo. La capacidad de la medicina para afectar las tasas de sobrevivencia de pequeños grupos de personas seleccionadas por el diagnóstico médico es algo distinto. Los antibióticos han aumentado enormemente las probabilidades de sobrevivir a la neumonía; la rehidratación oral, la probabilidad de sobrevivir a la disentería o al cólera. Tales intervenciones eficientes son, en su aplastante mayoría, baratas y sencillas. Su administración bajo el control de un médico profesional puede haberse convertido en una necesidad cultural para los norteamericanos, pero no lo es aún para los mexicanos. Un tercer asunto es la capacidad del tratamiento médico de aumentar las probabilidades de sobrevivencia entre una proporción aún más pequeña de personas: aquellas afectadas por condiciones agudas que pueden curarse gracias a una veloz y compleja asistencia hospitalaria, y aquellas afectadas por condiciones degenerativas donde la tecnología compleja puede conseguir una remisión. Para este grupo es aplicable la regla: mientras más caro el tratamiento, menor es su valor en términos de expectativa de vida adicional. Un cuarto grupo son los enfermos terminales: el dinero tiende a prolongar el proceso de morir sólo por iniciarlo antes. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2e.htm#anchor65334">190</a> Con respecto al lenguaje en que los norteamericanos se referían al cadáver justamente antes de que los médicos se entrometieran en el negocio de los empresarios fúnebres, véase Jessica Mitford, The American Way of Death, Nueva York, Simon and Schuster, 1963. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2e.htm#anchor66120">191</a> Bajo nuevos nombres, el "Zombi" se ha convertido en un tema importante de las disputas medicolegales, a juzgar por la inflación de la literatura acerca de los derechos conflictivos de vida y muerte sobre el cuerpo. Institute of Society, Ethics, and the Life Sciences, Research Group on Ethical, Social, and Legal Issues in Genetic Counseling and Genetic Engineering, "Ethical and social Issues in screening for Genetic Disease", New England Journal of Medicine 286, 1972, pp. 1129-32. Un buen sumario de las opiniones actuales sobre los criterios para determinar que la muerte ha ocurrido. Los autores separan cuidadosamente este asunto de cualquier intento por definir al muerte. Alexandre Capron y Leon R. Kass, "A Statutory Definition of the Standards for Determining Human Death: An Appraisal and a Proposal", University of Pennsylvania Law Review 121, noviembre 1972, pp. 87-118. Una introducción a los aspectos legales de la intrusión del médico en el dominio del sepulturero. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2e.htm#anchor65759">192</a> Esta generalización de legitimidad otorgada a la administración institucional de la crisis posee un enorme potencial político porque sienta las bases para un irreversible gobierno de crisis. Igual que Weber pudo argüir que la riqueza puritana fue una consecuencia involuntaria de la angustia despertada por la doctrina de la predestinación, así un historiador moralista de la índole de Tawney podría argumentar que el "estar listos" para el tecnofascismo es la consecuencia involuntaria de una sociedad que votó porque la asistencia terminal se pagase con un seguro nacional. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2e.htm#anchor66336">193</a> Por medio de la "ritualización" la crisis se transforma, de ser una ocasión urgente de integración personal (Erikson) en una situación de tensión. Para algunos planteamientos, véase (Robinson) donde un aparato burocrático se ve forzado a la acción de perseguir un objetivo para el cual, por su propia naturaleza, no puede estar organizado. En tales circunstancias, las funciones institucionales de fingimiento cobrarán preponderancia. Esto ocurre necesariamente cuando la medicina persigue "políticas del morir". La confusión aumenta con el uso de palabras como "morir" o "decisión", que designan una acción surgida de la intimidad en un contexto privado de ella. Erik Erikson, "Psychoanalisis and Ongoing History: Problems of Identity, Hatred, and Nonviolence", American Journal of Psychiatry 122, septiembre 1965, pp. 241-53. James Robinson, The Concept of Crisis in Decision-Making, Symposi Studies Series no 11, Washington, D.C., National Institute of Social and Behavioral Sciences, 1962. <br /><br />* Término utilizado para la selección de los heridos en el campo de batalla, que hicieron los encapuchados de la "Misericordia" y hoy nacen los médicos, abandonando los más graves para que se mueran. Véase nota 194, p. 194. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2e.htm#anchor68297">194</a> Leonard Lewin, Triage, Nueva York, Dial Press, 1972, plantea el problema de una sociedad comprometida con las políticas del morir en una novela que, desdichadamente, no está a la altura de su anterior Report from Iron Mountain. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2e.htm#anchor68467">195</a> Valentina Borremans e Ivan Illich, "Dying Policy", manuscrito preparado para la Encyclopedia of Bio-Ethics, Kennedy Institute, Washington, D.C., a publicarse en 1976. Los autores han aceptado escribir un artículo con el título propuesto por los editores de la enciclopedia, precisamente para hacer resaltar el hecho de que la combinación del verbo intransitivo "to die" (morir) y el término burocrático "policy" (reglamento) constituye el ataque supremo al lenguaje y a la razón. (N.B. El artículo nunca fue publicado). <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2e.htm#anchor68638">196</a> Quien, con éxito, reclama el poder en una emergencia, suspende y puede destruir la evaluación racional. La insistencia del médico en su capacidad exclusiva para evaluar y resolver crisis individuales lo traslada simbólicamente a la vecindad de la Casa Blanca. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2e.htm#anchor68783">197</a> Para la opinión del autor sobre la distinción entre esperanza y expectativa como dos actitudes opuestas orientadas hacia el futuro, véase Ivan Illich, "The Dawn of Epithimethean Man", trabajo preparado para un simposio en honor de Erich Fromm. La expectativa es una dependencia optimista o pesimista respecto a los medios técnicos institucionalizados; la esperanza es una disposición confiada a ser sorprendido por otra persona. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2e.htm#anchor68978">198</a> La "crisis" se vuelve así una artimaña que el ejecutivo utiliza para acrecentar su poder en proporción inversa a los servicios que presta. También se convierte, en combinaciones siempre nuevas (crisis de energía, crisis de autoridad, crisis de Oriente y Occidente), en una parte inagotable para bien financiadas investigaciones por parte de científicos a quienes se paga por dar a la "crisis" el contenido escolástico que justifica al donador. Véase Renzo Tomatis, La ricera illimitata, Milán Feltrinelli, 1975. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2e.htm#anchor69210">199</a> El término "muerte de hospital" se utiliza aquí para designar todas las muertes que ocurren en un hospital, y no sólo ese 10% del total que se "relaciona con un procedimiento diagnóstico o terapéutico considerado una causa que contribuyó, precipitó o fue la causa primaria del óbito". Elihu Schimmel. "The Hazards of Hospitalization", Annals of Internal Medicine 60, enero 1964, pp. 100-116. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2e.htm#anchor69497">200</a> Monroe Lerner, "When, Why, and Where People Die", en Brim y otros, The Dying Patient, pp. 5-29. Proporciona un desglose de esta evolución entre 1955 y 1967 según la causa de la muerte, el color y la región de los Estados Unidos. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2e.htm#anchor69831">201</a> Erwin H. Ackerknecht, "Death in the History of Medicine", Bulletin of the History of Medicine 42, 1968, pp. 19-23. Para las élites de la ilustración, la muerte se hizo diferente y mucho más atemorizadora de lo que había sido para las generaciones anteriores. La muerte aparente se convirtió en una especie de infierno secularizado y en una preocupación médica primordial. Se introdujeron "pruebas de vida" como tocar una trompeta (profesor Hufeland) y choques eléctricos (Creve). Bichat, Recherches physiologiques sur a vie et la mort, 1800, puso fin al movimiento anti-muerte-aparente de la misma forma repentina como la obra de Lancisi lo había iniciado en 1707. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2e.htm#anchor69672">202</a> Todas las sociedades parecen haber distinguido etapas en el paso de los vivos a la tumba. Trataré de éstas en el capítulo 9, para mostrar cómo la renovada preocupación por la taxonomía del decaimiento es consecuente con otras regresiones contemporáneas a fascinaciones primitivas. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2e.htm#anchor70021">203</a> Margot Augener, "Scheintod als medizinisches Problem im 18. Jahrhundert", Mitteilungen zur Geschichte der Medizin und der Naturwissenschaften, nos. 6-7, 1967. El miedo secularizado al infierno por parte de los ricos ilustrados se concentraba en el horror de ser sepultados vivos. También condujo a la creación de fundaciones filantrópicas dedicadas a socorrer a ahogados y quemados y cerciorarse de que habían muerto. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2e.htm#anchor70560">204</a> "Scarce Medical Resources", editorial, Columbia Law Review 69, abril 1969, pp. 690-2. Una reseña basada en entrevistas con varias docenas de expertos estadunidenses. Describe y evalúa las actuales políticas de exclusión y selección desde un punto de vista legal. Sin sentido crítico acepta la dudosa eficacia de las técnicas que se supone tienen una demanda extrema. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2e.htm#anchor70373">205</a> Sharmon Sollito y Robert M. Veatch, Bibliography of Society, Ethics and the Life Sciences, a Hastings Center Publication, Hastingson-Hudson, NY, 1975. J.R. Elkinton, "The Literature of Ethical Problems in Medicine", pts. 1, 2, 3, Annals of Internal Medicine 73, septiembre 1970, pp. 495-98; octubre 1970, pp. 662-6; noviembre 1970, pp. 863-70. Son introducciones a la literatura ética que se complementan mutuamente. <br /><br /><br /> <a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2e.htm#anchor70720">206</a> Hermann Feifel, "Physicians Consider Death", en Proceedings of the American Psychological Association Convention, Washington, D.C., la asociación, 1967, pp. 201-2. Los médicos parecen tener bastante más miedo a la muerte que los físicamente enfermos o que el individuo normal saludable. El argumento podría conducir a la tesis de que los médicos son actualmente portadores de terror infeccioso. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2e.htm#anchor70901">207</a> Euthanasia. An Annoted Bibliography, Euthanasia Educational Fund, 250 West 57th Street, Nueva York, N.Y. 10019. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2e.htm#anchor71094">208</a> El derecho a sanar como actividad intransitiva que debe ser ejercida por el paciente, puede entrar en conflicto con la aseveración del derecho del médico a curar como actividad transitiva. Para los orígenes de un derecho médico a curar, que correspondería a un deber profesional, véase Ludwig Edelstein, "The Professional Ethics of the Greek Physician", Bulletin of the History of Medicine 30, septiembre-octubre 1956, pp. 391-419. Walter Reich plantea el problema contemporáneo de la sustancia del contrato entre el médico y el paciente cuando la enfermedad se transforma de curable en terminal y, por lo tanto, llega a su fin el "contrato de curar". Walter Reich, "The Physician's Duty, to preserve Life", Hastings Center Report 5, abril 1975, pp. 14-15. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2e.htm#anchor71301">209</a> El reconocimiento de la Facies Hippocratica, los signos de la muerte que se acerca que indicaban al médico el punto en que había que abandonar sus esfuerzos curativos, fue parte de los currículo médicos hasta fines del siglo XIX. Sober el tema, ver capítulo 8. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2e.htm#anchor71649">210</a> Fred Davis, "Uncertainty in Medical Prognosis, Clinical and Functional", American Journal of Sociology 66, julio 1960, pp. 41-7. Davis examina la conducta del médico cuando un pronóstico no favorable de lesión o muerte cobra certeza, y se encuentra con un amplio cultivo de incertidumbre por disimulo o evasión. El disimulo alimenta a cualquier doctor que prefiere diagnósticos sin fundamento clínico para ganar una opinión favorable vendiendo placebos inocuos. La evasión, o el abstenerse de comunicar un pronóstico con fundamento clínico, mantiene a oscuras al paciente y a su familia, y los deja que se enteren "de cualquier manera" natural; permite al doctor evitar escenas y pérdidas de tiempo y emprender tratamientos que el paciente habría rechazado de saber que no pueden curarlo. La incertidumbre se cultiva a menudo como una conspiración entre médico y paciente para evitar la aceptación de lo irreversible, una categoría que no encaja en su ethos. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2e.htm#anchor71804">211</a> Sissela Bok y otros, "The Dilemmas of Euthanasia", Bioscience 23, agosto 1973, pp. 461-478. A menudo se pasa por alto el hecho de que la eutanasia, o terminación médica de la vida humana, no podría haber sido un problema importante antes de que se medicalizada la asistencia terminal. Por el momento, la mayor parte de la literatura ética y legal que se ocupa de la legitimidad y del status moral de tales contribuciones profesionales a la aceleración de la muerte tiene un valor limitado, debido a que no cuestiona el status legal y ético de la medicalización, que creó el problema en primer lugar, H.L. Hart, Law, Liberty and Morality, Stanford, Calif., Standford University Press, 1963. Al argumentar que la ley debía tomar una posición neutral, tal vez Hart es el que llega más lejos en esta discusión. Por una parte, el disfraz de la ética asume la forma de una venta forzada de productos médicos literalmente a cualquier costo. Freeman afirma que "la muerte de un paciente no operado es un medio inaceptable de aliviar sufrimientos" no sólo para el paciente sino también para su familia. John M. Freeman, "Whose Suffering?" y Robert E. Cooke, "Is There a Right to Die - Quickly?" Journal of Pediatrics 80, mayo 1972, pp. 904-8. Por otra parte, incluso quienes abogan en favor de la automedicación terminal con analgésicos proceden en la suposición de que en éste como en cualquier otro consumo de medicamentos, el paciente debe comprar lo que otro elige para él. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2e.htm#anchor72165">212</a> John Hinton, Dying, Baltimore, Penguin Books 1974. Versión española Experiencias con el morir. Barcelona, Ariel, 1975. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2e.htm#anchor72278">213</a> Institute of Medicine of Chicago, Terminal Care for Cancer Patients, Chicago, Central Service for the Chronically Ill, 1950. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2e.htm#anchor72470">214</a> David Sudnow, Passing On: The Social Organization of the Dying, Englewood Cliffs, N.J. Prentice-Hall, 1967. Descrito en su introducción como "saludable lectura para el lego cuyo contacto con la fase terminal de la vida humana se limita a encuentros ocasionales", este libro debería curar a cualquiera del deseo de recibir asistencia profesional. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2e.htm#anchor72649">215</a> Exton-Smith, "Terminal Illness in the Aged". <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2e.htm#anchor73027">216</a> Para un sumario de diversos estudios, véase International Bank for Reconstruction and Development, Health Sector Policy Paper, Washington, D.C., marzo 1975, p. 34. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2e.htm#anchor73174">217</a> "Se necesita mejorar los riñones artificiales, como lo comprueba el hecho de que a menudo los pacientes urémicos empeoren subjetivamente durante un período posterior a la diálisis aunque su química sanguínea aparentemente se acerca a lo normal. Una explicación posible, es la no remoción de un 'factor urémico' desconocido, o más probablemente la remoción no deseada de un factor necesario en la sangre, o que tal vez la máquina renal cause algún daño sutil a la sangre." Rushmer, Medical Engineering, p. 314. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2e.htm#anchor73381">218</a> C.H. Calland, "Iatrogenic Problems in End-Stage Renal Failure", New England Journal of Medicine 287, 1972, pp. 334-8. Relato autobiográfico de un médico sujeto a este tratamiento terminal. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2e.htm#anchor73606">219</a> Hans von Henting, Vom Ursprung der Henkersmahlzeit, Tübingen, Mohr, 1958. La medicalización de la muerte ha aumentado enormemente el porcentaje de personas cuya muerte ocurre bajo control burocrático. En su estudio enciclopédico del desayuno que el verdugo ofrece al condenado, Henting concluye que existe una honda necesidad de prodigar favores a las personas que van a morir bajo el control público. Generalmente adopta la forma de una comida suntuosa. Incluso durante la Primera Guerra Mundial los soldados todavía intercambiaban cigarrillos, y el jefe del escuadrón ofrecía un último cigarrillo. El tratamiento terminal se ha despersonalizado en la guerra, en la prisión y en el hospital. El cuidado intensivo de los moribundos puede verse también como un regalo fúnebre para los insepultos. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2e.htm#anchor74014">220</a> Stephen R. Strickland, Politics, Science and Dread Disease: A Short History of the United States Medical Research Policy, Commonwealth Fund Series, Cambridge, Harvard University Press, 1972. Strickland describe cómo la política de investigación médica del gobierno estadunidense fue echada a andar en 1927 cuando un senador propuso ofrecer una recompensa de 5 millones de dólares a quien atrapara al peor de los asesinos, es decir el cáncer. Cuenta la historia del auge en las investigaciones sobre el cáncer. El gobierno norteamericano gasta actualmente en ellas más de 500 millones de dólares por año. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2e.htm#anchor74444">221</a> H.G. Mather y otros, "Acute Myocardial Infarction: Home and Hospital Treatment", British Medical Journal, 1971, no. 3, pp. 334-8. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2f.htm#anchor99866">222</a> John Powles ha utilizado este argumento: véase "On the Limitations of Modern Medicine" en Science, Medicine and Man, Londres, Pergamon, 1973, vol. 1, pp. 1-30. Una proporción grande y creciente de la masa contemporánea de enfermedades es producida por el hombre; no es mucho lo que progresa como estrategia la intervención mediante aparatos en las personas enfermas. Sólo puede explicarse que se insista en ese proceder si sirve para finalidades no técnicas. Los rendimientos decrecientes dentro de la medicina constituyen una manifestación concreta de una crisis más amplia en la relación del hombre industrial con su ambiente. Dupuy, Jean Pierre, y Karsenty, Serge, "La logique cachée de la croissance de l'institution médicale" (no hay datos de la publicación), No. 3, verano de 1975, pp. 179-202. Describe los mecanismos económicos que han hecho del sistema de protección de la salud una empresa dedicada primordialmente a la producción y consumo de símbolos. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2f.htm#anchor100026">223</a> M. Bartels, Die Medizin der Naturvölker, Leipzig, Grieben, 1893. Un clásico sobre el elemento mágico en la medicina de los pueblos primitivos. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2f.htm#anchor100243">224</a> William J. Goode, "Religion and Magic", en Goode, comp., Religion Among the Primitives, Nueva York, Free Press, 1951, pp. 50-4. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2f.htm#anchor100528">225</a> Sobre la historia de los estudios médicos del efecto de placebo y la evolución del término, ver Arthur K. Shapiro, "A Contribution to a History of the placebo effect", Behavioural Sciences 5, abril 1960, pp. 109-35. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2f.htm#anchor100673">226</a> La distinción entre la eliminación mágica, la interpretación religiosa o la socialización ética del sufrimiento y su manipulación técnica y control legal merece un análisis mucho más detallado. Introduzco estas distinciones sólo para dejar en claro que 1) la técnica médica sí tiene efectos no técnicos, 2) algunos de los cuales no pueden considerarse como externalidades económicas o sociales 3) porque influyen específicamente en los niveles de salud. 4) Estas funciones latentes relacionadas con la salud tienen una estructura compleja, de muchas capas y 5) lo más frecuente es que estropeen la salud. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2f.htm#anchor101016">227</a> Al hablar aquí de mitos me refiero a modelos de conducta que poseen la capacidad de generar entre los participantes una ceguera para, o una tolerancia a, la divergencia entre la racionalización reforzada por la celebración del ritual y las consecuencias sociales producidas por esta misma celebración, que están en contradicción directa con el mito. Para un análisis véase Max Gluckman, Order and Rebellion in Tribal Africa, Nueva York, Free Press, 1963. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2f.htm#anchor101115">228</a> Eric Voeglin, Science, Politics and Gnosticism, trad. William Fitzpatrick, Chicago, Regnery, 1968. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2f.htm#anchor101823">229</a> El ordenamiento social de la compasión, el nutrimiento y la celebración ha sido el aspecto más eficaz de la medicina primitiva; véase Erwin H. Ackerknecht, "Natural Diseases and Rational Treatment in Primitive Medicine", Bulletin of the History of Medicine 19, mayo 1946, pp. 467-97. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2f.htm#anchor101961">230</a> Richard M. Titmuss, The Gift Relationship, Nueva York, Pantheon, 1971, compara el mercado de sangre humana bajo el sistema médico comercial estadunidense y el socializado británico, muestra la inmensa superioridad de las transfusiones sanguíneas inglesas, y argumenta que la mayor eficacia del sistema británico se debe a un nivel más bajo de comercialización. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2f.htm#anchor102092">231</a> Sólo en la época de Chaucer apareció un hombre común para todos los que curaban: Vern L. Bullough, "Medical Study at Medieval Oxford", Speculum 36, 1961, pp. 600-12. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2f.htm#anchor102220">232</a> "The Term 'Doctor'", Journal of the History of Medicine and Allied Sciences 18, 1963, pp. 248-7. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2f.htm#anchor102351">233</a> Louis Cohn-Haft, The Public Physician of Ancient Greece, Northampton, Mass., Smith College, 1956. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2f.htm#anchor102861">234</a> Adalberto Pazzini, Storia della medizina, 2 vols, Milán, Societá editrice Libraria, 1947. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2f.htm#anchor102722">235</a> Sobre la medicina árabe en general, consúltese Lucien Leclerc, Historie de la médecine arabe: Exposé complet des traductions du grec: Les Sciences en Orient, leur transmission á l'Occident par les traductions latines, 2 vol., 1876; reimp. Nueva York, Franklin, 1971; Manfred Ullman, Die Medizin im Islam, Leiden, Brill, 1970, una guía exhaustiva. Pero véase también el juicio de Ibn Khaldun, The Muqaddimah: An Introduction to History, trad. Franz Rosenthal, Bollingen Series XLIII, 3 vols, Princeton, N.J., Princeton University Press, 1967. Para una revisión crítica de las aportaciones árabes a la imagen occidental del médico, véase Heinrich Schipperges, "Ideologie und Historiographie des Arabismus", Sudoffs Archiv, supl. 1, 1961. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2f.htm#anchor103058">236</a> Jacob Marcus, Communal Sick-Care in the German Ghetto, Cincinnati, Hebrew Union College Press, 1947. Este libro nos da razones para sentir remordimiento por confiar en extraños. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2f.htm#anchor103620">237</a> S.D. Lipton, "On Psychology of Childhood Tonsillectomy", en R.S. Eissler y otros, comps., Psychoanalytic Study of the Child, Nueva York, International University Press, 1962, no. 17, pp. 363-417. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2f.htm#anchor103715">238</a> Julius A. Roth, "Ritual and Magic in the Control of Contagion", American Sociological Review 22, junio 1957, pp. 310-14. Describe cómo los médicos llegan a creer en la magia. La creencia en el peligro de contagio por los pacientes de tuberculosis conduce a procedimientos ritualizados y prácticas irracionales. Por ejemplo, las reglas que obligan a los pacientes a usar máscaras protectoras se hacen cumplir estrictamente cuando van a los servicios de rayos X, pero no cuando asisten al cine o a reuniones sociales. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2f.htm#anchor104111">239</a> Arthur K. Shapiro, "Factors Contributing to the Placebo Effect: Their Implications for Psychotherapy", American Journal of Psychotherapy 18, supl. 1, marzo 1964, pp. 73-88. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2f.htm#anchor104375">240</a> Otto Lippross, Logik und Magie in der Medizin, Munich, Lehmann, 1969, pp. 198-218. Lippross argumenta y documenta su creencia de que la curación más eficaz depende de la elección por el médico de un método que se avenga mejor con su personalidad. Para bibliografía, véase pp. 196-218. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2f.htm#anchor104251">241</a> Henry K. Beecher, "Surgery as Placebo: A Quantitative Study of Bias", Journal of the American Medical Association 176, 1961, pp. 1102-7. Hace mucho tiempo que se sabe que la cirugía puede tener en el paciente efectos de placebo. Argumento aquí que efectos similares pueden transmitirse sociopolíticamente a través de intervenciones altamente visibles. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2f.htm#anchor104707">242</a> Gerhard Kienle, Arzneimittelsicherheit und Gesellschaft: Eine Kritische Untersuchung, Stuttgart, Schattauer, 1974, señala esto mismo pero sólo se ocupa del sector de la tecnología médica relacionado con la farmacología. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2f.htm#anchor104539">243</a> Henry K. Beecher, "Nonspecific Forces Surrounding Disease and the Treatment of Disease", Journal of the American Medical Association 179, 1962, pp. 437-40. "Cualquier temor puede matar, pero un diagnóstico temible casi garantiza la muerte por diagnóstico." Walter B. Cannon, "Voodoo Death", American Anthropologist 44, abril-junio 1942, pp. 169-81. Las víctimas de la magia haitiana sufren temores ominosos y persistentes, que causan una intensa acción del sistema simpático-adrenal y un súbito descenso de la presión arterial que produce la muerte. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2f.htm#anchor104907">244</a> R.C. Pogge, "The Toxic Placebo", Medical Times 91, agosto 1963, pp. 778-81. S. Wolf, "Effects of Suggestion and Conditioning on the Action of Chemical Agents in Human Subjects: The Pharmacology of Placebos", Journal of Clinical Investigation 29, enero 1950, pp. 100-9. G. Herzhaft, "L'Effet nocebo", Encéphale 58, noviembre-diciembre 1969, pp. 486-503. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2f.htm#anchor105501">245</a> Erwin Ackerknecht, "Problems of Primitive Medicine", en William A. Lessa y Evon Z. Vogt, Reader in Comparative Religion, Nueva York, Harper and Row, 1965, cap. 8, pp. 394-402. Ackerknecht ofrece un importante correctivo al prejuicio parsoniano de que todas las sociedades incorporan en el que cura un tipo especial de poder. Muestra que el curandero y el médico moderno son antagonistas más que colegas: ambos se ocupan de la enfermedad, pero en todos los otros aspectos son diferentes. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2f.htm#anchor120261">246</a> Marc Bloch, The Royal Touch: Sacred Monarchy and Scrofula in England and France, trad. J.E. Anderson, Montreal, McGill-Queens University Press, 1973. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2f.htm#anchor105331">247</a> Werner Danckert, Unehrliche Leute: Die verfemten Berufe, Berna, Francke, 1963. Trata de los poderes curativos tradicionalmente atribuidos a parias y marginados, como los verdugos, lo sepultureros, las prostitutas y los molineros. Dau, Wolfgang, "Schafrichter und Henker als Medici und Chirugi", Materia Medica, Nordmark, 15, 1963, pp. 338-350. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2g.htm#anchor124619">248</a> Dominique Wolton, Le Nouvel Ordre sexuel, París, Seuil, 1974, describe el resultado de la revolución sexual francesa: una nueva "sexocracia" formada por médicos, militantes, educadores y farmacéuticos ha secularizado y escolarizado la sexualidad francesa y "al sujetar la conciencia del cuerpo a la administración ortopédica ha reproducido al beneficiado de la asistencia pública incluso en este dominio íntimo". <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2g.htm#anchor124823">249</a> Henry E. Sigerist, Civilization and Disease, Chicago, University of Chicago Press, 1970. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2g.htm#anchor125125">250</a> Para referencias complementarias, véanse las notas 15-18 de este capítulo, pp. 61-62. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2g.htm#anchor125372">251</a> T.F. Troels-Lund, Gesundheit und Krankheit in der Anschauung alter Zeiten, Leipzig, 1901, es un antiguo estudio sobre las fronteras cambiantes de la enfermedad en diferentes culturas. Walter Riese, The Conception of Disease: Its History, Its Version and Its Nature, Nueva York, Philosophical Library, 1953, intenta una epistemología filosófica. Para orientación sobre la evolución de la discusión reciente véase David Mechanic, Medical Sociology: A Selective View, Nueva York, Free Press, 1968, especialmente pp. 33 y sigs. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2g.htm#anchor125541">252</a> Como un solo ejemplo de una sociedad sin la función asclepiádea, véase Charles O. Frake, "The Diagnosis of Disease Among the Subanum of Mindanao", American Anthropologist 63, 1961, pp. 11-32. En la esfera de hacer decisiones con respecto a las enfermedades, se reconocen diferencias en destrezas y conocimientos individuales, pero no hay una categoría formal de diagnosticadores y ni siquiera, según el concepto de Subanum, de gente que cura. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2g.htm#anchor125745">253</a> Lawrence J. Henderson, "Physician and Patient as a Social System", New England Journal of Medicine 212, 1936, pp. 819-823, fue quizás el primero en sugerir que el médico exonera al enfermo de responsabilidad moral por su dolencia. Para la formulación clásica del papel del enfermo moderno, casi amoral, véase Talcott Parsons, "Illness and the Role of the Physician" (originalmente de 1948), en Clyde Kluckhohn y Henry Murray, comps., Personality in Nature, Society and Culture, ed. rev., Nueva York, Knopf, 1953. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2g.htm#anchor125970">254</a> David Robinson, The Process of Becoming Ill, Londres, Routledge, 1971, descubre una debilidad fundamental en la mayoría de los estudios realizados hasta ahora sobre el papel del enfermo: están basados en personas que finalmente se convirtieron en pacientes, y tratan a la persona, que se siente mal pero que no va al médico, como a alguien que se demora. Robinson rechaza la idea de que la presentación de síntomas al profesional constituya el punto reconocido en que comienza la enfermedad. La mayoría de las personas no son pacientes la mayor parte del tiempo que se sientan enfermas. El autor estudia empíricamente el comportamiento enfermo de los no pacientes. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2g.htm#anchor126387">255</a> La distinción entre la cura intransitiva realizada por el paciente y la cura transitiva que se le provee debe refinarse aún más. Esta última, un servicio al paciente, puede proveérsele en dos formas profundamente distintas. Puede ser el producto de una institución y de sus funcionarios que ejecutan políticas, o puede ser el resultado de una interacción personal y espontánea dentro de un escenario cultural. La distinción ha sido elaborada por Jacques Ellul, The Technological Society, Nueva York, Random House, 1964. Su concepto de los "valores institucionalizados" ha sido tema de análisis de un simposio: Katallagete (Reconciliáos): Journal of the Committee of Southern Churchmen 2, invierno-primavera 1970, pp. 1-65. La fenomenología de la asistencia personal ha sido desarrollada por Milton Mayeroff, On Caring, Nueva York, Harper and Row, 1971. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2g.htm#anchor126590">256</a> Renée Fox, Experiment Perilous: Physicians and Patients Facing the Unknown, Glencoe, Ill., Free Press, 1959, estudia enfermos en estado terminal que han dado su consentimiento para ser utilizados como sujetos de experimentos médicos. No obstante la explicación lógica y racional de su enfermedad, ellos también se aferran a sus padecimientos en términos religiosos, cósmicos y sobre todo morales. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2g.htm#anchor127086">257</a> La enfermedad llega a estar asociada con altos niveles de vida y grandes expectativas. En los seis primeros meses de 1970 se perdieron 5 millones de días laborables en la Gran Bretaña a causa de conflictos industriales. Esa cifra ha sido superada en sólo dos años desde la huelga general de 1926. En comparación, más de 300 millones de días laborales se perdieron por ausencias amparadas en certificados de enfermedad. Office of Health Economics: Off sick, Londres OHE, 1971. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2g.htm#anchor127444">258</a> Clarence Karier, "Testing for order and control in the Corporate Liberal State", en: Educational Theory, Vol. 22, No. 2, primavera de 1972, ha mostrado el papel que desempeñó la Fundación Carnegie desarrollando materiales para pruebas de educación que pueden utilizarse para el control social en situaciones donde se ha desintegrado la capacidad de las escuelas para realizar esa tarea. Según Karier, las pruebas aplicadas fuera de las escuelas son un medio más poderoso de discriminación que las pruebas aplicadas dentro de una situación pedagógica. De la misma manera puede afirmarse que los exámenes médicos se convierten en un medio cada vez más poderoso de clasificar y discriminar a los ciudadanos, a medida que aumenta el número de resultados de pruebas en casos para los que no hay ningún tratamiento significativo que sea factible. Una vez que se vuelve universal la función de paciente, la clasificación médica se convierte en un instrumento para el control social total. Richard E. Brown. The Rockefeller Medicine: Medicine and Capitalism in the Progressie Era. Berkeley, University of California Press, Por publicarse en 1977. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2g.htm#anchor127620">259</a> Siegler y Osmond, "Aesculapian Authority". Véase nota 32, p. 66. Según los autores, la autoridad asclepiádea se mencionó por primera vez en T.T. Paterson, "Notes on Aesculapian Authority", manuscrito inédito, 1957. Comprende tres funciones: autoridad sapiente para aconsejar, instruir y dirigir; autoridad moral, que hace de las acciones médicas "la cosa justa" y no sólo algo bueno; y autoridad carismática, por la cual el doctor puede apelar a algún poder supremo y que a menudo desplaza la conciencia del paciente y la raison d'état. Los pedagogos, psicólogos, líderes de movimientos, y médicos no convencionales tienden cada vez más a apelar a esta triple autoridad en nombre de su técnica peculiar, uniéndose así a las filas de los doctores científicos y contribuyendo a una expansión cancerosa de la función asclepiádea. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2g.htm#anchor127843">260</a> Franco Basaglia, La maggioranza desviante: L'ideologia del controllo sociale totale, Nuovo Politecnico no. 43, Turín, Einaudi, 1971. Desde los años sesenta un ciudadano sin un status médico reconocido ha llegado a ser una excepción. Una condición fundamental del control político contemporáneo es el condicionamiento de la gente para que crean que tal status es necesario no sólo para el bien de su propia salud sino también para la ajena. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2g.htm#anchor128056">261</a> Nils Christie, "Law and Medicine: The Case Against Role Blurring", Law and Society Review 5, febrero 1971, pp. 357-66. Un criminólogo estudia un caso de conflicto entre dos imperios profesionales monopólicos. La medicina converge con la educación y con la ejecución de la ley: La medicalización de todo diagnóstico niega al excéntrico el derecho a sus propios valores: quien acepta la función de paciente implica con su sumisión que, una vez restaurado a la salud (que en nuestra sociedad es sólo otro tipo de función de paciente), se conformará. La medicalización de su queja da por resultado la castración política de su sufrimiento. Véase al respecto Jesse R. Pitts, "Social Control: The Concept", International Encyclopedia of the Social Sciences, 1968, vol. 14, p. 391. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2g.htm#anchor128492">262</a> H. Huebschmann, "La notion d'une société malade", Présence, no. 94, 1966, p. 25-40. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2g.htm#anchor128989">263</a> Basaglia, La maggioranza deviante. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes2g.htm#anchor129382">264</a> Michel Foucault, Surveiller et punir: Naissance de la prison, París, Gallimard, 1975. Sobre el surgimiento de la sociedad pan-terapéutica en la que se extinguen las funciones con carga moral.<br /><div>
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Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/09441389031398551167noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5370819243455530431.post-61681216353634546332013-01-17T19:38:00.001-08:002013-01-17T19:38:58.597-08:00INTRODUCCIÓNINTRODUCCIÓN<br />
Notas <br />
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<a href="http://www.ivanillich.org/Linemesin3.htm#anchor206747">1</a> F.J.J. Buytendijk, Allgemeine Theorie der menschlichen Haltung und Bewegung, Berlín, Springer, 1956. A través de una comparación con otras especies, el autor llega a describir al hombre como un organismo fisiológica y psicológicamente auto-estructurante. Para una orientación en inglés sobre la literatura alemana en este campo véase H.O. Pappe. "On Philosophical Anthropology", Australasian Journal of Philosophy 39, 1961, pp. 47-64. <br />
<br />
<a href="http://www.ivanillich.org/Linemesin3.htm#anchor207172">2</a> Adolf Portmann, Zoologie und das neue Bild des Menschen, Hamburgo, Rowohlt, 1956. El hombre no posee mecanismos evolutivos innatos que lo conduzcan a un equilibrio; su disponibilidad creativa da a su alrededor (Umwelt) características diferentes de las que éste tiene para otras especies: transforma el habitat en hogar. <br />
<br />
<a href="http://www.ivanillich.org/Linemesin3.htm#anchor207322">3</a> Peter Sedwick, "Illness, Mental and Otherwise: All Illness Express a Social Judgment", Hastings Center Studies 1, no. 3, 1973, pp. 19-40. <br />
<br />
<a href="http://www.ivanillich.org/Linemesin3.htm#anchor207534">4</a> Viktor von Weiszäcker, Der Gestaltkreis: Theorie der Einheit von Wahrnehmen und Bewegen, 4a. ed., Stuttgart, Thieme, 1968; 1a. ed. 1940. <br />
<br />
<a href="http://www.ivanillich.org/Linemesin3.htm#anchor208099">5</a> Henry E. Sigerist, A History of Medicine, vol. 1, Primitive and Archaic Medicine, Nueva York, Oxford University Press, 1967. Erwin H. Ackerknecht, "Primitive Medicine and Culture Patterns", Bulletin of the History of Medicine 12, noviembre 1942, pp. 545-74. Sigerist dice que: "La cultura primitiva o no, siempre tiene una cierta configuración... La medicina de una tribu primitiva se ajusta a ese patrón. Es una expresión de él y no puede comprenderse plenamente si se estudia por separado", Ackerknecht ejemplifica esta integración de la cultura y la medicina en tres tribus: los cheyenne, los dobuan y los thonga. Para una descripción clásica de esta integración véase E.E. Evans Pritchard, Witchcraft, Oracles and Magic Among the Azandé, Nueva York, Oxford University Press, 1937, pt. 4, 3. Yo sostengo aquí que hay una correlación entre la salud y mi capacidad para seguir siendo responsable de mi conducta en el sufrimiento. El relevo de esta responsabilidad guarda correlación con una disminución de la salud. <br />
<br />
<a href="http://www.ivanillich.org/Linemesin3.htm#anchor208296">6</a> No es fácil estudiar la cultura médica sin una camisa de fuerza. F.L. Dunn, "Traditional Asian Medicine and Cosmopolitan Medicine as Adaptative Systems", mimeografiado, University of California, s.f. Dunn señala un prejuicio importante en la mayor parte de las investigaciones publicadas sobre culturas médicas. Afirma que el 95% de la documentación etnográfica (y también antropológica) sobre comportamiento para mejorar la salud sobre las creencias subyacentes a dicho comportamiento, se refiere a la curación y no al mantenimiento y la expansión de la salud. Para documentación sobre cultura médica vista con las anteojeras del técnico conductal: Marion Pearshall, Medical Behavioral Science: A Selected Bibliography of Cultural Anthropology, Social Psychology and Sociology in Medicine, Lexington, University of Kentucky Press, 1963. Véase también Steven Polgar, referencias en la nota 19, p. 27 de este libro. Elfriede Grabner, Volksmedizin: Probleme und Forschungs-geschichte, Darmstadt, Wissenschaftliche Buchgesellschaft, 1974, proporciona una antología de estudios críticos sobre la historia de la etnomedicina. <br />
<br />
<a href="http://www.ivanillich.org/Linemesin3.htm#anchor208528">7</a> Sobre la unicidad cultural de la salud: Ina-Maria Greverus, Der territoriale Mensch: Ein Literaturanthropologischer Versuch zum Heimatphänomen, Frankfurt, Athenäum, 1972. E.W. Muhlmann, "Das Problem der Umwelt beim Menschen", Zeitschrift für Morphologia und Anthropologia 44, 1952, pp. 153-81. Arnold Gehlen, Die Seelen im technischen Zeitalter, Sozialpsychologische Probleme in der industriellen Gesellschaft, Hamburgo, Rowohlt, 1957. P. Berger, y H. Kellner, The Homeless Mind, Nueva York, Vintage Books, 1974. <br />
<br />
<a href="http://www.ivanillich.org/Linemesin3.htm#anchor208869">8</a> Herbert Plüge, Der Mensch und sein Leib, Tübingen, Niemeyer, 1967. F.J.J. Buytendijk, Mensch und Tier, Hamburgo, Rowohlt, 1958. F.J.J. Buytendijk, Prolegomena to an Anthropological Physiology, Pittsburgh, Pa., Duquesne University Press, 1974. <br />
<br />
<a href="http://www.ivanillich.org/Linemesin3.htm#anchor209095">9</a> Clifford Geertz, "The Impact of the Concept of Culture on the Concept of Man", en Yehudi A. Cohen, comp., Man in Adaptation: The Cultural Present, Chicago. Aldine, 1968. Douglas, Mary, "The Self-completing Animal", Times Literary Supplement, 8 de agosto, 1975, pp. 886-887. <br />
<br />
<a href="http://www.ivanillich.org/Linemesin3.htm#anchor209335">10</a> Erwin H. Ackerknecht, "Natural Diseases and Rational Treatment in Primitive Medicine", Bulletin of the History of Medicine 19, mayo 1946, pp. 467-97, es una revisión ya anticuada pero todavía excelente de las publicaciones sobre las funciones de las culturas médicas. Proporciona pruebas convergentes de que la medicina desempeña una función social y tiene un carácter olístico y unitario en culturas primitivas que la medicina moderna no puede proporcionar. <br />
<br />
<a href="http://www.ivanillich.org/Linemesin3.htm#anchor209787">11</a> Hans Wiswe, Kulturgeschichte der Kochkunst: Kochbücher und Rezepte aus zwei Jahrtausenden, Munich, Moss, 1970. Fred Binder, Die Brotnahrung: Auswahl-Bibliographie zu ihrer Geschichte und Bedeutung, Donau Schriftreihe no. 9, Ulm, Deutsches Brotmuseum E.V., 1973. Ludwig Edelstein, Ancient Medicine: Selected Papers of Ludwig Edelstein, C. Lilian y Owsei Temkin, comps., Baltimore, Johns Hopkins, 1967. Véase el capítulo sobre la dietética en la antigüedad. <br />
<br />
<a href="http://www.ivanillich.org/Linemesin3.htm#anchor209948">12</a> Salvador P. Lucia, Wine and the Digestive System: A Selected and Annotated Bibliography, San Francisco, Fortune House, 1970. <br />
<br />
<a href="http://www.ivanillich.org/Linemesin3.htm#anchor210081">13</a> Lucien Fébre, "Travail: Evolution d'un mot et d'une idée", Journal de psychologie normale et pathologique 41, no. 1, 1948, pp. 19-28. <br />
<br />
<a href="http://www.ivanillich.org/Linemesin3.htm#anchor210196">14</a> Richard B. Onians, The Origins of European Thought About the Body, the Mind, the Soul, the World, Time and Fate, 1951; reimpr., Nueva York, Arno, 1970. H.E. Sigerist, "Disease and Music" en Civilization and Disease, Chicago, University of Chicago Press, 1943, cap. 11, pp. 212 ss. <br />
<br />
<a href="http://www.ivanillich.org/Linemesin3.htm#anchor210353">15</a> Günter Elsässer, "Ausfall des Coitus als Krankheitsursache in der Medizin des Mittelalters", en Paul Diepgen y otros, comps., Abhandlung zur Geschichte der Medizin und der Naturwissenschaften, no. 3, Berlín, 1934. Robert H. van Gulik, Sexual Life in Ancient China, Atlantic Highlands, N.J., Humanities Press, 1961. <br />
<br />
<a href="http://www.ivanillich.org/Linemesin3.htm#anchor210516">16</a> Werner Jaeger, Paideia: Los ideales de la cultura griega, México, FCE, 1945, vol. 3, cap. 1, "La medicina griega, considerada como Paideia", pp. 11-63. <br />
<br />
<a href="http://www.ivanillich.org/Linemesin3.htm#anchor210708">17</a> Edward N. Gardiner, Athletics of the Ancient World, Nueva York, Oxford University Press, 1930. M. Michler, "Das Problem der westgriechischen Heilkunde", Sudhoffs Archiv 46, 1962, pp. 141 ss. <br />
<br />
<a href="http://www.ivanillich.org/Linemesin3.htm#anchor210872">18</a> Fridolf Kudlien, "Stimmübungen als Therapeutikum in der antiken Medizin", Ärztliche Mitteilungen 44, 1963, pp. 2257-8; para un compendio de este artículo véase L. Heyer-Grote, Atemschulung als Element der Psychoterapie, Darmstadt, Wissenschaftliche Buchgesellschaft, 1970. Johanna Schmidt, "Phonaskoi", en Pauly-Wissowa, Real-Encyklopädie, 1941, vol. 20, pt. 1, pp. 522-6. <br />
<br />
<a href="http://www.ivanillich.org/Linemesin3.htm#anchor211068">19</a> A.W. Gubser, "Ist der Mittagsschlaf schädlich?" Schweizerische Medizinische Wochenschrift 97, no. 7, 1967, pp. 213-16. Jane Belo, Trance in Bali, prefacio de Margaret Mead, Nueva York, Columbia University Press, 1960. Kilton Steward, "Dream Theory in Malaya", Complex: The Magazine of Psychoanalysis and Related Matters 6, 1951, pp. 21-33. <br />
<br />
<a href="http://www.ivanillich.org/Linemesin3.htm#anchor211248">20</a> Ibn Khaldun, The Muqaddimah: An Introduction to History, trad. Franz Rosenthal, Bollingen Series XLIII, 3 vols. Princeton, N.J., Princeton University Press, 1967. A fines del siglo XV, Ibn Khaldun observó el conflicto entre el oficio de la medicina requerido por la cultura sedentaria y sus lujos, y la medicina beduina, basada principalmente en la tradición y la experiencia individual. Véase especialmente vol. 2, pp. 373-7, y vol. 3, pp. 149-51. <br />
<br />
<a href="http://www.ivanillich.org/Linemesin3.htm#anchor211592">21</a> F.N.L. Poynter, comp., Medicine and Culture, Proceedings of a Historical Symposium Organized Jointly by the Wellcome Institute of the History of Medicine, London, and the Wenner-Gren Foundations for Anthropological Research, N.Y. Londres: Wellcome Institute, 1969. Sobre el conflicto entre la medicina metropolitana y diversas tradiciones. Sobre el uso de un solo hospital para crear la nueva categoría de "enfermedad mental" en Senegal, véase Danielle Storper-Perez, La Folie colonisée: Textes á l'appui, París, Maspero, 1974. <br />
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<a href="http://www.ivanillich.org/Linemesin3.htm#anchor211770">22</a> La idea occidental de que la salud en abstracto es una propiedad del hombre no pudo desarrollarse más que en forma paralela a la idea de humanidad. Carlyle sugiere que ambas ideas tomaron por primera vez forma reconocible en el brindis del victorioso Alejandro a la homo-ousia (misma naturaleza) de los hombres. Combinada con la idea del progreso, la utopía de la humanidad sana llegó a prevalecer sobre el ideal de modelos concretos y específicos de funcionamiento característicos de cada tribu o polis. Véase al respecto H.C. Baldry, The Unity of Mankind in Greek Thought, Cambridge, University Press, 1965, y Max Muehl, Die antike Menschheitsidee in ihrer geschichtlichen Entwicklung, Leipzig, Dietrichsche Verlagsbuchhandlung, 1928. Sidney Pollard, The Idea of Progress: History and Society, Nueva York, Basic Books, 1968, se ocupa de la ideología del progreso humano en relación con la historia concreta y los aspectos político-económicos que complementan la filosofía. <br />
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<a href="http://www.ivanillich.org/Linemesin3.htm#anchor212230">23</a> Para estudia este impacto en la historia latinoamericana, véase, sobre etnomedicina, Erwin H. Ackerknecht, "Medical Practices", en Julian Haynes Steward, Handbook of South American Indians, vol. 5, The Comparative Ethnology of South American Indians, 1949; reimpr., Saint Clark Shores, Mich, Scholarly Press, 1973, pp. 625-43. Sobre colonización médica, véase Percy M. Ashburn, The Ranks of Death: A Medical History of the Conquest of America, Nueva York, Coward-McCann, 1974, Una obra importante que arroja luz sobre la historia de la medicina y sobre la conquista. Francisco Guerra, Historiografía de la medicina colonial hispanoamericana, México, Abastecedora de Impresos, 1953, es más bibliográfica que historiográfica, pero indispensable. No se cuenta con ningún estudio comprehensivo del imperialismo de la ideología médica europea en América Latina. Para una orientación preliminar, véase Gonzalo Aquirre Beltrán, Medicina y magia: El proceso de aculturación en la estructura colonial, México, Instituto Nacional Indigenista, 1963. Thissen, Rudolf, "Die Entwicklung der Terminologie auf dem Gebiet der Sozialhygiene und Sozialmedizin im deutschen Sprachgebiet bis 1930", Forschungsbericht des Landes Nordrhein-Westfalen, Nr. 2050, Colonia, Westdeutscher Verlag, 1969, pp. 3-72. Una historia de la terminología usada en la medicina social alemana desde que la higiene pasó de manos del clero al médico. Especialmente iluminador en lo que respecta a mediados del siglo XIX, cuando la salud pasó a ser "propiedad exclusiva" del trabajador, que debía ser protegida por la acción del gobierno.Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/09441389031398551167noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5370819243455530431.post-43076320863982371492013-01-17T19:35:00.003-08:002013-01-17T19:35:54.431-08:003. MATAR EL DOLOR3. MATAR EL DOLOR<br /> Notas <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes3.htm#anchor148689">1</a> Para un fino análisis fenomenológico de la modernización de la experiencia de dolor, véase Peter Berger, "Policy and the Calculus of Pain", en Pyramids of Sacrifice: Political Ethics and Social Change, Nueva York, Basic Books, 1974, cap. 5. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes3.htm#anchor148855">2</a> F.J.J. Buytendijk, Pain, Its Modes and Functions, trad, Eda O'Shiel, Chicago, University of Chicago Press, 1962. Rudolf Bilz, Paläoanthropologie, vols. 1-2, Studien über Angst und Schmerz, Frankfurt am Main, Suhrkamp, 1971. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes3.htm#anchor149088">3</a> Victor Weizsäcker, Arzt und Kranker, Stuttgart, Köhler, 1949, vol. 1. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes3.htm#anchor149256">4</a> Thomas S. Szasz. Pain and Pleasure, Nueva York, Basis Books, 1957. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes3.htm#anchor149677">5</a> Para un análisis de la reacción al dolor de autores y filósofos contemporáneos, véase Ida Cermak, Ich Klage nicht: Begegnungen mit der Krankheit in Selbstzeugnissen schöpferischer Menschen, Viena, Amalthea, 1972. En tiempos medievales tardíos era casi imposible reconocer, por el comportamiento de una persona con dolor, si el origen de la experiencia era la pena, la compasión, el orgullo lastimado o una herida. Wilhelm Scherer, Der Ausdruck des Schmerzes und der Freude in der mittelhochdeutschen Dichtung der Blütezeit, Estrasburgo, 1908. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes3.htm#anchor149874">6</a> Cuando los artistas de la Grecia antigua representaban el dolor, solo indirectamente les importaba su impacto fisiológico, y ante todo trataban de captar la forma más o menos personal en que se experimentaba este impacto. Ernst Hannes Brauer, Studien zur Darstellung des Schmerzes in der antiken bildenden Kunst Griechenlands und Italiens, disertación inaugural, Univ. de Breslau, Breslau, Nischkowsky, 1934. Para conclusiones análogas sobre el teatro ático, Karl Kiefer, Körperlicher Schmerz auf der attischen Bühne, disertación inaugural, Heidelberg, Carl Winters Universitaetsbuchhandlung, 1908. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes3.htm#anchor150246">7</a> Para 60 representaciones plásticas de seres humanos con dolor, véase Friedrich Schulze-Maizier y H. Moehle, Schmerz, Berlín, Metzner, 1943. También F. Garnaud, "La Douleur dans l'art", Aesculape, 1957, varias páginas en números sucesivos. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes3.htm#anchor150396">8</a> Victor Weiszaecker, "Zum Begriff der Arbeit: Eine Habeas-Corpus Akte der Medizin?" en Edgar Salin, comp., Synopsis: Festgabe für Alfred Weber, Heidelberg, Schneider, 1948, pp. 707-61. Una descripción fenomenológica del sufrimiento como Leistung, es decir, una actividad de la persona enferma que despierta respeto en todas las sociedades y suele reconocerse como un "arte" que, aunque difiere del trabajo, posee un rango social análogo. Albert Görres, comp., Der Kranke, Ärgernis der Leistungsgesellschaft, Düsseldorf, Patmos, 1971. Aunque no llega tan lejos, Everett Hughes, Men and Their Work, Nueva York, Free Press, 1958, proporciona las bases para una interpretación similar. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes3.htm#anchor150994">9</a> Bilz, "Die Menschheitsgeschichtlich ältesten Mythologeme", en Studien über Angst und Schmerz, pp. 276-94. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes3.htm#anchor151145">10</a> Asenath Petrie, Individuality in Pain and Suffering, Chicago, University of Chicago Press, 1977. Las personas difieren en la intensidad con que modulan la experiencia; algunas reducen y otras aumentan lo que se percibe, incluyendo el dolor. Este modelo de reacción en parte está determinado genéticamente. Véase también B.B. Wolff y M.E. Jarvik, "Relationship Between Superficial and Deep Somatic Threshold of Pain, with a Note on Handedness", American Journal of Psychology 77, 1964, pp. 589-99. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes3.htm#anchor151299">11</a> Con respecto a la persona que se supone debe sufrir en el parto, y con respecto al lugar del cuerpo donde se supone que se origina el dolor, véase Grantly Dick-Read, Childbirth Without Fear, 1944; ed. en rústica, Nueva York, Dell, 1962. Contiene mucha información sobre la influencia de la cultura en la intensidad del temor y la relación entre el temor y la experiencia del dolor. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes3.htm#anchor151484">12</a> Henry K. Beecher, Measurement of Subjective Responses: Quantitative Effects of Drugs, Nueva York, Oxford University Press, 1959. Los opiáceos ejercen su acción principal, sobre el impulso de dolor, que se transmite a través del sistema nervioso, sino sobre el recubrimiento psicológico del dolor. Hacen bajar el nivel de ansiedad. Los placebos pueden lograr el mismo efecto en muchas personas. Agudos dolores postquirúrgicos pueden aliviarse en un 35% de pacientes dándoles una tableta azucarada o salina en vez de un analgésico. En estas mismas condiciones de dolor sólo el 75% se alivia con altas dosis de morfina; se podría atribuir al efecto de placebo el 50% de la eficacia de la droga. Véase también Harris Hill y otros, "Studies on Anxiety Associated with Anticipation of Pain: I. Effects of Morphine", A.M.A. Archives of Neurology and Psychiatry 67, mayo 1952, pp. 612-19. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes3.htm#anchor151708">13</a> R. Melzack y T.H. Scott, "The Effect of Early Experience on the Response to Pain", Journal of Comparative and Physiological Psychology 50, abril 1957, pp. 155-61. Para un análisis fenomenológico véase Victor E. von Gebsattel, Imago Hominis: Beiträge zu einer personalen Anthropologie, 2a. ed., Salzburgo, Otto Müller, 1968; Jacques Sarano, La Douleur, Lyons, Editions de l'Épi, 1965. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes3.htm#anchor151911">14</a> Thomas Keith, Religion and the Decline of Magic: Studies in Popular Beliefs in the 16th and 17th Centuries in England, Londres, Weidenfeld, 1971. Sobre la importancia y la utilidad práctica de la religión y la superstición para aliviar el sufrimiento en la Inglaterra de los primeros tiempos modernos. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes3.htm#anchor152261">15</a> Beecher, Measurement of Subjective Responses, pp. 164 ss. Becker, Howard S., "Consciousness, Power and Drug Effects", Journal of Psychedelic Drugs, Vol. 6, 1, enero-marzo 1974, pp. 67-76. Los efectos de la droga tienen grandes variaciones, dependiendo de las ideas y creencias acerca de la droga, y del control que quien la usa ejerce sobre ella. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes3.htm#anchor152417">16</a> Para información sobre este tema consulte James D. Hardy y otros., Pain Sensations and Reactions, 1952; reimpr., Nueva York, Hafner, 1967; Harold G. y Stewart Wolff, Pain, American Lectures in Physiology Series, 2a. ed., Springfield, Ill., Thomas, 1958; Benjamin L. Crue, Pain and Suffering: Selected Aspects, Springfield, Ill., Thomas, 1970. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes3.htm#anchor152707">17</a> Thomas S. Szasz, "The Psychology of Persistent Pain: A Portrait of L'Homme Douloureux", en A. Soulairac, J. Cahn y J. Charpentier, comps., Pain, Nueva York, Academic Press, 1968, pp. 93-113. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes3.htm#anchor153066">18</a> Richard Toellner, "Die Umbewertung des Schmerzes im 17. Jahrhundert in ihren Vorraussetzungen und Folgen", Medizinhistorisches Journal 6, 1971, pp. 707-61. Ferdinand Sauerbruch y Hans Wenke, Wesen und Bedeutung des Schmerzes, Berlín, Junker und Dünnhaupt, 1936. Thomas Keys, History of Surgical Anesthesia, ed. rev., Nueva York, Dover, 1963. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes3.htm#anchor153221">19</a> Kenneth D. Keele, Anatomies of Pain, Springfield, lll., Thomas, 1957. Herman Buddensieg, Leid und Schmerz als Schöpfermacht, Heidelberg, s.i., 1956. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes3.htm#anchor153700">20</a> Gebsattel, Imago hominis. Sarano, La Douleur. Karl E. Rothschuh, Physiologie: Der Wandel ihrer Konzepte, Probleme und Methoden vom 16. bis 20. Jahrhundert, Freiburgo, Alber, 1968. Una valiosa guía para la historia de la fisiología desde el siglo XVI, que se acerca lo más posible a una historia de la percepción médica del dolor. Karl E. Rothschuh, Von Boerhaave bis Berger: Die Entwicklung der kontinentalen Psychologie im 18. und 19. Jahrhundert mit besonderer Beruecksichtigung der Neurophysiologie, Stuttgart, Fischer, 1964. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes3.htm#anchor153851">21</a> H. Merskey y F.G. Spear, Pain: Psychological and Psychiatric Aspects, Londres: Bailliere, Tindall and Casell, 1967, reseña trabajos importantes e intenta una clarificación del uso del dolor en el trabajo experimental. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes3.htm#anchor154221">22</a> Ver Carl Darling Buck, A Dictionary of Selected Synonims in the Principal Indo-European Languages: A Contribution to the History of Ideas, Chicago, University of Chicago Press, 1949, para los cuatro campos semánticos siguientes: dolor-sufrimiento, 16-31; aflicción-pena, 16-32; emoción-sensación, 16-12; pasión, 16-13. Véase también W. Franzen, Klagebilder und Klagegebärden in der deutschen Dichtung des höfischen Mittelalters, Disertación, Univ. de Bonn, Würzburg, Triltsch, 1938. Georg Zapter, "Über den Ausdruck des geistigen Schmerzes im Mittelalter: Ein Beitrag zur Geschichte der Förderungs-Momente des Rührenden im Romantischen", en Denkschriften der Kaiserlichen Akademie der Wissenschaften, Viena, Philosophisch-historisch Classe, 1854, vol. 5, pp. 73-136. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes3.htm#anchor154491">23</a> Robert S. Hartmann, The Structure of Value; Foundation of Scientific Axiology, Carbondale, Southern Illinois University Press, 1967, especialmente pp. 255 ss. Se hace una distinción entre "mi dolor", un disvalor intrínseco acerca del cual existe una certeza totalmente única; "tu dolor", un disvalor extrínseco por el cual puedo experimentar compasión; y "el tipo de dolor del que se dice que una tercera persona sufre", como las jaquecas de pacientes no especificados, para los cuales, en el mejor de los casos, puedo solicitar alguna simpatía general. El dolor sobre el cual debería escribirse una historia es la experiencia personalizada del dolor intrínseco; la inclusión, en la experiencia de dolor, de la situación social en que el dolor ocurre. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes3.htm#anchor154731">24</a> Bakan, David, Disease, Pain and Sacrifice, Toward a Psychology of Suffering, Chicago, Beacon Press, 1968, trata del dolor como una disyunción de telos y distalidad. "El dolor, no teniendo otro locus sino el ego consciente, es casi literalmente el precio que paga el hombre por poseer un ego consciente... a menos que haya un organismo despierto y consciente, nada hay que pueda uno calificar perceptiblemente como dolor." <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes3.htm#anchor155306">25</a> Ludwig Wittgenstein, Philosophical Investigations, Oxford, Oxford University Press, 1953, pp. 89 ss. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes3.htm#anchor155708">26</a> A. Soulairac, J. Cahn y J. Charpentier, comps., Pain. Actas del Simposio Internacional organizado por el Laboratorio de Psicofisiología, Faculté des Sciences, París, 11-13 de abril de 1967, Nueva York, Academic Press, 1968, especialmente pp. 119-230. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes3.htm#anchor155872">27</a> Ver Szasz, "Psychology of Persistent Pain". <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes3.htm#anchor156084">28</a> Mark Zborowski, "Cultural Components in Responses to Pain", en E. Gartly Jaco, Patients, Physicians and Illness, Nueva York, Free Press, 1958, pp. 256-68. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes3.htm#anchor157036">29</a> B. Holmstedt, "Historical Survey", En Ethnopharmacologic Search for Psycho-active Drugs, Washington, D.C., National Institute of Mental Health, 1967, pp. 3-31. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes3.htm#anchor156621">30</a> Para el alcohol en general, véase Salvatore P. Lucia, A History of Wine as Therapy, Nueva York, McGraw-Hill, 1963. Ilustra las funciones sociales del alcohol como intoxicante. E.R. Bloomquist, Marihuana, Beverly Hills, Calif., Glencoe Press, 1968. Sobre el contexto y la distribución del uso de la marihuana desde la antigüedad. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes3.htm#anchor157455">31</a> G.M. Carstairs, "Daru and Bhang, Cultural Factors in the Choice of Intoxicant", Quarterly Journal of Studies on Alcohol, 15, junio 1954, pp. 220-37. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes3.htm#anchor156810">32</a> Robert L. Bergmann, "Navajo Peyote Use: Its Apparent Safety", American Journal of Psychiatry 128, diciembre 1971, pp. 695-9. Cuando el peyote se usa en un contexto ritual entre miembros de la iglesia nativa americana, ocurre menos de un mal viaje por cada 10000 dosis consumidas. W. La Barre, The Peyote Cult, Handem, Conn., Shoestring Press, 1964. Una historia completa del uso del peyote entre los indios norteamericanos; incluye una extensa bibliografía. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes3.htm#anchor157226">33</a> R.G. Wasson, Soma: Divine Mushroom of Immortality, Nueva York, Harcourt Brace, 1969. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes3.htm#anchor158010">34</a> H. Blyed-Prieto, "Coca Leaf and Cocaine Addiction: Some Historical Notes", Canadian Medical Association Journal 93, 1965, pp. 700-4. Información sociológica e histórica. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes3.htm#anchor158218">35</a> Robert Burton, The Anatomy of Melancholy, 3 vols., Nueva York, Dutton, 1964; ed. orig. 1621. El tratado clásico sobre la quimioterapia renacentista, que "rescata la mente de las profundidades de la desesperación" por medio de la amapola, el beleño, la mandrágora, la belladona, la nuez moscada, etc. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes3.htm#anchor157786">36</a> "Opium" en Encyclopeadia Britannica, 1911 vol. 20, pp. 130-7. La geografía histórica del cultivo de la amapola, y la historia de su uso, presentadas en una perspectiva victoriana. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes3.htm#anchor158657">37</a> Peter Graystone, Acupuncture and Pain Theory: A Comprehensive Bibliography, Vancouver, Biomedical Engineering Services, 1975. Un complemento: Billy y Miriam Tam, Acupuncture: An International Bibliography, Metuchen, NJ, Scarecrow Press, 1973. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes3.htm#anchor158827">38</a> Para bibliografía consúltese, W. Montgomery Watt, Free Will and Predestination in Early Islam, Londres, Luzac, 1948. Véase también Duncan B. Macdonald, Religious Attitude and Life in Islam, 1909, reimpr., Nueva York, AMS Press, 1969. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes3.htm#anchor158982">39</a> H.H. Rowley, Submission in Suffering and Other Essays on Eastern Thought, Cardiff, University of Wales Press, 1951. E.M. Hoch, "Bhaya, Shoka, Moha: Angst, Leid und Verwirrung in den alten indischen Schriften und ihre Bedeutung für die Entstehung von Krankheiten", en Wilhelm Bitter, comp., Abendländliche Therapie und östliche Weisheit, Stuttgart, Klett, 1968. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes3.htm#anchor159141">40</a> John Ferguson, The Place of Suffering, Cambridge, Clarke, 1972. Una densa historia del trasfondo clásico y hebreo frente al cual se desarrolló la actitud cristiana hacia el sufrimiento. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes3.htm#anchor159708">41</a> Oliver Wendell Holmes, Medical Essays, Boston, 1883. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes3.htm#anchor159868">42</a> Jacques Sarano, "L'Échec et le médecin", en Jean Lacroix, comp., Les hommes devant l'échec, París, PUF, 1968, cap. 3, pp. 69-81. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes3.htm#anchor189157">43</a> Para un estudio exhaustivo del valor diagnóstico atribuido al dolor en la literatura hipocrática, veáse A. Souques, "La Douleur dans les livres hippocratiques: Diagnostiques rétrospectifs", Bulletin de la Société Française de l'Histoire de Médecine 31, 1937, pp. 209-14; 32, 1938, pp. 178-86; 33, 1939, pp. 37-8, 131-44; 34, 1940, pp. 53-9, 79-93. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes3.htm#anchor160289">44</a> Con respecto a la evolución de los términos usados en la Biblia para designar el dolor y el sufrimiento corporales, véase Gerhard Kittel, Theologisches Wörterbuch zum Neuen Testament, Stuttgart, Kohlhammer, 1933, los siguientes artículos: lype (Bultmann); asthenés (Stahlin); pascho (Michaelis); nosos (Oepke). <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes3.htm#anchor160426">45</a> Immanuel Jakobovitz, "Attitude to Pain", en Jewish Medical Ethics, Nueva York, Bloch, 1967, p. 103. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes3.htm#anchor160668">46</a> Julius Preuss, Biblisch-talmudische Medizin: Beitrag zur Geschichte der Heilkunde und der Kultur überhaupt, 3a. ed., Berlín, Karger, 1923. Friedrich Weinreb, Vom Sinn des Erkrankens, Zürich, Origo, 1974: la palabra hebrea para "enfermedad" tiene la misma raíz que la palabra para "ordinario". <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes3.htm#anchor160825">47</a> Friedrich Fenner, Die Krankheit im Neuen Testament: Eine religiöse und medizin-geschichtliche Untersuchung, Untersuchungen zum Neuen Testament, no. 18, 1930 (disertación, Univ. de Jena, 1930). <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes3.htm#anchor160949">48</a> Harold Rowley, Servant of the Lord and Other Essays on the Old Testament, 2a. ed., Naperville, Ill., Allenson, 1965. Christopher R. North, Suffering Servant in Deutero-Isaiah: An Historical and Critical Study. 2a. ed., Nueva York, Oxford University Press, 1956. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes3.htm#anchor161385">49</a> Ver referencias en la nota 18, pp. 185-86. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes3.htm#anchor161559">50</a> K.E. Rothschuh, "Geschichtliches zur Physiologie des Schmerzes", en Documenta Geigy: Problems of Pain, Basel, 1965, p. 4. Se entendía que le dolor era "percibido a través de la facultad sensorial de la sentiens anima; (era) concebido como una propiedad del alma, una propiedad distribuida por todo el cuerpo". <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes3.htm#anchor161925">51</a> Herbert Plügge, Der Mensch und sein Leib, Tübingen, Niemeyer, 1947. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes3.htm#anchor162066">52</a> Gottfried Wilhelm Leibnitz, Essais de Théodicée sur la bonté de Dieu, la liberté de l'homme et l'origine du mal, París, Garnier-Flammarion, 1969, no. 342. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes3.htm#anchor162452">53</a> El dolor llegó a ser considerado misterioso e ingobernable sin auxilios técnicos. Para orientación sobre la actitud romántica hacia el dolor y el uso de narcóticos, véase Alethea Hayter, Opium and the Romantic Imagination, Berkeley, University of California Press, 1969. También M.H. Abrams, The Milk of Paradise, Nueva York, Harper and Row, 1970. Evitarlo llegó a ser suprema importancia: Robert Mauzi, L'idée du bonheur dans la littérature et la pensée françaises au 18ème siècle, París, Colin, 1960, especialmente pp. 300-10 sobre el surgimiento de la convicción de que el dolor es el único "mal" verdadero. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes3.htm#anchor162577">54</a> Charles Richet, "Douleur", en Dictionnaire de physiologie, París, Félix Alcan, 1902, vol. 5, pp. 173-93. En su clásico diccionario de fisiología en cinco volúmenes, Richet analiza el dolor como un hecho fisiológico y psicológico sin considerar ni la posibilidad de su tratamiento ni su importancia diagnóstica. Llega en definitiva a la conclusión de que el dolor es supremamente útil (souverainement utile) porque nos hace apartarnos del peligro. Todo abuso es seguido inmediatamente para nuestro castigo por el dolor, que es sin ninguna duda superior en intensidad al placer que produjo el abuso. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes3.htm#anchor162777">55</a> Mitford M. Mathews, comp., A Dictionary of Americanisms on Historical Principles, Chicago, University of Chicago Press, 1966: "matadolores (pain-killer). Cualquiera de diversas medicinas o remedios para abolir o aliviar el dolor. 1853 La Crosse Democrat, 7 Junio 2/4 Ayer's Cherry Pectoral, Perry Davis' Pain Killer. 1886 Ebbut Emigrant Live 119. En la casa tenemos un frasco de 'matadolores'... para fines medicinales." <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes3.htm#anchor162984">56</a> Kenneth Minogue, The Liberal Mind, Londres, Methuen, 1963. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes3.htm#anchor163322">57</a> Victor E. Frankl, Homo patients: Versuch einer Pathodizee, Viena, Deutike, 1950. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes3.htm#anchor163874">58</a> Robert J. Lifton, Death in Life: Survivors of Hiroshima, Nueva York, Random House, 1969. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes3.htm#anchor164283">59</a> Des Pres, Terrence: Survivors and the will to bear witness. Del libro de próxima aparición: The survivors, Oxford Univ. Press, 1974, en: Social Research, Vol. 40, No. 4, invierno de 1973, págs. 668 a 690, presenta una crítica constructiva de Lifton, Robert, v. n. Según él, los supervivientes de los campamentos de concentración tienen el impulso de dar importancia a una experiencia anónima que han conocido: el dolor que carece completamente de sentido. Según Des Pres, su mensaje es profundamente ofensivo porque desde mediados del siglo XIX el sufrimiento de los demás ha llegado a revestirse de un carácter moral. Kierkegaard predicaba la salvación por el dolor, Nietzsche ensalzaba los bajos fondos, Marx a los pisoteados y oprimidos. El superviviente despierta la envidia de su sufrimiento, y simultáneamente ofrece el testimonio de que el dolor sólo pueden valorarlo unos cuantos privilegiados. Propongo otra explicación: la gente evita al superviviente porque éste se siente impulsado a despertar la atención sobre el aumento del dolor completamente carente de significado que se soporta, no se sufre, en la sociedad industrial.Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/09441389031398551167noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5370819243455530431.post-26791137188585969452013-01-17T19:34:00.003-08:002013-01-17T19:34:40.942-08:004. LA INVENCIÓN Y ELIMINACIÓN DE LA ENFERMEDAD4. LA INVENCIÓN Y ELIMINACIÓN DE LA ENFERMEDAD<br /> Notas <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes4.htm#anchor371703">1</a> En este capítulo cito libremente de documentos reunidos en Michel Foucault, The Birth of the Clinic: An Archaeology of Medical Perception, trad. A.M. Sheridan Smith, Nueva York, Pantheon, 1973. El nacimiento de la clínica, México, Siglo XXI, 1966. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes4.htm#anchor371852">2</a> Walter Artelt, Einführung in die Medizinhistorik: Ihr Wesen, ihre Arbeitsweise und ihre Hilfsmittel, Stuttgart, Enke, 1949. Una excelente introducción a la metodología de la historia médica y sus instrumentos. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes4.htm#anchor372846">3</a> Heinrich Schipperges, "Die arabische Medizin als Praxis und als Theorie", Sudhoffs Archiv 43, 1959, pp. 317-28, proporciona una perspectiva historiográfica. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes4.htm#anchor372974">4</a> Sobre la evolución del hospital como un elemento arquitectónico en la urbanización, consúltense una anticuada obra monumental: Henry Burdett, Hospitals and Asylums of the World: Their Origin, History, Construction, Administration... and Legislation, 4 vols. Londres: Churchill, 1893. También Dieter Jetter, Geschichte des Hospitals, vol. 1, Westdeutschland von den Anfängen bis 1850, Wiesbaden, Steiner, 1966; varios volúmenes en planeación. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes4.htm#anchor499141">5</a> Fernando da Silva Coreia, Origenes e formaçaõ das misericórdias portuguesas, Lisboa, Torres, 1944. Las primeras doscientas páginas se ocupan del hospital en la antigüedad y durante la Edad Media en Oriente y en Europa. Jean Imbert, Histoire des hôpitaux français; contribution á l'étude des rapports de l'église et de l'état dans le domaine de l'assistance publique: les hôpitaux en droit canonique, Collection L'Église et l'état au moyen âge, no. 8, París, Vrin, 1947. Una guía bien documentada sobre los orígenes del hospital medieval y la transición de la asistencia pública del control eclesiástico al civil. F.N.L. Poynter, comp., The Evolution of Hospitals in Britain, Londres, Pitman, 1964; véase la bibliografía clasificada sobre la historia del hospital británico, pp. 255-79. Sobre el hospital en el Nuevo Mundo consúltese Josefina Muriel de la Torre, Hospitales de la Nueva España (vol. 1), Fundaciones de los siglos XVII y XVIII (vol. 2), publicaciones del Instituto de Historia, Universidad Nacional Autónoma de México, ser. 1, nos. 35, 62, México, 1959-60. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes4.htm#anchor373439">6</a> Sobre la historia de la cama de hospital, consúltese F. Boinet, Le Lit d'hôpital en France: Étude historique, París, Foulton, 1945; James N. Blyth, Notes on Bed and Bedding: Historical and Annotated, Londres, Simpkin Marstall, 1873. Lectura más general, pero también más placentera: Laurence Wright, Warm and Snug: The History of the Bed, Londres, Routledge, 1962. Sobre la buena conducta en la cama, véase la obra de Norbert Elias citada más adelante en la nota 28, p. 223. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes4.htm#anchor373676">7</a> Marcel Fosseyeux, L'Hôtel Dieu aux XVIIe et XVIIIe siècles, París, Levrault, 1912. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes4.htm#anchor373929">8</a> Sobre el origen y la evolución de la idea: David Rothman, The Discovery of the Asylum, Boston, Little, Brown, 1971. Milton Kotler, Neighborhood Government: The Local Foundations of Political Life, Indianápolis, Bobbs-Merril, 1969, aclara el asunto en cuanto a Boston. Véase también Foucault, El nacimiento de la clínica, México, Siglo XXI. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes4.htm#anchor374417">9</a> Se ordenó a los príncipes cristianos que no usaran como castigo la cadena perpetua, porque era excesivamente cruel. Las prisiones podían usarse para guardar a los criminales hasta su audiencia, su ejecución, o su mutilación judicial. Andreas Perneder, Von Straf und Pein aller und jeder Malefitz, Handlungen ein kurzer Bericht, ed. W. Hunger, Ingolstadt, 1544. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes4.htm#anchor374790">10</a> Para documentación sobre el pensamiento de Rousseau acerca de la medicina, rico y cuidadosamente escogido, véase Gerhard Rudolf, Jean-Jacques Roussau (1712-1778) und die Medizin", Sudhoffs Archiv 53, 1969, pp. 30-67. A Rousseau probablemente se le malentendió todavía más con respecto a la medicina que a la educación. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes4.htm#anchor375101">11</a> Sobre el sueño de la salud "salvaje" consúltese Edward Dudley y Maximillian E. Novak, comps., The Wild Man Within: An Image in Western Thought from the Renaissance to Romanticism, Pittsburgh, Pittsburgh Univ. Press, 1972. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes4.htm#anchor375435">12</a> Jacques-René Tenon, Mémoires sur les hôpitaux, París, 1788, p. 451; citado en Foucault, El nacimiento de la clínica, México, Siglo XXIl. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes4.htm#anchor376004">13</a> Brian Abel-Smith, The Hospitals, 1800-1948: A Study in Social Administration in England and Wales, Londres, Heinemann, 1964. Cuidadosamente documentado sobre los cambios económicos y profesionales. Leonard K. Eaton, New England Hospitals, 1790-1833, Ann Arbor, Univ. of Michigan Press, 1957. Véase especialmente el ensayo bibliográfico, pp. 239-46. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes4.htm#anchor376249">14</a> François Millepierres, La Vie quotidienne des médecins au temps de Moliére, París, Hachette, 1964. De divulgación pero digno de confianza; una imagen múltiple de la vida cotidiana del médico en la época de Moliére. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes4.htm#anchor376734">15</a> Jean-Pierre Peter, "Malades et maladies á la fin du XVIIIe siècle", en Jean-Paul Dessaive y otros, Médecins, climat et épidémies á la fin du XVIII siècle, París, Mouton, 1972, pp. 135-70: "Durante la Revolución Francesa el hospital, como el laboratorio, ambos descubiertos alrededor de 1770, jugarían el papel de partera en el nacimiento de estas ideas preexistentes." <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes4.htm#anchor377043">16</a> Helmut Vogt, Das Bild des Kranken: Die Darstellung äusserer Veränderungen durch innere Leiden und ihre Heilmassnahmen von der Renaissance bis zu unserer Zeit, Munich, Lehmann, 1960. Más de 500 reproducciones de representaciones artísticas de personas enfermas, desde el Renacimiento; permite un estudio de percepción. Para un estudio médico del ergotismo en el pasado basado en su representación pictórica, véase Veit Harold Bauer, Das Antonius-Feuer in Kunst und Medizin, Heidelberg, Springer, 1973; bibliog., pp. 118-25; posfacio de Wolfgang Jacob, pp. 127-9. La pintura y las artes plásticas proporcionan un invaluable complemento a la historia de las relaciones paciente-médico: Eugen Holländer, Die Medizin in der Klassischen Malerei, 4a. ed., Stuttgart, Enke, 1950. Eugen Holländer, Plastik und Medizin, Stuttgart, Enke, 1912.<br /> <br /> <a href="http://www.ivanillich.org/Linemes4.htm#anchor377714">17</a> W. Muri, "Der Massgedanke bei griechischen Ärzten", Gymnasium 57, 1950, pp. 183-201. H. Laue, Mass und Mitte: Eine problemgeschichtliche Untersuchung zur fruehen griechischen Philosophie und Ethik, Münster, Osnabrueck, 1960. La medida en la antigüedad se relacionaba con la virtud y la proporción, no con la verificación operacional. Sobre el campo semántico prehistórico indo-germánico que incluye tanto medida como medicina, véase Emile Benveniste, "Médecine et la notion de mesure", en Le Vocabulaire des institutions indo-européennes, vol. 2, Pourvoir, droit, religion, 1969, pp. 123-32. La versión inglesa es Indo-European Language and Society, Miami, University of Miami Press, 1973. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes4.htm#anchor378239">18</a> Para la historia de las mediciones consúltense dos simposia: Harry Woolf, comps., Quantification: A History of the Meaning of Measurement in the Natural and Social Sciences, Indianápolis, Bobbs-Merill, 1961, y Daniel Lerner, Quantity and Quality: The Hayden Colloquium on Scientific Method and Concept, Nueva York, Free Press, 1961. Consúltese particularmente, en Woolf, el trabajo de Richard Shryock, "The History of Quantification in Medical Science", pp. 85-107. Sobre la aplicación de la medición a aspectos no médicos del hombre, véase S.S. Stevens, "Measurement and Man", Science 127, 1958, pp. 383-9, y S.S. Stevens, Handbook of Experimental Psychology, Nueva York, Wiley, 1951. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes4.htm#anchor378988">19</a> Richard H. Shryock y Otto T. Beall, Cotton Mather: The First Significant Figure in American Medicine, Baltimore, Johns Hopkins Univ. Press, 1954. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes4.htm#anchor379210">20</a> Cuando la enfermedad pasó a ser una entidad que podía separarse del hombre y ser manejada por el médico, súbitamente otros aspectos del hombre se hicieron separables, usables, vendibles. La venta de la sombra es un motivo literario típico del siglo XIX, (A.V. Chamisso: Peter Schlemihls wundersame Geschichte, 1814.) Un médico demoníaco puede privar al hombre de su imagen en el espejo (E.T.A. Hoffman, 1815: "Die Geschichte vom verlorenen Spiegelbild", en Die Abenteuer einer Sylversternacht) en W. Hauff "Das steinerne Herz", en: Das Wirtshaus im Spessat, 1828, el héroe cambia su corazón por uno de piedra para salvarse de la bancarrota. En las dos generaciones siguientes se da tratamiento literario a la venta del apetito, el nombre, la juventud y las memoria. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes4.htm#anchor379616">21</a> Para esta evolución en Francia, véase Maurice Rochaix, Essai sur l'evolution des questions Hospitalières de la fin de l'Ancien Régime á nos jours, Saintes, Fédération hospitalière de France, 1959, la única historia bien documentada de la asistencia pública a los enfermos en dicho país. Véase Jean Imbert, Les Hôpitaux en France, "Que sais-je?", París, Presses Universitaires de France, 1958, sobre la adaptación del hospital francés a las técnicas médicas cambiantes durante el siglo XIX. Por supuesto, consúltese también a Foucault, op. cit, El nacimiento de la clínica. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes4.htm#anchor379823">22</a> Sobre la historia del concepto de enfermedad, véase P. Diepgen, G.B. Gruber y H. Schadewaldt, "Der Krankheitsbegriff, seine Geschichte und Problematik", en Prolegomena einer allgemeinen Pathologie, Berlín, Springer, 1969, vol. 1, pp. 1-50. Emanuel Berghoff, Entwicklungsgeschichte des Krankheitsbegriffes in seinen Hauptzügen dargestellt, 2a. ed., Wiener Beiträge zur Geschichte der Medizin, vol. 1, Viena, Maudrich, 1947. Pedro Laín Entralgo, El médico y el enfermo, Madrid, Ediciones Guadarrama, 1970. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes4.htm#anchor380602">23</a> Mirko D. Grmek, "La Conception de la maladie et de la santé chez Claude Bernard", en Alexandre Koyré, Mélanges Alexandre Koyré: L'Aventure de la science, París, Hermann, 1964, vol. 1, pp. 208-27. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes4.htm#anchor380743">24</a> Georges Canguilhem, Le Normal et le pathologique, París, Presses Universitaires de France, 1972, es una tesis sobre la historia de la idea de la normalidad en la patología del siglo XIX, tesis terminada en 1943 a la que se agregó un epílogo en 1966. Sobre la historia de la "normalidad" en la psiquiatría véase Michel Foucault, Madness and Civilization: A History of Insanity in the Age of Reason, Nueva York, Pantheon, 1965. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes4.htm#anchor385582">25</a> Para la historia de las ideas médicas durante el siglo XIX, Pedro Laín Entralgo, La medicina hipocrática, Madrid, Revista de Occidente, Alianza, 1970. Werner Leibrand, Heilkunde: Eine Problemsgeschichte der Medizin, Freiburgo, Alber, 1953. Fritz Hartmann, Der ärztliche Auftrag: Die Entwicklung der Idee des abendländischen Arzttums aus ihren weltanschaulich-anthropologischen Voraussetzungen bis zum Beginn der Neuzeit, Göttingen, Musterschmidt, 1956. M. Merleau-Ponty, "L'Oeil de l'espirit", Les Temps Modernes, nos. 184-5, 1961, pp. 193 ss. M. Merleau-Ponty, Phénomenologie de la perception, París, Gallimard, 1945. Werner Leibbrand, Spekulative Medizin der Romantik, Hamburgo, Claassen, 1956, Hans Freyer, "Der Arzt und die Gesellschaft", en Der Arzt und der Staat, Leipzig, Thieme, 1929. René Fülop-Miller, Kulturgeschichte der Heilkunde, Munich, Bruckmann, 1937. K.E. Hrag Rothschuh, Was ist Krankheit? Erscheinung, Erklärung, Sinngebung, Wege der Forschung, vol. 362, Darmstadt, Wissenschaftliche Buchgesellschaft, 1976: 18 contribuciones críticas de importancia histórica, de los siglos XIX y XX, a la epistemología de la enfermedad; entre ellas de C.W. Hufeland, R. Virchow, R. Koch y F. Alexander. Richard Toellner publicará un volumen paralelo: Erfahrung und Denken in der Medizin. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes4.htm#anchor385867">26</a> Sobre este desarrollo, especialmente en cuanto se centra en la influencia de Virchow, véase Wolfgang Jacob, "Medizinische Anthropologie im 19. J.h.: Mensch, Natur, Gesellschaft: Beitrag zu einer theorischen Pathologie", en Beiträge aus der allgemeinen Medizin, no. 20, Stuttgart, Enke, 1967. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes4.htm#anchor386321">27</a> Janine Ferry-Pierret y Serge Karsenty, Practiques médicales et système hospitalier, París, CEREBE, 1974, un análisis económico de las crecientes disutilidades marginales del cuidado de la salud que resultó de la toma de la asistencia médica por el hospital (la toma fue posible a causa de una percepción de la enfermedad centrada en el hospital). Para una docena de perspectivas sociológicas sobre el hospital contemporáneo, consúltese Eliot Freidson, comp., The Hospital in Modern Society, Nueva York, Free Press, 1963. Véase también Johann J. Rhode, Soziologie des Krankenhauses: Zur Einführung in die Soziologie der Medizin..., Stuttgart, Enke, 1962, tal vez la más comprehensiva sociología del hospital. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes4.htm#anchor388981">28</a> Sobre la historia de la percepción del cuerpo en las culturas europeas, véase Norbert Elias, Über den Prozess der Zivilisation: Soziogenetische und psychogenetische Untersuchungen, vol. 1, Wandlungen des Verhaltens in der Weltlichen des Abendlandes: vol. 2, Wandlungen der Gesellschaft Entwurf zu einer Theorie der Zivilisation, Berna/Munich, Francke, 1969. Traducción francesa, París, Calmann-Levy, 1973. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes4.htm#anchor390144">29</a> Un ejemplo: D.L. Rosenhan, "On Being Sane in Insane Places", Science 179, 1973, pp. 250-58. "Una vez que ocho pseudopacientes ganaron admisión a instituciones mentales (diciendo que oían voces), se hallaron marcados indeleblemente con un diagnóstico de esquizofrenia, a pesar de su posterior comportamiento normal. Irónicamente, sólo los otros reclusos llegaron a sospechar que los pseudopacientes eran normales. El personal del hospital no era capaz de reconocer la conducta normal dentro del medio hospitalario." <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes4.htm#anchor394872">30</a> Thomas S. Szasz, The Myth of Mental Illness, Nueva York, Harper and Row, 1961. Thomas S. Szasz, Manufacture of Madness: A Comparative Study of the Inquisition and the Mental Health Movement, Nueva York, Harper and Row, 1970. Ronald Leifer, In the Name of Mental Health: Social Functions of Psychiatry, Nueva York, Aronson, 1969. Erving Goffman, Asylums: Essays on the Social Situation of Mental Patients and Other Immates, 1961; ed. en rústica, Nueva York, Doubleday, 1973. R.D. Laing y A. Esterson, Sanity, Madness, and the Family, Baltimore, Penguin, 1970. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes4.htm#anchor391239">31</a> Gregoria Bermann, La salud mental en China, Buenos Aires, Ed. Jorge Álvarez, 1970. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes4.htm#anchor398348">32</a> Peter Sedgwick, "Illness, Mental and Otherwise: All Illnesses Express a Social Judgement", Hastings Center Studies 1, no. 3, 1973, pp. 19-40, señala que algunos hechos constituyen afecciones y enfermedades sólo después que el hombre los designa como desviaciones y como condiciones que están bajo control social. Promete plantear la cuestión epistemológica acerca de la enfermedad en general en un libro que pronto publicará Harper y Row. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes4.htm#anchor399887">33</a> Albert Görres, "Sinn und Unsinn der Krankheit: Hiob und Freud", en Albert Görres, comp., Der Kranke, Ärgernis der Leistungsgesellschaft, Düsseldorf, Patmos, 1971, pp. 74-88. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes4.htm#anchor400654">34</a> B.L. Whorf, Language, Thought and Reality, Nueva York, Wiley, 1956, describe la barrera lingüística que la terminología técnica erige entre el grupo interno profesional y los clientes definidos como el grupo externo. K. Engelhardt et al., Kranke im Krankenhaus, Stuttgart, Enke, 1973. Durante su estancia en el hospital, los pacientes son intensiva y progresivamente mistificados. Al ser dados de alta, menos de la tercera parte han comprendido cuál es la enfermedad por la que los han tratado, y menos de la cuarta parte, a qué tratamiento han estado sujetos. M.B. Korsch y V.F. Negrete, "Doctor-Patient Communication", Scientific American 227, agosto 1972, pp. 66-9. En el Hospital de Niños de Los Angeles, el 20% de las madres no comprende de qué sufren sus hijos, el 50% no capta los orígenes de la enfermedad, y el 42% no sigue los consejos que recibe, a menudo, porque no los entiende. Raoul Carson, en Les Vieilles Douleurs, ed. rev., París, Julliard, 1960, confirma de manera más intuitiva que lo mismo vale con respecto a sus pacientes franceses. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes4.htm#anchor401057">35</a> Sobre el lenguaje de la enfermedad en la antigüedad mediterránea véase Nadia van Brock, Recherches sur le vocabulaire médical du Grec ancient: Soins et guérison, París, Klincksieck, 1961. Hermann Grapow, Kranker, Krankheiten und Arzt: Vom gesunden und Kranken Ägypter, von den Krankheiten, vom Arzt und von der ärztlichen Tätigkeit, Berlín, Akademie-Verlag, 1956, vol. 7, p. 168. Georges Contenau, La Médicine en Assyrie et en Babylonie, París, Librarie Maloine, 1938. Para el lenguaje de la Biblia relativo a la enfermedad, ver referencias en la nota 44 del capítulo anterior, p. 198. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes4.htm#anchor401242">36</a> Max Höfler, Deutsches Krankheitsnamen-Buch, Munich, Piloty und Löhle, 1899. Una recopilación monumental de expresiones populares alemanas relativas a los órganos, sus funciones, y la enfermedad en el hombre y en los animales domésticos, así como aquellas que designan remedios, naturales o mágicos; 922 páginas condensadas. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes4.htm#anchor401385">37</a> Otto E. Moll, Sprichwörter - Bibliographie, Frankfurt am Main, Klostermann, 1958, comprende 58 colecciones de proverbios en todos los idiomas, en relación con "salud, enfermedad, medicina, higiene, estupidez y pereza" (pp. 534-7). Como contraste, para una historia del lenguaje médico véase Johannes Steudel, Die Sprache des Arztes: Ethymologie und Geschichte medizinischer Termini (visto sólo en extractos.) <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes4.htm#anchor401903">38</a> Dietlinde Goltz, "Krankheit und Sprache", Sudhoffs Archiv 53, no. 3, 1969, pp. 225-69. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes4.htm#anchor402133">39</a> Durante el siglo XIX la nueva clase media desarrolló un sentimiento de culpa o vergüenza con respecto a la salud, mientras la alta burguesía y la nobleza hacían de su necesidad de cuidado médico constante un pretexto para "curas" de moda, sobre todo en balnearios. La "temporada" en los grandes balnearios tenía una función política análoga a las actuales juntas en la cumbre. Véase Walter Rüegg, "Der Kranke in der Sicht der bürgerlichen Gesellschaft an der Schwelle des 19. Jahrhunderts", y Johannes Steudel, "Therapeutische und soziologische Funktion der Mineralbäder im 19. Jahrhundert", ambos en Walter Artelt y Walter Rüegg, comps., Der Arzt und der Kranke in der Gesellschaft des 19. Jahrhunderts: Vorträge eines Symposions vom 1.-3. April, 1963 in Frankfurt a.M., Studien zur Medizingeschichte des 19. Jahrhunderts, vol. 1, Stuttgart, Enke, 1967. R.H. Shryock, "Medicine and Society in the 19th Century", Cahiers d'histoire mondiale 5, 1959, pp. 116-46. Luc Boltanski, "La Découverte de la maladie: La Diffusion du savoir médical", mimeografiado, Centre de Sociologie Européene, París, 1968. Basado en muchos datos empíricos, este trabajo reúne pruebas sobre la difusión específicamente de clases de la civilización médica, y muestra el origen económico de la "dureza" del pobre frente al sufrimiento y la contrasta con la "lucha contra el dolor" de la clase media.<br /> Una manera de explorar reacciones contra la medicalización de la percepción de la enfermedad es estudiar la historia del humor cuyo blanco es el médico. Materiales sobre caricaturas pueden hallarse en U.S. National Library of Medicine, Caricatures from the Art Collection, comp. Sheila Durling, Washington, D.C., 1959; Helmut Vogt, Medizinische Karikaturen von 1800 bis zur Gegenwart, Munich, Lehmann, 1960; Curt Proskauer y Fritz Witt, Pictorial History of Dentistry, Colonia, Dumont, 1970; A. Weber, Tableau de la caricature médicale depuis les origines jusqu'á nos jours, París, Éditions Hippocrate, 1936.<br /><table cellpadding="0" cellspacing="0"><tbody>
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Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/09441389031398551167noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5370819243455530431.post-33821214661318850032013-01-17T19:31:00.002-08:002013-01-17T19:31:23.638-08:005. LA MUERTE ESCAMOTEADA5. LA MUERTE ESCAMOTEADA<br /> Notas <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes5.htm#anchor674534">1</a> Robert G. Olson, "Death", en Encyclopedia of Philosophy, comp. P. Edwards, Nueva York, McMillan, 1967. Vol. 2, pags. 307-9 da una breve y lúcida introducción al conocimiento de la muerte y al miedo a la muerte. Herman Feifel, comp., The Meaning of Death, Nueva York, McGraw-Hill, 1959, dio un gran impulso en los Estados Unidos a las investigaciones psicológicas sobre la muerte. Robert Fulton, comp., Death and Identity, Nueva York, Wiley, 1965, es una notable antología de contribuciones breves que en conjunto reflejan el estado de las investigaciones en inglés en 1965. Paul Landsberg, Essai sur l'expérience de la mort, suivi de Problème moral de suicide, París, Seuil, 1951, es un análisis clásico. José Echeverría, Réflexions métaphysiques sur la mort et le problème du sujet, París, J. Vrin, 1957, es un lúcido intento de formular una fenomenología de la muerte. Christian von Ferber, "Soziologische Aspekte des Todes: Ein Versuch über einige Beziehungen der Soziologie zur philosophischen Anthropologie", Zeitschrift für evangelische Ethnik, 7, 1963, pp. 338-360, un vigoroso argumento para que la muerte vuelva a ser un grave problema público. El autor cree que la muerte reprimida, convertida en asunto privado y propio de profesionales únicamente refuerza la explotadora estructura de clase de la sociedad. Un artículo muy importante. Véase también Vladimir Jankelevitch, La mort, París, Flammarion, 1966 y Edgar Morin, L'homme et la mort, parís, Seuil, 1970. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes5.htm#anchor681164">2</a> Para el estudio de la antigua imagen de la muerte en nuestro contexto general, los siguientes textos son útiles: Fielding H. Garrison, "The Greek Cult of the Dead and the Chthonian Deities in Ancient Medicine", Annals of Medical History, 1, 1917, pp. 35-53. Alice Walton, The Cult of Asklepios, Cornell Studies in Classical Philology, nº 3, 1894, New York, Johnson Reprint Corp., 1965. Ernst Benz. Das Todesproblem in der stoischen Philosophie, Stuttgart, Kohlhammer, 1929, XI, Tübinger Beiträge zur Altertumswiss, 7, Ludwig Wachter, Der Tod im alten Testament, Stuttgart, Calwer, 1967. Jocelyn Mary Catherine Toynbee, Death and Burial in the Roman World, Londres, Thames and Hudson, 1971. K. Sauer, Untersuchungen zur Darstellung des Todes in der griechisch-römischen Geschichtsschreibung, Frankfurt, 1930. J. Kroll, "Tod und Teufel in der Antike", Verhandlungen der Versammlung deutscher Philologen 56, 1926. Hugo Blummer, "Die Schilderung des Sterbens in der griechischen Dichtkunst", Neue Jahrbücher des klassischen Altertums, 1917, pp. 499-512. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes5.htm#anchor685536">3</a> Este capítulo se basa en gran parte en los magistrales ensayos de Philippe Ariès, "Le culte des morts á l'époque moderne", Revue de l'Académie des Sciences morales et politiques, 1967, pp. 25-40; "La Mort inversée: Le changement des attitudes devant la mort dans les sociétés occidentales", Archives européennes de sociologie 8, nº 2, 1967; "La Vie et la mort chez les français d'aujourd'hui", Ethnopsychologie 27, marzo 1972, pp. 39-44; "La Mort et le mourant dans notre civilisation", Revue française de sociologie, 14, enero-marzo 1973, "Les techniques de la mort", en Histoire des populations françaises et de leurs attitudes devant la vie depuis le XVIII siècle, 1948; París, Seuil, 1971, pp. 373-98. Una sinopsis en inglés: Philippe Ariès, Western Attitudes Towards Death: From the Middle Ages to the Present, trad. Patricia Ranum, Baltimore, Johns Hopkins, 1974; Londres, Marion Boyars, 1976. "La Mort inversée" apareció traducida por Bernard Murchland como "Death Inside Out" en Hastings Center Studies 2, mayo 1974, pp. 3-18 (la bibliografía no figura en la traducción). <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes5.htm#anchor685926">4</a> En este capítulo me interesa, sobre todo, la imagen de la "muerte natural". Utilizo el término "muerte natural" porque observo que se emplea ampliamente entre el siglo XVI y principios del XX. Lo opongo a la "muerte primitiva", que llega por acción de algún agente misterioso, pavoroso, sobrenatural o divino, y a la "muerte contemporánea", que a menudo se concibe como el resultado de una injusticia social, como la consecuencia de la lucha de clases o de la dominación imperialista. Me interesa la imagen de esta muerte natural, y su evolución durante los cuatro siglos en que fue común en las civilizaciones occidentales. Debo la idea de abordar mi tema en esta forma a Werner Fuchs, Todesbilder in der moderner Gesellschaft, Frankfurt, Suhrkamp, 1969. Acerca de mi desacuerdo con el autor véase más adelante, nota 54, p. 269. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes5.htm#anchor687765">5</a> Thomas Ohm, Die Gebetsgebärden der Völker und das Christentum, Leiden, Brill, 1948, pp. 372 ss., especialmente pp. 389-90, reúne pruebas sobre danzas celebradas en cementerios y la lucha de las autoridades eclesiásticas contra ellas. Una historia médica de la ceremonia religiosa occidental: E.L. Backman, Religious Dances in the Christian Church and in Popular Medicine, Estocolmo, 1948; trad. E. Classen, Londres, Allen and Unwin, 1952. Una bibliografía de los aspectos religiosos de la danza: Émile Bertaud, "Danse religieuse", en Dictionnaire de spiritualité, fascículos 18-19, pp. 21-37. A. Schimmel, "Tanz: I. Religionsgeschichtlich", en Die Religion in Geschichte und Gegenwart, Tübingen, 1962, vol. 6, pp. 612-14. Para la historia de las danzas en las iglesias cristianas o sus alrededores véase L. Gougaud, "La danse dans les églises", Revue d'histoire eclésiastique 15, 1914, pp. 5-22, 229-45. J. Baloch, "Tänze in Kirche und Kirchhöfen", Niederdeutsche Zeitschrift für Volkskunde, 1928. H. Spanke, "Tanzmusik in der Kirche des Mittelalters", Neuphilosophische Mitteilungen 31, 1930. Precedentes germánicos de las danzas cristianas en los cementerios. Richard Wolfram, Schwerttanz und Männerbund, Kassel, Bärenreiter 1937, sólo parcialmente impreso. Werner Danckert, "Totengräber", en Unehrliche Leute: Die verfehmten Berufe, Berna, Francke, 1963, pp. 50-6. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes5.htm#anchor688180">6</a> Johan Huizinga, "La imagen de la muerte", en El otoño de la Edad Media: Estudios sobre las formas de la vida y del espíritu durante los siglos XIV y XV en Francia y en los Países Bajos, 4a. ed., Madrid, Revista de Occidente, 1952, cap. 11, pp. 187-204. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes5.htm#anchor688908">7</a> Gerhart B. Ladner, The Idea of Reform: Its Impact on Christian Thought and Action in the Age of the Fathers, Cambridge, Harvard University Press, 1959. Consúltese la pág. 163 sobre las dos corrientes dentro de la iglesia acerca de la relación de la muerte con la naturaleza desde el siglo IV. Par Pelagio la muerte no era un castigo por el pecado, y Adán hubiera muerto aunque no hubiese pecado. En esto difiere de la doctrina de Agustín de que Adán había recibido la inmortalidad como un don especial de Dios, y difiere más aún de los padres griegos de la Iglesia según los cuales Adán tenía un cuerpo espiritual o "resurreccional" antes de haber pecado. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes5.htm#anchor689910">8</a> Hasta entonces el difunto había aparecido sin edad en su monumento funerario. En esa época comienza a aparecer como un cadáver en descomposición. Kathleen Cohen, Metamorphosis of a Death Symbol: The Transi-Tomb in the Late Middle Ages and the Renaissance, Los Angeles, Univ. of California Press, 1973. Las tumbas espantosas hechas para lección de los vivos empezaron a aparecer en los últimos años del siglo XIV. J.P. Hornung, Ein Beitrag zur Ikonographie des Todes, disertación, Univ. de Freiburgo, 1902. El encuentro entre los vivos y los muertos cobra importancia en un nuevo género literario: Stefan Glixelli, Les cinq poèmes des trois morts et des trois vifs, París, H. Champion, 1914; J.S. Elgilsrud, Le Dialogue des morts dans les littératures française, allemande et anglaise, París, L'Entente linotypiste, 1934; Kaulfuss-Diesch, "Totengespräche", en Reallexikon der deutschen Literaturgeschichte, vol. 3, pp. 379 ss; y encuentra una nueva expresión visual: Karl Kunstle, Die Legende der drei Lebenden und der drei Toten, Freiburgo, Herder, 1908; Willy Rotzler, Die Begegnungen der drei Lebenden und der drei Toten: Ein Beitrag zur Forschung über mittelalterliche Vergänglichkeitsdarstellung, Winterthur, Keller, 1961; Pierre Michault, Pas de la mort, ed. de Jules Petit, Société des Bibliophiles de Belgique, 1869; Albert Freybe, Das memento mori in deutscher Sitte, bildlicher Darstellung und Volksglauben, deutsche Sprache, Dichtung und Seelsorge, Gotha, Perthes, 1909. El hecho de que hacia 1500 la muerte adopte acentuados rasgos esqueléticos y una nueva autonomía no significa que no haya tenido siempre rasgos antropomórficos si no en el arte, en la leyenda y la poesía. Paul Geiger, "Tod: 4. Der Tod als Person", en Handwörterbuch des deutschen Aberglaubens, Berlín, W. de Gruyter, 1927-42, vol. 8, pp. 976-85. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes5.htm#anchor835233">9</a> El gran libro sobre el espejo en la pintura es G.F. Hartlaub, Zauber des Spiegels: Geschichte und Bedeutung des Spiegels in der Kunst, Munich, Piper, 1951. La sec. iii el cap. 7, "Spiegel der Vanitas", trata particularmente del espejo como recordamiento de transitoriedad. Ver también G.F. Hartlaub, "Die Spiegelbilder des Giovanni Bellini", Pantheon 15, noviembre 1942, pp. 235-41. La interpretación por Bellini del uso del espejo para representar la intensidad de la nueva conciencia de la ambigüedad de la anatomía humana. Henrich Schwarz, "The Mirror in Art", Art Quarterly 15, 1952, pp. 96-118. Específicamente sobre la "vanidad". <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes5.htm#anchor691708">10</a> Wolfgang Stammler, Frau Welt: Eine mittelalterliche Allegorie, Freiburger Universitätsreden, 1959. El "mundo" pintado en el arte medieval como una figura femenina -mitad ángel, mitad demonio-, representa el poder de los bienes humanos, la belleza de la naturaleza, pero también la decadencia de todo lo humano. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes5.htm#anchor690373">11</a> Para una bibliografía sobre actitudes hacia la muerte entre pueblos primitivos, ver Edgar Herzog, Psyche and Death: Archaic Myths and Modern Dreams in Analytical Psychology, Nueva York, Putnam, 1967. La muerte primitiva siempre se concibe como resultado de una intervención de un agente. Para los fines de mi tesis no tiene importancia la naturaleza de ese agente. Aunque no es actual, Robert Hertz, "Contribution á une étude sur la représentation collective de la mort", L'Anné sociologique, 10, 1905-1906, pp. 48-137, sigue siendo el mejor archivo de textos antiguos acerca de ese tema. Se complementa con E.S. Hartland y otros, "Death and the Disposal of the Dead", en Encyclopedia of Religion and Ethics, 1925-1932, vol. 4, pp. 411-511. Rosalind Moss, The Life after Death in Oceania and the Malay Archipelago, 1925, Ann Arbor, Mich. University Mircrofilms, 1972, muestra que las formas de inhumación tienden a influir sobre las creencias acerca de la causa de defunción y la naturaleza de la otra vida. Hans Kelsen, "Seele und Recht", en Aufsätze zur Ideologiekritik, Neuwied/Berlin, Luchterhand, 1964, opina que el temor universal a los sanguinarios ancestros presta apoyo al control social. Consúltense también las siguientes obras de James George Frazer: Man, God and Immortality, Londres, McMillan, 1927: The Belief in Immortality and the Worship of the Dead, vol. 1, The Belief Among the Aborigines of Australia, the Torres Straits Islands, New Guinea and Melanesia, 1911; reimpr., Nueva York, Barnes and Noble, 1968; The Fear of the Dead in Primitive Religion, Nueva York, Biblo and Tannen, 1933. Asimismo, especialmente pp. 30-3, 237-52 Claude Lévi-Strauss, El pensamiento salvaje, México, FCE, 1964. Sigmund Freud, Totem y tabú, Madrid, Alianza Editorial, 1967. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes5.htm#anchor692092">12</a> Robert Bossuat, Manuel bibliographique de la littérature française du moyen âge, Melun, Librarie d'Argences, 1951, "Danse macabre", nos. 3577-80, 7013. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes5.htm#anchor695794">13</a> Sobre la evolución del motivo de Jederman "todo hombre" véase H. Linder, Hugo von Hoffmannstahls "Jederman" und seine Vorgänger, disertación, Univ. de Leipzig, 1928. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes5.htm#anchor696131">14</a> Alberto Tenenti, Il senso della morte e l'amore nella vita del Rinascimento, Turín, Einaudi, 1957. Alberto Tenenti, La Vie et la mort á travers l'art du XVe siècle, París, Colin, 1962. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes5.htm#anchor696606">15</a> Hans Holbein the Younger, The Dance of Death: A Complete Facsimile of the Original 1538 Edition of Les Simulachres et histoirees faces de la mort, Nueva York, Dover, 1971. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes5.htm#anchor696862">16</a> Walter Rehm, Der Todesgedanke in der deutschen Dichtung vom Mittelalter bis zur Romantik, Tübingen, Niemeyer, 1967, da pruebas de un cambio importante en la imagen de la muerte en la literatura alrededor del año 1400 y luego nuevamente alrededor de 1520. Véase también Edelgar Dubruck, The Theme of Death in French Poetry of the Middle Ages and the Renaissance, Atlantic Highlands, N.J. Humanities Press, 1965, y L.P. Kurtz, The Dance of Death and the Macabre Spirit in European Literature, Nueva York, Institute of French Studies, 1934. Para la nueva imagen de la muerte de la clase media en ascenso en el medioevo tardío, veáse Erna Hitsch, Tod un Jenseits im Spätmittelalter: Zugleich ein Beitrag zur Kulturgeschichte des deutschen Bürgertums, disertación, Univ. de Marburgo, Berlín, 1927. Específicamente sobre la Danza de la Muerte: Hellmut Rosenfeld, Der mittelalterliche Totentanz: Entstehung, Entwicklung, Bedeutung, Münster Köln, Bohlau, 1954, ilustrado. Hellmut Rosenfeld, "Der Totentanz in Deutschland, Frankreich und Italien", Littérature Moderne 5, 1954, pp. 62-80. Rosenfeld es la mejor introducción a estas investigaciones y da una bibliografía detallada y al día. Para documentación más antigua, complementar con H.F. Massman, Literatur der Totentänze, Leipzig, Weipel, 1840. Véase también Gert Buchheit, Der Totentanz, seine Entstehung und Entwicklung, Berlín, Horen, 1928, Wolfgang Stammler, Die Totentänze des Mittelalters, Munich, Stobbe, 1922, y James M. Clark, The Dance of Death in the Middle Ages and the Renaissance, Glasgow, Jackson, 1950. Los tres tomos de Stephen P. Kosaky: Geschichte der Totentänze, vol. 1, Lieferung: Anfänge der Darstellungen des Vergänglichkeitsproblems; vol. 2, Lieferung: Danse macabre Einleitung: Die Todesdidaktik der Vortotentanzzeit; vol. 3, Lieferung: Der Totentanz von heute, Bibliotheca Humanitatis Historica, vols. 1, 5 y 7, Budapest, Magyar Történiti Múzeum, 1936-44, contienen una mina de información, citas de textos antiguos y cerca de 700 grabados muy reducidos y mal reproducidos de la Danza de la Muerte hasta la segunda guerra mundial. J. Saugnieux, L'iconographie de la mort chez les graveurs français du XVe siècle 1974, y Danses macabres de France et d'Espagne et leurs prolongements littéraires, fasc. 30, Bibliothéque de la Faculté des Letter de Lyon, París, Les Belles Letters, 1972. Dietrich Briesenmeister, Bilder des Todes, Unterscheidheim, W. Elf, 1970: reproducciones muy claras y organizadas de acuerdo a diferentes temas. Consúltense las iconografías clásicas sobre el arte cristiano occidental: Karl Kunstle, Ikonographie der christilichen Kunst, 2 vols., Freiburgo, Herder, 1926-28; Émile Male, L'art religieux á la fin du moyen âge en France: Etude sur l'iconographie du moyen âge et sur ses sources d'inspiration, París, Colin, 1908, vol. 1, cap. 2, "La Mort", p. 346 (véanse también los otros tres tomos sobre el arte religioso en Francia). Compárese con iconografía oriental (Monte Athos): Dionisio de Fourna, Manuel d'iconographie chrétienne, grècque et latine, con introducción y notas de A.N. Didron, trad. por P. Durand de un manuscrito bizantino, 1845; reimpr, Nueva York, B. Franklin, 1963. T.S.R. Boase, Death in the Middle Ages: Mortality Judgement and Remembrance, Nueva York, McGraw-Hill, 1972. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes5.htm#anchor697584">17</a> Véase Helmuth Plessner, "On the Relation of Time to Death", en Joseph Campbell, comp., Papers from the Eranos Yearbooks, vol. 3. Man and Time, Bollingen Series XXX, Princeton, N.J. Princeton Univ. Press, 1957, pp. 233-63, especialmente p. 255. Sobre la influencia del tiempo en la imagen de la muerte en Francia, véase Richard Glasser, Time in French Literature and Thought, trad. C.G. Pearson, Manchester, University Press, 1972, en particular p. 158 y cap. 3, "The concept of Time in the Later Middle Ages", pp. 70-132. Sobre la influencia creciente de la conciencia del tiempo sobre el sentido de lo finito y de la muerte, véase Alois Hahn, Einstellungen zum Tod und ihre soziale Bedingtheit: Eine soziologische Untersuchung, Stuttgart, Enke, 1968, especialmente pp. 21-84. Joost A.M. Keerloo, "The Time Sense in Psychiatry", en J.T. Fraser, comp., The Voices of Time, Nueva York, Braziller, 1966, pp. 235-52. Siegfried Giedion, Space, Time and Architecture: The Growth of a New Tradition, 4a. ed., Cambridge, Mass., Harvard University Press, 1962. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes5.htm#anchor698522">18</a> Jurgis Baltrusaitis, La Moyen Âge fantastique: Antiquités et exotisme dans l'art gothique, París, Colin, 1955. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes5.htm#anchor701374">19</a> Martín Lutero, interpretación del Salmo 90, WA 40/III: 485 ss. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes5.htm#anchor701856">20</a> La respuesta a la muerte "natural" fue una transformación profunda del comportamiento a la hora de la muerte. Para las publicaciones contemporáneas, véase Mary Catherine O'Connor, The Art of Dying Well: The Development of the Ars Moriendi, Nueva York, AMS Press, 1966. L. Klein, Die Bereitung zum Sterben: Studien zu den evangelischen Sterbebüchern des 16. Jahrhunderts, disertación, Univ. de Göttingen, 1958. Sobre las costumbres véase Placidus Berger, "Religiöses Brauchtum im Umkreis der Sterbeliturgie in Deutschland", Zeitschrift für Missionswissenschaft und Religionswissenschaft 5, 1948: 108-248. Véase también Manfred Bambeck, "Tod und Unsterblichkeit: Studien zum Lebensgefühl der französischen Renaissance nach dem Werke Ronsards", disertación en ms., Univ. de Frankfurt, 1954. Hildegard Reifschneider, "Die Vorstellung des Todes und des Jenseits in der geistlichen Literatur des XII Jh." disertación en ms., Univ. de Tübingen, 1948. Eberhard Klass, Die Schilderung des Sterbens im mittelhochdeutschen Epos: Ein Beitrag zur mittelhochdeutschen Stilgeschichte, disertación, Univ. de Freigswald, 1931. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes5.htm#anchor702167">21</a> Gustav Künstler, "Das Bildnis Rudolf des Stifters, Herzogs von Österreich, und seine Funktion", extracto de Mitteilungen der Österreichischen Galerie 1972, Viena, Kunsthistorisches Museum, 1972, acerca del primero de esos retratos. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes5.htm#anchor702291">22</a> G. y M. Vovelle, "La Mort et l'au-delà en Provence d'après les autels des âmes du purgatoire: XVe-XXe siècles", Cahiers des Annales 29, 1970: 1602-34. Howard R. Patch, The Other World According to Descriptions in Medieval Literature, Cambridge, Mass., Harvard Univ. Press, 1950: El otro mundo en la literatura medieval, México, FCE, 1956. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes5.htm#anchor702458">23</a> Sobre el "juicio" en la historia de las religiones, véase Sources Orientales, Le Jugement des morts, París, Seuil, 1962; Leopold Kretzenbacher, Die Seelenwaage: Zur religiösen Idee vom Jenseitsgericht auf der Schicksalswaage in Hochreligion, Bildkunst und Volksglaube, Klagenfurt, Landesmuseum für Kärten, 1958. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes5.htm#anchor702649">24</a> Merlin H. Forster, comp., La muerte en la poesía mexicana, México, Diógenes, 1970. Emir Rodríguez Monegal. "Death as a Key to Mexican Reality in the Works of Octavio Paz", mimeografiado, Yale Univ., s.f., c. 1973. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes5.htm#anchor703191">25</a> En las zonas rurales estas costumbres sobreviven: Arnold van Genep, Manuel de folklore français contemporain, vol. 1, Du berceau á la tombe, París, Picard, 1943-46. Lenz Kriss-Rettenbeck, "Tod und Heilserwartung", en Bilder und Zeichen religiösen Volksglaubens, Munich, Callwey, 1963, pp. 49-56. Véanse artículos de Paulin Geiger sobre "Sterbegeläute", "Sterben", "Sterbender", "Sterbekerze", "Tod", "Tod ansagen", "Tote (der)", "Totenbahre", en Handwörterbuch des deutschen Aberglaubens, Berlín, W. de Gruyter, 1936-37, vol. 8. Albert Freybe, Das alte deutsche Leichenmahl in seiner Art und Entartung, Gütersloh, Bertelsmann, 1909, pp. 5-86. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes5.htm#anchor703358">26</a> Para una introducción a las funciones del sacerdote católico ante el lecho de muerte, véase C. Ruch, "Extrême onction", en Dictionnaire de Théologie Catholique, 1939, vol. 5, pt. 2, pp. 1927-85. Henri Roondet, "Extrême onction", en Dictionnaire de Spiritualité, 1960, vol. 4, pp. 2189-2200. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes5.htm#anchor704313">27</a> Magnus Schmid, "Zum Phänomen der Leiblichkeit in der Antike dargestellt an der 'Facies Hippocratia'", Sudhoffs Archiv, supl. 7, 1966, pp. 168-77. Karl Sudhoff, "Eine Kleine deutsche Todesprognostik", Archiv für Geschichte der Medizin 5, 1911, p. 240, y "Abernal eine deutsche Lebens- und Todesprognostik", ibid., 6, 1911, p. 231. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes5.htm#anchor703959">29</a> Paracelsus, Selected Writings, trad. Norbert Guterman, Bollingen Series XXVIII, Princeton, N.J., Princeton Univ. Press, 1969. Obras Completas. Schapire, 1965. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes5.htm#anchor705149">30</a> Heinrich Brunner, Deutsche Rechtsgeschichte, Berlín, Von Duncker and Humbolt, 1961, vol. 1, pp. 254 ss. Paul Fischer, Strafen und sichernde Massnahmen gegen Tote im germanischen und deutschen Recht, Düsseldorf, Nolte, 1936. H. Fehr, "Tod und Teufel im alten Recht", Zeitschrift der Savigny Stiftung für Rechtsgeschichte, 67, 1950, pp. 50-75. Paul Geiger, "Leiche", en Handwörterbuch des deutschen Aberglaubens, Berlín, W. de Gruyter, 1932-33, vol. 5. Karl König, "Die Behandlung der Toten in Frankreich im späteren Mittelalter und zu Beginn der Neuzeit (1350-1550)", disertación en ms., Univ. de Leipzig, 1921. Hans von Henting, Der nekrotope Mensch: Vom Totenglauben zur morbiden Totennähe, Stuttgart, Enke, 1964. Paul J. Doll, "Les droits de la science après la mort", Diogène, no. 75, julio-septiembre 1971, pp. 124-42. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes5.htm#anchor705473">31</a> El contraste se ve claramente cuando se compara Loren C. MacKinney, Medical Illustrations in Medieval Manuscripts, Berkeley; Univ. of California Press, 1965, con Millard Meiss, Painting in Florence and Siena after the Black Death: The Arts, Religion and Society in the Mid-Fourteenth Century, Princeton, N.J., Princeton Univ. Press, 1951. El arte, liberado de la necesidad de representar el dogma, muestra ahora la figura humana, sus acciones, y aun las cosas muertas que la rodean, íntimamente entretejidas en la representación del momento fugaz (Vergänglichkeit). <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes5.htm#anchor706973">32</a> Maurice Bariety y Charles Coury, "La Dissection", en Histoire de la médecine, París, Fayard, 1963, pp. 409-11. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes5.htm#anchor707678">33</a> Hermann Bauer, Der Himmel in Rokoko; Das Fresko im deutschen Kirchenraum im 18. Jahrhundert, Munich, Pustet, 1965. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes5.htm#anchor708755">34</a> Acerca del reflejo de la muerte en la literatura de los siglos XVII y XVIII: Richard Sexau, Der Tod in deutschen Drama des 17. und 18. Jahrhunderts: Von Griphius bis zu Sturm und Drang, Berna, Francke, 1906. Friedrich-Wilhelm Eggebert, Das Problem des Todes in der deutschen Lyrik des 17. Jahrhunderts, Breslau, Prietbatsch, 1935. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes5.htm#anchor708943">35</a> Philippe Ariès, "La mort inversée. Le changement des attitudes devant la mort dans les sociètes occidentales", en: Archives Européenes de Sociologie, vol. VIII, nº 2, 1967, págs. 169-195; pág. 175: "...El hombre de la segunda mitad de la Edad Media y del Renacimiento (por oposición al hombre de la primera mitad de la Edad Media, de Rolando, que se sobrevivió en los campesinos de Tolstoi) deseaba participar en su propia muerte, porque veía en ella un momento excepcional en que su individualidad recibía su forma definitiva. No era amo de su vida, sin en la medida en que era el amo de su muerte. Su muerte le pertenecía y sólo a él. A partir del siglo XVII, dejó de ejercer sólo su soberanía sobre su propia vida y, por consiguiente, sobre su muerte. La compartió con su familia. Antes su familia era ajena a las decisiones graves que él debía tomar en relación con la muerte, y que tomaba solo". <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes5.htm#anchor710275">36</a> Montaigne, Ensayos, lib. 1, cap. 57. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes5.htm#anchor712038">37 </a>G. Peignot, Choix de testaments anciens et modernes, remarquables par leur importance, leur singularité ou leur bizarrerie, 2 vols., París, Renouard, 1829. Michel Vovelle, Mourir autrefois: Attitudes collectives devant la mort aux XVIIe et XVIIIe siècles, París, Archives Gallimard-Julliard, 1974, y Piété baroque et déchristianisation en Provence au XVIIIe siècle: Les Attitudes devant la mort d'après les clauses des testaments, París, Plon, 1974. Frederick Pollock y Frederic W. Maitland, "The Last Will", en The History of the English Law Before the Time of Edward I, Cambridge, University Press, 1968, vol. 1, cap. 6, pp. 314-56. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes5.htm#anchor712544">38</a> Philippe Ariès, "Les techniques de la mort", en Histoire des populations françaises et de leurs attitudes devant la vie depuis le XVIIIe siècle, París, Seuil, 1971, pág. 373 (primera edición 1948). <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes5.htm#anchor717061">39</a> Philippe Ariès, L'enfant et la vie familiale sous l'ancien régime, París, Plon, 1960, cap. II, págs. 23 y sigs, "La découverte de l'enfance". <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes5.htm#anchor717597">40</a> Matar a los viejos era una costumbre muy difundida hasta tiempos recientes. John Koty, Die Behandlung der Alten und Kranken bei den Naturvölkern, Stuttgart, Hirschfeld, 1934. Will-Eich Peuckert, "Altentötung" en Handwörterbuch der Sage: Namen des Verbandes der Vereine für Volkskunde, Gottingen, Vandenhoeck and Ruprecht, 1961. J. Wisse, Selbstmord und Todesfurcht bei den Naturvölkern, Zutphen, Thieme, 1933. El infanticidio continuó siendo suficientemente importante para influir sobre tendencias de población hasta el siglo IX. Emily R. Coleman, "L'Infanticide dans le haut moyen âge", trad. A. Chamoux, Annales Economies, Sociétés, Civilisations, 1974, nº 2, pp. 315-335. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes5.htm#anchor717905">41</a> Erwin H. Ackerknecht, "Death in the History of Medicine", Bulletin of the History of Medicine, 42, 1968, pp. 19-23. La muerte continuó siendo un problema marginal en las publicaciones médicas desde los griegos antiguos hasta Giovanni Maria Lancisi (1654-1720) durante el primer decenio del siglo XVIII. Luego y muy repentinamente, los "signos de muerte" adquirieron una importancia extraordinaria. La muerte aparente se convirtió en un mal tremendo temido por la Ilustración. Margot Augener, "Scheintod als medizinisches Problem im 18. Jahrhundert", Mitteilungen zur Geschichte der Medizin, nos. 6 y 7, 1967. Los mismos filósofos integrantes de la minoría que negaba positivamente la supervivencia de una alma, también adquirieron un miedo secularizado al infierno que podía amenazarlos si los enterraban cuando sólo estaban aparentemente muertos. los filántropos que luchaban por aquellos en peligro de muerte aparente fundaron sociedades dedicadas a socorrer ahogados y quemados, y se elaboraron pruebas para cerciorarse de que habían muerto. Elizabeth Thomson, "The Role of the Physician in Human Societies of the 18th Century", Bulletin of the History of Medicine, 37, 1963, pp. 43-51. Una de esas pruebas consistía en soplar con una trompeta en la oreja del difunto. La histeria a causa de la muerte aparente desapareció con la Revolución Francesa tan repentinamente como había aparecido en los albores del siglo. Los médicos empezaron a preocuparse por la resurrección un siglo antes de ser empleados con la esperanza de prolongar la vida de los viejos. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes5.htm#anchor719008">42</a> Theodor W. Adorno, Minima Moralia: Reflexionen aus dem beschädigten Leben, Frankfurt am Main, Suhrkamp, 1970. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes5.htm#anchor719948">43</a> E. Ebstein, "Die Lungenschwindsucht in der Weltliteratur", Zeitschrift für Bücherfreunde 5, 1913. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes5.htm#anchor720872">44</a> Alfred Scott Warthin, "The physician of the Dance of Death", Annals of Medical History, nueva serie 2, julio 1930, pp. 350-71; septiembre 1930, pp. 453-69; 2, noviembre 1930, pp. 697-710; 3, enero 1931, pp. 75-109; 3, marzo 1931, pp. 134-65. Tiene que ver exclusivamente con el médico en la Danza de la Muerte. Werner Block, Der Arzt und der Tod in Bildern aus sechs Jahrhunderten, Stuttgart, Enke, 1966, estudia el encuentro del médico con la muerte dentro y fuera de una danza formal. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes5.htm#anchor721414">45</a> Véase más arriba nota 130, p. 105. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes5.htm#anchor723683">46</a> Richard H. Shryock, The Development of Modern Medicine: An Interpretation of the Social and Scientific Factors Involved, 2a. ed., Nueva York, Knopf, 1947. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes5.htm#anchor724859">47</a> Hildegard Steingiesser, Was die Ärzte aller Zeiten vom Sterben wussten, Arbeiten der deutsch-nordischen Gesellschaft für Geschichte der Medizin, der Zahnheilkunde und der Naturwissenschaften, Greifswald, Univ. Verlag Ratsbuchhandlung L. Bamberg, 1936. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes5.htm#anchor733485">48</a> Bernard Ronze, "L'antitragique ou l'homme qui perd sa mort", Etudes, noviembre 1974, pp. 511-528, sostiene que el esfuerzo por programar la muerte es un intento de minar la capacidad humana para la esperanza y la angustia, para la soledad y la trascendencia. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes5.htm#anchor735791">49</a> Siegfried Giedion, Mechanization Takes Command: A Contribution to Anonymous History, Nueva York, Norton, 1969. Sobre la mecanización y la muerte, véase pp. 209-40. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes5.htm#anchor738436">50</a> Alfred Adler, "Ein Beitrag zur Psychologie der Berufswahl", en Alfred Weber y Carl Furtmüller, comps., Heilen und Bilden, Frankfurt, Fischer, 1973. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes5.htm#anchor739918">51</a> Véase especialmente Block, Der Arzt und der Tod; Warthin, "The Physician of the Dance of Death"; Briesenmeister, Bilder des Todes. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes5.htm#anchor740954">52</a> Seleccioné estos ejemplos de entre cientos de reproducciones reunidas por Valentina Borremans en Cuernavaca; todas representan los rasgos y gestos de la muerte antropomórfica. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes5.htm#anchor741705">53</a> Para una bibliografía sobre la muerte en la sociedad contemporánea consultar, antes, notas 186 (p. 133), 191 (p. 134), 207 (p. 140), 209 (p. 140). También John McKnight, "A Bibliography of 225 Items of Suggested Readings for a Course on Death in Modern Society in a Theological Perspective", mimeografiada, 1973, enlista textos cristianos contemporáneos sobre la muerte en una sociedad industrial. John Riley, Jr., y Robert W. Habenstein, "Death: 1. Death and Bereavement; 2. The Social Organization of Death", en International Encyclopedia of the Social Sciences, Nueva York, McMillan, 1968, vol. 4, pp. 19-28. Joel J. Vernick, Selected Bibliography on Death and Dying, US Department of Health, Education and Welfare, Public Health Service, National Institutes of Health, 1971. Complementa a Kalish y Kutscher. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes5.htm#anchor742075">54</a> Werner Fuchs, Todesbilder in der modernen Gesellschaft, niega que la muerte sea reprimida en la sociedad moderna. Geoffrey Gorer, Death, Grief and Mourning, Nueva York, Doubleday, 1965. La tesis de Gorer de que la muerte ha ocupado el lugar del sexo como tabú principal, parece a Fuchs infundada y engañosa. La tesis de la represión de la muerte suele ser promovida por personas de convicciones profundamente anti-industriales con el objeto de demostar la impotencia última de la empresa industrial cara a cara con la muerte. El tema de la represión de la muerte se utiliza con insistencia para elaborar apologías en favor de Dios y de la otra vida. El hecho de que la gente tenga que morir se toma como prueba de que nunca controlará de manera autónoma la realidad. Fuchs interpreta como vestigios de un pasado primitivo todas las teorías que niegan la calidad de la muerte. Sólo considera científicas las que corresponden a su idea de una estructura social moderna. Su imagen de la muerte contemporánea es resultado de su estudios del lenguaje utilizado en las secciones necrológicas de los periódicos alemanes. Cree que lo que se llama "represión" de la muerte se debe a una falta de verdadera aceptación de la creencia cada vez más generalizada en la muerte como fin incuestionable y definitivo. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes5.htm#anchor742457">55</a> La actitud irracional de una sociedad que se enfrenta a la muerte se refleja en su incapacidad para habérselas con el Apocalipsis. Klaus Bloch, Ratlos vor der Apokalyptik, Gütersloh, Mohn, 1970. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes5.htm#anchor742792">56</a> Bronislaw Malinowski, "La muerte y la reintegración del grupo", en Magia, ciencia, religión, Barcelona, Ariel, 1974, pp. 52-61. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes5.htm#anchor743784">57</a> Eric J. Cassel. "Dying in a Technical Society", Hastings Center Studies, vol. 2, nº 2, mayo 1974, pp. 31-36: "La muerte ha pasado del interior del orden moral hasta el orden técnico... no creo que los hombres fueran inherentemente más morales en el pasado cuando el orden moral predominaba sobre el orden técnico. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes5.htm#anchor745193">58</a> Edgar Morin, L'homme et la mort, París, Seuil, 1970, desarrolla el argumento. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes5.htm#anchor745483">59</a> Dora Ocampo Villaseñor, "Cuando la tristeza se mezcla con la alegría", manuscrito, México, noviembre de 1974. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes5.htm#anchor746649">60</a> La humanidad industrializada necesita un tratamiento desde la cuna hasta el pabellón terminal. Elizabeth Kubler-Ross indica un nuevo tipo de terapéutica terminal en: On Death and Dying, New York, MacMillan, 1969. Ella sostiene que el moribundo pasa por varias etapas típicas y que el tratamiento adecuado puede facilitar este proceso a los "morituri" bien administrados. Paul Ramsey, "The Indignity of 'Death with Dignity'", Hastings Center Studies, vol. 2, nº 2, mayo 1974, pp. 47-62. Al comenzar los años setenta, los moralistas coinciden cada vez más en que la muerte tiene que aceptarse nuevamente y que todo lo que puede hacerse por los moribundos es acompañarlos en sus últimos momentos. Pero debajo de este acuerdo hay una interpretación cada vez más mundana, naturalista y antihumanística de la vida humana. Robert S. Morison, "The last Poem: The Dignity of the Inevitable and Necessary: Comentary on Paul Ramsey", Hastings Center Studies, vol. 2, nº 2, mayo 1974, pp. 62-66. Morison critica a Ramsey quien sugiere que todo aquel incapaz de hablar como ético cristiano debe proceder como algún "hipotético denominador común". <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes5.htm#anchor747050">61</a> David Lester, "Voodoo Death: Some New Thoughts on an Old Phenomenon", American Anthropologist 74, junio 1972, pp. 386-90. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes5.htm#anchor747328">62</a> Pierre Delooz, "Who Believes in the Hereafter?" en André Godin, comp., Death and Presence, Bruselas, Lumen Vitae Press, 1972, pp. 17-38, muestra que en Francia los oradores públicos contemporáneos han separado eficazmente la creencia en Dios de la creencia en el más allá. Paul Danblon y André Godin, "How do People speak of Death?", en Godin, ibid., pp. 39-62. Danblon estudió entrevistas con 60 figuras públicas de habla francesa. Las analogías que hay entre las diversas religiones en cuanto a sus expresiones, sentimientos y actitudes hacia la muerte son mucho más fuertes que sus diferencias debidas a diversas creencias o prácticas religiosas. Joseph F. Fletcher, "Antidysthanasia: The Problem of Prolonging Death", Journal of Pastoral Care, 18, 1964, pp. 77-84, impugna la prolongación irresponsable de la vida, desde el punto de vista de un capellán de hospital diciendo: "Yo mismo convendría con Pío XII y por lo menos con dos Arzobispos de Canterbury, Lang y Fisher, que se han dedicado a este asunto, en que el conocimiento técnico del médico, sus "conjeturas educadas" y su experiencia debieran ser la base para decidir si existe alguna "razonable esperanza". Esa determinación está fuera de la competencia de un lego... pero habiendo determinado que la condición es irremediable, no puedo aceptar que sea prudente ni justo cargar a los médicos, como fraternidad, con la responsabilidad de decidir por sí solos se se ha de dejar morir al paciente." Esa tesis es común. Muestra cómo incluso las iglesias apoyan el juicio profesional. Esta convergencia de la práctica cristiana y del ejercicio médico se opone inflexiblemente a la actitud de la teología cristiana hacia la muerte. Ladislaus Boros, Mysterium mortis: Der Mensch in der letzten Entscheidung, Freiburg, Walter, 1962; Karl Rahner, Zur Theologie des Todes, Freiburg, Herder, 1963. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes5.htm#anchor749754">63</a> Daniel Maguire, "The Freedom to Die", Commonweal, 11 de agosto de 1972, pp. 423-428. Trabajando con espíritu creador y en formas no pensadas aún, los grupos políticos que representan a los moribundos y a los gravemente enfermos podrían convertirse en una fuerza curativa dentro de la sociedad. Jonas B. Robitscher, "The Right to Die: Do we have a Right not to be Treated?", Hastings Center Studies, vol. 2, nº 4, septiembre 1972, pp. 11-44. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes5.htm#anchor749935">64</a> Orville Brim y otros, comps., The Dying Patient, Nueva York, Russel Sage, 1960. Se refieren en primer lugar a la gama de análisis técnicos y de toma de decisiones en que se ocupan los profesionales de la salud cuando se dedican a determinar las circunstancias "en que debería ocurrir la muerte de un individuo". Proporcionan una serie de recomendaciones para que este proceso de ingeniería fuese "un tanto menos desairado y desagradable para el paciente, su familia, y sobre todo el personal encargado". En esta antología lo macabro se convierte en una nueva clase de obscenidad profesionalmente dirigida. Véase también David Sudnow, "Dying in a Public Hospital", en ibid., pp. 191-208. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes5.htm#anchor751347">65</a> Sudnow, David, ibid., en su estudio de la organización social informa: "... se observó a una enfermera tratando durante dos o tres minutos de cerrar los párpados de una enferma. La mujer estaba muriendo, explicó la enfermera, y ella trataba de conseguir que los párpados se quedaran cerrados. Después de varios intentos infructuosos, la enfermera consiguió cerrarlos y dijo, con un suspiro de triunfo: 'Ahora está bien'. Cuando se le interrogó acerca de lo que hacía, respondió que los ojos de un paciente deben estar cerrados después de la muerte, de manera que el cadáver parezca una persona dormida. Explicó que era más difícil lograr esto después que los músculos y la piel habían comenzado a ponerse rígidos. Agregó que ella siempre procuraba cerrarlos antes de la muerte. De ese modo la eficiencia era mayor cuando llegaba el personal del pabellón a envolver el cuerpo. Había que tener consideración hacia los trabajadores que preferían manejar cadáveres lo menos que fuera posible". Págs. 192 y 193. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes5.htm#anchor751637">66</a> Brillat-Savarin: "Méditation XXVI, De la mort", en: Physiologie du goût, Brillat-Savarin atendió a su tía abuela de 93 años cuando estaba muriendo. "Había conservado todas sus facultades y no habría uno advertido su estado si no fuera por su menor apetito y su voz débil. 'Estás ahí, sobrino?' 'Sí, tía, estoy a sus órdenes y creo que sería bueno que probara este buen vino viejo.' 'Dámelo, los líquidos van siempre para abajo.' La hice engullir un medio vaso de mi mejor vino; inmediatamente se reanimó y volviendo hacia mí sus ojos que habían sido muy hermosos, me dijo: 'Gracias por este último favor. Si alguna vez llegas a tener mi edad, verás que la muerte llega a ser tan necesaria como el sueño'. Esas fueron sus últimas palabras y media hora después estaba dormida para siempre."Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/09441389031398551167noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5370819243455530431.post-55346951974631548952013-01-17T19:29:00.001-08:002013-01-17T19:29:12.223-08:00PARTE IV LAS POLÍTICAS DE LA SALUD<div style="text-align: center;">
<b>PARTE IV </b></div>
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<b>LAS POLÍTICAS DE LA SALUD </b></div>
<br />6. CONTRAPRODUCTIVIDAD ESPECÍFICA<br /> Notas <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes6.htm#anchor979939">1</a> Acerca de la asignación de la función patógena, particularmente en la sociedad industrial contemporánea, véase H.P. Dreitzel, Die gesellschaftlichen Leiden und das Leiden an der Gesellschaft: Vorstudien zu einer Pathologie des Rollenverhaltens, Stuttgart, Enke, 1972.</div>
Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/09441389031398551167noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5370819243455530431.post-72595478674633352672013-01-17T19:26:00.005-08:002013-01-17T19:26:56.101-08:007. CONTRAMEDIDAS POLÍTICAS7. CONTRAMEDIDAS POLÍTICAS<br /> Notas <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes7.htm#anchor22291">1</a> Charles E.A. Winslow, The Cost of Sickness and the Price of Health, Ginebra, World Health Organization, 1951. Daniel S. Hirshfield, The Lost Reform: The Campaign for Compulsory Health Insurance in the United States from 1932 to 1943, Cambridge, Mass., Harvard University Press, 1970, describe el fracaso, hasta ahora, de una minoría sin previsión social de ancianos, pobres y enfermos crónicos por lograr el apoyo de la gran mayoría satisfecha para obtener leyes que los protejan. Demuestra que en la década de los setenta no han cambiado mayormente los problemas, las actividades hacia ellos y la búsqueda de soluciones. Al parecer, la discusión de políticas públicas con respecto a la asistencia a la salud no ha trascendido en ningún momento el paradigma industrial de la medicina como empresa biológica y social. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes7.htm#anchor22481">2</a> Para una historia de la legislación sobre beneficencia véase Henry E. Sigerist, "From Bismarck to Beveridge: Developments and Trends in Social Security Legislation", Bulletin of the History of Medicine 13, abril 1943, pp. 365-88. Para una evaluación más bien ingenuamente entusiasta de la legislación análoga en Rusia, véase Henry E. Sigerist, Socialized Medicine in the Soviet Union, 1937; ed. rev., Medicine and Health in the Soviet Union, Nueva York, Cita del Press, 1947. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes7.htm#anchor22775">3</a> Office of Health Economics, Prospects in Health, Publicación no. 37, Londres, 1971. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes7.htm#anchor23003">4</a> R.G.S. Brown, The Changing National Health Service, London Routledge, 1973, y S. Israel y G. Teeling Smith, "The Submerged Iceberg of Sickness in Society", Social and Economic Administration, vol. 1, no. 1, 1967. Por cada caso de diabetes, reumatismo o epilepsia conocido por el médico general, parece haber otro caso sin diagnosticar. Por cada caso conocido de enfermedad psiquiátrica, bronquitis, hipertensión arterial, glaucoma, o infección de las vías urinarias, es probable que existan cinco casos no descubiertos. Los casos de anemia no tratados probablemente exceden en ocho veces a los tratados. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes7.htm#anchor23486">5</a> W.P.D. Logan y E. Brooke, Survey of Sickness, 1943-51, Londres, Her Majesty's Stationery Office, 1957. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes7.htm#anchor23646">6</a> Karen Dunnell y Ann Cartwright, Medicine Takers, Prescribers and Hoarders, Londres, Routledge, 1972. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes7.htm#anchor23806">7</a> Éste fue el periodo de exámenes masivos en busca de desórdenes que las educadoras, economistas o médicos pudiesen detectar. Todavía se consideraba un "progreso" la comprobación de que, a través de pruebas realizadas a 1709 personas, el 90% sufría alguna enfermedad. J.E. Shental, "Multiphasic Screening of the Well Patient", Journal of the American Medical Association 172, 1960, pp. 1-4. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes7.htm#anchor24072">8</a> Frank Turnbull, "Pain and Suffering in Cancer", Canadian Nurse, agosto 1971, pp. 28-31. Turnbull argumenta que si bien el tratamiento quirúrgico o radiológico podría causar una recesión en los síntomas primarios que acaso hubieran conducido a una muerte sin dolor, también puede permitir el desarrollo de una enfermedad secundaria que resulta más dolorosa. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes7.htm#anchor24299">9</a> Estimada en 12-18% de todas las camas de hospital en Estados Unidos. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes7.htm#anchor24812">10</a> M. Thagi Farvar y John P. Milton, comps., The Careless Technology, Garden City, N.Y., Natural History Press, 1972. Trabajos científicos de una conferencia realizada en 1968, que indican que la idea, surgida después de la Segunda Guerra Mundial, de que las sociedades tradicionales podían y debían transformarse de un día para otro, no sólo ha resultado ritualmente irrealizable sino también indeseable en vista de las graves consecuencias para el organismo humano. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes7.htm#anchor24988">11</a> Charles C. Hughes y John M. Hunter, "Disease and Development in Africa", Social Science and Medicine 3, no. 4, 1970, pp. 443-88. Una importante reseña de la documentación relativa a las consecuencias patógenas de las actividades desarrollistas. Ralph J. Audy, "Aspects of Human Behavior Interfering With Vector Control", en Vector Control and the Recrudescence of Vector-Borne Diseases, Proceedings of a Symposium Held During the Tenth Meeting of the PAHO Advisory Committee on Medical Research, june 15, 1971, Washington, D.C., 1972, pp. 67-82. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes7.htm#anchor25226">12</a> René Dumont, La faim du monde, texto completo de una conferencia pronunciada en Lieja el 8 de noviembre de 1965, seguido por respuestas a las 25 cuestiones discutidas, Lieja, Bruselas; Cercle d'Éducation Populaire, 1966. Un desapasionado llamado a la solidaridad mundial en la penúltima hora. Una versión inglesa posterior es: René Dumont y Bernard Rosier, The Hungry Future, Nueva York, Praeger, 1969. Para un complemento derechista de esta visión desde la izquierda consúltese William y Paul Paddock, Famine Nineteen Seventy-Five! America's Decision: Who Will Survive?, Boston, Little, Brown, 1967. Demoledores tempranos de los sueños de su década, tales como los hidropónicos, la desalinización, los alimentos sintéticos y el cultivo de los mares, los autores también están convencidos de que la reforma agraria, la irrigación y la producción de fertilizantes no pueden evitar el hambre. Anticipan una creciente dependencia mundial de productos norteamericanos y proponen un "triaje", o sea, una selección por los Estados Unidos de aquellos que se mantendrá con vida. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes7.htm#anchor25565">13</a> Marshal Sahlins, Stone Age Economics, Chicago, Aldine-Atherton, 1972, señala que el hambre institucionalizada de la década de los sesenta es un fenómeno sin precedentes, y acumula pruebas de que en una cultura típica de la Edad de Piedra el porcentaje de personas que se acostaba con hambre y desnutrición era mucho menor que ahora. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes7.htm#anchor25797">14</a> George Borgstom, "The Green Revolution", en Focal Points, Nueva York, McMillan, 1972, pte. 2, pp. 172-201. Análisis y evaluación de una docena de ilusiones acerca de la Revolución Verde, muchas de las cuales son continuamente reforzadas por declaraciones equívocas de las agencias internacionales. Sobre los peligros del agotamiento genético, consúltese National Academy of Sciences, Genetic Vulnerability of Major Crops, Washington, D.C., 1972. Desde los tiempos paleolíticos, cada sociedad humana ha desarrollado una rica variedad de cereales y otros cultivos alimenticios. Las variedades que han sobrevivido son aquellas favorecidas por poblaciones que en buena parte se alimentan de granos y legumbres. Aunque inferiores en rendimiento por hectárea con respecto a los híbridos fabricados por la técnica, dichas variedades son adaptables, independientes de los fertilizantes, la irrigación y el control de plagas y poseen un gran potencial para adaptaciones posteriores. Poblaciones enteras de tales ricas mezclas genéticas han sido suprimidas al reemplazárselas por híbridos. El daño causado en el periodo de una década es irreparable y de consecuencia imprevisible. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes7.htm#anchor26010">15</a> Para una introducción al estado de la discusión sobre la nutrición mundial, véase Alan Berg: The Nutrition Factor: Its Role in National Development, Washington, D.C., Brookings Institution, 1973. La valiosa bibliografía debe extraerse de las notas al pie de página. Véase también J. Hemardinquer, "Pour une histoire de l'alimentation", Cahiers des Annales 28, París, Colin, 1970. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes7.htm#anchor26253">16</a> Sobre una de las consecuencias de exportar al doctor Spock a los trópicos, véase A.E. Davis y T.D. Bolin, "Lactose Tolerance in Southeast Asia", en Farvar y Milton, comps., The Careless Technology. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes7.htm#anchor26458">17</a> Adelle Davis, Let's Eat Right to Keep Fit, Nueva York, Harcourt Brace, 1970. Un informe bien documentado sobre la decadencia cualitativa de la dieta estadunidense con el auge de la industrialización y sobre los efectos de dicha decadencia en la salud en los Estados Unidos. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes7.htm#anchor26838">18</a> Para orientación sobre la controversia, consúltese Edward M. Kennedy, In Critical Condition: The Crisis in America's Health Care, Nueva York Pocket Books, 1973. Para un sumario de la controversia, véase Stephen Jonas, "Issues in National Health Insurance in the United States of America", Lancet, 1974, no. 2, pp. 143-6. William Roy, The Proposed Health Maintenance Organization Act of 1972, Science and Health Communications Group Sourcebook Series, vol. 2, Washington, D.C., 1972. Un congresista de Kansas explica y defiende el proyecto de ley que presentó en el Congreso y reúne la opinión concurrente. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes7.htm#anchor27083">19</a> Un pronóstico excelente, aunque anticuado, es Michel Michaelson, "The Coming Medical War", New York Review of Books, 1º de julio de 1971. Véase también Robert Bremner, From the Depths: The Discovery of Poverty in the U.S., Nueva York, New York University Press, 1956, una introducción a los orígenes del movimiento de beneficencia social en los Estados Unidos. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes7.htm#anchor27395">20</a> Barbara Myerhoff y William R. Larson, "The Doctor as Cultural Hero: The Routinization of Charisma", Human Organization 24, otoño 1965, pp. 188-91. Los autores predijeron que el médico no tardaría en aparecer bajo una luz cada vez más prosaica, perdiendo así el poder psicológico que tradicionalmente tenía para ganar la confianza del paciente y actuar en forma curativa. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes7.htm#anchor27567">21</a> Michel Maccoby, comunicación personal al autor. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes7.htm#anchor27971">22</a> John Pekkanen, The American Connection: Profiteering and Politicking in the "Ethical" Drug Industry, Chicago, Follet, 1973. Un informe sobre la manipulación política voluntariosa de poder, influencia y personalidades por parte de la Asociación de Fabricantes Farmacéuticos de los Estados Unidos y de los representantes de ese grupo de poder para proteger las ganancias mediante la distribución y la venta excesivas de medicamentos y el ocultamiento sistemático de los riesgos a través de la publicidad, la promoción y la corrupción habitual de médicos en puestos de importancia. Cita cargos, y los nombres, contra dos docenas de firmas importantes. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes7.htm#anchor28203">23</a> Paul R. y Anne H. Ehrlich, Population, Resources, Environment: Issues in Human Ecology, San Francisco, Freeman, 1972, particularmente el cap. 7 sobre ecosistemas en peligro, proporciona una buena introducción a la documentación sobre el tema. Samuel Epstein y Marvin Legator, comps., The Mutagenicity of Pesticides: Concepts and Evaluation, Cambridge, Mass., MIT Press, 1971, da muchos datos específicos. Harrison Wellford, Sowing the Wind: Reports on the Politics of Food Safety, Ralph Nader's Study Group Reports, Nueva York, Grossman, 1972. Un informe sobre la concentración de pesticidas en los alimentos. El mal uso de los pesticidas amenaza al granjero incluso más que al citadino; destruye su salud, eleva el costo de producción y tiende a bajar el rendimiento a largo plazo. J.L. Radomski, W.B. Deichman y E.E. Clizer, "Pesticide Concentration in the Liver, Brain, and Adipose Tissue of Terminal Hospital Patients", Food and Cosmetics Toxicology 6, 1968, pp. 209-20. Análisis cuantitativo aterrador. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes7.htm#anchor28398">24</a> James S. Turner, The Chemical Feast: A Report on the Food and Drug Administration, Ralph Nader's Study Group Reports, Nueva York, Grossman, 1970. Este informe indica que la tendencia descrita por Adelle Davis en Let's Eat Right to Keep Fit se está acelerando y que el daño causado a la salud por la mala nutrición aumentó durante los años sesenta. Señala que menos de la mitad de los dos mil y tantos aditivos comestibles en uso han pasado pruebas de seguridad. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes7.htm#anchor28578">25</a> Arturo Aldama, "Los cereales envenenados: Otra enfermedad del progreso", Documentado CIDOC I/V 74/58, Cuernavaca, 1974. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes7.htm#anchor28778">26</a> Boston Women's Health Collective, Our Bodies, Ourselves: A Book By And For Women, Nueva York, Simon and Schuster, 1973. Puede considerarse una guía modelo para la autoasistencia limitada, elaborada por un grupo de mujeres que permanecen hondamente inmergidas con una sociedad básicamente medicalizada. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes7.htm#anchor29029">27</a> Luc Boltanski, Consommation médicale et rapport au corps: Compte-renu de fin de contrat d'une recherche financée par la Délégation Générale á la Recherche Scientifique et Technique, París, Centre de Sociologie Européenne, 1969. Una sociología del cuerpo: estudio precursor de las determinantes sociales de la relación del individuo con su propio cuerpo según su clase social. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes7.htm#anchor29259">28</a> Liselotte von Ferber, "Die Diagnose des praktischen Arztes im Spiegel der Patientenangaben", en Schriftenreihe: Arbeitsmedizin, Sozialmedizin, Arbeitshygiene, vol. 43, Stuttgart, Gentner, 1971, sobre el lenguaje específico de clases en la práctica general alemana. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes7.htm#anchor29635">29</a> Charles Kadushin, "Social Class and the Experience of Ill Health", Sociological Inquiry 34, 1964, pp. 67-80, cuestiona el dogma sociológico sobre la asociación entre el status socioeconómico y la incidencia de la enfermedad crónica. David Mechanic, Medical Sociology: A Selective View, Nueva York, Free Press, 1968, pp. 259 ss., proporciona argumentos y documentación contradictorios; ver también p. 245 con respecto a la mortandad infantil, p. 253 sobre el status socioeconómico. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes7.htm#anchor29803">30</a> Raymond S. Duff y August B. Hollingshead, Sickness and Society, Nueva York, Harper and Row, 1961. S.H. King, Perceptions of Illness and Medical Practice, Nueva York, Russell Sage, 1962. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes7.htm#anchor30254">31</a> Mechanic, Medical Sociology. Véase especialmente pp. 267-8 como introducción a las estadísticas del Servicio Nacional de Salud de los Estados Unidos sobre el status socioeconómico y el uso de los servicios de salud. Evítese tomar estos datos de acuerdo a su valor aparente: véase David Mechanic y M. Newton, "Some Problems in the Analysis of Morbidity Data", Journal of Chronic Diseases 18, junio 1965, pp. 569-80. Lee Rainwater y W.L. Yancey, The Moynihan Report and the Politics of Controversy, Cambridge, Mass., MIT Press, 1967, discuten la complejidad de relaciones entre la mortalidad infantil y la carencia socioeconómica. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes7.htm#anchor30438">32</a> Barbara Blackwell, The Literature of Delay in Seeking Medical Care for Chronic Illnesses, Health Education Monograph, no. 16, San Francisco, Society for Public Health Education, 1963. Véase especialmente pp. 14-17 sobre la demora relativa a atributos personales, físicos y sociales. René Lenoir, Les Exclus, París, Seuil, 1974, enfoca la atención sobre la creación institucional de gente necesitada excluida de diversos sistemas de asistencia médica en Francia. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes7.htm#anchor30832">33</a> G. Kleinbach, "Social Class and Medical Education", tesis, Department of Education, Harvard University, 1974. Charles F. Schumacher, "The 1960 Medical School Graduate: His Biographical History", Journal of Medical Education 36, 1961, pp. 401 ss., muestra que más de la mitad de los estudiantes de medicina son hijos de profesionistas o administradores. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes7.htm#anchor31021">34</a> Howard Becker y otros, Boys in White: Student Culture in Medical School, 1961, reimpr., Dubuque, Iowa, William C. Brown, 1972. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes7.htm#anchor31335">35</a> Kenneth W. Newell, comp., Health by the People, Ginebra, World Health Organization, 1975. Djukanovic, V. y Mach, E.P., Alternative Approaches to Meeting Basic Health Needs in Developing Countries, A joint UNICEF/WHO study, Ginebra, World Health Organization, 1975. "Algunos aspectos de los que se llaman convencionalmente servicios de salud se aíslan como factores que intervienen en la falla de los sistemas actuales usados para enfrentar las necesidades básicas de salud en los países en desarrollo". <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes7.htm#anchor32014">36</a> Sobre el surgimiento de la medicina social como una disciplina, véase en primer lugar Thomas McKeon y C.R. Lowe, An Introduction to Social Medicine, Oxford/Edimburgo, Blackwell Scientific Publications, 1966, pp. ix-xiii. Véase luego Gordon McLachlan, comp., Portfolio for Health 2, Nueva York/Toronto, Nuffield Provincial Hospitals Trust and Oxford University Press, 1973. Para los escritos en este campo véase Hans Schaefer y Maria Blohmke, Sozialmedizin: Einführung in die Ergebnisse und Probleme der Medizin-Soziologie und Sozialmedizin, Stuttgart, Thieme, 1972. Para Europa oriental véase Richard E. y Shirley B. Weinerman, Social Medicine in Eastern Europe: The Organization of Health Services and the Education of the Medical Personnel in Czechoslovakia, Hungary and Poland, Cambridge, Mass., Harvard University Press, 1969. Para Italia, véase Giovanni Berlinguer, Medicina e Politica, Bari De Donato, 1976. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes7.htm#anchor32371">37</a> Robert H. Brook y Francis A. Appel, "Quality-of-Care Assessment: Choosing a Method for Peer Review", New England Journal of Medicine 288, 1973, pp. 1323-9. Los juicios basados en consenso de grupo, en oposición a los criterios seleccionados por críticos individuales, produjeron los pocos casos aceptables. Robert H. Brook y Robert Stevenson, Jr., "Effectiveness of Patient Care in an Emergency Room", New England Journal of Medicine 283, pp. 904-6. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes7.htm#anchor32653">38</a> Jean-Pierre Dupuy, "Le Médicament dans la relation médicin-malade", Projet, no. 75, mayo 1973, pp. 532-46. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes7.htm#anchor32984">39</a> Arnold I. Kisch y Leo G. Reeder, "Client Evaluation of Physician Performance", Journal of Health and Social Behavior 10, 1969, pp. 51-8. Si bien se supone por lo general que el control de calidad en el servicio profesional debe depender de la autovigilancia -por más mala que sea-, los resultados de un estudio realizado en Los Angeles indican que la evaluación del desempeño médico por parte de los pacientes correspondió estrechamente con cierto número de criterios de calidad en la asistencia médica generalmente considerados válidos por los profesionales de la salud. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes7.htm#anchor34785">40</a> Para ejemplos de informes públicos sobre la investigación al servicio de la defensa del consumidor en el campo de al salud, véase Robert S. McCleery, One Life-One Physician, Washington, D.C., Public Affairs Press, 1971; también Joseph Page y Mary-Win O'Brian, Bitter Wages: The Report on Disease and Injury on the Job, Ralph Nader's Study Group Reports, Nueva York, Grossman, 1973, una acusación a la medicina industrial y ocupacional según se practicaba hasta 1968. La crasa insuficiencia de los informes sobre lesiones sufridas en el trabajo ha fomentado la creencia de que se deben sobre todo al descuido de los obreros. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes7.htm#anchor35423">41</a> Para más datos y referencias véase Michael H. Cooper, Rationing Health Care, Londres Halsted Press, 1975, e International Bank for Reconstruction and Development, Health Sector Policy Paper, Washington, D.C., marzo 1975. Adviértase asimismo que el número promedio de días que un paciente pasa en el hospital varía grandemente entre países con PNB comparable, aun cuando estos países sean pobres. En Senegal es de 24 días, en Tailandia de 5.8. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes7.htm#anchor35556">42</a> Richard M. Titmuss, "The Culture of Medical Care and Consumer Behaviour", en F.N.L. Poynter, comp., Medical and Culture, Londres, Wellcome Institute, 1969, cap. 8, pp. 129-35. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes7.htm#anchor35912">43</a> Sobre el impacto que los juicios por mal ejercicio tienen sobre la percepción, por parte del paciente, de su cuerpo como una forma de inversión de capital, véase, p. ej., Nathan Hershey, "The Defensive Practice of Medicine-Myth or Reality?" Milbank Memorial Fund Quarterly 50, enero 1972, pp. 69-98. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes7.htm#anchor36425">44</a> Michael Grossman, "On the Concept of Health Capital and the Demand for Health", Journal of Political Economy 80, marzo-abril 1972, pp. 223-55. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes7.htm#anchor36747">45</a> P.E. Enterline, "Sick Absence in Certain Western Countries", Industrial Medicine and Surgery 33, octubre 1964, p. 738. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes7.htm#anchor37156">46</a> Para orientación sobre la documentación consúltese Kathleen N. Wiliams, comp., Health and Development: An Annotated Indexed Bibliography, Baltimore, Johns Hopkins University School of Hygiene and Public Health, Department of International Health, 1972, 931 artículos sobre la salud, un tanto cuidadosos, y su supuesta relación con el desarrollo económico. Construido como un instrumento de trabajo para colocación de recursos sanitarios, resulta particularmente valioso por sus referencias y sumarios de estudios realizados en Europa oriental. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes7.htm#anchor37303">47</a> Herbert Pollack y Donald R. Sheldon, "The Factor of Disease in the World Food Problem", Journal of the American Medical Association 212, 1970, pp. 598-603. La gente enferma quema más comida por unidad de trabajo realizado y a la vez produce menos trabajo. En ambos sentidos, la enfermedad endémica colabora a la escasez mundial de alimentos. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes7.htm#anchor37525">48</a> Ralph Audy, "Health as Quantifiable Property", British Medical Journal, 1973, no. 4, pp. 486-7. Audy es uno de los raros autores que van más allá de la economía trivial y desarrolla un modelo para el análisis dimensional del hombre en relación con su ambiente. Considera a la salud una propiedad continua que puede medirse potencialmente en términos de la capacidad de cada uno para "recobrarse ante los retos a la adaptación". La velocidad y el éxito en recobrarse dependen de la cantidad de protección proporcionada por los "capullos" habituales de la persona y de la "salud" de la sociedad en general. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes7.htm#anchor37782">49</a> Véase Williams, Health an Development, capítulo sobre la economía médica soviética. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes7.htm#anchor38315">50</a> Claude Welch, "Professional Standards Review Organizations-Pros and Cons", New England Journal of Medicine 290, 1974, pp. 1319 ss.; idem, 289, 1973, pp. 291-5. David E. Willett, "PSRO Today: A Lawyer's Assessment", New England Journal of Medicine 292, 1975, pp. 340-3; véase también bien el editorial sobre el artículo en el mismo número, p. 365. Sidel, Victor W., "Quality for Whom? Effects of Profesional Responsability for Quality of Health Care on Equity", Bulletin of the New York Academy of Medicine, Second Series, vol. 52, 1, enero, 1976, pp. 164-76. Cuando los profesionales no se ven limitados al simple papel de consultores técnicos en el proceso de control de calidad, la calidad en el cuidado de la salud será (1) definida como un enaltecimiento de la autoimagen del profesional (2) como aplicador de técnicas científicas (3) que abarcan la tecnología más que la equidad y (4) serán dañinos para la salud tal como percibe la comunidad. ¡Un esquema importante! <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes7.htm#anchor38910">51</a> Tom Dewar, "Some Notes on the Professionalization of the Client", Documento CIDOC I/V 73/37, Cuernavaca, 1973. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes7.htm#anchor39091">52</a> Robert J. Haggerty, "The Boundaries of Health Care", Pharos, julio 1972, pp. 106-11. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes7.htm#anchor39857">53</a> Health Policy Advisory Committee, The American Health Empire: Power, Profits and Politics, comp. Barbara y John Ehrenreich, Nueva York, Random House, 1970. Desde fines de la década del sesenta el Centro Consejero de la Política de la Salud (Health Policy Advisory Center, 17 Murray St., Nueva York 10007) ha jugado un papel importante en exponer los desórdenes técnicos y organizativos inherentes al sistema médico estadunidense como consecuencia de su carácter capitalista de explotación. El Health-PAC Bulletin, publicado en la misma dirección, es una valiosa constancia de la evaluación de esta crítica. Los Ehrenreich representan probablemente las ideas de su grupo en el momento de editarse su libro. La integración de una profesión de la salud, industrias y burocracias gubernamentales de la salud promueve en cada uno de estos cuerpos características típicas de cualquier corporación transnacional. Estas características comunes los amalgaman en un "complejo" dirigido a reforzar respuestas infantiles, racistas y sexistas en aquellos a quienes mima con arbitrariedad sutil o torpe. La eliminación del motivo de lucro y la amplia participación de sanos y enfermos en la elaboración de políticas haría al sistema responsable, equitativo y más eficaz para asistencia a la salud. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes7.htm#anchor40090">54</a> En Alta Voz, se gastan aproximadamente 25 millones de dólares anuales en todos los servicios médicos -incluyendo medicamentos- consumidos dentro del país. El gobierno gasta dos veces más en trasportar unos cuantos enfermos a París y hospitalizarlos allí, mientras la ayuda total que Francia otorga a su ex colonia propósitos no militares es de 50 millones de dólares anuales. Tomado de la siempre impecablemente informada publicación humorística francesa, Le Canard enchâiné, 1º de enero de 1975. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes7.htm#anchor40369">55</a> Nathan Glazer, "Paradoxes of Health Care", Public interest 22, invierno 1971, pp. 62-77. Las familias de bajo ingreso en los Estados Unidos no reciben menos sino más dólares del presupuesto sanitario que el grupo de ingresos inmediatamente superiores al suyo. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes7.htm#anchor40834">56 </a>Para un marco de referencia útil en la creación de necesidades, véase Jonathan Bradshaw, "A Taxonomy of Social Need", en Gordon McLachlan, comp., Problems and Progress in Medical Care: Essays on Current Research, Nueva York, Oxford University Press, 1972, vol. 7, pp. 69-82. Para clarificar y hacer explítico lo que se hace cuando los burócratas a cargo de un servicio social planean cubrir una necesidad social, Bradshaw distingue 12 situaciones diferentes de acuerdo a la presencia o ausencia de cualquiera de estos cuatro factores de necesidad: 1) necesidad normativa, definida por el conocimiento experto o profesional; 2) necesidad sentida, definida por la carencia; 3) necesidad expresada, o demanda; 4) necesidad comparativa; los cuatro factores se obtienen estudiando las características de una población que recibe servicio (aquellas que tienen características similares y no reciben servicio se definen entonces como estando necesitadas). Véase también Kenneth Boulding, "The Concept of Need for Health Service", Milbank Memorial Fund Quarterly 44, octubre 1966, pp. 202-23. Para el testamento de Richard M. Titmuss sobre este tema, véase Social Policy: An Introduction, Nueva York, Pantheon Books, 1975, especialmente el cap. 10, "Values and Choices", pp. 132-41. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes7.htm#anchor40957">57</a> Kadushin, "Social Class and the Experience of Ill Health". Los miembros de la clase superior son siempre más competentes para hacer uso de los servicios médicos públicamente financiados, a causa de su mayor refinamiento y a veces por su habilidad para utilizar pequeños pagos como palanca en la obtención de grandes provechos. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes7.htm#anchor41298">58</a> Jesús M. de Miguel, "Framework for the Study of National Health Systems", trabajo presentado en el Octavo Congreso Mundial de Sociología, agosto 1974, mimeografiado. Trata de relacionar las diferencias regionales dentro de las naciones con el análisis de las diferencias entre naciones. Véase gráfica 1 para una crono-tipología de la investigación comparativa de sistemas de salubridad a partir de 1930. Kerr L. White y otros, "International Comparisons of Medical Care Utilization", New England Journal of Medicine 277, 1967, pp. 516-22. White señala las dificultades metodológicas implícitas en la medición simultánea de una variable dependiente como es la "utilización" en ámbitos tan diferentes como Inglaterra, Yugoslavia y los Estados Unidos. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes7.htm#anchor42132">59</a> David Barkin, "Access to and Benefits from Higher Education in Mexico", borrador preliminar para comentarios, Documento CIDOC A/E. 285, Cuernavaca, 1970. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes7.htm#anchor42609">60</a> Arnoldo Gabaldón, "Health Service and Socio-economic Development in Latin America", Lancet, 1969, no. 1, pp. 739-44. Gunnar Adler-Karlsson, "Unequal Access to Health Within and Between Nations", trabajo escrito para el simposio del Instituto Gottlieb Duttweiler sobre "Los límites de la medicina", Davos, 24-26 de marzo de 1975, mimeografiado. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes7.htm#anchor44666">61</a> Joseph ben David, "Professions in the Class System of Present-Day Societies: A Trend Report and Bibliography", Current Sociology 12, 1963-64, pp. 247-330. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes7.htm#anchor45134">62</a> Para una representación visual simplificada, Elizah L. White, "A Graphic Presentation on Age and Income Differentials in Selected Aspects of Morbidity, Disability and Utilization of Health Services", Inquiry 5, no. 1, 1968, pp. 18-30. Para un análisis más detallado y actual, R. Anderson y John F. Newman, "Societal and Individual Determinants of Health Care in the U.S.A.", Milbank Memorial Fund Quarterly 51, invierno 1973, pp. 95-124. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes7.htm#anchor45266">63</a> Sobre la conexión entre la pobreza y la mala salud en los Estados Unidos, véase John Kosa y otros, comps., Poverty and Health: A Sociological Analysis, a Commonwealth Fund Book, Cambridge, Mass., Harvard University Press, 1969. Esta colección de trabajos es una petición de seguro federal de salud. Herbert T. Birch y Joan Dye Gussow, Disadvantaged Children: Health, Nutrition and School Failure, Nueva York, Harcourt Brace, 1970. Aunque los autores creen en el valor del incremento de la asistencia médica para los pobres, se señalan como mucho más importantes los factores relacionados al no tratamiento, que discriminan contra la salud de los niños pobres. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes7.htm#anchor45446">64</a> La relación de la mortalidad con la asistencia médica y las variables ambientales se examina en un análisis de regresión por Richard Auster y otros, "The Production of Health: An Exploratory Study", Journal of Human Resources 4, otoño 1969, pp. 411-36. Si la educación y la asistencia médica están controladas, los altos ingresos se asocian con la alta mortalidad. Esto refleja probablemente una dieta desfavorable, falta de ejercicio y tensión psicológica en los grupos más ricos. Los factores adversos asociados con el crecimiento del ingreso pueden nulificar los efectos benéficos de un aumento en la cantidad y calidad de la asistencia médica. Los riesgos especiales que corren los superricos no son algo enteramente nuevo. S. Gilfillan, "Roman Culture and Systemic Lead Poisoning" Mankind Quarterly 5, enero 1965, pp. 55-9. El análisis de huesos hallados en cementerios romanos del siglo III reveló altas concentraciones de plomo. El envenenamiento se debía probablemente al plomo usado para sellar las ánforas en las que el vino se importaba de Grecia. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes7.htm#anchor50092">65</a> Rashi Fein, "On Achieving Access and Equity in Health Care", Milbank Memorial Fund Quarterly 50, octubre 1972, p. 34. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes7.htm#anchor50777">66</a> Emanuel de Kadt, "Inequality and Health", Univ. of Sussex, enero 1975, va mucho más allá que la mayoría de los autores en recalcar el punto que me interesa señalar: "Las ideologías profesionales que se concentran en el mantenimiento de altas normas de asistencia médica conservan con vida un sistema sanitario que descuida las necesidades sencillas de la mayoría con el fin de concentrarse en las condiciones complejas y costosas de unos pocos" (pp. 5 y 24). <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes7.htm#anchor51598">67</a> Sobre la empresa médica al servicio de la especialización, véase Rosemary Stevens American Medicine and the Public Interest. New Haven, Conn., Yale University Press, 1973. Sobre una investigación paralela en Alemania; Hans-Heinz Eulner, "Die Entwicklung der medizinischen Spezialfächer an den Universitäten des deutschen Sprachgebietes", en Studien zur Medizingeschichte des 19. Jh., Stuttgart, Enke, 1970. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes7.htm#anchor51770">68</a> Howard Freeman, Sol Levine y Leo Reeder, Handbook of Medical Sociology, Englewood Cliffs, N.J., Prentice-Hall, 1963, pp. 216-17, para información sobre el número de quiroprácticos y médicos calificados (1 a 10) sobre los primeros colegios de medicina (1765), odontología (1868) y optometría (1901) afiliados a universidades. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes7.htm#anchor51937">69</a> Michael Marien, "The Psychic Frontier: Toward New Paradigms for Man: Guide to 200 Books, Articles and Journals", borrador, marzo 1974, World Institute Council, 777 United Nations Plaza, Nueva York 10017. Una guía para la lectura de unos 200 libros, revistas y boletines institucionales recientes, muchos de ellos con indicaciones del contenido y evaluaciones, todas relacionadas con modos alternos de mantener la salud o sanar. Puede dar a los no iniciados en esta área una idea del espectro, desde lo doctrinario hasta lo serio y lo pomposo. Academy of Parapsychology and Medicine, The Dimensions of Healing: A Symposium, Los Altos, Calif., la Academia, 1972. Sheila Ostrander y Lynn Schroeder, Psychic Discoveries behind the Iron Curtain, Englewood Cliffs, N.J., Prentice-Hall, 1970; Nueva York, Bantam, 1971. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes7.htm#anchor52312">70</a> Henry E. Sigerist, "The History of Medical Licensure", Journal of the American Medical Association 104, 1035, pp. 1057-60, sobre la transición del pluralismo ocupacional al dominio profesional del nuevo médico cuya competencia para el diagnóstico y el tratamiento "científicos" estaba garantizada por su asistencia a una escuela de medicina que había sobrevivido al informe de Flexner. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes7.htm#anchor52482">71</a> Ronald Akers y Richard Quinney, "Differential Organization of Health Professions: A Comparative Analysis", American Sociological Review 33, febrero 1968, pp. 104-21. Sobre la organización social interna de médicos, dentistas, optometristas y farmacéuticos con licencia, y su cohesión, riqueza y poder relativos. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes7.htm#anchor52731">72</a> William L. Frederick, "The History and Philosophy of Occupational Licensing Legislation in the United States", Journal of the American Dental Association 58, marzo 1959, pp. 18-25. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes7.htm#anchor53060">73</a> U.S. Department of Health, Education and Welfare, Medical Malpractice, Report of Secretary's Commission on Medical Practice, January 16, 1973. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes7.htm#anchor53554">74</a> Health Services Research Center, Institute for Interdisciplinary Studies, Medical Manpower Speciality Distribution Project 1975-80, informe de trabajo en 1971. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes7.htm#anchor53733">75</a> Para estudios sobre los límites de la proliferación ulterior, véase William J. Goode, "The Theoretical Limits of Professionalization", en Amitai Etzioni, comp., The Semi-Professions and Their Organization, Nueva York, Free Press, 1969, pp. 266-313. Goode piensa que, aun cuando las técnicas continúan multiplicándose, cada vez son menos las que requieren para su ejecución de esa confianza por parte del cliente en la que se fundamente la autonomía profesional. Por lo tanto, una ulterior especialización de la competencia podría concentrar nuevamente el poder profesional en menos manos. Véase también Wilber Moore y Gerald W. Rosenblum, The Professions: Roles and Rules, Nueva York, Russell Sage, 1970, cap. 3. Harold Wilensky, "The Professionalization of Everyone?" American Journal of Sociology 70, septiembre 1964, pp. 137-58. El proceso de profesionalización no puede extrapolarse, porque la burocratización amenaza el ideal de servicio dedicado, aún más intensamente de lo que mina la autonomía de quien ejecuta servicios. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes7.htm#anchor54876">76</a> Sobre la actual crisis en la profesión de enfermería en los Estados Unidos, véase National Commission for the Study of Nursing Education, An Abstract for Action, Nueva York, McGraw-Hill, 1970. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes7.htm#anchor55103">77</a> El técnico sanitario autónomo e independiente, libre de control por parte de la jerarquía médica, sigue siendo un tabú: Oscar Gish, comp., Health, Manpower and the Medical Auxiliary: Some Notes and an Annotated Bibliography, Intermediate Technology Development Group, Londres, 1971. Gish intenta distinguir entre el profesional costoso, prestigioso, intensamente adiestrado, con su largo entrenamiento y su disposición a apartarse de la comunidad: la enfermera paraprofesional, cuyo adiestramiento es académico y teórico; y el ayudante sanitario, que posee las destrezas que se necesitan la mayor parte del tiempo. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes7.htm#anchor55627">78</a> Victor Fuchs, Who Shall Live? Health Economics and Social Choice, Nueva York, Basic Books, 1974. Nathan Hershey y Walter S. Wheeler, Health Personnel Regulation in the Public Interest: Questions and Answers on Institutional Licensure, publicado por la Asociación de Hospitales de California como un servicio al campo de la asistencia médica, 1973. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes7.htm#anchor55822">79</a> S. Kelman, "Towards a Political Economy of Medical Care", Inquiry 8, no. 3, 1971, pp. 30-8. Kelman afirma que el predominio del capital financiero en el sector de la salud puede anticipar un declive en la autonomía del profesional, al ser forzado a sindicalizarse. La certificación institucional, que convertiría en empleado incluso al capitán de un equipo médico, acentuaría sin duda esta tendencia. Compárese esto con la nota anterior 75, p. 326. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes7.htm#anchor56150">80</a> Corinne Lathrop Gilb, Hidden Hierarchies: The Professions and Government, Nueva York, Harper and Row, 1966. Sobre las estrategias usadas por los médicos, abogados y educadores norteamericanos para adquirir poder político mediante la organización de asociaciones profesionales y mediante demanda como derecho de lo que, en principio, fue una prerrogativa observada. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes7.htm#anchor56457">81</a> Debo la idea de que las profesiones se basan en una concesión, a Eliot Freidson, Profession of Medicine: A Study of the Sociology of Applied Knowledge, Nueva York, Dodd, Mead, 1971, a quien sigo de cerca. Para una orientación sobre el estado de la discusión véase, además de Freidson, Howard S. Becker, "The Nature of Profession", en Henry Nelson, comp., Education for the Professions, Chicago, National, Society for the Study of Education, 1962, cap. 2, pp. 27-46. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes7.htm#anchor57245">82</a> Howard S. Becker, Outsiders: Studies in the Sociology of Deviance, Nueva York, Free Press, 1963, p. 177, señala que la consecuencia más obvia de una cruzada exitosa contra algún mal es la creación de un conjunto de nuevas reglas y de funcionarios establecidos que la impongan. "Así como los movimientos políticos radicales se convierten en partidos políticos organizados, así como las vigorosas sectas evangélicas se transforman en juiciosas denominaciones religiosas", así, sostengo aquí, que la gente que en principio quiso materializar sueños de distribución de salud se convierte en una profesión de celadores. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes7.htm#anchor57408">83</a> Vicente Navarro, "Social Policy Issues: An Explanation of the Composition, Nature, and Functions of the Present Health Sector in the United States", John Hopkins University, trabajo basado en una ponencia en la conferencia anual de la Academia de Medicina de Nueva York, 25-26 de abril de 1974. Navarro sostiene que los valores prevalecientes en el sector de la salud están modelados de hecho, por la institución sanitaria, pero son sintomáticos de la distribución del poder económico y político dentro de la sociedad. El poder para modelar los valores de la salud da a los profesionales del sector médico una influencia dominante sobre la estructura de los servicios sanitarios, pero ningún control. Este control se ejercita mediante la propiedad de los medios de producción, de reproducción y de legitimación acaparados por la élite capitalista. Navarro no parece darse cuenta de que estoy de acuerdo con él en este punto, pero soy menos ingenuamente optimista con respecto a la indiferencia política de cada una de las técnicas utilizadas para proporcionar asistencia a la salud. Sostengo que la diálisis, los trasplantes y la asistencia intensiva a casi todas las enfermedades crónicas, y también simplemente que la intensidad general de nuestra empresa médica, imponen inevitablemente la explotación a cualquier sociedad que quiera emplearlos con el repertorio de su sistema de asistencia médica. Véase Vicente Narvarro, "The Industrialization of Fetishism or the Fetishism of Industrialization; A Critique of Ivan Illich", John Hopkins University, enero 1975. Sobre el argumento de que las ideologías médicas configuran un sistema de asistencia que ellas no controlan, véase también Massimo Gaglio, Medicina e profitto: Tesi di discussione per operai, studenti e tecnici, Milán, Sapere Editore, 1971, y Aloisi y otros, La medicina e la societá contemporanea, Atti del Convegno promosso dall'Instituto Gramsci, Roma, 28-30 giugno 1967, Roma Editori Riuniti, 1968. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes7.htm#anchor58253">84</a> Philip Selby, "Health in 1980-1990: A Predictive Study Based on an International Inquiry", Perspectives in Medicine, vol. 6, 1974. Predicción, basada en un escenario délfico, que describe una utopía ajustada a los deseos de las seis docenas de burócratas médicos entrevistados. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes7.htm#anchor59063">85</a> Debido a este hecho, la inocencia de la investigación científica está ausente de la medicina. Hans Jonas, "Philosophical Reflections on Experimenting with Human Sujects", en Paul A. Freund, comp., Experimention with Human Subjects, Nueva York, Braziller, 1969, pp. 1-28. Aunque este artículo se ocupa ante todo de formas extremas de experimentación, da una lúcida introducción a la relación entre experimento y servicio. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes7.htm#anchor59267">86</a> Harris L. Coulter, Divided Legacy: A History of the Schism in Medical Thought, vol. 1, The Patterns Emerge: Hippocrates to Paracelsus; vol. 2, Progress and Regress: J.B. Van Helmont to Claude Bernard; vol. 3, Science and Ethics in American Medicine: 1800-1914, Washington, D.C., McGrath, 1973. Un intento reciente, vasto y bien documentado, de pintar la historia de la medicina empírica en constante tensión con la tradición racionalista. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes7.htm#anchor59574">87</a> Henry E. Sigerist, "Probleme der medizinischen Historiographie", Sudhoffs Archiv 24, 1931, pp. 1-18. la historia de la medicina puede escribirse como una historia de la nosología, de las ideologías médicas, o de las actividades médicas. Las dos primeras visiones se descuidan a menudo. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes7.htm#anchor60418">88</a> El argumento se formula con fuerza en Gerald Leach, The Biocrats: Implications of Medical Progress, Nueva York, McGraw-Hill, 1970; ed. rev., Baltimore, Penguin, 1972. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes7.htm#anchor60606">89</a> Talcott Parsons, "Research with Human Subjects and the 'Professional complex'", en Freund, Experimentation with Human Subjects, pp. 116 ss. Dentro del complejo médico-profesional, Parsons distingue: 1) la investigación, relacionada con la creación de nuevos conocimientos; 2) el servicio, que utiliza el conocimiento para intereses humanos prácticos, y 3) la enseñanza, que transmite el conocimiento. Sostiene que los legos necesitan un reconocimiento formal del derecho a minimizar los perjuicios que resultan de tensiones no resueltas dentro de este complejo. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes7.htm#anchor60870">90</a> Una vez lesionado o muerto el paciente, el médico tratará de congelar la decisión que condujo a este resultado reduciendo la disonancia cognoscitiva. El argumento en favor de la alternativa que ha elegido parece aún más fuerte al reprimir los argumentos en favor de la alternativa no elegida. Está actuando como una ama de casa: antes de que ésta vaya a comprar, mientras más cara sea la comida, menos probabilidades tiene de llegar a la mesa familiar; después de su visita al supermercado y su decisión de comprar, mientras más alto sea el costo, mayores probabilidades hay de que la comida sea utilizada. Véase Leon Festinger, Conflict, Decision, and Dissonance, Stanford Studies in Psychology no. 3, Stanford, Calif., Stanford University Press, 1964. Sobre el conflicto de papeles entre el médico como consejero y el médico como científico, véase Eliot Freidson, Professional Dominance: The Social Structure of Medical Care, Chicago: Aldine, 1972. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes7.htm#anchor62614">91</a> Allan Hoffman y David Rittenhouse Inglis, "Radiation and Infants", reseña de Low-Level Radiation por Ernest J. Sternglass, Bulletin of the Atomic Scientists, diciembre 1972, pp. 45-52. Los reseñistas prevén una inminente reacción anticientífica por parte del público general cuando la prueba aportada por Sternglass llegue a ser conocida por todos. El público llegará a sentir que se les ha arrullado con un sentimiento de seguridad mediante el optimismo infundado de los representantes de instituciones técnicas acerca de la amenaza constituida por la radiación de bajo nivel. Los reseñistas argumentan en favor de políticas de investigación que prevengan tal reacción y protejan de sus consecuencias a la comunidad científica. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes7.htm#anchor63109">92</a> Consúltese el manual técnico: Werner, David. Donde no hay doctor. Una guía para los campesinos que viven lejos de los centros médicos. México, Editorial Pax. segunda edición revisada, 1976. Un libro importante, modelo para manuales análogos. Enseña al campesino mexicano cómo utilizar la medicina moderna con un sentido crítico que lo aleja simultáneamente tanto del nihilismo como del entusiasmo terapéutico que caracterizan una buena parte de los encuentros típicos del campesino con el médico diplomado. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes7.htm#anchor63615">93</a> Thomas M. Dunaye, "Health Planning: A Bibliography of Basic Readings", Council of Planning Librarians, Exchange Bibliography, mimeografiado (Monticello, Ill., 1968), dice: "Es tan extensa la documentación sobre fuentes acerca del tema de la planificación de la salud, que proporcionar una bibliografía completa se ha vuelto un problema elefantino. Esta dificultad se ha superado en parte mediante la fusión de bibliografías independientes... muchas de las cuales se incluyen (en este) cuerpo unificado de lecturas básicas útiles para el... neófito en el tema". Véase también National Library of Medicine, Selected References on Environmental Quality as It Relates to Health Since 1971, National Library of Medicine, 8600 Rockville Pike, Bethesda, Md.; National Institute of Environmental Health Science, Triangle Park, Londres, Environmental Biology and Medicine, publicación periódica desde 1971; Current Bibliography of Epidemiology, American Public Health Association, 1740 Broadway, N.Y. 10019. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes7.htm#anchor66435">94</a> Como ejemplo de esta visión, véase Monroe Lerner y otros: " The Non-Health Services' Determinants of Health Levels: Conceptualization and Public Policy Implications", informe de un subcomité dependiente de Carnegie Grant a la sección de sociología médica, Asociación sociológica americana, agosto 29, 1973, mimeografiado. Este borrador proporciona una fundamentación lógica para la extensión del mandato de las burocracias sanitarias a todos aquellos asuntos que tradicionalmente están fuera de su competencia; argumentando que tales asuntos se encuentran dentro de los poderes inherentes a dichas burocracias. Ante la necesidad de identificar los límites de su campo, el comité decidió: 1) se ocupará de los factores que afecten los niveles de salud, o que aparentan afectarlos, no de los conceptos, de la medición de niveles de salud, o de externalidades de salud para mejorar los niveles socioculturales; 2) se ocupará selectivamente de los factores que afecten a la poblaciones sujetas a riesgo; 3) se ocupará de la prevención, el mantenimiento y la adaptación referentes a las enfermedades crónicas y la incapacidad, pero sólo en tanto aquellos no se perciban como "servicios de salud"; 4) se ocupará de la mala salud no intencional causada por el contacto con el sistema de distribución de salud personal. Véase también The Sources of Health: An Annotated Bibliography of Current Research Regarding the Non-therapeutic Determinants of Health, Center for Urban Affairs, Northwestern University, Evanston, Ill., 1973. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes7.htm#anchor66608">95</a> Hugh Iltis, Orie Loucks y Peter Andrews, "Criteria for an Optimum Human Environment", Bulletin of the Atomic Scientists, enero 1970, pp. 2-6. George L. Engel, "A Unified Concept of Health and Disease", Perspectives in Biology and Medicine 3, verano 1960, pp. 459-85. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes7.htm#anchor67156">96</a> Para un análisis teórico de los niveles de salud especificados en estos términos, véase Aaron Antonovsky, "Breakdown: A Needed Fourth Setp in the Conceptual Armamentarium of Modern Medicine" Social Science and Medicine 6, octubre 1972, pp. 537-44. Propone una cuarta categoría de las herramientas conceptuales de la medicina moderna: el reconocimiento del colapso. Hasta ahora la medicina ha desarrollado tres conceptos fundamentales para el control de las enfermedades. Primero se descubrió que podían prevenirse las enfermedades mediante medidas de saneamiento del medio, especialmente ejerciendo control sobre los abastecimientos de víveres y agua. El segundo adelanto se obtuvo con el concepto de inmunización preparando al individuo para resistir. Estos dos criterios se fundan en la imagen del agente peligroso. Se realizó un tercer progreso con el reconocimiento de las causas múltiples: uno sucumbe a una enfermedad determinada cuando un agente dado interactúa con un huésped dado en un ambiente dado; la tarea de la medicina es reconocer y controlar estas circunstancias "dadas". Según Antonovsky, ni siquiera Dubos rebasa explícitamente este concepto de las causas múltiples, aunque destaca la necesidad de aumentar la capacidad del hombre para adaptarse al stress que lo amenaza en las enfermedades específicas. Antonovsky sugiere el concepto ulterior del colapso, y una definición que permite la operacionalización de este concepto global. Con este fin propone especificaciones para cuatro facetas que son comunes a toda enfermedad: 1) el dolor puede estar ausente, ser leve, moderado o severo; 2) el impedimento puede estar ausente, ser molestado, moderado o severo; 3) el carácter agudo o crónico puede considerarse de seis maneras: estado no agudo ni crónico; crónico leve pero no degenerativo; agudo pero sin poner en peligro la vida; crónico grave pero no degenerativo; crónico grave y degenerativo; o agudo y peligroso para la vida; y finalmente, 4) la profesión médica puede reconocer que la enfermedad, en el lugar que se presenta no requiere ayuda, vigilancia ni tratamiento. Así se han establecido 288 tipos posibles de colapso. Para el autor, "surge una pregunta radicalmente nueva; ¿cuál es la etiología del colapso? ¿Existe alguna nueva constelación de factores que pueda predecir con anterioridad el colapso?" <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes7.htm#anchor67387">97</a> René Dubos, Man and His Environment: Biomedical Knowledge and Social Action, Pan-American Health Organization Scientific Publication no. 131, Washington, D.C., 1966. Alexander Mitscherlich, "Psychosomatische Anpassungsgefährdungen", en Das Beschädigte Leben: Diagnose und Therapie in einer Welt unabsehbarer Veränderungen; Ein Symposium geleitet und herausgegeben von Alexander Mitscherlich, Munich, Piper, 1969, pp. 35-46. ¿En qué momento el médico se convierte en un cómplice no ético de un ambiente destructivo? S.V. Boyden, comp., Cultural Adaptation to Biological Maladjustment: The Impact of Civilization on the Biology of Man, Camberra, Australian National University Press, 1970. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes7.htm#anchor67971">98</a> Para referencias véase Robert Harris, Health and Crime Abstracts, 1960-1971, Houston Project for the Early Prevention of Individual Violence, Houston, University of Texas School for Public Health, 1972. William Morrow y otras, Behavior Therapy Bibliography 1951-1969, Annotated and Indexed, University of Missouri Studies no. 54, Columbia, University of Missouri Press, 1971. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes7.htm#anchor68205">99</a> David J. Rothman y otros, "An Historical Overview: Behavior Modification in Total Institutions", Hastings Center Report 5, febrero 1975, pp. 17-24. Roy G. Spece, Jr., "Conditioning and Other Technologies Used to 'Treat?', 'Rehabilitate?', 'Demolish?' Prisioners and Mental Patients". Southern California Law Review 45, no. 2, 1972, pp. 616-84. Una investigación del status legal de las terapéuticas que tienden a la alteración de la conducta, en los Estados Unidos. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes7.htm#anchor68452">100</a> Para un informe autobiográfico particularmente sensible que circuló en el Samizdat y fue publicado en el original en Grani, no. 79, 1971, véase G.M. Shimanoff, "Souvenirs de la Maison Rouge", Esprit 9, septiembre 1972, pp. 320-62. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes7.htm#anchor68602">101</a> D.A. Begelman, "The Ethics of Behavioral Control and a New Mithology", Psychotherapy 8, no. 2, 1971, pp. 165-9.Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/09441389031398551167noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5370819243455530431.post-44179773470201012472013-01-17T19:24:00.004-08:002013-01-17T19:24:31.295-08:008. LA RECUPERACIÓN DE LA SALUD8. LA RECUPERACIÓN DE LA SALUD<br /> Notas<br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes8.htm#anchor159513">1</a> Sobre el uso político de la envidia divina, véase Svend Ranulf, The Jealousy of the Gods and Criminal Law in Athens, trad. Annie J. Fausböll, 2 vols., Copenhague, Levin Munskgaard, 1933-34. Sobre Hybris que invoca a Némesis, véase David Grene, Greek Political Theory: The Image of Man in Thucydides and Plato, Chicago, University of Chicago Press, Phoenix Books, 1965; tit. orig., Man in His Pride; y E.R. Dodds, The Greeks and the Irrational, Berkeley, University of California Press, 1951; Los griegos y lo irracional, Madrid, Revista de Occidente, 1960, especialmente cap. 2. Zola, Irving Kenneth, "In the Name of Health and Illness: On Some Political Consequences of Medical Influence", Social Science and Medicine, vol. 9, febrero 1975, pp. 83-7. "...el área médica es el campo del ejemplo por excelencia de la crisis de identidad contemporánea; el área donde la banalidad del mal se disfraza mejor como un proceso técnico, científico y objetivo diseñado para nuestro propio bien." <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes8.htm#anchor164384">2</a> He tomado este argumento, en parte verbatim de Hans Jonas, "Technology and Responsability: Reflections of the New Task of Ethics", Social Research 40, 1972, pp. 31-54. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes8.htm#anchor181357">3</a> The Honorable James McRuer, Ontario Royal Commission Inquiry into Civil Rights, Toronto, Queen's Printer, 1968, 1969, 1971. Sobre las profesiones y ocupaciones de autogobierno, véase cap. 79. Otorgar el autogobierno constituye una delegación de funciones legislativas y judiciales que puede justificarse sólo como custodia de los intereses públicos. <br /><br /><a href="http://www.ivanillich.org/Linemes8.htm#anchor166793">4</a> Alfred Schutz, "Some Equivocations in the Notion of Responsibility", en Collected Papers, vol. 2, Studies in Social Theory, La Haya, Nijhoff, 1964, pp. 274-6.Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/09441389031398551167noreply@blogger.com0